Seraphine: La Condena
—Todo saldrá bien, ya lo verás —dice Atlas sentando en el borde de la cama—. Saldremos de esto.
—Para ti es fácil decirlo, no te están juzgando por crímenes de guerra —replico cruzada de brazos. Miro por la ventana desde nuestra "celda", aunque la señora Laila fue amable en no encerrarnos en sus calabozos—. Mira, no me arrepiento de lo que hice del todo, esos desgraciados se lo merecían.
—Entiendo, pero...
—Atlas, no me arrepiento. De una u otra forma iban a morir. Mi padre y el señor Seth tenían un ejército de más de veinte mil soldados listos para masacrarlos. Lo que hice fue agilizarles el trabajo —exclamo cansada del mismo tema—. En las guerras mueren inocentes, tú lo sabes.
—Lo sé, pero la magnitud del...
—Caos, ya no quiero hablar de esto —Me acerco a él y me arrodillo—. Lo único que me importa es que estés conmigo, de la forma que sea, estoy feliz de que estés aquí.
—Yo también lo estoy —Me sonríe y me toma del rostro—. Cada vez que te veo, me da mil motivos para estar aquí.
—¿Solo mil? —pregunto maliciosa y me levanto para sentarme en su regazo. Ya no tiene la armadura de un dios, ahora solo tiene las ropas comunes de un hombre mortal. Voy a quitarle la chaqueta, pero abren la puerta y maldigo para mis adentros.
—Mi señora me ha enviado para llevarlos con ella —habla una sacerdotisa, la misma que nos trae las tres comidas diarias por las dos semanas que nos han tenido encerrados. La seguimos por el pasillo y nos escoltan cinco soldados fuertemente armados. Sus patéticas armas no me harían ni cosquillas.
El palacio de la diosa Laila es un poco más pequeño que el castillo sombrío. Pero la diferencia que este está mejor distribuido y decorado. De una u otra forma, hay más colores en la decoración, que solo el típico negro. Llegamos a la sala de reuniones del palacio, allí se encuentran reunidos el señor Seth, el señor Kenan y la diosa Laila.
—Tomen asiento —Nos señala el señor Seth a las dos sillas vacías. Ellos están sentados en la punta de la mesa, el señor Kenan liderando en la punta. El señor Seth en el lado izquierdo y la señora Laila, en la derecha. Nos sentamos a varios puestos de distancia—. Hemos estado conversando sobre su caso y hemos llegado a una conclusión.
—Empezaremos con el caso de Atlas —interviene el señor Kenan—. La diosa Aryana vino hacia a mí en busca de protección para Atlas. Ella me pidió permiso para prevenir algún tipo de daño en contra de Él. El cual accedí y le expliqué lo que tenía que hacer, en caso que el momento se presentara y así lo hizo —Él nos mira a ambos de forma tranquila—. Laila ha aceptado que formes partes de sus dioses, siempre y cuando que tu propósito sea la obediencia absoluta hacia a ella y a la familia.
Los miro desconfiada.
—¿Sí acepto, cuáles serían mis funciones? —pregunta mi esposo curioso.
—Ella —Me señala la diosa Laila—. Todos los dioses tenemos nuestra contraparte, tú eres la de ella. Y ahora eres responsable de procurar que Seraphine no vuelva a tener un arrebato como el de los espectros. Y entre otras tareas que te asigne.
—¿Voy a tener una niñera? —cuestiono irritada.
—Hablarás cuando se te ordene —Me regaña el señor Kenan—. Atlas se encargará de conservar la paz de este lado del universo y tú eres parte de su trabajo.
—Y gracias que Atlas absorbió una parte de tu poder, podemos estar tranquilos que estarás contenida por un buen tiempo —interviene el señor Seth—. Laila quiere castigarte por lo ocurrido, sin embargo, no me parece oportuno en estos tiempos, ya que nos ayudaste a la conquista del reino de los espectros —Me quedo en silencio y él continua—. Para mantener las cosas niveladas, cumplirás tu castigo gobernando junto con Atlas el reino de los espectros. Entre los dos se encargarán de retribuir y preservar la paz en dicho reino.
—¿Puedo oponerme? —pregunto y ellos me miran mal.
—Si lo rechazas, irás a prisión preventiva, se te drenará tus poderes y te quedarás por lo mínimo quinientos años encadenada —Replica el señor Kenan—. Yo tú, escojo gobernar y reconstruir el reino de los espectros, y hacer servicio comunitario.
—¿Y qué sucede con el resto de mis hermanos? Ellos no querían a un Godness y menos a mí como rey —Interviene Atlas—. ¿Quién queda con vida?
—Romina y Toth están con vida. Maegor lo asesinó Seraphine —Seth mira a Atlas—. Y Tristan mató a Roman el mismo día que este asesinara a Olena y capturó a Allikan, Bran y Rowan, y ya fueron juzgado por traición y los ejecutaron hoy en la mañana.
Atlas se tensa, pero no dice nada.
—Romina y Toth han sido informados sobre la decisión de la sucesión y la aceptaron —Seth continúa hablando—. Tu antiguo ducado será su única posesión y será transferido al momento que tengan hijos. En cuanto al reino de los espectros, este se ha ido recuperando a nivel natural gracias a ustedes. El castillo de Olena está habitable, al igual que la capital. Tienen que reconstruir con sus propios la zona oriental.
—¿Con nuestros propios medios? —pregunto confundida.
—La familia, ni el estado les brindará ayuda económica para dicha reparación, debido a que primero; no tenemos ninguna responsabilidad con el reino de los espectros gracias a las políticas de Robert y Olena. Segundo, el daño causado no fue responsabilidad de la familia...
—De igual forma iba a ver una guerra —Interrumpo al señor Seth—. Su guerra y la de mi padre ¿cuál iba a ser la diferencia si masacraba usted a los espectros, a que lo hiciera yo? Usted dijo que les ayudé a que no hubiera bajas de sus soldados, que el armamento sigue casi intacto —me relajo un poco—. Miren, acepto el castigo de ir ser la reina de esas criaturas, pero no pretendan que levante del fango a un reino que ni siquiera podía darle de comer a sus propios ciudadanos.
—Encontrarás la forma de hacer prosperar tu encantador reino —comenta la señora Laila con una sonrisa—. Míralo como un reto, los mejores gobernantes se hacen así mismo con su esfuerzo e inteligencia. Lo bueno que le dejaste claro a tu reino lo que pasaría si se portaban mal.
—¿Por cuánto tiempo? Usted dijo que, de acuerdo a las muertes causadas, serían el número de años de mi "castigo" —digo con los labios apretados.
—Hasta la muerte —responde la señora Laila de manera maliciosa.
—Pero los dioses son inmortales —comenta Atlas dándose cuenta de la obviedad de la situación.
—Noooooo me digas —replico sarcástica y él me mira asesino—. Cómo sea, lo que...
Pero no me dejan terminar porque tocan a la puerta. La señora Laila se enoja y grita:
—¡Qué quieren! —exclama alterada y yo no puedo evitar soltar una risita—. Sigues, y te irá peor —me amenaza.
Un soldado entra firme a la habitación y dice:
—Mi señora, disculpe la intromisión, pero la reina Luna ha enviado un mensaje para usted —El guardia le entrega el rollo. Ella se relaja, pero luego se sorprende—. ¿Luna estaba embaraza?
—Sí, si no me equivoco ya falta poco para que dé a luz —respondo como si nada—. ¿Le sucedió algo?
—Acaba de entrar en labor —dice destruyendo el rollo—. ¿Y bien? ¿Todo acordado?
—No tenemos opciones —digo resignada.
—Que linda actitud —dice sonriente—. Bueno, ahora que dejamos esto listo. Cariño, tú te encargas de que ese par cumpla con sus funciones.
Él iba a protestar, pero su esposa le corta.
—Cariño, tu reino, tus castigos ¿recuerdas? No me puedo inmiscuir en tus asuntos —Ella lo mira triunfal y él la fulmina con la mirada.
—Que lindo matrimonio —comento divertida. Los Tres me miran serios—. ¿Iremos al parto de mi tía Luna?
—Sí —responde el señor Kenan levantándose—. Adelántense, yo tengo que buscar a sus hijos y esposo.
—El chofer —Seth bromea y el señor Kenan tuerce los ojos y desaparece de la habitación—. Ustedes vayan, yo...
—¿No quieres ver a tu nieto? —le pregunta la señora Laila cruzada de brazos.
—¿Qué nieto? —pregunto confundida.
—Vamos entonces —Se levanta y le toma de la mano a su esposa—. Ya saben dónde vernos.
Y desaparecen.
—Que groseros —exclamo haciéndome la ofendida.
—Y lo dices tú —responde serio. Me levanto y ruedo su silla para hacerme espacio y sentarme en su regazo—. No tienes que hablarme así al frente de tu familia.
—Entiendo —me acerco a sus labios y le planto un fuerte beso—. Tú sabes que te amo y qué haría todo por ti.
—Sí, lo dejaste claro —dice mirándome fijo—. Solo quiero que no me rebajes o que me hagas ver como un tonto.
—Lo siento, cariño —Le acaricio su larga cabellera—. ¿Me perdonas?
—Solo si no lo harás de nuevo —Me sujeta por la cintura.
—Prometido —Extiendo mi meñique y él lo toma con su meñique—. No hay nada que rompa una promesa del meñique.
—Vámonos, o van a pensar que nos fugamos —Atlas me mueve y los dos nos teletransportamos al palacio de mi tía Luna.
Nos encontramos en el recibidor del palacio de mi tía, unos guardias se percatan de nuestra presencia y nos apuntan con sus lanzas.
—Cositas —Los miro con ternura.
—Somos Atlas y Seraphine Godness, venimos por el parto de la reina Luna —Atlas les habla alerta.
—Créanme que sus lanzas no nos harán nada —Les amenazo, pero para fortuna de ellos aparecen mi hermana Louisa.
—¡Seraphine! —Ella exclama corriendo hacia a mí y yo la recibo en mis brazos—. ¡Te extrañé! —Ella chilla y luego me mira enojada—. ¿Dónde estabas? Mamá no me ha querido decir casi nada de tu paradero.
—Estábamos en prisión —digo con una sonrisa y Atlas carraspea enojado—. Pero ya salimos con todos los cargos retirados. Solo tenemos que cumplir servicio comunitario, limpiar las calles con una pala por tres meses. Nada que tu hermana no arregle.
—Lou, porque no mejor nos guía con el resto de la familia ¿sí? —Atlas le habla gentil.
—Sí, claro. Mamá le encantará tenerte de regreso. Ahora que Demian ha tomado tu lugar como regente del reino de papá —dice cabizbaja y la miro con el ceño fruncido.
—¿Qué hace ese pedazo de caca allí? —exclamo enojada.
—Como te dije, te fuiste a no sé dónde y ahora Demian controla todo con mamá y Meghan —Ella me mira decepcionada—. Pero ahora que volviste, los echarás y estarás conmigo y mamá.
No le respondo porque llegamos a la sala de estar principal, donde casi toda la familia por parte oscura está reunida. Solo faltando mi padre, automáticamente llamamos la atención y todos se callan.
—La encontré y a Atlas también —Lou exclama radiante.
—No vengan todos al mismo tiempo —exclamo torciendo los ojos.
—¿Qué te he dicho de torcer los ojos, jovencita? —Me regaña mi abuelo Cosmo.
—Que es de mala educación —respondo con una sonrisa.
—Hasta que regresas —exclama Demian con una sonrisa socarrona—. Se te extrañaba, espero que todo haya ido bien.
—Al parecer estuviste ocupado —digo tomando asiento en el mismo mueble que mi abuelo Cosmo.
—Pues sí, alguien había dejado el trabajo tirado y alguien se tuvo que hacer cargo —Él me mira con una cara insufrible.
—¿Dónde está mi madre? —Le pregunto a mi abuelo.
—Está ayudando a mi hija en el parto —dice jugando con mi prima Renata, mientras que mi tía Estrella carga a Edwina, al parecer la beba está dormida.
—Así que Atlas, cuéntanos a la familia sobre tu nuevo ascenso —Demian comenta animado—. Escuché por un pajarito que te convirtieron en un dios.
—¿No sabes cuándo callarte? —exclamo irritada.
—Solo estoy intrigado ¿eso es acaso un crimen? —Por supuesto que se hace el ofendido. Meghan le pone una mano en su pierna y él la mira con una sonrisa, pero ella niega con la cabeza.
—Yo estoy intrigada por los nuevos poderes de Atlas —dice mi tía Estrella sentándose al lado de la esposa de la señora Tabitha, ella carga un bebé de pocos meses de nacido.
—Es complicado —Interviene mi esposo apenado.
Se hace un silencio incómodo, pero de la nada salen disparados dosdragones bebés entrando a la sala. De inmediato la Edwina se despierta yempieza a llorar y Renata aplaude emocionada
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro