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Tristan: Prisioneros De Un Engaño

    —No creo que Rowan haya matado a nuestra madre —protesta la novena hija de Olena, Romina—. Esto es una mentira.

—Porque los dos mil soldados enviados al planeta Lorach dirigidos por Rowan fue una ilusión —comento secamente—. Lo que les propongo es sencillo y practico.

—Para usted lo es —Sisea la primera hija, Allikan—. Mi madre hizo un trato con el rey Seth al momento de conquistar el reino oscuro. Estas son tierras espectrales y serán gobernada por espectros.

—¿Y quién será dicho gobernante? —pregunta el segundo hijo, Toth—. Porque conociendo las circunstancias, estamos a pocos días que empecemos una guerra por el trono de nuestra madre.

—Y por eso lo que propongo es simple —digo relajado. Estamos reunidos en la sala de reuniones del castillo de Olena. Cada hijo ha sido convocado para negociar el futuro de mi reino, es increíble la diferencia de los hijos de Olena, ya sea por el color de la piel o textura. Allikan tiene la piel llena de escamas verdes y unos ojos amarillos, como un lagarto. Toth, tiene la piel azul oscuro y unos cuernos como una cabra. Roman, el octavo hijo, es un hombre altísimo con la piel gris plomo y los cuernos de Olena, al igual que Romina, la novena. Bran rehusó el llamado y es considerado traidor, pero Maegor. Ese maldito hijo de puta, fue el que orquestó todo esto y está prófugo, al igual que su hermano Bran—. Voten ahora y desígnenme como su rey o...

—Nos invadirá —termina Roman—. ¿Es consciente que nadie ha invadido este reino? Ni nosotros mismos lo hemos logrado ¿qué le hace creer que puede hacerlo?

—Que ustedes y sus ejércitos estarán de mi lado —respondo tranquilo—. Lo que pido es unificar este reino con el mío. Seguirán controlando sus dominios, pero ahora tendrán que rendirme cuentas de todo lo que suceda.

—¿Y Maegor y Bran? ¿qué les hará a ellos? —pregunta Atlas casi al final de los asientos. Por orden de jerarquía, tiene que estar al final de sus hermanos—. ¿O a sus tierras?

—Serán ejecutados, al igual que cualquiera que ose pasar por mi autoridad —respondo calmado—. Sus tierras pueden ser suyas si así lo desean, pero tienen que jurarme lealtad.

Se miran entre ellos de distintas formas, enojo, impotencia, nerviosismo. Atlas abre la boca para hablar, pero de inmediato Toth lo calla.

—Ni se te ocurra, tú eres su mascota —Me señala—. Ni siquiera deberías estar aquí.

—Pero lo estoy, y aunque te duela, tenemos la misma sangre —replica frunciendo el ceño.

—Yo no quiero guerra, ni con usted —Me señala Romina— y mucho menos con mi propia gente.

—¡Traidora! —vocifera Allikan iracunda.

—¡No lo soy! Ya me tienen harta todos estos conflictos —replica Romina—. Quiero vivir en paz y no estar en una guerra constante por estupideces —Ella nos mira a todos—. Nadie aquí quería a nuestra madre, pero al menos mantenía este chiquero en orden ¿y ahora viene el maldito de Rowan y la asesina? Mátense entre ustedes si quieren, pero mis tierras y mi ejército no se involucrarán en esto.

—¿Y no quieres vengar la muerte de mamá? —Roman la mira confuso.

—La venganza solo trae miseria ¿o es que no lo dejó claro nuestra madre con la muerte de Pascal y Ruth? —Ella lo mira desafiante—. Todavía Cawik no ha podido recuperarse de la guerra y eso que ya han pasado los siglos.

—Di lo que quieras, yo quiero la cabeza de Rowan Maegor en mi mesa —sentencia Roman y me señala con su dedo—. Pero eso no lo convierte en mi rey y mucho menos en mi dios.

—¿Allikan, Toth, Atlas, Romina? ¿tengo su apoyo o no? —pregunto mirándolos a todos.

—Lo apoyo con la cacería de Maegor y Bran. Pero este reino no le pertenece —sentencia Toth —. Cuando Maegor muera, nosotros decidiremos cómo manejaremos este reino. Pero usted...

No dejo que termine la frase. Controlar espectros es un poco complicado debido a que, son distintas razas coexistiendo bajo la misma naturaleza. Y cuando crees que has controlado una especie, aparecen diez más. Sin embargo, ahora con este poder, cada raza la conozco mejor que la palma de mi mano. Me levanto y fijo mi vista a todos, inmediatamente caen sus cabezas a la mesa con un golpe en seco.

—¿Qué carajo? —exclama Atlas levantándose de la mesa. Lo mira fulminante y él se calla y vuelve a sentarse. Me acerco a cada uno y le hago un pequeño lavado de la mente. En ese momento la puerta se abre y aparece Demian.

—¿Qué ocurre aquí? —pregunta acercándose a Atlas.

—Llegas tarde —le digo con la cabeza de Allikan en mis manos.

—Me disculpo, estaba intentando que mi padre y el guardia de tu hermana no me maten —Él mira curioso a los hijos de Olena—. ¿Para qué me llamaste?

—Supongo que tu madre te enseñó a crear ilusiones —digo entrando en la mente de Allikan.

—Desde los cinco años. Algunos padres enseñan andar en bicicleta, ella a manipular a las personas —Él recorre curioso la habitación—. ¿Para eso llamaste, para engañar a estos seres?

—Eso es inmoral —comenta Atlas observándome negando la cabeza.

—¿Y qué no lo es? —comento con la cabeza de Roman—. Sólo limítate a obedecerme y todos seremos felices.

—Ya suena a mi padre —Demian suspira cansado—. Pero en serio, creo que me gané a tu hermana de enemiga.

—Bienvenido al club —digo con un bufido—. No te preocupes, en unos treinta años te perdonará o te maldecirá por el resto de la existencia.

—Es distinto —resopla Demian preocupado—. Es que, con todo esto de los espectros, me enviaron a que tu hermana me diera su armamento.

Atlas y yo lo miramos sorprendido.

—¿Y lo lograste? —pregunto curioso.

—Sí, pero con la condición que su ejército no se involucrara y alimente a su reino —nos explica la situación a los dos—. Pero mi padre, como el gran terco que es. Amenazó al capitán de Luna que más le valiera conceder a mil Einars para mañana.

—Prepárate para las pesadillas —Le dice Atlas en tono burlón.

—No es divertido —Le recrimina y me mira suplicante—. No quiero tener que lidiar con la loca de tu hermana.

—Lástima —digo terminando con mi trabajo—. Pero ahora no estoy para tus quejidos. Necesito que crees el engaño ¿entendido?

Le explico lo que quiero y lo que les hice a las mentes de los hijos de Olena. Él comprende la visión y se pone a trabajar. Para que un buen engaño funcione, tiene que tener buenas bases verdaderas; por eso la larga charla. No me interesa pedir permiso, yo soy el rey les guste o no. Este es mi reino y lo tomaré sin importarme quien muera. Demian crea la realidad donde casi todos me conceden el permiso de tomar estas tierras y vengar a Olena.

Es impresionante los poderes de Demian, crea incluso los certificados, los diálogos, los movimientos de las personas y demás. Él me entrega un papel dónde dice lo que tengo decir.

—Y eso es todo —dice observando toda la sala y se da palmadas en su hombro, lo miro extrañado—. ¿Qué? Si no lo hacen mis padres, lo tengo que hacer yo.

—Demian, concéntrate. Luego resolvemos tus problemas paternales después de la guerra —le digo sosteniéndole por el hombro—. Ahora escóndete en ese closet.

—Seré yo homosexual —comenta con una sonrisa, pero se le borra por la forma en que lo miro—. Sólo era un chiste, soy aliado.

—¡Al closet! —Le riño y él se va al armario ofendido.

—¡Tienes diez segundos para que despierten y todo sea verdadero! —exclama metiéndose en el closet. Atlas y yo volvemos a nuestros asientos, escondo el guion que me dio.

De inmediato los hijos de Olena se levantan y empiezan a discutir.

—¿Quieres que ese imbécil sea nuestro rey? ¿Estás loca? —pregunta Roman fuera de sí a Romina.

—¡Yo no dije eso! Lo que dije pedazo de mierda, es que no me pienso matar con ninguno de ustedes por un trono —exclama Romina a gritos—. ¿O es que quieres a Maegor como rey o peor aún al tarado de Bran? Porque a ese maldito lisiado no lo quiero cerca.

—Pero Bran no es un lisiado —interviene Atlas como parte del guion.

—Perdió uno de sus cinco brazos en combate —Le explica Toth cansado—. La cuestión aquí es que pongamos a ese imbécil como rey —Me señala—. O nos dobleguemos ante Maegor y sus putas.

—Mejor que él si —interviene Allikan.

—Lo dices porque lo derrocarás después —Romina resopla cansada—. Y así hasta que no quede nada por tomar ¿en serio quieren seguir así?

—No veo el problema —Toth, Roman y Allikan asienten sin problema.

—Pero yo sí —interviene Atlas—. Entiendo el odio hacia los Godness, pero tampoco hay que destruirnos unos al otro como si nada.

—Cierra la boca —escupe Allikan—. Tú eres el más grande error que cometió nuestra madre, y el menos indicado para decirnos que hacer.

—Y tú un imbécil que quiere destruir todo lo que ha construido mamá —Lo defiende Romina—. Vamos a poner fin a esto ¿Lo pondremos a él —Me señala— como rey o se unen a Maegor y les declaran la guerra a los dioses, pero si lo hacen serán conscientes que los matará en el camino?

Ellos se miran por un momento hasta que Allikan y Roman se levantan y se dirigen hacia a mí.

—Nos veremos en el campo de batalla —dice Allikan y los dos caminan hacia la puerta, pero los detengo con mis poderes—. ¿Qué ocurre?

—Van a firmar esto antes que se vayan —digo extendiendo el acta donde me ceden sus tierras y ejército—. Yo lo único que quiero es su reino y no se lo daré a Maegor.

Los dos hermanos caminan relajados, aunque sus rostros demuestren todo lo contrario. Les entrego la pluma y ambos se resisten, pero solo mover ligeramente los pequeños hilos invisibles, logro que firmen el documento perfectamente creado por Demian.

—Ahora solo quedan sus vidas —digo contemplando el documento.

—Oiga —interviene Toth—. ¿Qué les hará?

—Soy un hombre de palabra —digo y acciono esa pequeña semilla plantada en las mentes de ese par. Sus ojos empiezan a volverse rojos por completo y sus rostros pierden todo rastro de disgusto a no tener ni pizca de vida—. No están muertos, no me sirven así. Pero tampoco están "consientes" ahora son míos y si me llegan a traicionar —Miro a los últimos tres Dumont—. Estarán encerrados en su propio cuerpo sirviéndome hasta la eternidad. Ahora vamos, tenemos que los ejércitos de sus hermanos y los de Seth para la guerra.

Romina y Toth se van con Atlas a controlar los ejércitos de Allikan y Roman. Mientras que me quedo con Demian en el castillo de Olena para organizar la política y los ejércitos. Envío a Demian a lidiar con los consejeros de Olena, el hombre tiene más paciencia para enfrentarse con esa gente y como es hijo de Seth, lo escuchan más.

Me encargo de trazar una línea segura para que mi ejército entre en el reino de Olena. Los ciudadanos se mantienen en sus casas resguardados o huyen lejos del que sería probablemente el campo de batalla. Los ejércitos de Seth llegan a la semana con el armamento de mi hermana y los mil Einars. Pobre Demian, tendrá horribles pesadillas.

Seth y yo nos reunimos con sus generales y los míos para planificar y dividir el reino de Olena. Seth y sus soldados se irán al occidente, mientras que yo me quedo en el oriente.

—Romina se quedará con las tierras de Allikan y Roman. Y Toth con las de Maegor, Bran y Rowan —le digo a Seth en la sala de reuniones de Olena.

—Y el rey serías tú —dice mirándome fijo—. No me parece. Ya tienes demasiado territorio como para darte más.

—¿Y qué quiere hacer? —pregunto sentándome al frente de él. Lo único que nos separa es la larga mesa—. ¿Dejarle a su hijo este reino? Ya Demian tiene bastantes tierras y les va bien con ellas.

—Demian es aún un muchacho que tiene que seguir moldeándose, dejarle esta responsabilidad sería idiota de mi parte. Prefiero que tenga poco, pero que lo haga excelente, a que tenga mucho y fracase —explica tranquilo—. El mismo consejo aplica para ti. ¿qué te parece tu hija Seraphine? Que mejor forma de controlar este caótico reino, que la diosa del caos.

—No sería mala idea —Me planteo ese pensamiento—. ¿Y Atlas como rey? De una u otra forma un Dumont seguiría siendo rey.

—Pero, las tierras que nos dividimos no hace mucho. Todas serían para que mi hijo y su descendencia las controle —comenta con una sonrisa, en ese momento se borra la mía—. Tu hija sería reina, los planetas serían tuyos ¿no crees que ya es suficiente?

Cuando iba a responder, Demian entra agitado a la habitación.

—La caravana de Atlas, Romina y Toth ha sido atacada por las fuerzas de Maegor —exclama Demian preocupado—. Han perdido casi la mitad del ejército recuperado, Toht se encuentra en la enfermería gravemente herido al igual que Romina. Pero Atlas... lo capturaron.

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