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Capítulo 9: "Walentyna enojada es mi debilidad"

Era una completa ilusa que no merecía el perdón. Salir con tanta expectativa con el chico al que había condenado a amarme, ¡no! No podía, había confesado hacía una semana mis pecados a su familia con el propósito de que ellos creasen una barrera entre nosotros.

Sin embargo, los Hargreaves se habían quedado increíblemente tranquilos. Si bien le habían prohibido verme, e hicieron una entrada muy única para advertirnos de esto, nada irremediable tuvo lugar.

Y con entrada única me refiero a que estábamos cenando cuando ellos se aparecieron de la nada en nuestro comedor. Mi padre casi se atraganta con la comida y mis hermanos dejaron caer lo que masticaban.

En esa familia no había nadie normal.

—Todo listo, nos vamos —dijo él al saltar de la ventana a mi cuarto.

—¿Irnos?, ¿ahora?, ¿a dónde?

—Tendremos un picnic bajo las estrellas.

Mis manos que conjuraban un hechizo de limpieza cayeron sin fuerza al mismo tiempo que se escuchaba el estruendo provocado por todos los objetos que golpearon el suelo de mi desordenada habitación.

Aunque por lo general la propuesta solía ser: ¿te gustaría ir a ver las estrellas conmigo? En cualquier lugar de Las Monarcas, que un chico pidiese ir a ver las estrellas era sinónimo de pedirte ser su novia.

¡¿Por qué dioses Brajko Hargreaves me pedía algo así como si ya estuviese planeado?!

—Walentyna está nerviosa de nuevo —dijo Eve acostada en mi cama—. ¿Está roja? Díganme si está roja.

—Lo está, creo que malentendió lo que dije —se burló él—. Me refiero a que esta noche habrá una lluvia de estrellas y quiero llevar a Eve conmigo, pero como no me dejarás a solas con ella, pues vienes con nosotros.

—Brajko, Brajko, yo no puedo ver las estrellas porque soy ciega.

—¿Eso no es algo temporal?

—Ojala tu idiotez fuese temporal.

—¡Eve!, ¿dónde aprendiste ese vocabulario? No es bueno tratar así a la gente aun si se trata de Brajko.

—¿Aun si...?

Creo que lo ofendí por algo en específico.

...

No podía creerme que a una persona como a Brajko se le había ocurrido visitar un sitio como este.

Cuando un mago muere su poder no muere con él, sino que debe ser expulsado. En tiempos antiguos los seres mágicos se dirigían a lugares apartados cuando presentían dar su último suspiro. Nuestro poder podía crear vida o destruirla por completo, por eso en la actualidad se toman medidas más seguras.

El prado de Callhent se dice que nació debido a una poderosa explosión de poder provocada por la muerte de un mago. Cubierto por colinas verdes hasta donde la visión humana no alcanzaría junto a pequeños resplandores de auroras boreales proyectaban un paisaje que ansiaba a la vista.

Tomé la mano de Eve para buscar un sitio donde sentarnos, solo que ella no cedió a moverse y eso me hizo voltear a mirarla. Repentinamente un miedo enorme infundió mi cuerpo al verla derramar esas lágrimas tan finas sobre sus mejillas.

—¿Qué sucede, Eve?

—Es tan cálido, puedo sentirlo... tanta tristeza mezclada con felicidad me dejan sentirlo, la paz de un último suspiro —alzó las manos como si pudiese tocarlo—. Es hermoso.

Miré a Brajko que estaba sonriente. Así que lo había planeado desde el comienzo, ¿cómo pudo saberlo? Mi percepción de belleza se concentraba en el prado, para ella fueron los sentimientos que captaba del lugar.

Ninguno mencionó palabra semejante, nos alejamos de la multitud para sentarnos en un sitio apartado donde el cielo estrellado se contemplaba completo y la danza de auroras boreales era nuestra mejor iluminación.

—¡Están cantando! —exclamó la niña a mi lado—. Qué bello baile.

¿Cantando? No se escuchaba nada.

—Wow, la erudita de la escuela no conoce los poderes del prado de Callhent.

—Por supuesto que conozco su historia, no te burles de mí.

Por gracia de los dioses, la noche ocultaría el rubor que sentía recorrer mi rostro debido a la vergüenza que me ocasionaba su comentario. De alguna forma, no quería reconocer mi debilidad en ese momento. Lo cual no entendía, y entendí menos cuando Brajko se acercó hasta que su rostro quedó bien cerca del mío.

—¿Qué es esto?, tú nunca antes habías osado responder ante una burla mía.

Cerca... estaba muy cerca y mi apresurado corazón no podía disimularlo. Miré hacia mi derecha que estaba Eve con los ojos cerrados tarareando una melodía, pero él me agarró del mentó para obligarme a mirarlo.

—Fuiste muy valiente para lanzarme un hechizo que encierra mi odio, pero ahora pareces no poder ni mirarme a los ojos. ¿Sabes?, eso me hiere.

Me sentía atrapada por él, y carecía de sentido intentar entender lo que estaba sintiendo con tantas emociones colisionando. Le miré a los ojos, porque remedio no me quedó, y aquel acto puso fin a mi juicio.

Con un manotazo a su mano la aparté de mi cuerpo y procedí a mirarlo detenidamente para que entendiese mis palabras.

—Te prohíbo que me mires a los ojos.

—No digas estupideces, tú no tienes derecho alguno para prohibirme nada.

Una emoción negativa que hasta entonces desconocía se activó en mi cuerpo.

Brajko Hargreaves

¿Cómo explicarlo?, no podría porque ni siquiera poseía conocimiento de que ella pudiese enojarse.

Sus ojos tornaron un color rojo intenso que de solo mirarlos proyectaron un aura de sufrimiento tan grande que me sorprendía que Eve siguiese a unos metros cantando una melodía. ¿Cómo decirlo? Sentí un pánico terrible, mis manos sudorosas apretaron el césped verde mientras mi respiración comenzaba a no parecer normal.

Ella por un minuto entero solo me miró con un rostro entrecerrado que me recordó al demonio cegador del infierno. Luego se acercó a mí rápidamente para tomarme por la camiseta.

—Tú puedes burlarte de mí, humillarme o incluso intentar acabar con mi vida, pero nunca permitiré que me mires a los ojos cuando estemos cerca —desvié mi mirada por medio segundo— ¡te acabo de ordenar que no me mires!, ¡cierra los ojos, arráncatelos o quédate ciego, pero no me mires jamás! —hizo una breve pausa donde la escuché respirar profundo—. ¿Puedo pedirte eso?

Temblé de la cabeza a los pies.

—¡Respóndeme si puedo confiar en ti, Brajko!

—¡Sí, sí, sí!

Me soltó con tanta fuerza que caí acostado en el césped. Cuando pasó por mi lado me cubrí la cara por miedo a que me golpease o algo así, pero ella solo siguió de largo, ¿qué demonios acababa de pasar?

¡¿Esa era Walentyna?!

—La enojaste —me dijo calmadamente Eve.

—No sabía... que Walentyna pudiese... enojarse. Dioses... casi muero.

Respiré profundo varias veces. Esa chica no era de esta tierra, ni humana ni mágica, no pertenecía a este universo. Había visto tantas facetas de ella que creía conocerla por completo, pero lo que me mostraba ahora me causaba demasiada intriga, quería ver más.

Qué irresistible e interesante resultó ser.

—Creo que va a comenzar.

El comentario de Eve me devolvió la calma que necesitaba para sentarme nuevamente.

—Escucho a las otras familias hablar de la lluvia de estrellas, dicen que se verá como una cortina de luces, debe ser hermoso poder verlo.

Oh, pero yo tenía un plan para esa parte. Mejor cambiar el tema.

—Eve, ¿no extrañas tener una familia?

—Al no recordarla solo abrigo el vacío de lo que ellos debieron significar, aunque... cuando estoy con ustedes ese vacío pareciera llenarse. Debe ser porque discuten como pareja de casados.

—Esta es la primera vez que discutimos.

—Como sea, solo tengo diez años y no puedo saber de estos temas, pero deberías ir a buscarla.

—Me rehúso.

—Tienes miedo de que aun siga enojada —se burló completamente.

—¡Claro que no le tengo miedo!

—Mentiroso, pruébalo y ve por ella.

—Tú quédate aquí sentada y verás.

Me levanté para seguir la dirección que Walentyna había tomado, caminé tanto que pronto perdí de vista a Eve. Maldito sitio, y maldita ella por enojarse. Con tanta ira acumulada debido a lo sucedido, casi me estrello contra una aurora que pasaba cerca de mí, gracias a los dioses reaccioné a tiempo al esquivarla.

¡¿Dónde estaba Walentyna?! Agudicé mis sentidos, pero el prado de Callhent no era el mejor lugar para nosotros. Volví a dar una vuelta en círculos, todo cuanto alcanzaba mi visión eran las familias mugrosas y las parejas de Círculos más débiles observando las estrellas.

Me volteé y pude ver el bosque Colindante, si lo pensaba bien... ella tenía cierta afición por esos sitios peligrosos.

—Y se llama cobarde por tener miedo a las alturas, qué hipócrita —me dije a mí mismo.

Me armé de valor y enderecé el paso hacia ese bosque al cual, de solo adentrarme, me saludaron con suaves brisas, las almas de los muertos.

«Estás asustado, ¿quieres una ayuda?» escuché que me decía el dios del engaño en mi cabeza.

—No, gracias. Solo debo encontrar a esa bruja.

El bosque Colindante es el lugar donde se dirigieron las almas de los magos muertos en el prado de Callhent, el cual era inhóspito para ellos por su condición. Avancé por el camino donde cada pisada a una rama rota despertaba todos mis sentidos, admito que tiemblo de miedo, pero me niego a detenerme. Esa chica me las pagará por este sufrimiento, ¡¿a quién se le ocurre entrar a un bosque de almas?!

Escuché un repentino ruido a mi espalda y me volteé, pero no encontré nada, así que debía ser mi imaginación. Volví a escuchar el mismo ruido y entonces me di cuenta que era mi propia respiración agitada. Llevé la mano a mi pecho sin detener el paso, debía calmarme... debía calmarme...

—Brajko, no deberías haber entrado —susurraron en mi oído.

Ante aquella situación, mi podre mente no pudo soportarlo y terminé por dar un salto en el lugar a medida que gritaba descontroladamente. Mis piernas antes temblorosas perdieron fuerza hasta no responderme, sentí entonces el golpe de la caída contra el duro suelo.

—Brajko... Brajko...

Quedé paralizado sin tener control sobre mi cuerpo, así que cerré los ojos en espera de lo inevitable. Más allá de eso, lo que sentí fue una suave caricia en mi rostro.

—Soy yo, Walentyna.

Su tacto en mis mejillas junto a su voz tranquila de siempre me dio cierta seguridad para abrir los ojos. Entonces la vi, con sus ojos azules y su sonrisa incambiable.

—Parece que te asusté antes, lo siento. Traté de ser cuidadosa, pero por más que te hablaba tenías la mirada en otro lado.

No me di cuenta hasta ese momento. Yo estaba acostado en el suelo y ella se había sentado en mi estómago, ¿qué mundo paralelo era este?

—Viniste aquí por mí, ¿verdad?, perdóname, prometo no volver a huir así. Solo necesitaba un tiempo para calmarme, siento que fui demasiado dura contigo.

Su voz... ¿Cuándo comenzó a gustarme tanto su voz?, lo desconocía, solo que en aquel entonces mi miedo desapareció al tenerla cerca.

Walentyna pareció darse cuenta de la posición en la que estábamos porque se llevó los dedos a la boca y luego los pasó por su cabello, hacía eso cuando se sentía avergonzada. La bruja quiso levantarse de encima de mí, y yo, antes de haberle dado la orden a mi cabeza siquiera, la tomé por el brazo hasta abrazarla a mi cuerpo.

—Está tan oscuro que solo puedo distinguir tus gestos, así que no puedo mirarte a los ojos, ni hacerte daño, así que... así que... solo por un minuto y aunque no lo merezca, quédate conmigo.

Me aferré a ella en un afanoso abrazo hasta que quedamos ambos acostados en el suelo. Mi pulso acelerado debía golpear su pecho mientras mis manos sudorosas posiblemente le molestaban en la piel, pero era tan egoísta que ni lamentándolo podría dejarla ir en ese momento.

—Si le tienes tanto miedo a la oscuridad, ¿por qué entraste al bosque?

—No le temo a la oscuridad. Este sitio espantaría a cualquier ser normal, no puedo tener esa conversación contigo porque no eres normal.

La escuché reírse antes de acomodarse mejor en mis brazos, sentí entonces sus caricias sobre la piel descubierta de mi pecho.

—Durante diez años te has encargado de forzarme a odiarte. En la escuela me ignorabas siempre que pudieses, y cuando chocábamos me humillabas o hacías comentarios realmente dolorosos, para nadie en Althae Cea era un secreto que nuestra relación no era la mejor, aunque seguro nadie sabe los detalles de la misma. Pero... con el tiempo descubrí que solo escondiéndome en el bosque podía huir de tu mirada de odio.

—¿De ahí nació tu afán por estos sitios?

—No, de pequeña siempre me han parecido impresionante los lugares tranquilos donde habita la muerte, es acogedor.

—¿Cómo puedes llamar acogedor a los muertos?

—Ellos nunca me han hecho daño, ni me han temido, ni me han hecho callar por no gustarles la opinión que les doy. Los muertos son los vivos que todos ignoran y por eso nada les importa.

—No entiendo qué haces con nosotros entonces.

—Dado que estoy viva necesito rodearme de aquellos que me hagan daño, que me teman y me silencien, es la única forma de poder morir y que mi alma no albergue arrepentimientos por falta de vida.

Cierto que su pensamiento era extraño y poco podía comprenderlo, pero de ese poco que llegó a tocarme, consiguió desaparecer parte de mi miedo. Mi fuerte agarre se ablandó con el tiempo y conseguí ver a una Walentyna sonriéndome, estábamos muy cerca y mi mirada se concentraba en su hermosa sonrisa. ¿Cuándo me había pasado esto?

No era el hechizo, ¿o sí?

—Si te sientes mejor deberíamos irnos, Eve quería ver con ambos la lluvia de estrellas.

Cuando la opresión en mi pecho creció hasta ahogarme me decidí por decirle las palabras estancadas en mi garganta que entonces deseaban salir. Sin embargo, justo en el momento que mi boca se abría, una nueva voz se me adelantó en aquel juego del destino.

—Neyath ha encontrado una pareja, ¿qué debe hacer?

De un salto me separé de Walentyna en busca de la nueva voz cuya procedencia no parecía diferirse a simple vista.

—En este lugar descansan las almas que no pueden alcanzar a los dioses, ustedes deberían irse.

—¿Quién eres?

—¿No me conoces, Brajko?

Walentyna se levantó del suelo para colocarse delante de mí con una mirada seria y calmada en los árboles delante de nosotros. Yo no me permití parecer cobarde e imité su movimiento.

—Yo sé quién eres, por favor, déjanos verte, Neyath.

Fue entonces cuando una figura femenina fue mostrándose entre tanta oscuridad. Una vez estuvo frente a nosotros la pude contemplar perfectamente, vestía de negro y tenía un cuerpo pronunciado, era una bruja bastante atractiva. Recordaría si la hubiese visto antes.

—Él no recuerda a Neyath, qué lástima —dijo y se acercó hacia mí—. Asistimos a la misma escuela, en la misma clase, pero tu anterior "yo" no te dejaba verme. Eso le sucede a todos los que odian, solo el amor revela mi identidad.

¿Amor?

—Pero tú no amas verdaderamente, Neyath lo sabe, estás bajo un hechizo de otra bruja igual de poderosa que Neyath. Así que probablemente tampoco puedas verla a ella.

¿Ella?

—Neyath, viniste aquí a ayudarnos, ¿no es así? Evigkjaer me dijo que "esperase la aparición de alguien familiar."

La bruja soltó una carcajada a medida que se acercaba a Walentyna. Pude saberlo entonces, ella era otra portadora del poder divino de la diosa de las promesas. ¿Por qué alguien así sería elegida por una diosa del amor?

Además, no era común encontrar varios portadores de un mismo poder juntos, menos de una diosa de la primera generación. Por orden natural estaban destinados a nunca hallarse.

—Tú quieres saber cómo acabar con su hechizo sin entregar la ofrenda. Oh, no te sorprendas, fue el destino quien dio a Neyath este conocimiento, ¿qué vas a hacer, dulce humana mágica?

La vi acercarse a Walentyna hasta llegar a acariciar sus mejillas con esas largas garras que tenía mientras su mirada era como la de un depredador.

—Ya es suficiente —le exigí al interponerme entre ambas.

Empujé a aquella bruja lejos de esa chica solo para notar que tenía una sonrisa dibujada en el rostro.

—Brajko... Hargreaves, ¿qué hay de ti?, ¿no quieres volver a odiarla?

—No te lo tomes a mal, pero ahora mismo confío más en quien me condenó que en ti.

—Mi magia me limita a cumplir todas mis promesas, aunque confieso que tengo un particular interés personal en tu hechicera.

—¿Qué deseas de Walentyna?

—Sé que Evigkjaer tiene prohibido hablar sobre sus otras portadoras, pero... ¿qué tan glorioso sería conocer los más profundos secretos de alguien que lo oculta todo?

Ella alzó sus garras como si tuviese deseos de tocarme, sin embargo, su mano se detuvo de pronto ante una opresión invisible que pude sentir incluso yo. Contemplé entonces por primera vez que sus ojos se abrían como si temblasen los mismos, ella se alejó y aquello dio paso a una explosión de poder que me obligó a agacharme mientras me cubría la cabeza por instinto.

¿Qué estaba pasando? Mis manos temblaban más por el terror que poco a poco llegó a mi cuerpo que por aquella repentina explosión de magia. El sentimiento de ser invadido por una fuerte aura era similar al de antes con Walentyna.

Todo se aclaró cuando la escuché caminando a mi lado hasta llegar hacia la bruja. Levanté la cabeza para mirarla y seguía igual de calmada que siempre, sus manos relajadas, su pose perfecta, pero algo era distinto.

Su aura maligna.

—Walen... tyna...

Ella se volteó a mirarme rápidamente, sus ojos eran de un rojo más intenso que mi cabello y sus cejas entrecerradas me confirmaban que estaba enfadada. Ni una palabra salió de mi boca, quedé tan paralizado por el miedo que ni levantarme del suelo me fue posible.

Ella me ignoró y se dirigió hacia la bruja que no parecía distante de mi estado.

—¿Qué es... ese poder? No viene de los dioses, ¿acaso tú...?

—Neyath —la llamó serena—. Agradezco tus intenciones de ayudarnos y me disculparé con Evigkjaer por rechazarlas, pero debo hacerte una promesa.

—Tú... tú eres...

—Nunca toques a Brajko o pasaré por alto mis escrúpulos y nada me detendrá de hacerte daño. Recuerda, es una promesa.

Después de esa demostración de poder, me llamó para decirme que nos íbamos con Eve a ver las estrellas. Si antes me quedaron dudas, ahora todo resultaba claro.

Walentyna no era para nada la chica débil que había imaginado, pero si esto no era un poder de los dioses y realmente venía de ella, ¿por qué nunca lo usó contra mí?, ¿por qué nunca se defendió? Apreté los puños con fuerza ante la rabia que iba creciendo en mi interior.

Todo este tiempo no fui yo quien jugaba con ella, sino ella quien jugó conmigo.

—Brajko —volvió a llamarme—. Mejor vámonos, Eve debe estar preocupada.

Sonreía estúpidamente al mirarme y su aura volvía a ser normal, la misma sensación de tranquilidad que estar cerca de un ángel se sentía al mirarla sus ojos claros. ¿Cómo era posible que en un mismo cuerpo habitasen dos seres mágicos tan distintos?

¿Y cómo era posible que ambas me parecieran igual de interesantes?

—Sí, vamos —le respondí antes de levantarme para ir a su lado.

...

Ignorando el acontecimiento sucedido en el bosque Colindante, la visita al prado de Callhent no fue tétricamente un fallo. Al regresar, Eve nos regañó por desaparecernos tanto rato, pero aparecimos justo a tiempo para la lluvia de estrellas, así que no entendí el gran problema.

Pronto empezó a llover como estaba predicho, aunque me decepcionó ver que no era una lluvia tan fuerte, el hecho de que le gustase a la criatura sin magia hacía que todo valiese la pena.

Este prado era un lugar donde la energía vital no existía, las corrientes de aire, la vegetación y toda naturaleza existente debía su origen al poder mágico concentrado que lo rodeaba. Por eso, cuando llovía, en vez de agua como era de esperarse, caían puntos brillantes parecidos a las estrellas. Esta "lluvia de estrellas" tenía la característica especial de conectar con el alma de las personas que se viesen atrapadas en ella provocando cierta calidez en el cuerpo.

Solo que, en vez de una sombrilla, hay que usar gafas o podría dañarse la vista. Claro que, ese no fue un problema que Eve viese.

—Brajko, ¿ya pediste un deseo?

Miré a mi lado a Walentyna que estaba siendo empapada por los cientos de puntos brillantes que caían del cielo, y de pronto mi corazón se aceleró al pensar en el extraño hecho de que se veía hermosa.

—No se me ocurre nada.

¿Por qué? ¿Por qué ella me resultaba tan irresistible?

—¡Wow!, ¡las puedo ver!, ¡las puedo ver!

Miramos ambos frente a nosotros a Eve que daba saltos en el mismo sitio con los brazos extendidos y una sonrisa enorme que nunca le había visto. Cierto, esta lluvia de estrellas que conecta con el alma a ella le debía ser diferente, había investigado que las personas ciegas desarrollan mejor sus otros sentidos, su olfato, su oído, su tacto, todo debía dejarle saber cómo eran.

Casi como si pudiese ver.

—¡Eve!

Walentyna corrió hacia ella cuando vio que sin preámbulo, había comenzado a llorar.

—Es la primera vez que puedo saber cómo luce algo... gracias.

Con aquella sonrisa en aquel rostro cubierto de lágrimas, algo dentro de mí pareció derretirse. Me fue imposible verla como la niña que debía ofrendar para romper mi maldición, arrugué el rostro al darme cuenta de esto. Me sentía demasiado alegre solo por ser la razón de que hoy ella sonriese.

—Debes estirar tus manos y cuando sientas que en esta caen varias estrellas, pide un deseo —le explicaba Walentyna—. Se dice que el dios del destino lo escuchará y hará que se cumpla.

Eve alzó sus manos y chilló de alegría cuando en esta cayeron las primeras estrellas. Por unos segundos guardó silencio.

—Son frágiles, diminutas y suaves, huelen dulce, ¡son mi aroma preferido! Y... y son muchas, puedo verlas, muchos puntos brillantes rodeándome.

Algunas estrellas se quedaron enredadas en su cabello, tuve que reír al ver a la niña moviendo la cabeza como perro al ataque. Pero cuando vi a Walentyna dulcemente acariciando su cabello negro y amarillo cubierto por estrellas, mi corazón se aceleró hasta obligarme a apartar la mirada.

Maldito hechizo.

...

Dos horas tuvieron que pasar para cansar a aquella niña, le pidió incluso a Walentyna que la ayudase a correr bajo la lluvia, no creía que pudiese correr o saltar tanto, pero bueno, tuvo sus consecuencias porque cuando le avisamos de irnos estaba mortalmente derrotada.

Claro que no podíamos quedarnos más tiempo, ese sitio sin energía vital para extraer nos debilitaba, solo podíamos aguantar unas pocas horas antes de quedar cansados, así que se sintió como un alivio el camino a casa. Estaba de más decir, Eve se quedó dormida en mi espalda antes de siquiera llegar.

Yo ayudé a acostarla en la cama de Walentyna mientras ella la cambiaba de ropa. Cuando la criatura estuvo arropada y durmiendo, supe que el día había terminado finalmente.

Desde la habitación de esa chica se podía ver por la ventana la luna más brillante que nunca, qué curioso, en mi casa había algunas luces encendidas, así que tocaba entrar en modo encubierto.

—Puedes esperar aquí si quieres, en una hora probablemente ya estarán durmiendo.

—¿Espías mi casa?

Ella se arregostó a la ventana de forma que cierta luz de la luna se reflejaba en su rostro. Yo me mantuve a una distancia prudente.

—A veces cuando me aburro me quedo mirándola. Desde pequeña mis padres me han advertido de llevarme bien con tu familia, de no molestarles, de mantener la distancia, yo solo me preguntaba por qué siempre parecía que estábamos tan lejos si estamos tan cerca.

—No es diferente para los Hargreaves, nos han enseñado que por generaciones se espera romper esa mala racha de quedar por debajo de ustedes. Tal vez por eso ellos solo me han prohibido verte y no tomado represarías, es casi como si fuese natural ser superado por un Huffmoore.

—Mmm... tal vez sí que sois débiles.

—¿Qué dijiste? —llevé mi vista hacia ella, completamente enojado.

Pero lo que me recibió fue una sonrisa irresistible.

—Lo conseguí, no dejas de evitar mirarme desde que salimos del bosque.

—¿Quién fue la que casi me mata por mirarla a los ojos unos segundos?

—Lo siento, no suelo perder a menudo el control de ese modo, pero aun así, hoy fue un buen día.

Ella se alejó de la ventana para posarse frente a mí, pensé que me tomaría de las manos, pero no lo hizo, solo se quedó ahí mirándome.

—¿Qué tramas?

—Quería agradecerte por dejarme ver al Brajko real el día de hoy, fue divertido.

Un frío recorrió mi cuerpo al verme descubierto, ¿lo sabía?

—¿Lo sabías?

—¿Que estando en el prado de Callhent mi hechizo quedaría neutralizado?, pues claro, no sabía que fuese un secreto, ese lugar es magia concentrada sin energía vital, cualquier hechizo hecho por una novata como yo quedaría muy débil. ¿No fue por eso que sugeriste ir?

Sí, quería comprobar esa teoría, y la verdad fue decepcionante. Su hechizo solo se redujo en fortaleza, estimaba que quedé bajo los efectos de un 10%. Sin embargo, algo más me enojaba, algo más hacía temblar todo mi cuerpo al verla a ella tan serena.

—¿No tienes sentido común?, si sabías las consecuencias, ¿por qué aceptaste mi invitación?, ¿por qué es que siempre eres así?

Ella primero volteó a su cama para ver a Eve quien seguía durmiendo, luego con igual tranquilidad me miró a mí.

—¿Por qué? Porque estás en tu derecho. Contra tu propia voluntad te obligué a amarme, si quieres odiarme, ódiame, y si quieres vengarte, véngate, yo no te detendría.

—Hay algo que no me estás contando.

—No te estoy ocultando nada.

—¡No me mientas más!

La tomé por los hombros para acercarme a ella, mis dedos se fundieron en su piel debido al fuerte agarre. La ira que sentía para ese momento era demasiada para ser retenida. Aquella bruja del bosque tenía razón en algo, esta chica que le gustaba guardarse secretos me estaba escondiendo algo, ¿por qué si era tan poderosa se comportaba así conmigo? No podía soportarlo.

—Dime, ¿por qué reprimes tu poder cuando se trata de mí?, ¿por qué nunca te defiendes si en realidad tienes las agallas?, ¿por qué...?

—No podrías recordarlo.

La miré fijamente a los ojos hasta que ella apartó la mirada y se separó de mí. En ese momento, a ti que lees estas cartas, puedo confesarte que mi curiosidad sobre quién era en verdad Walentyna Huffmoore me llevó a donde no esperaba llegar.

A completar aquel juego del destino.






DevanyDGM  Aquí el capítulo 💕❤️

No olviden seguirme en wattpad para que se enteren de próximas noticias: LadyLennette

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