Capitulo 2; Secuestradas
Amanecía cuando la guardia del gobernador llego a la casa de Gobernación, donde Roberto Sánchez y José Cortes, esperaban ansiosos la llegada de Mariana. La sorpresa fue extrema cuando vieron llegar a los guardias solos, heridos y desarmados, lo primero que al gobernador le paso por la mente fue la banda Ángeles.
-¡¿Dónde esta mi prometida?! –Roberto agarro a uno de los guardias por la camisa y lo zarandeo enfurecido -¡¿Se la han llevado esos maleantes?!
-No señor –El otro guardia se acerco para tratar de calmar al gobernador –fuimos atacados por la banda Ángeles a mitad de Camino, pero perdimos la pista de la Señorita Mariana antes
-¿Qué quiere decir con que perdieron la pista de mi hija? –José Cortes se acerco con el ceño fruncido y tembloroso ante la idea de que algo le hubiera sucedido a su hija.
-Se nos escapo señor –El guardia miraba al suelo incapaz de enfrentar la mirada incrédula de ambos hombres –Hicimos un alto en el camino al anochecer, como estaba previsto, su prometida y la señora Leonor no quisieron bajar del carruaje. Cuando mis hombres desmontaron la señorita Mariana tomo las riendas del carruaje y las perdimos de vista.
-¿Qué? –El gobernador miraba sorprendido y a la vez enfurecido a sus guardias
-¿Mi hija huyo con el carruaje? –Don José incrédulo ante lo que sus oídos acababan de escuchar miraba al vació, tratando de encontrar una respuesta. Su hija no era una mujer dócil, tenia un fuerte temperamento ¿pero huir? -¿Con mi hermana? No puede ser
-Pues parece que así es –Roberto miro altivo a su futuro suegro y entro a su casa sin mirar atrás -¿Qué clase de burla es esta? Mi prometida huye de mi, escapa de mi guardia
-No, señor, estoy seguro de que todo tiene una explicación –José miraba al gobernador suplicando que le oyera –Mi hija siempre ha sido una mujer de genio y seguramente se asusto con tan apresurado enlace, estoy seguro de que recapacitar y regresara.
-Eso espero, si no olvídese de nuestro trato –El gobernador camino hacia su despacho y cerro la puerta tras el
Desde hacia ya cinco años, los viñedos que poseía la familia Cortes pasaban por malos momentos desde que tuvieron que cortar las vides y volverlas a plantar, debido a una plaga que curiosamente solo afecto a sus tierras. El señor Gobernador se ofreció a ayudar a la familia Cortes, prestándole el dinero necesario para la replantación de vides, pero por supuesto pidió algo a cambio, quería las tierras de los Cortes y la mejor forma de obtenerlas era casándose con la hija de el. Sabia bien que era una joven hermosa y temperamental y aunque el no era hombre de pensar en matrimonio no le parecía mala idea tomarla como esposa. Un gobernador con familia era mar renombrado que un hombre solo y lo cierto es que Mariana Cortes poseía una belleza de la que el deseaba ser dueño.
Estaba amaneciendo cuando Mariana despertó, se había quedado dormida, a esas horas ya tendrían que estar emprendiendo el camino hacia el puerto. Se levanto rápidamente de la cama y comenzó a vestirse, de nuevo con el vestido negro, era el único adecuado para una viuda.
-Tía despierta –Leonor abrió los ojos y vio a su sobrina arreglándose –Ya tendríamos que estar de camino al puerto, no quiero arriesgarme a que nos encuentren
-De acuerdo –Su tía suspiro y se levanto de la cama para vestirse
Ya alistadas, juntas bajaron al salón de la posada, todas las miradas se posaron en ambas y el dueño de la posada corrió a atenderlas.
-¿Van a desayunar las señoras? –El posadero les sonrió amablemente señalando una de las mesas del salón
-No, gracias –Leonor respondió sonriente –Debemos retomar nuestro viaje
-En ese caso, espero que todo estuviera de su agrado –el hombre parecía nervioso ante ellas
-Si, no se preocupe, tenga –le dio una bolsita con las monedas en pago por la habitación que habian usado, aunque era un pago generoso –Ordene a los mozos que alisten mi carruaje, por favor.
-Por supuesto señora –el hombre les indico que les siguiera –yo mismo la guiare a las caballerizas.
Salieron guiadas por el posadero en busca de su carruaje, rápidamente los mozos acataron la orden de su jefe y se dispusieron a alistar los caballos.
Gabriel y Tomas entraron a la posada, aparentando ser unos viajeros, ambos miraban cada rincón, aunque coincidían en que una señorita distinguida como debía ser la prometida del gobernador jamás pasaría la noche en un lugar de este tipo.
-Buenas días señores ¿puedo ayudarles? –Un muchacho joven se acerco a ellos sonriente
-Lo cierto es que si muchacho –Gabriel le miro fijamente –Buscamos a una mujer joven que viaja con otra un poco mas mayor, ambas son damas de clase distinguida ¿las has visto?
-No señor, pero yo acabo de llegar –el muchacho les indico que tomaran asiento –esperen a mi tío, el les podrá dar razón
-Claro chaval –Tomas se apoyo en la barra dispuesto a pedir una cerveza
-¿En que puedo servirles viajeros? –El posadero se acerco a ellos escrutándoles con la mirada
-Vera, buscamos a dos mujeres de clase distinguida –Gabriel sonrió -¿Las ha visto por aquí?
-No señor –Tomas se dio cuenta que el posadero medito antes de contestar y supo que no se fiaba de ellos
-Vera posadero, nuestra señora prosiguió el camino después de que el otro carruaje se estropeara para descansar en una de las posadas y después debíamos darle el encuentro
-Ah ¿puede ser su señora viuda? Y acompañada por su dama, algo mas mayor que ella, llegaron anoche –el posadero señalaba la entrada
-Si, ellas son señor ¿Dónde podemos encontrarlas? –Gabriel supuso que la prometida del gobernador se había hecho pasar por viuda, claro era la mejor manera de no llamar la atención
-Pues acaban de dirigirse a las cuadras, los mozos estaban disponiendo el coche para que partieran –En cuanto el posadero dijo eso, ambos asintieron sonrientes y se dirigieron a las cuadras
Escondidos tras unos pilares observaron a los mozos atando los caballos al carruaje, una mujer con un vestido morado los observaba atentamente, mientras otra vestida de negro, parecía ser viuda, se paseaba de un lugar a otro. No podían verle el rostro a la supuesta viuda, pero ya imaginaban que debía ser hermosa, aquel vestido resaltaba sus curvas. El gobernador era un hombre con mucha suerte.
En cuanto los mozos se retiraron, ambas se dispusieron a subir al carruaje, Gabriel y Tomas cubrieron sus rostros y salieron a su encuentro para evitar que se marcharan.
-¿A dónde van dos señoritas tan distinguidas solas por los caminos? –Gabriel apunto con su arma a Mariana y esta mirándolo fijamente cedió en su intento de subir al carruaje, el la tomo del brazo y tiro de ella.
-Los caminos son peligrosos ¿saben? –Tomas agarro a Leonor por detrás mientras esta comenzó a gritar, pero rápidamente le taparon la boca.
Jorge cabalgaba dirección norte, cuando se dio cuenta de su error, si la prometida del gobernador huia de el, no regresaría a la mansión de su tía y menos por ese camino.
Dio la vuelta y a todo galope regreso por donde vino, si la muchacha trataba de escapar seguramente buscaría un puerto, era la forma mas segura de que el gobernador no la encontrara. Se dirigió por el camino del este, por donde había enviado a Gabriel y Tomas, aunque si ellos la habian encontrado ya se dirigirían a la cueva, en todo caso se los encontraría en el camino.
Llego a la posada de La Tiarata, no pensó parar allí, seguramente sus amigos ya la habian revisado y si no había rastro de ellos es que habian seguido adelante, pero a los pocos metros de la posada oyó a un joven muchacho, que parecía ser el ayudante del posadero.
-Era una mujer preciosa y muy joven –el muchacho caminaba sonriente con un cubo de agua dirección a la posada, mientras hablaba con un hombre mas mayor –Es extraño que fuera viuda, ella y su dama de compañía pasaron aquí la noche
Nada mas oír eso, Jorge regreso a la posada, pero en lugar de entrar a preguntar decidió ir a las caballerizas, si había algún carruaje lujoso, aun estaban allí. Cabalgo despacio con su caballo para no delatarse, mientras se cubría el rostro por precaución, pero entonces vio el carruaje en mitad de las cuadras y a Gabriel y Tomas sosteniendo a las dos mujeres. Aunque parecía que a Gabriel le estaba costando bastante mantener tranquila a la suya, desde lejos se podía ver que tenia un buen cuerpo aunque llevaba la cara cubierta.
-¡Suéltame pedazo de bruto! –Mariana se retorcía y pataleaba mientras Gabriel difícilmente conseguía mantenerla entre sus brazos
-¡Déjala en paz! –Leonor se resistía a permanecer junto a su captor y este riendo de la situación de su amigo mantenía su arma cerca de la dama, para que esta no le diera tantos problemas.
-¡¿Se puede saber que esta pasando?! –Jorge apareció tras ellos, Mariana solo pudo ver un hombre alto y fuerte subido sobre su caballo, que al igual que los otros llevaba el rostro cubierto, pero por su forma de comportarse parecía ser el jefe.
-¡La fiera se me resiste un poco jefe! –Gabriel seguía forcejeando con Mariana, mientras Jorge admiraba sorprendido el coraje de esa mujer.
-¡Suéltenme! ¡¿Qué quieren de nosotras?! –Ella miro a Jorge y el se sorprendió que no le temiera -¡No tengo familia, nadie pagara rescate por mi! ¡No soy mas que una simple viuda!
-Mentira –Jorge comenzó a reír y desmonto de su caballo –Eres Mariana Cortes, prometida del gobernador Roberto Sánchez –camino despacio asta ella y tiro hacia arriba del tul que le cubría la cara, cuando vio sus ojos se perdió en ellos. Era la mujer mas hermosa que había visto nunca.
Mariana se quedo paralizada, no solo por que ese hombre supiera quien era, sino por sus ojos, su mirada penetrante y la forma en que la miraba. Aunque no le conocía juraría que su mirada delataba deseo y pasión.
-Te hemos pillado la mentira fierecilla –Tomas se reía mientras sostenía del brazo a Leonor
-¡¿Qué quieren de nosotras?! –Mariana encaro al enmascarado, lanzándose hacia el, si no fuera porque el otro hombre la sostenía de los brazos estaba segura que habría logrado golpearle.
-¿De ti? –el se giro para no desconcentrarse, la cara de esa mujer, sus ojos y aquel cuerpo, era una diosa, la mujer perfecta y se iba a casar con el hombre mas despreciable del mundo –Nada. Tenemos algo que exigir a tu prometido
-Me escape, dudo que el les de nada por mi –Mariana observaba la forma de comportarse de ese hombre, se movía de manera sencilla y firme, parecía un hombre de clase.
-No creas –el rió –El señor gobernador es muy posesivo con lo suyo y todos saben que tu eres su prometida, dará lo que sea por recuperarte.
-¿Recuperarme? –Mariana se quedo pensativa, ¿la regresarían a el?, al final tendría que casarse con ese hombre. Jorge miro confundido la reacción de la muchacha parecía mas afligida por el hecho de que la fueran a entregar a su prometido que por que la estuvieran secuestrando -¡Y un cuerno! –Mariana piso a Gabriel el cual se agacho por el dolor, después le golpeo hacia atrás con el codo para terminar girándose y dándole un puñetazo.
-¡Ahhgg! ¡Me ha roto la nariz! –Gabriel se quejaba tirado en el suelo mientras Jorge corría a atrapar a la muchacha y Tomas reía por lo bajo al ver semejante espectáculo
-¡Suéltame! ¡Que me sueltes! –Mariana forcejeaba con el jefe de la banda, le golpeaba y pataleaba pero el era mucho mas fuerte que el anterior forajido
-¡Déjala desgraciado! –Leonor trato de acudir en la ayuda de su sobrina, pero Tomas la sostuvo por los brazos, temiendo que tuviera el miso ímpetu
-¡Si no te estas quieta tendrá que ser por la fuerza! –El la agarraba por las muñecas pero ella seguía forcejeando, entonces levanto la rodilla y le golpeo en el estomago. El se encogió un poco ante el dolor, sus compañeros lo miraron con los ojos abiertos como platos -¡De acuerdo! ¡Odio golpear a una mujer pero tu te lo has buscado! –de un golpe, claro que sin usar toda su fuerza derribo a la mucha que cayo desmayada en sus brazos.
Sus hombres le miraban confundidos, el nunca había golpeado a una mujer, pero si había algo de lo que estaba seguro era que no podrían llevarla a la cueva mientras se mantuviera despierta. La deposito en el suelo con cuidado y después miro a sus compañeros y a la tía de la muchacha que le miraba con odio, si las miradas matasen el ya estaría muerto.
-Amarrad a las dos –El miro a Mariana tumbada en el suelo y suspiro –Gabriel tu te llevaras el carruaje a la cueva, Tomas tu llevaras a la señora Leonor Cortes y yo a la dulce prometida del gobernador.
Gabriel amarro a Mariana y después subió al carruaje e inicio su viaje, con su caballo amarrado junto a el Tomas ato a la señora Leonor tratando de callar sus gritos
-¡No me toques! ¡suéltame! –Ella movía sus manos tratando de evitar que la ataran
-¡Si no te callas terminaras como tu sobrina! –Jorge se acerco amenazándola y ella se silencio, aunque el sabia perfectamente que con esa mujer no seria necesaria la fuerza
Ambos subieron a sus caballos, Tomas sentando delante de el a Leonor que se mantuvo quieta y en silencio después de la amenaza del bandolero. Jorge cargaba a Mariana entre sus brazos, sentada sobre el caballo y apoyada contra su cuerpo, mientras observaba su angelical rostro dormido y el pequeño morado que el mismo le había causado. No podía dejar de pensar en que la había golpeado y que probablemente en cuanto despertara le dolería demasiado, una señorita de su altura no estaba acostumbrada a tratos tan duros.
El camino de regreso a las cuevas fue bastante mas rápido, nadie hablaba en el trayecto, hasta que cerca de su destino Mariana comenzó a despertar.
Sentía algo blando bajo su cabeza y un olor que la atraía mucho, tambien notaba como su cuerpo se movía como si estuviera sobre un caballo, entonces recordó lo ocurrido
abrió los ojos despacio para encontrarse con el pecho de un hombre, miro hacia arriba y vio su cuello y de nuevo ese pañuelo que le cubría el rostro. Olía tan bien que nadie podría asegurar que fuera un forajido, si se vistiera de otra forma claro, recordó a su tía y se incorporo bruscamente.
-¡¿tía Leonor?! –La busco con la mirada hasta que la vio subida sobre el otro caballo y atada al igual que ella
-¡Mariana, mi niña! ¡¿Estas bien?! –Leonor se agito en el caballo al ver que su sobrina se había despertado
-¿te duele? –Escucho la voz de el muy cerca de su rostro, se giro y se encontró con esos ojos penetrantes que la miraban de aquella forma. No sabia de que estaba hablando hasta que la imagen de el golpeándola le vino a la cabeza, se había atrevido a golpearla.
-No, he recibido golpes peores –se llevo la mano al labio y el frunció el ceño. No mentía, cuando le pidió a Leonardo que la enseñara a defenderse, le exigió a el y a sus soldados que la trataran como uno mas. Aunque median sus fuerzas, mas de una vez se llevo un golpe al igual que en las peleas en el pueblo, que por cosas de la vida ella siempre estaba en medio.
-Compórtate y no me obligues a golpearte de nuevo –el tiro de ella para que volviera a su postura de antes, para sorpresa de Mariana. Se apoyo en su pecho de nuevo y se mantuvo en silencio el resto del camino, pero no porque se hubiera rendido, sino que había encontrado el modo de liberarse.
Poco a poco sin que el se dirá cuenta tiro de la pequeña daga que el mantenía en su cinto y la escondió en su muñeca, dentro de uno de sus guantes, con cuidado de no cortarse claro.
-¡Estamos llegando jefe! –Tomas señalo una parte del bosque, donde Mariana pudo distinguir una cueva bien cubierta y junto a ella su carruaje -¡ahí esta el carruaje!
-Lleva a la señora Leonor al interior de la cueva –dio la orden que Tomas acato de inmediato mientras el desmontaba y trataba de ayudar a Mariana a bajar. Pero ella se negó a aceptar su ayuda, salto del caballo y para asombro de el aterrizo en el suelo como toda una amazona –Vamos –la tomo del brazo y la obligo a entrar en la cueva
En el interior de la cueva se veía el reflejo de un fuego encendido y se oían las voces de muchos hombres charlando y riendo, Leonor miraba a su sobrina preocupada y Jorge se dio cuenta.
-No se preocupe señora, le aseguro que ninguno de mis hombres las tocaran –Jorge trato de tranquilizarla, era normal que tuviera miedo, aunque Mariana se mantenía altiva con la cabeza erguida y en su mirada se podía notar la furia.
-Señores ya estamos aquí –Tomas aviso a sus amigos mientras entraba en la zona central de la cueva llevando a Leonor del brazo
Los hombres se levantaron y admiraron a las dos damas que entraban en su cueva
-Así que esta es la fiera que te ha roto la nariz eh Gabriel –Fernando se reía de su amigo mientras señalaba a Mariana
-Tu te ríes –el miraba furioso a su compañero –Pero ya podrás comprobar el genio que se gasta la damisela
Ahora que todos estaban relajados Mariana aprovecho para tomar descuidado a su captor y así cobrarse el golpe de antes. Empujo a Jorge contra la pared, se giro rápidamente sacando la daga de su guante y colocándola en el cuello del el.
Todos se quedaron en silencio sin saber que hacer y observando a su jefe, el cual permanecía sorprendido contra la pared y mirando la daga que ella sostenía en su cuello
-¡Suelta a mi tía! –Grito a Tomas y este ante el gesto afirmativo de su jefe le corto las cuerdas, Leonor comenzó a andar hacia su sobrina y Jorge aprovecho el descuido de ella para quitarle la daga, no sin antes llevarse un corte en el cuello por parte de ella.
La mantuvo agarrada entre los brazos de el y sosteniendo la daga manchada con su sangre en el cuello de ella, Tomas volvió a agarrar a la tía de nuevo mientras los demás seguían sin creer lo que acababan de ver.
-Veis, os dije que tenia genio –Gabriel sonreía satisfecho, ya no se burlarían de el, si esa mujer había sido capaz de sorprender a su jefe, era de armas tomar
Jorge no dijo nada, simplemente camino hacia el interior de la cueva, arrastrando con el a la fuerza a Mariana e indicándole a Tomas que hiciera lo mismo con la otra mujer.
En el interior de la cueva, lanzo a Mariana hacia un montón de paja que había a un lado y después tomo una cuerda para volver a atar a su tía, pensó que seria mejor atar tambien los pies de ambas. Tomas consiguió sin problema alguno su objetivo pero Jorge lo tuvo mas complicado
-¡No me toques! –Ella pataleaba mientras el trataba de agarrarle los pies, consiguiendo darle una patada en la barbilla, que aun mantenía tapada con el pañuelo.
-¡Estate quieta maldita sea! –Le levanto el vestido con lo que ella se estuvo quieta para conseguir mantenerlo por las rodillas, así aprovecho para atarle los pies –Ahora pórtate bien –ayudo a Leonor a sentarse junto a su sobrina y se dirigió con sus compañeros dejándolas allí solas
-¿Qué va ha pasar con nosotras ahora? –Leonor contenía las lagrimas mientras miraba la cueva
-No creo que nos hagan daño tía –Ella suspiro,
-Si que tiene genio la muchacha, además es bonita –Santiago reía mientras bebía de la botella de vino
-Pues si, el gobernador es un hombre con suerte –Raúl tiraba otro tronco al fuego
-Depende como se mire –Tomas comenzó a reír –Es difícil de domar
-Pero tiene que ser buena en la cama –Fernando sonrió pensativo –Imagináoslo
-¡Aquí nadie imagina nada! –Jorge apareció ante sus compañeros mirándoles serio, se quito el pañuelo del rostro y todos miraron sorprendidos el corte que tenia en el cuello
-¿Te ha herido? –Gabriel pregunto conteniendo la risa
-No es nada –comenzó a desvestirse –Fernando y Raúl, vosotros os quedareis aquí vigilando, los demás a la hacienda, dadle de comer a las invitadas, en la noche os relevaran Gabriel y Tomas y mañana en la mañana vendré a charlar con nuestras amigas
Fernando y Raúl se quedaron en la cueva, pensando en que dar de comer a sus nuevas invitadas y los demás bajaron a Santa Lucia, a la Hacienda de la Vega.
OS DEJO UNA FOTO DEL JEFE DE LA PARTIDA, JORGE, EL HOMBRE QUE MANTIENE SU ROSTRO OCULTO ANTE MARIANA, CON UNA MIRADA PENETRATE
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