4. Página de relleno
El maullido de Fer logró despertarme. Hoy era sábado, pero no «ese» sábado. Un fin de semana común y corriente que tenia bien merecido luego de cargar con toda esta desgracia llamada: «humor del universo»; el cual, me atrevo a decir, que es pesadísimo.
Con flojera me di vuelta en la cama, dejando mi vista posada sobre mi baúl... ¿valdría la pena levantarme temprano?, igual podría dormir otro rato; no había clases; lo peor que me podría pasar si me levanto más tarde es perderme el desayuno.
Luego de distraerme con mi baúl observé las camas de las gemelas, dejando en claro la ausencia de sus presencias humanas en la habitación.
—Que extraño. —dije mientras me sentaba y sentía como el cansancio dejaba mi cuerpo.
Zoé y Eva solían despertarme en las mañanas para ir a tomar el desayuno juntas, trenzarme el cabello, o intentar convencerme de hacer algún ritual. Toqué mi teléfono que estaba sobre la mesa de noche, eran las nueve y algo.
—¿Sabes a dónde fueron? —le pregunté al gato, pero este simplemente dejó de lamer su pata y me observó detenidamente—, entonces si sabes. —afirmé entrecerrando los ojos.
—Miau.
Luego que el felino maullase comenzó a mover su cola. Entonces la sensación de que algo pasaría y el inquietante calor que comenzó a producirse en mi espalda me alertaron; si las gemelas y Fer eran extraños y peligrosos por separado, no quisiera a los tres conspirando en mi contra.
—Me voy. —pronuncié sin hacer más, tratando de quitarme las malas sensaciones de encima.
Me levanté tan pronto como hablé y tomé las cosas para darme un baño. Fer me acompañó (como siempre) y mientras me duchaba mi oído se agudizó cuando la voz de un grupo de chicas apareció en el baño.
—... esa chica siempre ha sido así. Parece que busca atención de esa forma. —dijo una.
«¿De quién estarán hablando?», pensé mientras ponía más empeño en escuchar la conversación.
—Además, es odiosa —agregó otra—. El otro día quise invitarla a comer, ¿y sabes que hizo?, me miró mal; como si no hubiese sido suficiente con eso también me dijo que me «largara». —espetó.
Luego escuché como una ducha se abrió.
—Y yo pensaba que las gemelas Blair eran lo más raro dentro de la escuela. —dijo la tercera con una voz más apagada.
—¡Es cierto! —saltó una de las anteriores—, no se como Camila Spellman las soporta... ¿creen que la hayan hechizado?
Fruncí el entrecejo y me esforcé por no reír, ¿es que no se daban cuenta que había alguien más o simplemente no les importaba?
—No lo pongo en duda —dijo la de voz apagada—... pero la chica Spellman podría ser tan rara como ellas, de todas formas, se junta con el Potter de Slytherin y el supuesto hijo de... ya-saben-quien.
Si su conversación había comenzado turbia; ya se había torcido demasiado... los baños de la escuela siempre son el centro de los chismes, pero, ¡vaya sorpresa la que me he llevado hoy!
Sin embargo, sentí que me apagué un poco cuando las escuché hablar de mi... así que terminé de ducharme y tomé la ropa que estaba en el compartimiento de la regadera.
No tardé mucho para salir. Fer estaba relajado en una de las bancas mientras me miraba con esa expresión que decía «¿ya terminaste?, ¿podemos irnos?».
Hoy no me había puesto el uniforme, ya que no tenía clases (naturalmente, era fin de semana). Las gemelas seguían sin estar en la habitación. Me propuse a ir en dirección del gran comedor, le contaría a Javier sobre mi conversación con Jim y como iluminó mi vida con su deducción súper inteligente. Ese si era el comportamiento de un Ravenclaw... no como yo, que olvido mi mochila en la habitación.
Tal vez mi expresión se había vuelto un poco más triste. Aveces pensaba en lo que el sombrero me dijo, pero... sería arriesgar demasiado, ¿no podía ser solo una espectadora más en Hogwarts?
—¡Hermana! —escuché la voz de Javier y me di vuelta, el chico iba vestido de lo más casual; aun así era lo suficiente para hacer voltear algunas miradas encantadas.
En cuento vi la característica sonrisa de mi hermano olvide lo que había escuchado en el baño, y, sin saberlo; el chico me había contagiado de su optimismo— que chèvre que te encuentro antes de entrar. ¡Tengo buenas noticias! —chillé emocionada.
—Yo también —dijo en respuesta mientras entrábamos a al gran comedor—. Pero dime tu primero.
—No, no, dime tu primero. —negué en respuesta.
—Bueno... ya que insistes... —sonrió mientras tomaba asiento junto a mi—... ¿recuerdas a la profesora Odisioty? —asentí mientras trataba de mantener mi semblante de felicidad. ¿Cómo olvidarla?, es la profesora que me detesta sin un motivo realmente válido.
—Por supuesto que la recuerdo. —asentí.
—¡Me ha dejado hacer un hechizo nuevo!, ¡dijo que sería un gran mago! Así que me dejó unirme al club de Defensa contra las artes oscuras. —sus ojos parecieron brillar cuando hubo terminado su habladuría sobre la profesora de DCAO.
—¡Hey!, eso está genial —felicité. Al fin y al cabo era algo bueno—.Ya ves que no solo tienes talento para transformaciones. —le apoyé mientras intentaba no observar en dirección de la profesora; era el momento de mi hermano, no el mío.
—¿Y tú que ibas a decirme? —se apresuró a decir mientras terminaba de servirse comida.
—Bueno... —vacilé—... lo mío no es tan genial, pero, creo que ya se la posición que tomaré en el equipo.
—¡Al fin!, pensé que te ibas a arrepentir, te vi muy extraña y apagada ese día, y el día anterior a ese... de hecho te veo extraña hoy; lo que me hace recordar al primer año cuando...
—Javier. —le reprendí para que se concentrara.
—Lo siento —sonrió apenado—. ¿Qué escogiste? —preguntó para volver al tema.
—Pues... no fue sencillo, pero...
Como era habitual, cuando estaba a punto de decir algo que me importaba alguien me interrumpió, esta vez fue la presencia de Natalia, a quien se le veía extrañamente más relajada que de costumbre (no tenía su habitual cara de: «todos me molestan, aléjense de mi»).
—Spellman —saludó la chica.
—Nott. —respondió Javier un poco extrañado.
—Era con tu hermana. —respondió, esta vez arrugando sus labios; lo que me hizo sentir tranquila, por un momento creí que alguien la había poseído, pero Javier la sacó de sus casillas al equivocarse frente a ella.
—Oh, lo lamento entonces. —dijo mi hermano para volver la vista a su plato algo incómodo.
—¿Qué sucede?, ¿está todo bien? —le pregunté a la chica.
—No —respondió tajante—. Las gemelas se han puesto juntas para la prueba de nivelación de pociones; los de mi casa son muy estupidos. —pensé iba a decir algo más pero al parecer se frenó así misma, logrando que mi cerebro interpretase lo que yo creía que ella iba a decirme.
—¿Quieres?... ¿que nos pongamos juntas? —la chica asintió.
—Solo si tú quieres, tampoco es como que me interesa demasiado. —le restó importancia. Natalia era muy cascarrabias y solía ser demasiado caradura; pedirle cosas a la gente no era su fuerte. Pero nosotras éramos amigas (o eso quiero creer), así que mientras fuera levemente cortes lo aceptaría... y seguramente ella lo sabía.
—¡Claro! —afirmé para no hacerle esperar—, ¿sabes que nos pondrá a hacer?
La pelinegra negó— El profesor Philip no ha dicho nada —se encogió de hombros—, quizás sea algo demasiado tonto y solo nos quiere asustar.
Seguimos charlando (esta vez incluyendo a Javier), de un momento a otro la conversación se torció y terminamos hablando sobre la familia de Natalia.
Aparentemente su padre (Theodore Nott) trabaja en el ministerio (algo del uso incorrecto de la magia), su madre (Daphne Nott) es algo así como un médico mágico; creo que les dicen "sanadores", no estoy segura.
—¿O sea que tú madre es Daphne Greengrass? —preguntó Javier.
Natalia frunció el ceño— si, ¿no pusiste atención? —le reprendió.
El pánico en el rostro de mi hermano no tardó en ser bastante visible, sus leves pecas en las mejillas resaltaron cuando su sonrojo tomó más fuerza— n-no, ¡digo si!, es decir... ¿tu tía es Astoria? —Natalia quedó en silencio. Yo solo pasaba la mirada de uno a otro, la verdad es que no entendía nada; ¿quien es Astoria?, ¿otro miembro del mundo mágico que debería conocer?
—Ajá. —afirmó Nott.
—Entonces debes ser prima de Scorpius. —terminó Javier.
Entonces entendí su conversación, los ojos de Natalia, por primera vez desde que la conozco, parecieron mostrar bastante inquietud. El problema era que hasta donde yo sabía la madre de Scorpius había fallecido ese mismo verano.
Natalia observó nerviosa al resto de los comensales, pero los pocos alumnos no habían hecho ni el más mínimo caso a nuestra conversación.
—Si, y ya cállate. No lo vuelvas a mencionar. —amenazó la chica. Cuándo Javier le preguntó el motivo, la chica se excusó diciendo que no quería que la recordasen como la prima del potencial hijo de Voldemort.
Cosa que realmente me molestó, pero no quise decir nada al respecto, no quería comenzar una discusión con Natalia que posiblemente entre su mal humor y mis instintos impulsivos de golpear a la gente que me molestaba (algo que no me encantaba y ya estaba trabajando en ello) terminaría muy mal.
—¿Y sus padres qué hacen?
Utilicé toda mi concentración y fuerza de voluntad en no intercambiar una mirada llena de pánico con Javier, lo más probable es que Natalia se diese cuenta de nuestra desesperación por el tema.
—Ah... —comencé a balbucear.
—... bueno... —me siguió Javier.
—... papá es como... —empecé, pero miré el entrecejo de Natalia y no sabía si continuar.
—... como un... —volvió a balbucear Javier.
—... es un comerciante. —dije finalmente. A ver, tampoco era mentira.
—¿Qué vende? —preguntó Natalia de vuelta.
Javier se quedó en silencio unos segundos, pero luego procedió a hablar— cosas. —dijo obvio.
La chica Nott tenía una expresión que no podía deducir, era un sentimiento nuevo... pero estaba segura de que no era nada agradable y mucho menos bueno.
—Vende artículos mágicos, de todo un poco —solté luego de mirar mal a Javier por su mala improvisación—. Pero suele ser muy aburrido así que no sabemos mucho.
—Ya veo, que lata —concordó Natalia—. Especialmente cuando son negocios independientes, están infravalorados por el público.
No entendí lo que dijo así que solo asentí.
Al cabo de un rato llegó Amanda, luego de un intercambio de miradas entre ella y Natalia que no comprendí, le dije a Javier sobre la posición que iba a tomar en las pruebas, no voy a mentir, su rostro se deformó un poco antes de comenzar a darme los pocos consejos que podía, o eso fue hasta que la voz de Amanda llegó nuevamente a nuestra conversación.
—Ahí viene tu mejor amiga. —murmuró la rubia mirando hacia la entrada del gran comedor.
"Disimuladamente" voltee, encontrándome a Georgia con la cabeza metida en un libro. Mi estómago se revolvió y me dieron ganas de lanzarme por una ventana.
La chica aparentemente notó nuestras miradas y detuvo su andar, cuando estaba levantando la mirada de su libro devolví mi vista a la mesa.
—¿Me está viendo? —pregunté.
—Para tu suerte, no. —sonrió Amanda.
Mi cuerpo inmediatamente se relajó... eso fue mucha adrenalina en pocos segundos.
—Pero si está viendo a Jim. —acotó Natalia. Mentalmente chillé— ¿Por qué me pateaste?, ¿qué te pasa? —se quejó.
No se quien la pateo pero le estaba agradecida, lentamente, y con sumo cuidado voltee para observar la mesa de Ravenclaw... efectivamente Georgia se había sentado junto a él y parecían hablar del libro.
No me podía enojar, es más, ¿por qué estaba enojada?, sentía como si tuviese una piedrita molesta dentro de la ropa. Ellos comparten casa, es normal que se hablen... pero, ¿y si le dice algo?
Mire a mi alrededor buscando alguna distracción, pero solo surgieron más preguntas, ¿dónde estaban Fer y las gemelas?
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Nota que rompe la cuarta pared
Primero que nada, feliz navidad.
¿Cómo la pasaron?
No me peguen, yo las quiero... pero la situación se me salió de las manos bien feo, comadres. Sin embargo, muchas me han dejado mensajitos (algunos agresivos y otros bonitos <3) y eso me estuvo animando todo este tiempo.
La historia sigue activa.
No se asusten porque deje esta saga a mitad de la nada... veo difícil que pase porque ya tengo las ideas acomodaditas.
Por cierto, publiqué otra historia (no es fic), se llama "un crush sin el Candy"... por si les interesa jsjsjsjs.
[espacio para desahogarse, preguntas y demás]
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