Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Demian: Empatía

    —¿En serio se tienen que tratar de esa forma? —Le recrimino a mi padre.

—Si tu madre no se metiera en mis asuntos, tal vez no la trataría así —responde admirando la espada que le trajo mi madre.

—Sí, es grave que madre se meta en tus asuntos. Supongo que si lo hubiera hecho antes este problema con Robert no hubiera pasado —digo sentado al frente de él. Él no se inmuta, lo cual me desquicia un poco.

—Aprecio la lealtad que le tienes a tu madre, créeme lo valoro. Pero te recuerdo que yo también soy tu padre y tu señor para que me hables de ese modo —Él me penetra con su mirada asesina—. Ahora bien —Se levanta con la espada, la misma se le sale por un lado un humo rojizo y por el otro, uno azul turquesa—. Tristan se encargará de las fronteras que dan hacia los planetas, mientras que nosotros nos encargamos de las fronteras del interior y pondremos las cosas medianamente decentes para que Seraphine tome posesión.

—¿Qué quieres decir con eso? —pregunto frunciendo el ceño.

—Seraphine junto a Atlas será reina de los espectros. Mientras que tú y tu descendencia gobernarán el interior de este reino —Me mira curioso—. No serás rey de un gran título, pero tendrás el territorio de uno. Estarás en el gobierno sombrío como primer ministro, manejaras todos los ducados con ayuda de tu esposa y dispondrás de ciertos ducados para que se los entregues a tus hijos —Lo miro desconfiado—. Considero que manejarás tu herencia de buena manera.

—Cuando dices primer ministro, ¿te refieres a que haré lo mismo que venía haciendo Seraphine hasta que ella tome posesión del antiguo reino de Olena? —pregunto más calmado.

—Sí, Tristan tiene que poner en cintura a los gobernadores de los planetas. Y tú pondrás en cintura a los duques y señores de por aquí —responde sirviéndose una copa de vino—. ¿Quieres?

Asiento y él me entrega una.

—Sé que me equivoqué en no meter a tu madre en mis asuntos —Él mira por un momento la copa—. Pero mis equivocaciones pretendo resolverlas yo. Demian, eres mi hijo y pretendo que tú sigas con mis labores en este plano. Que cuides mi reino mientras que yo no esté. Sé que dejárselo a alguien que no le duele las perdidas, solo trajo problemas. Pero a ti, que ere mi familia, si le dolería perderlo todo, que pelearías por tu herencia mejor que nadie. Sé que no te puse como un rey, pero te puedo decir que los mejores reyes son los que no necesitan una corona —Él extiende su copa y yo hago lo propio—. Por un futuro próspero.

Brindo con él y los dos nos bebemos nuestras bebidas.

—Ahora bien, necesito que vayas a la capital y vigiles a Seraphine y a su madre. Ve haciéndote un hueco en ese lugar hasta que se haga oficial todo —dice y me quita la copa vacía—. Y que no se te olvide ir procreando herederos.

—Eso último lo podías obviar —comento incómodo.

—No, tus hijos son importantes para los planes de tu madre y míos —responde mirando su reloj—. Pero en serio vete, necesito que estés allá.

—¿Y Tabitha no tendrá un hijo pronto? —le pregunto curioso.

—Ese niño se va a los planes de tu madre —responde incomodo—. Y tampoco me agrada que Kenan sea de una u otra forma el padre de esa criatura.

—Entiendo —asiento y le extiendo la mano, él la toma y me hala a sus brazos fundiéndonos en un abrazo.

—No lo digo mucho, pero solo quería que supieras que estoy orgulloso de ti —dice en mi oído y yo me paralizo. Me regaño para evitar que no salgan las lágrimas.

—Gracias papá —digo cohibido y me suelto.

—Bien —Él asiente y sale de la tienda.

Me despabilo y tomo a mi guardiana y me teletransporto hacia el castillo de la capital sombría, el cual está medianamente tranquilo. Camino con mi guardiana en brazos hasta llegar a la oficina de Tristan/Seraphine/Lina, los guardias de ella están afuera y cruzan sus lanzas en cuanto me ven.

—Me gustaría hablar con su reina —digo dejando a mi guardiana Lydia en el suelo—. Díganle que Demian Godness quiere hablar con ella.

Ellos cruzan miradas y tocan la gran puerta de madera. Admito que Lina ha hecho un buen trabajo en redecorar este lugar, tiene ahora un aire sofisticado y algo iluminado.

Se escucha la voz de Lina indicando que se puede entrar. El soldado entra y me anuncia, Lina le dice que sí y me cuelo hacia la oficina. Un gran fuego llama mi atención en la chimenea, se supone que estamos a nada de terminar la primavera.

—Justo a la persona que quería ver —Me saluda enérgica, un hombre robusto y con buen traje me realiza una reverencia y se retira. El soldado detrás de mí cierra la puerta dejándonos a solas—. Por favor dime, que lo que se dice de mi hija no es cierto.

—Depende, tienes dos hijas —digo con una sonrisa, pero ella no sonríe—. ¿Te refieres a Seraphine y los espectros? —ella asiente.

—Dime, que ella no ocasionó un genocidio en el reino de los espectros —Su voz denota suplicas, pero su porte sigue estando regio.

—Genocidio no sería la palabra que usaría, para serte franco —digo tomando asiento en un mullido sofá—. Seraphine llegó primero con nosotros gracias al imprudente de tu esposo. Se ofreció ir con nosotros a recuperar las tierras tomadas por Maegor y sus hermanos. Mi padre la envió a hacer reconocimiento, aguardamos bastante tiempo a que llegara, pero no lo hizo. Lo que sucedió luego fue que Tristan alertó al resto que teníamos que retirarnos lo más rápido posible, ya que Seraphine tuvo una crisis o como quieras llamarlo —Me callo un momento recordando la caótica retirada. Le sigo contando a Lina como tuvimos que hacer mi padre, Tristan y yo para retener el gran muro rojo de caos de Seraphine y como esta empezó a pelear con los espectros y masacrando a cualquiera que se atreviera a detenerla—. El caso fue que tu esposo puso como una especie de campo de fuerza en todas las fronteras del reino espectral para que tu hija no nos abdujera y que no formáramos parte de su ejército de muertos vivientes o el eufemismo que quieras usar.

Ella se lleva las manos a la cabeza angustiada.

—Por lo que pude sacarle a mi madre, Seraphine había hecho todo eso porque Maegor había matado a Atlas —comento para darle sentido a las acciones de Seraphine. Lina abre los ojos aterrada—. Pero la señora Aryana lo había convertido en un dios sin la autorización de mi madre y ahora están los dos custodiados en el castillo de mi madre a la espera de un juicio o algo parecido.

—Pero... ella no haría... ¡Carajo! —exclama iracunda y se escucha un fuerte trueno a lo lejos—. ¿Y Tristan, qué ha hecho respecto a esto?

—Mi padre lo envió a proteger las fronteras entre los espectros y los planetas. También a vigilar a los gobernadores —respondo mirando sus nerviosas caminatas de un lado a otro.

—¿Qué clase de juicio quiere hacer tu madre? Dime que no ha impartido sentencia —Se detiene al frente de mí y me sostiene las manos con fuerza.

—Por lo que le entendí, ella quiere castigar a Seraphine duramente. Algo así como poner de ejemplo a Seraphine a todos los demás dioses que podemos ser castigados por nuestros arrebatos o delitos —respondo y ella me suelta aún más molesta—. Mi padre no quiere castigar tan severamente a tu hija, porque sí, hizo mal con los espectros. Pero también, militarmente hablando, Seraphine nos redujo por los menos años de conflictos que habrían dejado más muertes por ambos bandos y sería aún peor para los demás ducados de este reino.

—Pero mi hija causó todas esas muertes —Me corta molesta—. Mi hija causó... —Se corta y algunas lágrimas se asoman en los grandes ojos de caramelo de Lina.

—Entiendo el punto —digo consolador—. De todos modos, iban a ver muertes...

—¡Pero no que mi hija las causaría! —exclama alterada.

—¿Y cuál es la diferencia de ordenar una guerra a ejecutar una? Es igual de culpable la persona que ordena la muerte como el quien la ejecuta —replico calmado—. Esta familia ha perdurado a lo largo de los siglos por las muertes que hemos causado para mantenernos aquí. Desde monstruosos espectros, hasta una familia con niños incluidos que no querían abandonar su casa —Me callo al recordar la forma en la que tuve mi ducado—. En todo caso ¿con que cara juzgamos a las personas de sus pecados si nosotros somos los principales pecadores?

—No te discutiré eso, pero... —Ella se derrumba a mí lado—. Es mi hija, me duele su dolor, me duele porque yo no... —Se calla y se lleva las manos a su rostro y empieza a llorar a moco suelto. La miro triste y saco un pañuelo de mi chaqueta y se lo entrego, ella lo acepta y se sopla la nariz. Sigue así por un rato, hasta que le doy un abrazo y ella empieza a llorar más fuerte en mi hombro.

—Es que todo esto —Ella tiembla con cada sollozo—. Que seamos dioses y que sepamos automáticamente todos los planes, que hagamos milagros, que resolvamos hasta lo más mínimo. Simplemente odio todo esto, pensaba que, al ser una diosa, todo se resolvería porque ahora así tendría más poder para hacer las cosas. Pero lo único que me ha causado son problemas.

—Entiendo lo que dices —Nos separamos y ella se sopla la nariz con mi pañuelo—. Cuando nos convirtieron, no tenía idea y sigo sin tenerla ¿para qué fui hecho? ¿para qué sirvo? ¿soy un seguidor o un líder? ¿seguiré bajo las faldas de mi madre? Intenté hablar esto con tu señor, pero lo único que recibí fueron malas palabras. Quisiera hablar de esto con mis padres, pero no quiero que vean que soy débil, ya que ellos son ellos ¿sabes?

—Mi abuelo no es bueno dando consuelo —responde tranquilizándose—. No sabía que estabas pasando por esto, suponía que era yo sola nada más. Y entiendo tu punto con tus padres, créeme todos los hijos pasamos por lo mismo. Vemos a nuestros padres haciendo grandes cosas, lo vemos con tanto orgullo que pensamos que son seres perfectos y que hacen todo a la primera. Pero luego tienes hijos y te das cuenta que ese velo se desvanece y ves la realdad. Desde que soy mamá pienso que hago todo mal, que nada me sale bien por mucho que lo intento. Hace un momento con lo de Seraphine iba a decir que yo no la había criado de esa manera para que hiciera eso, pero me callé porque yo no la crié. Estaba en pocos momentos en su vida como para decir que fui una madre para ella y ahora siento que hago lo mismo con Louisa. Soy buena en mi trabajo, pero el que debería ser el más importante, termino siendo un desastre.

—La crianza puede ser un factor para el pensamiento de los hijos, pero no es un determinante. Los hijos toman sus decisiones conforme a lo que creen correcto o en base a sus sentimientos —respondo casi en automático—. Tal vez fuiste una persona ausente en la vida de tus hijos, pero eso no significa que lo serás por siempre, es tu decisión si quieres estar o no. Pero lo importante es dejar en claro en los pequeños momentos el gran amor que les tienes y que tus palabras estén en sintonía con tus acciones —Ahora soy yo el que necesita un pañuelo—. A veces nuestra mente nos puede decir que lo estamos haciendo mal, algunas veces puede estar en lo correcto, pero también puede equivocarse. Y la mejor forma de comprobarlo es viendo desde el punto de vista de la otra persona, ver cómo nuestras acciones les afecta y así vemos si lo estamos haciendo bien o mal.

—Eso se llama empatía —comenta Lydia a un lado del mueble.

—Bueno, eso —digo mirando a Lina con una sonrisa—. A veces practico eso, aunque fracaso algunas veces, no dejo de intentarlo hasta lograrlo. Por ejemplo, hoy mi papá me dijo que estaba orgulloso de mí. Y para que mi padre diga eso, hay que ser alguien extraordinario o ser muy bueno en tu trabajo y me lo dijo a mí —Ahora si no contengo mis lágrimas y Lina me da un abrazo—. Mi papá está orgulloso de mí.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro