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Romeo y Julieta (pt.1)

El cuento popular siempre dijo que Romeo y Julieta fueron una maravillosa historia de amor, en la que superaron obstáculos juntos, porque ellos eran más fuertes. Sin embargo;

Julieta murió de amor porque Romeo le abandonó para siempre.

Al menos, eso es lo que la historia ficticia cuenta.

Pero, ¿qué hay de la verdadera?

Esa en la que Julieta es quien mata a Romeo por no amarle como ella quería.

Aunque, no muchos dicen que Julieta sólo calló su llanto porque tenía que seguir dando la imagen de mujer de cuento de hadas, esa que sonríe y hace feliz al resto, que nunca podría haberse permitido mostrarse frágil porque entonces no sería el ejemplo a seguir.

Es por eso que cada vez que alguien cuenta que Romeo y Julieta fueron una historia de amor verdadero en la que superaban los altibajos de su relación perfecta, le duele el corazón, le duele el alma.

Que cada vez que cuentan que Julieta murió de amor porque Romeo le abandonó para siempre, se rompe un poquito más.

Y algún día, serán las cenizas de cada trozo quebrado las que salgan a la luz y cuenten lo que ocurrió de verdad. Las que vayan y digan "Romeo me abandonó porque yo no era como él pretendía que fuese, y yo tuve que sellar mis labios y ocultar mis lágrimas"

Dirán:

"La vida me abandonó y yo tuve que seguir adelante sin ella, pero, joder, es difícil."

"Es como estar muerta."

Así que, cuando alguien se atreva y cuente que Romeo abandonó a Julieta porque ella no era perfecta, y luego le obligaron a vestir de gala y posar con sonrisa de perlas en cada cuadro familiar, en donde destacaban sus lágrimas y mirada muerta, pero todos parecían ocultar con su belleza, y la mataban poco a poco, para después culparle de su muerte, cuando fueron ellos los verdaderos asesinos.

El día que alguien diga que Julieta nunca fue quien quiso ser, crecerá una raíz proveniente de una semilla.

Una semilla que daría frutos que repetirán la misma historia.

"Papá, últimamente no puedo parar de escuchar voces, desearía saber si realmente enloquecí, pero creo que es así.

El otro día me pregunté a mí mismo si sería capaz de viajar en el tiempo, y así evitar tu muerte.

Mamá no me hace caso, la tía no me hace caso, las primas no me hacen caso. De hecho, toda la familia está empezando a ignorarme. No soy tan importante como tú, papá, si hubiera muerto yo en tu lugar, dime, ¿habríais sido todos felices?

Papá, si volviera atrás en el tiempo y fuera yo quien hubiese muerto, ¿todo estaría mejor ahora?

Todos seguiríais genial, ¿verdad?

En el fondo, nadie me echaría de menos.

Así que, pronto lo haré posible, papá."

Jisung despertó y comprendió, que el diablo a quien veía todos los días y temía sin razones específicas, fue hace mucho tiempo un crío que extrañaba a su padre y que deseaba con ganas que volviera a la vida.

Entonces, cuando vio a Minho, como siempre hacía, secando las lágrimas que le despertaron esta vez, tallando la forma de sus abultadas mejillas con su dedo pulgar, no pudo evitar estirar el brazo, agarrarle del hombro y abrazarlo por primera vez.

—¿Todo bien?— Preguntó Jisung, con la voz entrecortada y los ojos mojados.

—Normalmente soy yo quien hace esa pregunta, ¿sabes?

El chico rio un poco, aflojó su agarre y le miró a los ojos.

Esos ojos que por más que analizaba, solo daban presencia del ángel de la muerte.

Sería difícil imaginar a un Minho joven y vivo, ayudando a su familia y escribiendo cartas a su padre muerto. Cartas para nadie.

Pero Jisung lo hacía. Y no hubo una imagen mental que le doliera más en ese momento. Volvió a apretarle entre sus brazos y le susurró.

—Fue difícil, ¿verdad?— Fue casi una afirmación para sí mismo. Para confirmar lo que él ya sabía; que Minho tuvo que sufrir en vida para ser lo que ahora es, en lo que se había convertido.

—¿A qué te refieres?— Cuestionó Minho. Intentó apartar a Jisung un poco, pero él no le dejaba.

—No es nada.— Su cabeza maquinó de nuevo aquel escenario de hace tiempo. De un inocente Minho inexperto en la vida, con tan solo veinte años y todo un maravilloso camino por recorrer. Pronto unas tijeras cortarían sus alas, su futuro y su paso a la felicidad, y se quedaría estancado para siempre. "Está condenado a sufrir" dijo para él mismo. "Sufrirá toda la eternidad, alguien que nunca mereció eso"

¿Por qué tuvo que morir?

Y entonces el cuello de Minho fue quien acalló sus lágrimas y llanto. Limpió una vez más el rostro del chico, que por más que se repetía una y otra vez la palabra "diablo", esta ya no tenía sentido. Lo había perdido en el momento que supo que él también tuvo corazón, y nunca más cobraría espacio en su mente. Minho ya no era un demonio, o una criatura sobrenatural. Minho fue, era y sería Minho, aunque le costase un poco más expresar lo poco que sentía.

"Debe ser horrible sufrir constantemente, acostumbrarse a ese dolor, que por más que pare nunca deja de doler"

Se preguntaba si Minho era capaz de ver el mundo de color, o si después de tantos años solo lo sentía amargo.

—No pasa nada.— Volvió a decir Jisung, calmando sus sentidos y dejando ir las malas sensaciones.

Bueno, Minho sabía que no era así.

Jisung terminó de acomodar en su lugar la corbata del esmoquin de Minho, y este no pudo mirarle más extrañado.

—¿Qué estás haciendo?

—Ayudar a que te sientas cómodo.

—¿Por qué?

¿Que por qué?

Si bien Jisung no tenía ni idea, sentía que de esa manera podría compensar los amargos recuerdos que le llegaban de Minho constantemente.

—Porque así me siento mejor.

—Hmm, de acuerdo, entonces. Si te sientes mejor, supongo que está bien.

Jisung sonrió como tonto al ver que podría cuidar de Minho tras su aprobación, y decidió entonces preparar algo de merienda.

—¿Te gustan las tortitas? Dime que te gustan las tortitas. Voy a prepararte tortitas.

Jisung corrió a la cocina y se puso a ello, friéndolas y dando vueltas perfectas con la sartén.

—Jisung, no...— Minho trató de pararle y explicarle, pero este estaba tan emocionado que le dejó terminar con lo suyo.

Jisung colocó todas las tortitas en un plato y añadió sirope y mantequilla. Cayó algo de sirope de chocolate en su mano, así que lo chupó sin dejar de terminar de preparar el plato. Sus mejillas se abultaron en sobremanera cuando vio su obra maestra terminada, y emocionado fue a enseñársela a Minho. Estaba tan contento y feliz que parecía un niño chico.

Minho sonrió un poco.

—¿Te gusta?— Él asintió, todavía sin probarlo.— Es lo único que sé cocinar.

El chico se acercó a Minho, y sin dejar de verle a los ojos, le tomó la mano. Guió al de mirada rojiza hasta el plato. Con su mano libre llevó un trozo a la boca del diablo y le observó expectante, queriendo obtener ya una respuesta. Minho abrió la boca y comió la tortita con gusto. Quizás le emocionaba más ver a su Sung tan sonriente, como hace tiempo que no estaba. O quizás era la mano del pequeño que le agarraba con inocencia y afecto, que no dejaba ir todavía.

—¿Y bien?

—Está insípido.

—¡¿Qué?!— La sonrisa de Jisung cayó al igual que su boca.—¡Pero si le sobra azúcar!

Jisung llevó un poco de tortita a su boca y afirmó.— ¡Está riquísima! ¿Debería de ir por más azúcar? ¿Tal vez con caramelo esté mejor? Iré por el sirope de fresa. ¡Y plátanos! Plátanos, sí.— Soltó los cubiertos y rápidamente trató de alcanzar lo dicho, pero Minho le agarró del brazo.

—Es inútil.— Minho le transmitió esa sensación de la que ya era experto; quizás decepción, quizás tristeza.— Cuando dije que no sentía nada, me refería a cualquier tipo de sensación.

Y Jisung se derrumbó.


—No quiero.

Jisung se quejaba como un niño chico.

Desde que dormir se había vuelto un suplicio debido a las constantes pesadillas y recuerdos tristes, lo evitaba a toda costa.

Por eso, ahora que Minho le agarraba como saco de papas, llevándolo a la cama, Jisung pataleaba en su hombro.

—¡Que no, no, no, no, no!— Golpeó una y otra vez la espalda de Minho, pero, demonios, si tenía fuerza. —¡No quiero ir a dormir!

—¿Quién es el crío ahora, ah?— Burló el diablo. Le tiró sin miramiento a la cama y le agarró los brazos para que no pudiera escapar, quedando encima de él.

—¡Oye!— Jisung forcejeó.—¡Suéltame!

—Tienes que dormir.

—¡No es como si fuera a dormir así!— Empujó con sus piernas, pero la fuerza que tenía era incluso absurda, ¿y sus dos semanas en el gimnasio?— ¡Apártate, inútil!

—Sólo si me prometes que descansarás.— Minho apretó más las muñecas de Jisung, y sólo en ese momento comprendió en la situación que se encontraba.

—Minho. Por favor, parecemos una pareja en su primer aniversario a punto de tener sexo salvaje.

—¿Q-que?— Minho aflojó la forma en la que le agarraba y Jisung pudo empujarlo y escapar.

—¡Ja!— Rio, y luego huyó a la cocina.

El diablo suspiró, ¿quién iba a cuidar a quién?

—¡Vamos, Jisung! Sabes perfectamente que no puedes huir eternamente del sueño, pronto necesitarás dormir.

—Mentira.— Negó. Minho entró a la cocina en su busca, y parecía que el chico se había escondido porque no le encontraba por ninguna parte.

Lo recordó como un deja vu, que ya había vivido eso antes. Rio un poco al pensar en aquello.

—¿De qué te ríes, loco?— Preguntó Jisung desde uno de los pequeños armarios de la cocina. Minho reconoció entonces de dónde provenía y se dirigió una de las puertas.

Jisung carcajeó para sí mismo cuando el diablo abrió la puerta incorrecta, seguro de que no le encontraría esa vez.

Sin embargo, unas manos le agarraron fuertemente de los hombros, tirando de él hacia atrás. Jisung se golpeó inevitablemente en la cabeza, pero eso solo le llevó a una confusión mayor, pues los brazos ajenos volvieron a empujar de él.

Podía ver a Minho fuera, en la cocina, buscándole, ¿entonces, quién le estaba empujando de esa manera?

Intentó liberarse, pero fue como si sus sentidos se apagaran poco a poco, y pronto perdió el control de su cuerpo. Ni siquiera podía pedir ayuda al diablo, porque cuando este se dio cuenta de lo que estaba sucediendo y fue a socorrerle; Jisung ya no estaba allí.

Podía ver su cuerpo perderse a lo lejos, mientras las manos le ahogaban con fuerza y tiraban de él más y más abajo, como si estuviera hundiéndose en una piscina de agua negra.

Lo último que vio fue la imagen de Minho tratando de despertar su cuerpo inmóvil, mientras maldecía una y otra vez.

Una y otra vez.

Cuando perdió la conciencia, también lo hicieron las pocas razones que le aferraban a la vida.

Tosió con fuerza, sintiendo que todavía se ahogaba.

—¿Qué haces aquí?— Preguntó un chico. Parecía más joven que él. De hecho, estaba seguro de que lo era.

—¿Dónde estamos?— Devolvió la pregunta Jisung, mirando a su alrededor. Todo era negro. Lo único que no lo era, eran ellos dos. Podía escuchar burbujas a su alrededor, y la sensación casi se asemejaba a estar debajo del agua.

—No lo sé.— Jisung ni siquiera sabía si podría llamarle niño, porque su aspecto inocente le recordaba a uno. Sus ojos rasgados, tanto que parecían los de un pequeño zorro, le miraban melancólicos. Entonces supo que había estado llorando. —Solo sé que he estado aquí por mucho tiempo.

—¿Fuiste tú el que me empujó aquí abajo?

El chico volvió a alzar sus hombros en forma de respuesta.— No lo sé. — Jisung suspiró.—Solo pedí que alguien viniese a ayudarme.

—¿Eres un alma en pena?— Preguntó.

—No sé qué es eso.

—Pero estás muerto.— El chico le miró confundido.

—No, no estoy muerto.— Esta vez fue Jisung quien no le creía. Su piel estaba completamente blanca, las cuencas de sus ojos presas de un oscuro gris y su cuerpo abatido, cansado; tiritaba.

Jisung le dedicó una mirada de compasión, quizás compadeciendo del chico ante él por no saber siquiera que estaba muerto, o que lo había hecho hace mucho tiempo.

—Sí, lo estás. Mírate, te estás pudriendo.

Sus palabras salieron más rudas de lo que él quiso, y sin embargo, el chico no se inmutó. Sólo miró hacia abajo y suspiró.

—Pero él me prometió que volvería.

—¿Quién?

—Min. Él dijo que volvería a por mí y me ayudaría a escapar.

—¿A escapar de qué?

—De nuestras familias.— Hizo una pequeña pausa, a punto de contar su historia.— Nunca nos aceptaron. Sobre todo su hermano, siempre le disgustó que estuviéramos juntos. Llegó un punto en el que nosotros sólo queríamos escapar.

—Entiendo esa sensación, pero ahora te arrepientes, ¿verdad? Porque extrañas cómo era todo.

—No. No me arrepiento de nada.— Jisung abrió un poco de más los ojos.— Porque nunca volvería allí, para ser olvidado o criticado. Siempre era el centro de todas las burlas, ¿sabes? Seungmin fue el único que me trató bien.

—¿Seungmin?

—Sí, Min.— Continuó.— Él era mi... mi... mi mejor amigo.— Sonó triste, como si le echara de menos, o quizás se debía a otra cosa.— Aunque estoy seguro de que éramos algo más, ¿sabes? Los mejores amigos no se besan.

Cuando Jisung supo que lo suyo fue una historia de amor fallida, su corazón dolió.

Dolió porque nunca podrían estar juntos, dolió porque no le volvería a ver jamás.

Y dolió porque no existía ninguna máquina del tiempo que le trajera de vuelta a la vida, y quizás así pudieran llevar una relación de amor común y típica, donde no faltasen besos y caricias, y el amor incondicional estuviera presente en todo momento.

No pudo evitar pensar en Minho, ¿así se sentía querer volver al pasado para evitar a toda costa lo que ocurrió? Quizás así podía llegar a entenderlo.

—No sé si sea verdad que estoy muerto.— Rompió el silencio.— Pero si es así, no recuerdo nada de cómo pasó. Lo último que mi mente es capaz de revivir es su hermosa sonrisa.— Escondió el rostro en sus rodillas, y volvió a la misma posición en el que lo encontró.

Jisung se fijó en un pequeño metal que rodeaba su tobillo derecho y la curiosidad le ganó esa vez.

—¿Qué es eso?— Señaló.

—No lo entiendo.— Siguió hablando, con el rostro escondido.— Yo le amé hasta el final. No sé por qué él no hizo lo mismo.

Y esas fueron las últimas palabras que le oyó decir, porque su forma desapareció de allí y todo volvió a ser negro.

Jisung sintió zarandear y la voz de Minho se incrustó en sus oídos.

—¿Jisung? Por favor, despierta de una vez.

—¡Minho!— Gritó. Él seguía perdido en la oscuridad. Miró hacia los lados. Hacia abajo y hacia arriba, si es que podía considerarse aquello, pero no encontró rastros de Minho.

—¿Sung?— Le llamó otra vez.

—¡Sí! ¡Estoy aquí!— Gritó desorientado.

—¿Dónde?

—No lo sé, todo es oscuro.

—Pero tu cuerpo está aquí conmigo.— Y es que, desde la perspectiva de Minho, Jisung solo estaba durmiendo entre sus brazos, y de vez en cuando murmuraba palabras indescifrables.

—No...— Volvió a suspirar.— No veo nada...

—Tienes que intentar abrir los ojos.

—¡Los tengo abiertos!— Gritó. En ese momento, el cuerpo de Jisung dio una pequeña sacudida.

—¡Sigue gritando! Tienes que gri...— Jisung dejó de escuchar la voz de Minho, cada vez se alejaba más.— Te has perdido en un.... No deberías es... allí.

—¡No te entiendo! ¡Minho!— Sollozó. La sensación y desesperación de estar solo en un sitio así no la sintió tan grande desde que hizo el ritual para invocar a Minho.

Corrió en busca de luz, o de algo que no fuera negro, pero se sentía ciego.

—Minho...— Terminó por caer rendido. Eso del sueño de lo que le advirtió el diablo era verdad, porque su cuerpo entero necesitaba descansar. Tanto que lo hizo allí mismo.

Una luz tenue le llegó a sus párpados, y abrió poco a poco los ojos.

Minho le miró asustado, hasta que sonrió al ver que se encontraba bien.

—Sung...— Suspiró.— Menos mal, por un momento tu corazón había dejado de palpitar.

—Minho.— Llamó el chico. Le abrazó fuerte, tanto que el diablo dudó de si era él o alguna entidad que había poseído su cuerpo.— Gracias.

—¿Qué?— Le miró confuso, correspondiendo su atosigado abrazo.

—Gracias. Ahora puedo entenderte mejor.


—¿Es posible viajar en el tiempo?

Si bien la pregunta parecía fuera de lugar, todo cobraba sentido cuando era Marty McFly quien la hacía.

—¿Por qué estamos viendo Regreso al futuro?— Cuestionó un diablo cansado.

—Porque es lo mejor, ¡sobre todo porque besa a su madre!

—¡Por Dios Jisung, eres un asqueroso!

Jisung carcajeó en su hombro. Ambos decidieron pasar la tarde juntos. Quizás eso era parte del plan de Sung para sentirse mejor, pero Minho no pudo negarle nada.

Aunque ahora mismo, Jisung se había dejado caer sobre Minho, que era un gesto bastante tonto e insignificante, pero lo suficientemente notorio para que al chico se le acalorasen las mejillas.

Se sentía inmensamente estúpido, porque había estado tratando a Minho como alguien cualquiera, olvidando que fue él quien le había quitado su alma y quien le prohibía mil y una cosas más.

Pero ahí estaba, sintiéndose pequeño a su lado, ignorando la película y prestando su atención en Minho.

Un pensamiento pasajero le inundó la mente, y se preguntó qué hubiera pasado si él no hubiera muerto. O si fuera mínimamente humano.

¿Y si se hubieran conocido en otras condiciones?

Probablemente habría tenido un crush instantáneo en él.

Imagina esta situación: Jisung y Minho siendo compañeros de universidad. Un día deciden quedar para ver una película que les ayuda en su trabajo universitario. De pronto, Jisung, profundamente enamorado, gira su cabeza y descubre a Minho mirándole de la misma manera. Entonces este le acaricia la mejilla y posa sus labios sin una pizca de timidez. Seguidamente, le mira a los ojos y le dice "Te quiero, Jisung" y le besa hasta quedarse sin aire.

Jisung se palmeó mentalmente (y físicamente) por la escena que había imaginado en su cabeza.

También le entristeció volver a pensar en un Minho vivo, cuando sabía que nunca podría ocurrir. Él de ninguna manera volvería a la vida.

—¿Qué estás imaginando, eh?— Minho le miró pícaro. La sonrisa de lado le asustó en demasía y le llevó a empujarlo lejos de él.

—¿C-cómo sabes que...?—

—Tu nariz...

Jisung casi se desmaya luego de ver sangre resbalarse por sus labios hasta manchar su camisa.

Cuando más quería quitarse al diablo de encima, más cerca lo tenía.

Y el ejemplo era claro cuando este le estaba agarrando fuertemente de las mejillas mientras Jisung se quejaba porque "podía limpiarse él solito".

—Podías haber mencionado que te da mucho miedo la sangre.

—¿A-a quién no?— Reprochó, intentando sacar pronto esa imagen de Minho cerca de él fuera de su cabeza.

—Jisung.

—¿Mh?

—¿Qué viste?

—¿Cómo?

—Cuando te atraparon, ¿qué viste?

—P-pues... era un... ah, no me acuerdo. Sólo me desmayé, ¿no?

Minho le miró preocupado. Sabía desde un principio a qué estaba sometiendo a aquel crío, y sabía que no aguantaría mucho más y comenzaría a delirar.

—Está bien. ¿No estás cansado?

—¡No!— Respondió animado.— Estoy más activo que nunca.

El diablo le miró. Los ojos del chico se habían estado oscureciendo poco a poco. También habían incrementado sus ojeras y parecía que adelgazaba más rápido que nunca.

—¿Estás seguro de que no te encuentras mal? ¿Alguna vez te has hecho esa pregunta?

—B-bueno.— Jisung apartó la mirada antes de continuar. Se le hacía pesado mantener sus ojos en Minho. Era como si su aura le envolviese cada vez que se acercaban más de lo debido.— Nunca antes me lo había preguntado... quiero decir, si estoy bien, estoy bien y punto, ¿no?

—Lo siento.— Dijo de repente. Su mano había viajado desde su nariz hasta su mejilla y sin darse cuenta, el diablo le había estado acariciando.

—¿Por qué?

—Ojalá poder...— Calló. Minho le miraba a los ojos y, sin embargo, Jisung sentía que veía más allá. Parecía que no solo observaba su mirada, sino algo dentro de él.

—¿El qué? ¡Vamos! Deja de ser tan misterioso.

—No puedo arrepentirme ahora.

—Sí que puedes, también tienes el poder de cambiar las cosas ¿sabes?

—No. Ya lo he dicho; si no lo hice en vida tampoco lo haré en muerte. Ahora mismo no soy nadie.

—¿Es posible viajar en el tiempo?

—¿Qué?— El diablo le miró, quizás no se esperaba esa pregunta.

—Bueno, eres una especie de fantasma, así que quizás sabes esas cosas, ¿no? ¿Se es capaz de viajar en el tiempo? Tampoco sé mucho sobre paranoias científicas, pero se ve como algo muy probable.

—No lo sé.

—¡Oh, vamos! ¿Cómo no vas a saberlo?

—Sólo no lo sé.

Jisung le observó de cerca, tratando de captar la mentira.

—Quizás en otro momento.— Accedió Minho.

—¡Lo sabía! ¡Sabía que conocías la verdad! ¿Entonces existen también los multiversos? Pero entonces, ¿no habría alguien viajado ya en el tiempo? ¡Qué lío!

—Sí. Es algo que te vuelve realmente loco.

Jisung prosiguió pensando en distintos universos. En qué hubiera pasado si no se hubiesen extinguido los dinosaurios, o si personas importantes nunca hubiesen existido, como Chayanne.

Luego miró a Minho. Su perfil recto, sus ojos perdidos, su piel bien hidratada. En general, él parecía humano. Vestía como humano, actuaba como humano y pensaba como humano. Pero no lo era, porque estaba muerto. ¿Qué diferencia a los muertos de las personas?

La vida.

—Quizás en otro universo tú sigues vivo.

Y por primera vez, tras cerrar los ojos, le costó abrirlos más que nunca.

—Ojalá poder haber evitado que te hayas convertido en esto.— Confesó Minho, cuando Jisung ya estaba soñando.


Tuvo un sueño.

Habían dos chicos. Pudo reconocer a uno de ellos, aquella alma en pena que le estuvo hablando no hace tanto tiempo.

El otro, sin embargo y pese a no haberle visto nunca, supuso que era Seungmin, pues él le abrazaba con cariño.

—No... no te vayas, quédate.— Le suplicaba el alma en pena.— No me dejes solo, no otra vez.

Sin embargo, Min dio la vuelta y se esfumó sin mirar atrás.

—Yo te amo.— Sollozó.— No... otra vez solo, no...

Lo comprendió entonces: que la vida era injusta, de muchas maneras, con muchas personas.

Que ese chico no debía de haber muerto sin primero haber sido amado de verdad por alguien.

—Cómo quisiera... que la gente pueda darte ese amor que tanto ansiabas.— Jisung limpió sus lágrimas y fue cuando abrió los ojos para, darse cuenta de que, no estaba durmiendo, sino soñando despierto. Había dejado caer el plato de su comida.

Minho entonces le vio desde la mesa del comedor, preguntándole con la mirada si estaba bien.

— E-estoy... estoy bien.— Pero no era cierto. Porque sus brazos temblaban, su corazón se estrujaba cada vez más rápido y sus piernas amenazaban con tirar de él al suelo.

El diablo dejó todo de lado y se acercó a él. Al fin y al cabo, era su culpa, ¿no?

Le agarró de ambas mejillas e hizo un poco de presión. Jisung no pudo evitar soltar un suspiro. Sus manos se sentían tan frías que recordó al instante que él estaba muerto.

—¿De verdad que no recuerdas por qué falleciste? Porque es injusto.— Una lágrima traicionera se escurrió fuera de la comisura de sus ojos.

—De verdad que n-

—Es muy injusto.

Y no fueron una o dos, fueron muchas más las que derramaron sus ojos.

—Es muy injusto, ¿por qué siempre son las mejores personas quienes sufren más?

Minho le abrazó con fuerza y dejó que escurriera sus lágrimas en él.

Le permitió que se desahogara cuanto quisiera, quería que confiase en él.

No quería perderlo.

—¿Por qué quieres ayudar a todas esas almas en pena?— Jisung cuestionó por pura curiosidad.

—Porque no quiero que sufran más.

—Luego de liberarlas, ¿volverán a Ningún Sitio?

—Es muy probable.— Jisung apartó brusco a Minho de él.

—¡¿Entonces, todo esto que hice fue sólo para-

—Jisung. Quizás es momento de contarte algo más. Ven, siéntate.— El diablo le ofreció una silla y él aceptó sin rechistar. Sin embargo, Minho quedó enfrente de él, para luego arrodillarse frente al chico. Tocó sus manos y, al ver que este ya no huía de él, decidió que era hora.— Van a ocurrir cosas.

—¿Qué clase de cosas?

—Van a ocurrirte cosas.

—¿A-a mí?

—Vas a perder el apetito.— Prosiguió.— También perderás las ganas de dormir, y pronto lo harán también las ganas de despertarse. Te costará abrir los ojos, y te costará cerrarlos. Te dolerá sonreír, pero también lo hará llorar. Te sentirás cansado, pero luego no podrás parar a descansar. Te entrará hambre, pero al comer vomitarás, y luego el hambre volverá. Te mirarás al espejo y observarás un clon de lo que una vez fuiste, solo que desgastado e inservible. Dejarás de ser feliz, y pronto no notarás la diferencia entre vivir y morir.

—¿Q-qué estas diciendo?

—¿Eres consciente de eso? De que ya has perdido, Sung.

—¿Perder?

—Sólo... sigue adelante, ¿bien? Y libera a esas almas que lo necesitan.

—Yo...

—Sólo tienes que sufrir por los demás.

—Sufrir... por los demás...

—Sufrir para los demás.

Minho besó su nariz y le animó a sonreír.

Si era verdad que pronto dejaría de hacerlo, entonces no tenía sentido seguir sonriendo de aquella forma, porque no habrían más sonrisas sinceras.

Pero aún así, fingió que era feliz una vez más.

Quizás en esta vida, Jisung era una simple Julieta.

N/A

Han llegado malas noticias para todos, y soy consciente de eso. He escrito este capítulo reflejado un poco mi impotencia por no poder hacer nada al respecto. Hemos perdido a alguien importante y lo peor de todo es que nadie se había dado cuenta hasta que ocurrió.

Es un poco como Julieta, ¿no?

Descansa en paz, mi ángel.

💔🕊️

3・🐱

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