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Prólogo (Louisa: El Baile De Coronación)

No tengo permiso de separarme del sequito de mi padre, si quiero beber algo o comer, tengo que esperar a que mi padre termine de hablar con alguien importante dentro o fuera de su reino. Mi madre tampoco se separa de él, ella se encarga de hablar con la esposa o los consejeros de la persona importante. Mi hermana está como un halcón vigilando las mentes de todos, en cierto punto, es gracias a ella que no me puedo separar de mi padre. Ella vio que demasiados hombres mayores tenían ideas bastantes desagradables conmigo, ya que soy la hija del nuevo rey de las sombras. Es a través de mí o de Lucian que pueden acceder a mi padre, con Seraphine no, porque Atlas se les adelantó.

El gran salón de baile está a punto de reventar por la gran cantidad de invitados. Me siento sofocada debido a que, tengo la corte de mi padre encima, las personas que se abalanzan para hablar con el rey más sus cortes. Siento que me falta el aliento y el calor es espantoso. La misma cantidad de personas, me ayuda a alejarme de mi padre.

Salgo por el lado izquierdo, los espectros están charlando en su idioma.

—¿Dónde está el ponche? —les pregunto a dos hombres espectros en su idioma. Ellos me miran de reojo y señalan hacia la derecha—. Gracias.

Camino más relajada por no tener a todo ese mar de personas amontonadas. Llego a la gran mesa de bebidas, hay de tantos colores, creo que está todo el arcoíris en la mesa.

—Las rojas no tienen alcohol —contesta un chico por detrás de mí—. Dos copas para la princesa y para mí —le dice el chico al camarero—. Me llamo Warlock Lennox, hijo del conde Nawel Lennox.

—Es un placer señor Lennox —responde cortés, el chico es sumamente alto, creo que tiene la misma estatura de mi padre. Su piel morada me llama la atención—. ¿Su padre no es el conde de las tierras de Evander?

—Así es —él toma las dos copas y me entrega la mía—. Y el suyo el rey de este basto reino.

—Así es —digo dándole un sorbo a mi copa—. ¿Y dónde se encuentra su padre?

—Intentando por dos horas hablar con el suyo —él se voltea y señala el lugar donde un grupo de criaturas de piel morada y verde están tratando de hacerse un hueco en la masa de cuerpos y materia. Es tan grande que no se puede bailar porque la pista de baile se encuentra ataviada—. ¿Y tú qué haces aquí?

—¿A qué te refieres? —pregunto confundida, la bebida sabe a fresa y mora.

—¿No deberías estar con tus padres? —él bebe su copa de un tirón—. Otra.

—Beber tanto no es bueno —le digo con la copa por la mitad.

—No tiene alcohol, lo único que provocará es mandarme al baño a orinar —replica sosteniendo la otra copa llena—. No has respondido la pregunta.

—¿A caso no ves lo sofocante que estar allí? —señalo el lugar.

—Buen punto princesa —responde rascándose una oreja—. ¿Y qué se siente ser hija de tus padres? Ya que son dioses y la cosa. Nunca he visto a un dios.

—No tengo idea, mi papá es mi papá —respondo dándole un sorbo a mi bebida.

—Interesante —él se queda pensativo—. ¿Y qué harás en este momento? Unos amigos y yo nos vamos al jardín a hablar, es más cómodo que aquí ¿te vienes?

—Tengo que pedir permiso —digo mirando con una mueca al mar de personas.

—Tarea difícil, incluso si eres una Godness —responde ya dispuesto a irse. Dudo por un momento y lo sigo, me pongo alerta. Hay demasiadas sombras, ya sé controlarlas por si sucede algo.

Rodeamos el mar de gente, veo a miembros de mi familia hablar con su propia corte y con otra personalidad de este reino. Mis primos están con mi tía Luna, ella les prohibió separarse de ella. Ellos la tienen más complicada que yo, sobre todo a Marcus por ser hijo del rey donde salió los enemigos que atacaron y mataron al difunto rey Robert.

La música es opacada por el bullicio de las personas, lo cual es una lástima porque es muy buena. Salimos a los altos jardines, mi madre ordenó que esta parte del castillo se viera llena de vida que se notara de gran medida que la decoración maximalista era de ella. Las personas están caminando, otras se están besando y otras están sentadas en bancos de mármol. Rodeamos varios setos hasta llegar a un grupo de jóvenes diversos, algunos tienen pieles de colores, otros tienen cabellos de colores, algunos tienen orejas alargadas, otros tienen cuernos o colas. Creo que yo soy la menos llamativa de todos, con mi piel color durazno pálido, cabello rojizo y orejas redondeadas.

—Empezaron sin mí, desgraciados bastardos —les recrimina Warlock. Se abalanza hacia los chicos y estos lo atrapan. Las chicas suspiran cansadas.

—Ustedes son unos idiotas —responde una chica de piel morada—. ¿Padre todavía intenta hablar con el rey?

—Todavía, el pobre ni siquiera ha podido traspasar la primera barrera —Warlock se sienta en la banca y pone sus brazos en los hombros de dos chicas de cabellos rojo intenso. Una rechaza el brazo y la otra se acurruca en su pecho.

—¿Y tú quién eres, por qué estás parada como una tonta? —pregunta la chica de piel morada, creo que es hermana de Warlock.

—¡Oye! Discúlpate ¿acaso quieres que te cuelguen? Para mí no hay problema, pero me quedaría sin alguien a quien molestar —Warlock se pone alerta—. Discúlpela su alteza, su educación pueblerina le ha afectado el cerebro.

—La misma tuya, imbécil —responde la chica de piel morada—. ¿Dijiste su alteza?

Ella al igual que todos me miran fijo y se dan cuenta de mi procedencia.

—Por favor perdóneme, no tenía idea, su alteza —dice la chica de piel morada arrodillándose.

—Milo, dale tu banco —le ordena Warlock, el chico protesta, pero se levanta rápido. Me voy a sentar y todos me miran curiosos.

—¿No se suponía que deberías estar con tu padre? —responde la chica de pelo rojo sangre que se soltó del brazo de Warlock.

—¿Te refieres a la masa de lameculos? Hasta yo me hubiese ido antes —responde el chico Milo.

—Pero tu padre está en esa masa —responde la chica que está acurrucada en el pecho de Warlock.

—Que sea mi padre, no lo exime de ser un lameculos —reprocha Milo—. Al igual que sus padres.

—Salud a eso —dice un chico acercando una jarra de licor, la pasa entre todos, pero yo la rechazo. No bebo alcohol y mucho menos con extraños.

—No se supone que el rey mantendrá las mismas alianzas de antes —reflexiona la chica de piel verde. En total hay cinco incluyendo a Warlock.

—Si te refieres a las maltrechas alianzas que el fallecido y amado rey —Warlock finge una cara de afligido— Robert tenía, no lo creo. Ya les quitó las sanciones a los espectros.

—¡Salud! —celebra Milo animado.

—Y tiene de aliada a la reina Olena, quien te asegura que las antiguas alianzas se mantendrán o se quitarán.

Todos me miran esperando una respuesta.

—Tu padre gobernó un planeta y un buen número de gobernadores lo apoyan ¿Qué tan bien lo hizo en su planeta? —pregunta la chica de pelo rojizo sin el brazo de Warlock.

—Bastante bien, mi padre es alguien que le gusta trabajar, le gusta ayudar a su pueblo y no les teme a los retos —respondo con una sonrisa. Mi padre es el mejor.

—Interesante —responde Warlock rascándose la barbilla. Los chicos me dicen sus nombres. Las dos chicas pelirrojas se llaman Anabel y Milicent, son gemelas, hijas del general de las fuerzas armadas del reino de mi padre. El chico Milo, es hijo de un empresario agricultor y la otra chica morada es Audrey Lennox, hija mayor del duque Nawell Lennox.

Ellos me hablan de sus familias, la familia de Milo tiene un gran control sobre las cosechas de la capital y son grandes contribuyentes hacia la corona. Su familia también comercia con los espectros y ahora con el levantamiento de sus sanciones, pueden comerciar sin tantas restricciones.

—Tu padre ha hecho muy feliz a mi familia y por consecuente a mí —responde el chico de la piel verde.

La familia Lennox tiene sus tierras en el occidente del reino, son abanderados del ducado de Atlas y mi hermana.

—Considero que tu padre debería hablar más con mi hermana y su prometido que con mi padre, siento que sería algo satisfactorio —comento educada.

—Ya lo hicieron, bueno... mi padre habló con el señor Stonewell —responde Audrey, ella tardó en decir el nuevo apellido de Atlas.

—¿Y cómo se llevan con el hijo del rey Robert? —pregunta Warlock intrigado.

—Mi padre adora a Atlas, en teoría lo crió desde que era un niño pequeño, hasta la mayoría de edad. Hasta que su hermano por parte materna se lo llevó —respondo con normalidad—. Mi familia lo quiere mucho, sobre todo mi abuela Aryana, que siempre se lo llevaba en sus viajes divinos.

—¿No tienen problemas con que sea el hijo del rey Robert? —pregunta Milicent, ella es la que está acurrucada con Warlock.

—El fallecido rey nunca se hizo cargo de Atlas, para él, mi padre es su padre. No comparten línea sanguínea, pero eso no impide para demostrarse amor y respeto, como padre e hijo —zanjo el tema y ellos no insisten más.

Ellos dejan el tema de sus familias a un lado y empiezan a chismear sobre sus vidas. Las hijas del general Fedrax, empiezan a hablar sobre la escuela ShadowValle, me quedo en silencio. No quiero divulgar que voy a asistir a esa escuela, no quiero que se me amontonen como a mi padre.

—Así que Warlock ¿te unirás a nosotras en la casa Asherah? —Anabel alza una ceja maliciosa.

—Eso espero, no quiero formar parte de la casa Quiback —comenta con asco.

—¿Qué casas hablan? —pregunto curiosa.

—En la academia donde asistimos —Milicent sale del pecho de Warlock—, hay tres casas a la que debes ingresar. Son tres porque fueron tres los que fundaron la escuela. Harry Asherah, Marjorie Quiback y Amadeus Alvis...

—La casa Asherah es la mejor porque están en su mayoría todos los hijos de las personas más importantes, empresarios, duques, militares. Los valores de la casa Asherah son la inteligencia y el poder por encima de todos —responde Anabel maliciosa—. ¿Vas a asistir a la academia?

—Creo que si —respondo tímida—. ¿Y las demás casas?

—La casa Quiback es donde acaban los idiotas —se ríe Anabel a carcajadas.

—El lema de esa casa es "la empatía reinará" —responde Milo—. Los que acaban en la casa Quiback son personas amables, sensibles, por lo general son artistas o artesanos. Mi madre fue de Quiback —él se sienta a mi lado—. Yo soy de la casa Alvis, ellos son los que escogen la fuerza o tienen algo que ver con el ejército.

—No me molestaría quedar en Alvis —replica Warlock.

—Cualquiera de las tres estará bien para mí —respondo sin más. No me importa quedar en ninguna familia poderosa, ya estoy en una.

Siguen hablándome de la escuela hasta que llega un guardia y me dice que tengo que volver con mi familia. Me despido de ellos y camino al lado del guardia. Las personas me observan curiosas y susurran. Yo soy lo más cercano a mi padre, pero no tengo ningún tipo de poder, no soy influyente, solo tengo doce años. Y las personas me miran como si yo fuera una especie de puente con mi padre. Mi padre no habla de política conmigo, no me habla de sus planes, solo escucho lo que me dicen.

Lo triste de todo es que, no voy a tener amigos. Amigos de verdad, los que me querrán por lo que soy y no por donde provengo. Y esa va a ser mi nueva realidad.

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