Capítulo 15: "Hechizo roto"
Hace unos 3500 millones de años se dice que los dioses propiciaron la vida en nuestro planeta al salvarlo de su extinción, sin embargo, poco se conoce de cómo se originaron los primeros dioses o quiénes son ellos en realidad.
De lo que más tenemos registros es cómo otras deidades han venido a tener contacto con nosotros. Se estima que existen tres formas de que "nazca" un dios.
La primera es a través de la unión de energía divina con energía natural desprendida de una deidad. Como Ryoko cuando al llorar desconsolada en un arroyo, de sus lágrimas nació su hija mayor, Fordtghet.
La segunda sería la unión entre un dios y un humano, dando lugar a los semidioses. Estos son escasos, sus cuerpos humanos no resisten el poder divino y deben reencarnar cada cierta década.
Por último, hay una forma de nacimiento de la cual se tienen pocos registros, es incluso más ambigua que los semidioses. Se cuenta que si un ser mágico concentra toda su energía en un lugar sagrado, y pide un deseo que resuene desde lo más profundo de su alma hasta el punto de ser escuchado por un dios, a esta unión de energía mágica con energía natural le será concedida de forma inconsciente energía divina del dios que escuchó sus plegarias.
Naciendo así una especie que no es humana porque no posee cuerpo humano, pero no es completamente divina porque no nació directamente de un dios, sino de su poder. Los antiguos les han llamado "divinoides", son tan extraños que solo nacen una vez por generación.
En mi caso, yo contemplé el nacimiento de un divinoide sin ser consciente de ello.
Y ahora ese divinoide a quien había llamado "mejor amigo" desde el momento de encontrarlo solo en el bosque, se paraba frente a mí como si nada hubiese cambiado entre nosotros.
—¿Dónde está Brajko? Desapareció con esta niebla justo frente a mis ojos, si no lo encuentro podría sentirse perdido o abandonado.
—Sé que eres una maga poderosa, pero intentarlo será una pérdida de tiempo.
Por un segundo mi cuerpo se paralizó al escucharlo a medida que el latido de mi corazón se incrementaba ante la realidad que asimilaban mis ojos. En medio de tan densa niebla, Dominik realmente estaba frente a nosotras. Mostró su porte relajado de siempre, su sonrisa sincera que me tranquilizaba y vestía las mismas ropas mundanas.
Llevé una mano a mi rostro para limpiarme los ojos antes de que las lágrimas cayesen. Lucía como mi mejor amigo, pero ya no se sentía igual. Su energía había cambiado.
—No llores —me pidió al tomar mi rostro para levantarlo—. Sigo siendo tuyo, lo último que quisiera es verte llorar cuando nos queda tan poco tiempo.
—¿Cómo puedes decirme eso después de ocultarme quién eres?
—Lo que soy, mi nacimiento y mi existencia se deben a ti. Los divinoides nacemos gracias a un humano y vivimos por ese humano. Es por eso que debo ser yo quien gane este juego.
—¿Qué juego?
Él sonrió.
—Una criatura tan inocente como tú no podría adivinarlo nunca, déjame mostrarte, solo así podrás entenderlo.
Fue entonces cuando una fuerte brisa me atacó como si deseara derrumbarme. Yo halé a Eve hacia mí para abrazarla en lo que trataba de cubrirme con mis brazos de tal tormenta repentina.
Solo con el pasar de los minutos la intensidad de la misma menguó y me permití abrir los ojos. Lo primero que vi fue a Brajko, quien solo con su presencia me tranquilizó, luego me percaté de que estábamos en la nada.
Un vacío, un lugar cubierto por luz a donde quiera que mirases mientras una extraña y poderosa magia te obligaba a sentirte como un pequeño ser insignificante. Nunca me había sentido así, ¿qué era este sitio?
—Nos encontramos en mi nido —expuso Dominik que aparecía frente a mí—. El nido del dios de las paradojas. Me siento honrado, sois los primeros invitados.
Su caballerosidad de siempre no se había visto afectada, este pensamiento se coló en mi mente y al segundo una sonrisa sincera por parte de mi mejor amigo me fue dirigida únicamente hacia mí. Comprendí entonces la diferencia de poder entre un humano y un dios. Brajko a mi lado que no pronunciaba palabra me tomó de la mano.
—¿Por qué me trajiste aquí?
—Necesitamos un sitio tranquilo para lo que se aproxima, ¿aún no puedes sospecharlo?
—Walentyna... —susurró Eve abrazada a mí—. No me siento... bien...
La niña cayó abruptamente conmigo tomándola por los brazos y espalda para evitar la caída en medio de un grito de Brajko. Al final nos encontramos ambas en el suelo cálido con más preguntas que respuestas. Eve no parecía nada bien, su piel se volvía pálida a cada segundo que la energía parecía abandonar su cuerpo.
—¡Eve!, ¿Qué le pasa a Eve? —preguntó él.
—Este sitio no es bueno para alguien como ella.
—¿Alguien como ella? No entiendo.
—Alguien que no pertenece al mundo de los vivos ni de los muertos.
Se sintió como si mi cuerpo dejara de circular sangre para solo convertirse en un cascarón sin vida mientras mi consciencia quedaba a años luz de él. Aquellas palabras... ¿qué querían decir aquellas palabras? Abrí la boca para preguntar, mas, ningún sonido consiguió salir más allá de una triste articulación. Mi cuerpo estaba paralizado y el latido de mi corazón era lo único que indicaba vida. Comencé a entrar en pánico.
Fue Brajko quien bajo mucho esfuerzo consiguió hablar.
—Explícate.
—Hace unos meses cuando estaba cerca de la frontera, sentí la presencia de una humana adentrándose en nuestra barrera.
«Por supuesto —narraba Dominik— ella no cruzaría, o eso me dije, la barrera funcionaba como un bosque infinito que solo conseguían atravesar aquellos de corazón puro que creen en la magia. Mi sorpresa fue cuando la presencia humana seguía avanzando. Al no poseer magia, la barrera trataba de combatirla, pero sabía que si resistía sería capaz de llegar a nosotros»
—¿Si resistía?
—La niña estaba mortalmente herida, su cuerpo débil no aguantaría la presión de nuestra protectora. En ese momento, como deidad tenía el deber de dejarla morir para proteger nuestro mundo.
«Sin embargo, necesitaba una ofrenda lo suficientemente poderosa como para romper el hechizo. Así fue cómo ideé todo el plan y lo puse a funcionar rápidamente. Más allá de mis intenciones, deseaba que esa indefensa criatura tuviera la oportunidad de dar apropiadamente su último suspiro. Algo ambiguo para tratarse de que mi simpatía es hacia alguien sin magia»
Una parte de mi mente se repetía "no es verdad, no es verdad", la otra se debatía lo escuchado. Ningún hechizo de curación tuvo efecto jamás en ella, sus recuerdos perdidos, su devoción instantánea por Dominik al verlo en la casa, el hecho de que no podía sentir sus emociones y ella las sentía a gran escala. Esos hechos recorrieron mi mente como si tratase de apuñalarme yo misma.
Y ahora, en mis brazos, este lugar consumía su poca vida. El nido de una deidad tenía demasiado poder mágico, lo que sea que Dominik hizo para alargar su escaso tiempo, ya se desvanecía.
Yo me sentía incapaz de pronunciar palabra, fue Brajko quien reunió toda su ira para lanzársela a Dominik.
—¿Es esto lo que deseabas? Pediste a Eve como tu ofrenda, y ahora que la tienes aquí planeas absorberla, ¿es eso?
—La ofrenda aún no ha sido dada, para eso la misma niña debería querer venir conmigo. Aunque mi propuesta se mantiene, estoy capacitado para romper vuestro hechizo siempre que se cumplan los términos de la promesa.
Miré a la niña sufriendo en mis brazos, me dolía el pecho de imaginar separarme de ella, no quería. Se sentía como si cientos de estacas golpeasen hasta mis huesos, ¡qué sufrimiento tan insoportable!
—¿Y si no la entregamos?
—El hechizo no podrá ser roto.
—Hace mucho tiempo mencionaste que podría negociar los términos del acuerdo si era lo suficientemente poderosa durante la tercera noche de cuarto creciente, ¿qué propones, Dominik?, ¿Cómo puedo evitar que Eve se vaya?
—Haz una promesa conmigo.
«No lo escuches» me ordenó Evigkjaer.
Lo próximo de lo que tuve consciencia en aquella clandestina reunión fue de la aparición de la diosa de las promesas. Su silueta moldeada con poder divino no le restaba belleza en lo absoluto, solo levantaba mis dudas de qué hacía ella ahí.
—Mi dulce humana, piensa mejor cuál será tu decisión. Ahora mismo tienes el amor del joven por el que sacrificaste todo, y si te alejas de aquí podrías vivir con la pequeña asíngima. Aceptar una promesa con el dios de las paradojas cambiará todo esto.
—Ante la clave que resulta el cambio solo se puede avanzar —dijo otra voz.
Entre tanta luz fue tomando forma otra silueta, esta se veía más real, casi como si fuera de carne y hueso. Lo más impresionante es que se trataba de un dragón. ¡Un dragón!
—Nithe —expuso Dominik cansado—, gran dios dragón del odio, no era necesaria vuestra presencia.
—Sus fichas fueron jugadas, mi voluntad no es ser adelantado.
¿Qué era esta situación? Busqué la mirada de Brajko y todo lo que vi fue confusión mezclada con tristeza. Algo andaba mal desde que apareció el dios dragón, mi mente ya no podía procesar más esto.
—Estás confundida —afirmó Dominik—. Walentyna, ¿cómo crees que funciona el destino?
Miré a Eve pereciendo en mis brazos, y algo recordé con aquella pregunta "Tu poder sellado le quitará la vida a alguien y salvará la tuya, o, por el contrario, salvará la vida de alguien al arrebatar la tuya."
¿Esta era mi única opción?, ¿verla morir?
—El dios del destino se encarga de asignarnos uno a cada ser humano al nacer.
—Es una respuesta muy frágil, mi dulce humana. Ustedes utilizan la expresión "hilos rojos" para referirse al destino que comparten con otra persona.
—Hilos rojos tocados por dioses —aclaraba Nithe—, se convierten en hilos divinos. Solamente asignados a especiales humanos cuyo destino se entreteje con las propias divinidades.
—Vuestro destino, Walentyna, Brajko, es confuso. En el amor estáis destinados a estar juntos, pero al mismo tiempo, está previsto que nunca lo consigan. En el poder la línea que los separa del mal es muy débil, casi como si pudierais elegir cualquiera de los dos caminos.
—En resumen, la diosa de las promesas, el dios dragón del odio y tú, han estado jugando con nuestro destino.
No hubo una negación ante la pregunta de Brajko. Ellos tenían el poder y el deber de moldear nuestras vidas, pero aun así, había un sentimiento que no dejaba de hacer latir mi cuerpo.
—El juego de los dioses comenzó cuando el sello de la humana Walentyna fue roto —expuso Nithe—, aunque las bases fueran sentadas antes de esto. Lo que escoja, lo que ignore, su decisión actual determinará al ganador.
—Mi dulce humana, escoge al amor. Huye de este sitio con tu amado y la pequeña que llevas en brazos.
No quería dejar morir a Eve, pero condenar a Brajko tampoco resultaba una opción.
—Walentyna, si aceptas, puedo romper vuestro hechizo, aunque eso signifique enfrentar los verdaderos sentimientos de Brajko, él y tú serán libres. En cuanto a Eve, puedo incorporar su alma dentro de la tuya, de forma que ella siempre vivirá a través de tus ojos.
—Eve morirá igualmente, ¿no?
—Ella vivirá, como una parte más de ti, como un poder extra que podrás desbloquear. Te volverá lo suficientemente poderosa como para enfrentar las diferencias que existen entre mágicos y no mágicos. Te acompañará como otra diosa.
Pero perdería a Brajko, ¿cierto? lo sabía porque Dominik nunca lo mencionó en ese futuro.
—Humana Walentyna, libera a Brajko del hechizo y permite que él se aleje de ti para que pueda cumplir su verdadero propósito de salvar a otros.
—¿Salvar a otros?
—Brajko pertenece a una misión mayor, lo he seleccionado para que sea portador de mi poder mágico, y él ha aceptado. Ahora es tiempo de irse.
Miré hacia él de forma inmediata y todo lo que pude sentir era dolor. ¡¿Brajko era portador del poder divino de un dios dragón?! Eso no había sucedido nunca.
Realmente comprendí que nuestro destino no era estar juntos.
—Walen... tyna... —susurró Eve en mis brazos—. Yo recuerdo... en el bosque... antes de ser encontrada —suspiró profundo—. Yo... yo... decidí vivir.
Agarré su mano y estreché nuestros rostros dejando caer una triste lágrima sobre sus mejillas. Comprendía lo que me era dicho por esa pequeña niña. Todos los dioses me hablaban de escoger un destino porque esto también era parte de su juego.
Aquella idea despertó una sonrisa en mi rostro que mostré al levantar la cabeza bien en alto hacia ellos.
—Me obligan a escoger como si no tuviese elección, como si mi destino ya estuviese decidido, y tal vez lo está. Fueron trazadas las líneas que debo seguir, mas, ustedes me hacen elegir.
—Walentyna, ¿a dónde quieres llegar?
—¿No lo entiendes, Brajko? Esto es parte del juego de los dioses, es su deber asignarnos un camino y jugar con nosotros para ver qué tan capaces somos, pero siempre tenemos elección. Incluso si el destino fue trazado, podemos elegir cómo cruzarlo.
Por las expresiones satisfactorias de ellos, pude saber que no estaba equivocada.
—¿Cuál será tu elección?
—La única que no me hace dudar, aquella de la que jamás podré arrepentirme.
—¿Estás segura, mi decidida humana?, va a dolerte y va a lastimarte.
—Si no sufrimos, no podemos morir realmente —dije al mirar a Brajko—. Solicito que el dios de las paradojas acepte como ofrenda mi propia existencia a cambio de liberar a Brajko del hechizo y otorgarle el descanso divino a Eve. Una vez el hechizo se haya roto, Brajko será libre de decidir si desea irse o no con el dios dragón.
Busqué la aprobación de Dominik que no tardó en devolverme una cálida mirada. Sospechaba que había desafiado unas cuantas reglas en esa petición, pero de eso se trata el destino.
El verdadero destino es el que moldeamos a nuestra forma al usar los regalos de los dioses.
—Eve —la llamé—. Este será el fin de nuestro camino, ¿puedo despedirte?
—Sí. Estoy feliz de oírte decir eso. Brajko, Brajko y tú serán felices juntos...Y gracias por escogerme.
Brajko se cubrió el rostro con las manos, probablemente para ocultar las lágrimas.
—Pequeña sin magia —le dije al envolverla en un abrazo—, en la luz del mañana encuentra el descanso, ahí donde solo los mayores aventureros pueden llegar, ahí donde te reúnes con tus seres caídos, ahí donde tu sonrisa alumbrará sin importar el día, porque los astros avivarán tu camino y serás dueña de tu propia alma, descansas entre los valientes porque de los valientes eres parte ahora.
Cuando terminé el rezo, Eve desapareció entre mis brazos en forma de lluvia de estrellas. Controlé mis emociones para no llorar, me limpié el rostro y me levanté mientras contemplaba los diminutos puntos luminosos extendiéndose hacia un cielo lleno de luz.
—Es hora —dijo Dominik—. Yo, divinoide de la tercera generación, dios de las paradojas, descendiente de la deidad del destino, Dyrreintegh, bajo la aprobación de la hija menor de Ryoko, la diosa de las promesas, Evigkjaer, rompo cualquier hechizo de amor predominante en el humano mágico Brajko Hargreaves.
Con aquellas palabras dichas, una oscuridad enorme nos cegó hasta hacernos caer en el vacío.
...
Entregar la ofrenda a la deidad para romper el hechizo. Una orden tan simple se transformó en la decisión más difícil de mi vida porque no podía obligar a Eve a estancarse durante más tiempo en este mundo, y porque sabía que esa sería la última vez que vería a mi mejor amigo.
El divinoide que traje a este mundo con mi deseo de ser libre, ya había cumplido su propósito de hacerme ver mi destino. Ahora dependía de mí. ¡Qué complicado sería enfrentar lo que estaba al venir! Querido diario, fue este el momento donde lo perdí por completo.
Mi cabeza me dolía por el repentino aterrizaje, o tal vez por el viaje entre dimensiones. Mas, me las arreglé para abrir los ojos y observar dónde me encontraba.
El cielo sobre mí era oscuro, ¿cuánto tiempo habíamos estado en el nido de Dominik? La tercera noche de cuarto creciente era más hermosa de lo que había imaginado. Cuando reuní fuerzas suficientes me levanté del suelo del bosque y pude ver entonces a Brajko que me miraba fijamente como depredador a su presa.
El odio llegó a mi cuerpo antes de lo imaginado. Su rabia, su ira, sus sentimientos negativos a los que anteriormente me había acostumbrado salieron a flote hasta que pude sentirlos. ¡Qué horror!, ¡Qué dolor! Llevé mi mano a mi pecho para controlar mis latidos apresurados, como si así pudiese detener mi sufrimiento.
Deseaba dejar de sentir.
—El hechizo fue realmente roto —dije al tratar de mantener la cordura—. Me alegro por ti, ya eres libre, puedes reclamar ese gran poder con el dios dragón. Ese siempre fue tu mayor deseo, ¿no? Ser alguien poderoso.
Él solo me miraba, con los puños cerrados y las cejas entrecerradas. Estaba molesto.
—Supongo que esta será la última vez que nos veamos, lo cual debe alegrarte. Entonces...
—Walentyna —me llamó con voz grave—, me lanzaste un hechizo que me obligó a amarte, durante los últimos meses tuve que permanecer al lado de quien más odiaba, luchando contra mis propias emociones y haciendo... haciendo lo que nunca haría de no ser por ese estúpido hechizo.
—Lo siento.
—Un "lo siento", no va a volver el tiempo atrás.
Eliminó la distancia que nos separaba al caminar unos pasos hasta donde yo estaba. Quedábamos cerca.
—Es como si despertase de un profundo sueño y pudiese verlo todo con tanta claridad que da miedo. Dime, Walentyna, durante este tiempo, ¿hiciste algo tan estúpido como enamorarte de mí?
Me paralicé de inmediato y estaba segura de que podrían arrancarme el corazón sin que me doliese tanto. Me sentía insegura como una cobarde, quería huir de ese sitio, quería no sentir ese odio en él, ni ver esa mirada de rabia porque... porque...
—¿Lo hiciste? —me preguntó al tomar mi rostro con sus manos—. ¿Te enamoraste, tonta?
Su contacto alteró todo mi cuerpo. Ya no podía soportarlo.
—La respuesta no va a servirte de nada, dijiste que te alejarías de mí una vez se rompiese el hechizo. No puedes romper tu promesa.
—Te prometí que me alejaría... si no te amaba con tanta intensidad como te amé bajo el hechizo.
Abrí los ojos sorprendida y busqué rápidamente su mirada. ¿Qué era esto? Sus emociones cambiaron, lo que antes era odio, ahora solo podía sentir felicidad, ¡¿qué estaba pasando?!
—Dominik no pudo romper el hechizo, tenemos que buscarlo.
Él me agarró por la cintura como si no quisiera dejarme escapar.
—No digas tantas idioteces juntas y responde mi pregunta. Aun sabiendo que no soy perfecto, que tengo mal genio, y un terrible carácter, aun conociendo todo el daño que te hice por proteger a mi familia, ¿podrías amarme?
—Sí.
—Dioses, no respondas tan rápido, mujer, que eso asusta.
No pude evitar sonreír.
—Tú fuiste el que hizo la pregunta.
—Estaba esperando que te tomaras tu tiempo. De cualquier forma, sé que no he sido perfecto y he cometido errores contigo, pero si me das la oportunidad, quiero quedarme a tu lado, Tyna, y demostrarte cada día cuánto te amo.
Sonreí sin saber la razón, solo por haberlo escuchado. Y él se acercó a mí para besarme. Querido diario, ¿acaso esto era un final feliz?
No lo creía. Más problemas vendrían, más peleas se acercarían, probablemente nos íbamos a hacer daño, pero... de eso se trata. Incluso la más hermosa magia, tiene sus imperfecciones.
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