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Capítulo 14: El chico de la capucha

Steiner camina hacia la ventana y la abre. Una brisa fría recorre la habitación, es refrescante. Él enciende un cigarrillo. Toma un suspiro y empieza a fumar.

—Aisha, Aisha... empecemos por la básico. ¿De dónde eres originalmente? ¿Cuál es tu carrera? —Steiner inhala el humo, lo expulsa hacia el atardecer lentamente.

—Vengo de Ciudad Evocativa, en donde trabajo. Ahí crecí; ahí estudié investigación policial. Tuve que trabajar duro para llegar a donde estoy. Es cierto, soy joven, pero soy muy dedicada. —Me levanto y camino hacia el lavatorio.

—¿Cómo sabes de hacking? ¿Quién te enseñó?

—Al llegar a la policía Evocativa, tuve un alto rendimiento, pero no tenía la capacitación suficiente para indagar en la Deep web u otras capas más... delicadas, por decidlo así. —Pongo agua en un trapo para limpiar mi cara.

—Entiendo. ¿Y, entonces? —Deja caer junas cenizas por la ventana, para tomar otra inhalada del amargo tabaco.

—Me capacitaron; o, al menos... me pagaron la capacitación. Así como lo hicieron contigo. Aprendí mucho de sistemas de intersección como el movimiento que practiqué junto a Travis contra Alice. En eso me he especializado —explico.

Me veo al espejo y observo de reojo a Steiner, quien está absorto en sus pensamientos y el atardecer.

—Interesante. Por esa información puedo confirmar que estás trabajando con Maxwell, sé su especialidad, y sé el tipo de estudiantes con los que trabaja. —Se toca la barbilla, en donde tiene una barba algo canosa—. Ahora vamos con las preguntas jugosas.

—Adelante. —Me volteo, estoy recostada en la mesa con el florero. Él me ve a los ojos.

—¿Cómo supiste del desfile?

Observo en silencio hacia mi derecha. En el florero hay una flor púrpura, hermosa y seca.

—No me es permitido mentir a un agente especial. Así que diré la verdad, o, al menos... la que está en mis manos.

—Con eso me basta; sigue. —Apaga el cigarrillo.

—No sé por dónde empezar. Creo que fue la primera vez que vine a Ciudad Onírica. Eso fue hace cuatro años, aproximadamente —aseguro—. Sí. Lo recuerdo bien.

•—Empezar Música—•

» Me llamaron debido a una emergencia; un caso especial. Por supuesto, no había terminado mis estudios, pero mis superiores deseaban que obtuviera la experiencia suficiente para desarrollarme a plenitud en un futuro cercano.

» Fue un caso particular... recuerdo que hubo una doble muerte. Según los reportes, un hombre en confirmado estado de ebriedad se metió a saquear una casa en medio de la noche. El dueño se dio cuenta del intruso, y bajó a defender su propiedad.

» Ambos fueron hallados muertos. La esposa y el único hijo del hombre no se encontraban en casa. El asesinato fue reportado al día siguiente, a primeras horas de la mañana. Justo en ese momento Maxwell me contactó para asistir ayuda a la investigación.

» Puedo decir que esta investigación ha sido la más... —Tomo un respiro y veo hacia la ventana—. La más cruda que he hecho. Tal vez fue por mi inexperiencia ante escenas tan dolorosas, o simplemente por la manera en la que se desenvolvió dicho caso.

» Debo admitir que lo que siguió después no fue grato en lo absoluto... y yo no pude hacer mucho al respecto. Tuve que hacer un informe detallado, pero los forenses no querían avanzar eficientemente. Sabía que el personal de Ciudad Onírica no se tomaba en serio las investigaciones; me informaron bien antes de llegar... pero por primera vez estaba experimentando la ineficiencia en carne propia.

» Pasó el tiempo. Tenía un poco del material con el cual podría trabajar, pero sin la ayuda de los otros oficiales no podía hacer mucho más. ¡No era parte de los agentes de Ciudad Onírica! Ni tampoco de los de Ciudad Evocativa. Por lo tanto, no tendría acceso a información importante y confidencial sobre el caso.

» Insistieron con que el caso estaba resuelto. Confirmaron que el hombre entró a robar y el dueño de la casa se defendió; pero ¿quién era el primero? El borracho. ¿Por qué entró a esa casa esa noche? Todo estaba muy raro. ¡Yo misma estuve en la escena del crimen! Observé la escena con mis propios ojos; fui una de las primeras en entrar.

» Nunca hubo rastro alguno de un robo. O, eso pensé... hasta que...

—¿Hasta qué...? —Steiner pone atención.

—Hasta que lo conocí. —Ojeo la esfera del sol caer entre unos grandes edificios a los lados de la ciudad. El color naranja se ve reflejado en las ventanas y la gente está regresando a sus hogares luego de un atareado día en esta nostálgica ciudad.

—¿A quién? —Él insiste—. ¿A quién conociste, Aisha?

—Al chico de la capucha.... a él conocí —revelo.

—Chico de la capucha. —Steiner tira el cigarrillo por la ventana—. ¿Quién es?

—El mismo día en el que me expulsaron del caso por falta de pruebas y demás sucedió algo inesperado. Salí del edificio harta, frustrada, enojada. Estaba llorando, me sentía inútil.

» ¿Imaginas perder el primer caso de investigación de tu vida? Mis líderes me confiaron mucho, confiaban en mí. ¿Cómo pude fallar de esa manera? Los hombres de esta ciudad me trataron como si fuera una basura, si soy honesta... no ayudaron mucho al caso, ni brindándome información, ni abriendo puestas a posibles indicios. Mi fallo personal fue enorme, todo lo que siempre quise, tirado a la basura.

» Caminé por el estacionamiento del edificio, iba hacia mi auto... y ahí estaba él, esperándome. Estaba vestido como siempre lo vi: pantalones negros, zapatos del mismo color, y una capucha tapándole la cara. Sin molestias le pregunté que quién era, que qué quería.

» Prometió que tenía información relevante sobre el caso, pero que no sabía si dármela; no sabía si podía confiar en mí. Se escuchaba algo desesperado, desganado... un tipo de energía que he sentido pocas veces en la vida. Insistió en que quería justicia en Ciudad Onírica, que estaría a mi disposición, pero que no sabía cómo ayudar. Reveló que estuvo cerca de la casa la noche del incidente, y que tenía pruebas que nadie más logró capturar.

» Le pedí toda la información que tuviera, pero solo me la quiso dar a cambio de una promesa.

—¿Qué pidió?

—Pidió que, aunque no fuera parte de la policía, le diera una oportunidad para cooperar. Juró que lo daría todo, pero que le diera un momento para demostrar su lealtad. —Un pétalo de la flor cae lentamente, mientras el sol se termina de ocultar.

—¿Aceptaste?

—Sé que no es ético. Sé que no es justo compartir información tan importante y confidencial con gente no autorizada. Sé que no fue profesional, arriesgado, terrible, pero sí. Lo hice. Y lo hice por varias razones... razones que no espero que nadie comprenda.

» Necesitaba terminar el caso; necesitaba pruebas contundentes de lo que había sucedido en verdad. Y no me justifico, Steiner. Podré haber cometido mil errores en mi vida, pero hay algo que te puedo decir hoy, después de cuatro años, y lo mantengo en pie. Nunca en mi vida... he conocido a alguien así.

» Durante algún tiempo trabajamos juntos. Agente, nadie sabe de esto. Eres la primera persona a quien le cuento. No puedes decir nada, por favor. —Lo veo a los ojos. Sé los problemas tan enormes que causaría que esta información llegase a los oídos equivocados.

—Tienes mi palabra. —Él reflexiona—. Continúa.

—Terminé todo con él hace... dos años, aproximadamente. Sin embargo, hace un mes me contactó directamente —revelo.

—¿Qué te dijo? —Steiner muestra asombro.

—Me dio información de Alice, de Tricia Blanks, del Desfile Macabro. Fueron pocos segundos de llamada; me pidió ayuda al tener la situación fuera de sus manos, de su alcance...

» Luego de haberme dado la información, pude empezar a unir los cabos. Sin embargo, no he tenido contacto con él desde ese entonces. Pude llegar a Alice a tiempo para pedirte ayuda, pero me temo muy dentro de mí que sea tarde para ayudar al chico de la capucha. —Me tapo la cara—. Espero que él no haya sacrificado su vida para darme esta información.

—¿Quién era el chico? —pregunta Steiner.

—No me es permitido mentir a un agente especial, Steiner; pero juré jamás decir su identidad a nadie... y mi palabra es lo que tiene más alta prioridad en mi vida. Lo siento. —Camino hacia la ventana; ya es de noche, los grillos empiezan a sonar.

Conexiones secretas, todo estaba unido de cierta manera. Eso... era lo que más me asustaba.

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