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Capitulo 21; Mia

Todos estaban almorzando en el comedor mientras planeaban todas las cosas de la boda, que seria a la mañana siguiente seria la ceremonia, en la misma capilla en la que había sido la supuesta boda de Mariana.   Leonor iría hoy al pueblo para buscar su vestido de novia y Mariana la acompañaría, por otro lado Miguel se encargaría de arreglar todo y Jorge le acompañaría, o ese era el plan hasta la interrupción de Santiago.

-Disculpen señores –Santiago entro al la sala y busco a Jorge con la mirada –Jorge parece que el gobernador planea de las suyas

-Con permiso –Jorge se retiro de la sala y Santiago le siguió, ambos se pararon en la entrada, donde Santiago comenzó a explicar la situación.  El gobernador había pedido un nuevo cargamento de armas, ilegalmente, para sus hombres.

Mariana se disculpo tambien ante su tía y Miguel y salio de la sala en busca de Jorge, ella era parte de la banda y tambien quería estar informada de lo que estaba pasando y por supuesto ayudar.

-¿Qué pensáis hacer? –Mariana les interrumpió una vez había oído todo

-Intervendremos el cargamento –Jorge sonrió pensativo –Nos vendrán bien mas armas y al gobernador le fastidiara los planes para lo que las necesite.

-Muy bien ¿Cuando llega el cargamento? –Mariana ya estaba pensando como organizarlo todo.

-En unas horas –Fue Santiago quien respondió sonriente.

-¿Por qué tantas preguntas? –Jorge la miro con el ceño fruncido.

-¿Cómo que por que? ¿No pretenderás que me quede al margen? –Mariana le miro altiva mientras colocaba sus manos en su cintura y Santiago contenía una risa.

-Por supuesto –Jorge miro a Santiago para que dejara de reír –Tu no te vas a meter en este asunto.

-Este asunto tambien me incumbe –Mariana estaba ya demasiado harta de la actitud de el.

-No entiendo por que ha de incumbirte –El sonrió –Este asunto es de la banda y de su jefe, yo.

-Si mal no recuerdo tu me incluiste en tus planes para destruir al gobernador, lo que tambien  incluye la banda –Mariana se paseo por la entrada –Y si eso no te basta, podríamos decir que el hecho de que fuera la prometida del gobernador me da derecho a inmiscuirme en todo lo relacionado con el.

-Tu no vas a meterte en nada de esto –Jorge se molesto mucho por el hecho de que ella recordara que había estado prometida con el gobernador –Vas a estar muy ocupada con los asuntos de la boda y no hay mas que hablar.

Dicho esto Jorge salio de la casa y Santiago tras el, Mariana se quedo en el recibidor mordiéndose el labio.  Sabia que su marido no permitiría que ella actuara con la banda.

Subió a su habitación y se dispuso ha arreglarse para ir al pueblo con su tía, después de todo le había prometido acompañarla a escoger el vestido.

Uno de los empleados se encargo de llevarlas al pueblo, ya que Gabriel, que era el que normalmente las acompañaba estaba en la misión.  Y eso hacia recordar a Mariana que ella se estaba perdiendo toda la acción.

-Mariana –Leonor llamo a su sobrina para que saliera de sus pensamientos –Que ya hemos llegado niña

-Perdón tía –Mariana suspiro y después bajo del carruaje –Me distraje

-Ya veo –Leonor suspiro, ella estaba muy feliz por su boda pero veía a su sobrina muy preocupada –Cielo si no estas de acuerdo con mi matrimonio

-¿Qué? –Mariana se sorprendió y no pudo evitar sonreír –Claro que estoy de acuerdo tía, Miguel es un hombre fantástico y desde el principio me di cuenta de cómo os mirabais

-No se te escapa nada hija –Leonor sonrió

Entraron a la tienda del pueblo, donde ya las estaban esperando, Leonor se probo varios vestidos y Mariana dio su opinión.   Encontraron el adecuado después de cinco pruebas, era un vestido beige, muy hermoso, de media larga y escote redondeado.  Tenían que arreglar ciertas cosas para que quedara correcto, coger un poco el largo y estrechar algo de cintura.

-Tía, yo voy a dar una vuelta por la plaza mientras terminan los arreglos –Mariana sonrió, su tía se veía muy elegante.

-De acuerdo niña –Leonor sonrió

Mariana paseaba tranquilamente sin poder dejar de pensar en lo que los chicos estarían haciendo, seguramente ya habrían interceptado el cargamento o estarían apunto de hacerlo y ella se iba a perder toda la diversión.

-¿Interrumpo sus cavilaciones? –Roberto Sánchez se acerco sonriente a ella con una rosa en la mano

-Parece que le encanta interrumpir –Mariana le miro de reojo mientras el le tendía la flor que ella tomo

-Siempre nos encontramos en situaciones parecidas señora de la Vega –El sonrió

-¿No será que usted siempre encuentra la ocasión adecuada? –Mariana entrego la rosa a uno de las niñas que había en la plaza

-¿No estará insinuando que la estoy siguiendo? –Roberto rió y la miro a los ojos –Simplemente se cuando y donde aparecer exactamente mi preciosa Mariana

-¿Su preciosa Mariana? –Ella frunció el ceño –Agradezco el cumplido, pero mas bien soy de Jorge de la Vega, mi esposo, por si lo olvidaba

-¿Cómo olvidarlo si me robo lo que yo mas deseo? –El gobernador la miro de arriba abajo y ella se puso muy nerviosa

-Señor gobernador –Uno de los guardias se acerco a ellos –Hemos acabado de patrullar el camino alto ¿Da usted alguna otra orden?

-Si –El gobernador pareció gruñir en lugar de hablar, estaba molesto por la interrupción y el guardia se dio cuenta –Vallan al camino viejo, hoy llega un cargamento importante y quiero que lo custodien

-Si señor –El guardia se marcho y Mariana comenzó a ponerse nerviosa, seguramente se referiría al cargamento de armas  Jorge y los chicos podrían correr peligro, no esperarían que nadie llegara.

-Si me disculpa señor gobernador tengo asuntos que atender –Mariana se marcho sin dejar que el gobernador hablara, se encamino hacia el sirviente que esperaba junto al carruaje y le dio indicaciones de que soltara uno de los caballos.  El hombre obedeció bastante sorprendido y mariana monto el caballo y se dirigió hacia el camino viejo.

Todo había salido como ellos deseaban, habian reducido a los guardias y les habian dejado inconscientes, después les amarraron desnudos a los árboles. Fernando tomo las riendas del carro donde estaba toda la carga mientras los demás montaban sus caballos, seguirían el camino viejo hasta llegar a la desviación de la cueva.

-Ha sido bastante fácil jefe –Gabriel hablaba sonriente mientras cabalgaba junto a Jorge

-Si, pero mas vale que nos demos prisa ya esta anocheciendo –Santiago miro el cielo frunciendo el ceño –Y se acerca tormenta

-Bueno ya todo ha acabado, guiaremos nuestro premio a la cueva y después podremos disfrutar de una cena caliente y un buen vino –Jorge suspiro, a pesar de que había dicho eso deseaba disfrutar de la compañía de sus esposa.

-¡Se acerca alguien! –Raúl hablo a sus compañeros, el iba cabalgando delante junto con Tomas -¡¿Es una mujer?!

-¡¿Mariana?! –Fue Tomas quien hablo muy confundido e inmediatamente Jorge apretó los puños y cabalgo a galope para colocarse frente a todos, seguido de Santiago.

-¡¿Se puede saber que diablos estas haciendo aquí?! –El pregunto cuando ella ya les había alcanzado, no podía creer que le hubiera desobedecido.

-¡El gobernador mando unos guardias a proteger el cargamento! –Jorge no supo como reaccionar ante las palabras de ella -¡Tenéis que esconderos! ¡No tardaran en llegar!

-¡Esta bien! –Jorge se giro hacia sus hombres no sin antes echar una mirada de advertencia a Mariana -¡Esconded el carro tras los matorrales! ¡Que cada uno se encargue de su caballo y tratad de guardar el mayor silencio posible!

-Seguramente pasen a todo galope en busca del carro y después podremos seguir la marcha –Santiago comprendió lo que su jefe pretendía y desmonto para ayudar a los chicos

-¡Mariana! –Jorge tambien desmonto su caballo, después camino hacia ella y sin previo aviso la obligo a desmontar cogiéndola entre sus brazos –Tu te esconderás con migo

-Puedo bajar sola del caballo –Ella se revolvió en sus brazos hasta que consiguió librarse de ellos, después tomo su caballo y lo obligo a caminar tras arbustos.

Cada uno encontró lugar donde esconderse, Jorge y Mariana habian encontrado un pequeño descenso por donde bajaron con los caballos de manera que estos quedaran cubiertos.  Ambos se tumbaron en la arena respirando lo mas silenciosamente que podían y esperando que los guardias pasaran por el camino.

En la espera comenzó a llover, poco pero pronto se convirtió en un fuerte aguacero que los empapaba a todos y de lejos se podía oír los truenos de la tormenta que se acercaba a ellos, eso les hacia mas difícil mantener tranquilos a los caballos.

Jorge no pudo evitar observar a Mariana, se veía tan hermosa con el cabello empapado, su piel mojada y la tela del vestido pegada totalmente a su cuerpo.  Ese vestido se ajustaba demasiado, y el pronunciado escote y su color rojo fuego no ayudaban mucho a tranquilizarle. El ver como la tierra se pegaba a la piel de su escote fuel el ultimo empujón que necesito su testosterona para apoderarse de el.

Sin aviso empujo a Mariana obligándola a permanecer tumbada boca arriba y colocándose sobre ella entre sus piernas.  Ella le miro sorprendida pero no le dio tiempo de hacer o decir nada, pronto Jorge junto sus bocas con urgencia y aprisiono su cintura entre sus manos.  Pego aun mas su cuerpo al de ella y bajo una de sus manos para tocar la suave y delicada piel de su muslo, separo sus bocas para besar su escote, ese que tanto le llamaba y ante lo que Mariana no pudo evitar que un leve gemido saliera de su boca mientras aferraba la espalda de el fuertemente.

Estaban tan inmersos en sus caricias y sus deseos que ni siquiera se dieron cuenta de que los guaridas pasaron hasta que Santiago les llamo.

-¡Jefe! –Santiago gritaba ya montado en su caballo, ya todos estaban listos y ni el ni Mariana aparecían.

-Mierda –Jorge se incorporo de inmediato, no podía haber escogido momento peor, ahora su entrepierna palpitaba fuertemente y Mariana se dio cuenta de la reacción que había logrado en el y sin saber por que se sintió satisfecha.

Ella se levanto de la arena y comenzó a sacudirse para quitársela, aunque no le costo mucho ya que no dejaba de llover y el agua caía fuertemente.  Un rayo ilumino el cielo y tras unos segundos se oyó el trueno, los caballos se pusieron nerviosos y Jorge fue a controlarlos.

Aparecieron ante los demás sin decir palabra y sin siquiera mirarse, Jorge monto su caballo y Mariana el suyo, no sin antes darse cuenta de la sonrisa de agradecimiento que todos le mostraban.

-¡Deberíamos ir a la cueva antes de que regresen por aquí los guardias! –Fue Mariana quien hablo para que los demás reaccionaran

-¡¿Cómo que deberíamos?! –Jorge reacciono en el momento, ella no iría con ellos, regresaría a la Hacienda -¡Tu regresas a la Hacienda ahora mismo!

-¡No! –La tajante respuesta de ella puso en tensión a los chicos, por no decir lo mal que sentó a Jorge -¡Ya que estoy aquí, ire a la cueva!

Sin decir mas, Mariana comenzó a cabalgar dirección a la cueva y todos la siguieron, Jorge no podía dejar de mirarla, cabalgando bajo la lluvia, totalmente empapada y con ese vestido.

Llegaron a la cueva y guardaron en ella rápidamente el cargamento.

-Debemos darte las gracias una vez mas –Fernando hablo sonriente a Mariana que estaba en el interior de la cueva exprimiéndose el cabello.

-¿Eso significa que soy una buena jefa? –Ella sonrió y guiño un ojo a Fernando.

-La mejor –Fue Gabriel quien contesto sonriente.

-¡Mariana! –Jorge entro a la cueva, aun se podía notar el enfado en su rostro, ella le había desobedecido -¡Nos vamos! ¡Ahora!

-Muy bien –ella sonrió a los demás y paso ante Jorge como si nada, salio de la cueva y se dispuso a montar en su caballo pero el la detuvo.

-¡¿Dónde crees que vas?! –El la agarro de la muñeca y la obligo a girarse hacia el

-¡A la Hacienda! –Ella le empujo para librarse, estaba harta, de su trato, de sus gritos y de sus reproches -¡¿No era eso lo que querías?!

-¡Me desobedeciste! –Jorge la miro furioso

-¡Si! ¡Y gracias a ello probablemente seguís vivos! –Mariana monto su caballo y tiro de las riendas para galopar, no sin antes decirle algo mas -¡A mi nadie me da ordenes!

-¡Mariana! –Jorge se quedo allí pasmado, viendo como ella cabalgaba a todo galope bajo la lluvia, un trueno le hizo reaccionar.  Corrió hacia su caballo, lo monto y se dirigió tras ella.

Mariana se sentía muy libre cabalgando bajo la lluvia, se podría decir que los truenos y relámpagos le mostraban lo que ella sentía por dentro, era como si se liberara.  Hacia tan solo un rato el la había besado, la había abrazado y acariciado, sin importarle si quiera la situación en que estaban y ahora discutía con ella y la menospreciaba ante sus hombres.

Y ella como una tonta había deseado que el llegara al final en el camino, que la hiciera suya.

Llego a la Hacienda rápidamente, había cabalgado como no lo hacia nunca, desmonto y camino hacia el interior, Graciela salio a su encuentro preocupada, al verla empapada.

-Mariana ¿Estáis bien? –Graciela la miro con el ceño fruncido al ver su rostro enfadado –Tu tía estaba muy preocupada, dijo que marchaste sin avisar

-Mi tía ¿Dónde esta? –En ese momento Mariana recordó que se había ido del pueblo sin avisar a su tía

-Salio a cenar con don Miguel –Gabriela sonrió, al fin su patrón había encontrado una mujer con la que compartir el resto de su vida

-Gracias Graciela –Mariana camino hacia las escaleras –Me apetece estar sola

Subió rápidamente y entro a su habitación, estaba totalmente empapada, levanto su vestido agarrándolo con sus manos y exprimiéndolo sobre el platillo que había en la cómoda. 

-¡Mariana! –Jorge entro en la habitación sin avisar y el ver sus hermosas piernas al descubierto solo le hizo recordar lo suave que era su piel y todo lo que había sentido cuando la estuvo acariciando y besando -¡Te podrían haber visto!

-¡Preferías que dejara que os encontraran! ¡Que os capturaran! –Mariana sentía ganas de llorar ¿Por qué el no veía que solo se había preocupado por ellos? -¡O peor aun que os mataran! –Camino hacia el y se paro justo delante mirándolo a los ojos, para hablar en un susurro -¿Qué habría hecho yo entonces?

Jorge no fue capaz de hablar, oír la desesperación en su voz, la preocupación en sus ojos, ella solo estaba preocupada por sus hombres, por el.  No tenia ningún derecho a gritarle y menos a reprocharle nada, seguramente si no fuera porque acudió a avisarles en estos momentos estarían muertos, o en manos del gobernador.  Pero cada vez que ella le desobedecía era como si le demostrara que el no era nadie para ella, no era su marido y eso no podía soportarlo.

Levanto la mano y acaricio la mejilla de ella para después acercarse y posar su frente en la de ella mientras seguía acariciándola –Lo siento –hablo en voz baja y después  la acerco mas a el para hablarle al oído –No podría soportar que nada te pasara.

Mariana se aparto un poco y lo miro a los ojos, Jorge le toco el cabello totalmente mojado y se lo aparto del hombro, su piel brillaba a la luz de las velas y no pudo evitar acariciarla.  Descendió con sus manos por su cuello hasta sus hombros, donde hizo descender los tirantes del vestido para luego besarlos. Mariana suspiro y poso las manos en el pecho de el, Jorge la agarro por la cintura y la pego a el, después la beso en la boca y comenzó a desabrocharle el vestido por la espalda para acariciarla con sus manos.

Ella desabrocho la camisa de el lentamente y después le acaricio el pecho despacio, examinando su bien definido torso.  Jorge ahogo un gemido al sentir las manos de ella acariciándole  y deseo tenerla desnuda entre sus brazos, hizo que el vestido descendiera por su cuerpo y cayera al suelo dejando sus pechos desnudos.  Se alejo un poco de ella para terminar de quitarse la camisa y después desabrocho sus pantalones para dejarlos caer al suelo.

-¿Sabes lo que estas haciendo? –El estaba totalmente desnudo por lo que Mariana pudo observar su miembro excitado, se acerco a ella y la abrazo para besar su cuello, sus hombros y por supuesto sus pechos, olía a tierra, a agua y eso le excitaba mucho mas.

-No –Mariana suspiro –Y no quiero saberlo – se abrazo a su fuerte espalda y deslizo sus manos por ella acariciándola suavemente. Estaban desnudos y ella sabia perfectamente que no habría vuelta atrás, se entregaría a el, seria suya y no le importaba. Deseaba serlo

Jorge la recostó delicadamente sobre la cama, colocándose sobre ella sin dejar de besarla y de acariciarla ante lo que Mariana no podía dejar de suspirar, separo sus piernas despacio acariciándole los muslos y se situó entre ellas.  Despacio, sin dejar de besarla y acariciarla suavemente, la penetro despacio, para encontrarse con la barrera de su virginidad, Mariana se puso tensa y se agarro a la almohada con fuerza.

-¿Estas bien? –El sabia que le dolería, pero no quería infligirle dolor sino placer, se detuvo mientras la miraba a la cara.

-Si –Mariana hablo en voz baja, manteniéndole la mirada y Jorge volvió a empujar, despacio y con cuidado, sin dejar de mirarla.  Se introdujo completamente en su interior y un gemido salio de su garganta, una lagrima descendió por la mejilla de Mariana y el se la limpio con un dedo, después volvió a besarla.   Salio lentamente de su interior para luego volver a entrar ante lo que Mariana se abrazo fuertemente a su espalda, aun le dolía pero no quería que parara.

Jorge siguió saliendo y entrando de ella de forma delicada y con un ritmo lento para no hacerle daño, sin dejar de besarla y acariciarla, conteniéndose. Pero cuando oyó un gemido de Mariana junto a su oído supo que ya no debía contenerse, no tenia que temer hacerle daño, ella estaba disfrutando.  Acelero el ritmo besándola fuertemente, se abandono a su deseo a su pasión, saboreando su piel, oliendo su aroma y oyendo sus gemidos que lo volvían aun mas loco.  Supo que había llegado el momento, ella llego al clímax clavando sus uñas en su espalda y el ahogando un grito de placer y susurrándole al oído.

-Mía –fue lo único que se le vino a la cabeza cuando explotaba en su interior y se derramaba dentro de ella como tantas veces había soñado.


OS DEJO UNA FOTO DE MARIANA CON ESE VESTIDO QUE TANTO ENCENDIO EL DESEO DE JORGE

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