3. Manojo de nervios
Fer me miraba inquietante, parecía intuir que algo malo pasaba... o tal vez era el hecho de que me encontraba rodando por la cama mientras buscaba una posición para conciliar el sueño.
El gato parecía haberse hartado de mi ya que no lo dejaba dormir, lo comprobé cuando se puso sobre sus cuatro patas y tomó asiento a un lado de mi almohada.
—Quítate de ahí —regañé; pero el seguía renuente—. ¿Qué quieres? —el gato solo maulló—. No, no puedo dormirme... creo que es por el asunto de Georgia —Fer volvió a maullar—. Si, ya se que aún no ha hecho nada pero, ¡Dios!, tiene la pólvora que necesita. Créeme, si alguien tiene pólvora es porque quiere hacer estallar algo.
Algunas veces creo que sobrestimo el nivel de inteligencia de Fer; podía ser muy arisco y de repente presumir que había encontrado un nuevo elemento para la tabla periódica, pero también era un gato con instintos de gatos, ¡como aquella vez que me trajo un ratón!, ¡¿para qué rayos querría yo un ratón?!, o peor: ¡¿para qué querría el un ratón?!
¡Aún habían cosas sin sentido!, el recordar que existían cosas sin respuesta me devolvió al tema de Georgia... esa chica, ¿cómo podría estar segura de lo que quería hacer con esa información?
Mi mirada se desvió a la gemelas quienes dormían plácidamente.
—Sapas. —murmuré mientras achinaba mis ojos en su dirección.
Me di vuelta encontrándome con el trasero de Fer... quien segundos antes se había sentado en el lado disponible de la almohada.
—Atravesado.
El gato no se molestó en mirarme y comenzó a acomodarse en su lugar... que molesto había resultado ese animal, pero más aún, ¡que molesto año tan feo!
*
Para la mañana siguiente James había corrido la voz de las pruebas de quidditch, lo que resultaba una buena noticia para mi... creo.
—Las pruebas de quidditch son el próximo fin de semana —le avisé a Javier, quien comía a mi lado—. Creo que al fin tengo una buena noticia. —resoplé exhausta.
—¿Tan mal te ha ido? —preguntó Amanda y asentí indicando que la rubia estaba en lo cierto—, supongo. El segundo año suele ser más pesado que el primero, pero tranquila —me sonrío—, ya verás que dentro de poco le tomarás el hilo.
—Gracias. —le devolví el gesto. Aunque sus palabras no solucionasen todos mis problemas; si que me habían dado el suficiente ánimo para querer resolverlos.
—Creo que deberíamos enfocarnos en las pruebas de quidditch —animó Javier tratando de cambiar de tema—. Estuve pidiendo consejos, sin mencionar tu nombre, claro. El punto es que me dijeron que dependiendo de la posición que escojas jugar las exigencias cambian...
El no había terminado de hablar cuando agregué un pequeño «Oh» en respuesta, lo cierto era que la adrenalina hizo palpitar mi corazón con más avidez. La verdad es que...
—... entonces, ¿qué posición vas? —preguntó.
... la verdad es que ni siquiera había pensado en eso.
—No... se —sonreí tratando de ocultar el nerviosismo que de repente me invadió—, con todo lo qué pasó no lo había pensado. —solté una risita leve mientras ocupaba mis manos jugando con el tenedor.
Javier me observó estupefacto y escuché como Amanda llevó una mano hasta su frente.
Luego de un par de pestañeos confusos, mi hermano se dedicó a hablar— esta bien, no hay problema, iremos descartando. —asintió tratando de convencerse a sí mismo.
—Está bien. —acepté y luego observé a Amanda, la chica precia mucho más interesada en nuestra conversación.
—¿Qué tal buscadora? —aportó la rubia—, no debes golpearte directamente con nadie.
Negué rápidamente— James es buscador.
—¿Y eso que? —preguntó Javier—, nadie tiene su puesto asegurado.
—James es un excelente buscador —comencé—, competir contra el sería como perder toda la oportunidad de un tirón... se que no me urge formar parte del equipo... pero, al menos necesito un chance real para hacerme creer que lo intenté. —hice un puchero mientras soltaba el tenedor, definitivamente había perdido el apetito.
—Entonces lo descartamos —Javier pensó por unos segundos—. ¿Qué tal guardián?
Esta vez la que colocó cara de pánico fue Amanda— Ni hablar —se apresuró a decir—, lo único que recibirás son todos los golpes y malas miradas de tu equipo cada vez que los otros logren un tanto.
Asentí, no quería ese odio, me llevaba bien con todos (creo)... no estaría dispuesta a perder gente por un juego.
—Entonces puedes ser cazadora o golpeadora —animó Javier—, ¿cuál quieres descartar primero? —pero antes de que pudiese decir nada el volvió a hablar emocionado—, en lo personal creo que como cazadora te verías bien, ¿sabes?, el otro día en casa de los Potter...
Entonces Javier había comenzado a divagar en sus palabras mientras Amanda le veía divertida por cada vez que cambiaba de tema. En lo personal, yo estaba perdida en lo más profundo de mi mente mientras observaba al par frente a mi.
¿Por qué estaba tan nerviosa últimamente?, yo no era así, los nervios repentinos jamás fueron parte de mi...
• Verano •
—No puedo creer que de verdad estemos por hacer esto. —dijo mamá mientras imprima la hoja que confirmaba el plan de vuelo.
—¡Es genial!, ¡mamá! —la llamé—, ¡tendrás una misión de verdad conmigo!, ¡una aventura!
—Si... aventura. —murmuró lo último mientras un dejé de preocupación comenzaba a esparcirse por su rostro.
—¡Si! ¡Como las de las películas! —volví a exclamar mientras me lanzaba al sofá de la sala—, y lo libros, ahí también hay aventuras.
No pude ver el gesto que hizo mamá, pero si sentí cuando se levantó dejando que el cojín donde yo apoyaba mi cabeza cayese en el lugar disponle... cayendo yo con el.
—¿Qué pasa? —pregunté mientras movía la cabeza para mirarle.
—Se que es emocionante, pero aún así... también es preocupante —comenzó—. No me gustó nada de lo que te sucedió con Magna... ni siquiera deberías volver a esa escuela —la ideas que soltaba mami hicieron que comenzara a atérrame, ¿se pondría en contra de que yo fuese a Hogwarts?—... y aún así... —se dio la vuelta para verme—... esta es la única forma segura de que esa mujer te deje de perseguir.
—Pero mamá... ella no es mala.
—¡No! —dijo sarcásticamente, haciéndome temblar en mi lugar—, seguro y no —esta vez había fruncido el ceño—. Te quitaré a esa cosa de encima, y luego... —entonces miró en otra dirección, como si hubiese pensado otra cosa—... bueno... no se si quiera que volvieses a ir a ese colegio.
—No digas eso —me apresuré a decir mientras me sentaba rápidamente sin levantarle a vos—. En serio, no lo digas... se que estás asustada, cuando la conocí yo también y...
—¡Es diferente! —exclamó mientras dejaba el plan de vuelo en una mesa—, completamente diferente en muchos aspectos.
Luego de esas palabras se volvió a sentar en el sofá... cosa que en poco tiempo me incomodó así que me fui a mi habitación temporal a esperar que el manojo de nervios y emociones encontradas se le bajase. Sabía que estaba en esa situación de lucha mental... he estado ahí un par de veces y es feísimo, lo podía ver en sus ojos opacos y sus labios temblorosos.
Pensé que los adultos lo veían todo más claro, no entiendo porque le afecta tanto.
Cuando mi hermana llegó de su trabajo quise salir a darle la bienvenida con mi mejor ánimo, pero escuché el evidente cuchicheo de una conversación que sonaba secreta y privada, así que me instinto de chisme se activó.
—... y si te sientes muy mal puedo ir yo, sabes que puedo cuidarla más. —distinguí la voz de mi hermana.
—Ay, por favor —dijo mami con fuerza en sus palabras—, soy su mamá. —entonces sentí como su voz se fue apagando a medida que pronunciaba la última frase.
—¿Sabes?, tal vez sea que tienes mucho tiempo en este ambiente —quiso alentar Beth—, deberías cambiar de aires yendo a otro lugar, o hablando con otra persona de cualquier cosa.
Y ninguna de las dos volvió a hablar después de ese comentario, al parecer, Bella había encontrado una solución simple para un problema que parecía complejo.
• Presente •
... claro, seguramente era eso. Sonreí para mi mientras llevaba mis manos entrelazadas a la altura de mis labios, tratando de cubrir mi sonrisa.
Interrumpí a Javier para despedirme con la excusa de que debía llegar temprano al aula. Un cambio de aires me vendría bien, justo como el que tuve con Albus y Scorpius el otro día... hablar de su plan de dominación del mundo me vendría bien.
Pero, primero, ¡debía ir a clases!
Corrí hasta las mazmorras y doblé por el pasillo, lamentablemente no me di cuenta de la súper velocidad que estaba usando, así que tropecé con mis propios pies y caí arrastrándome por el suelo.
Tan pronto como me caí me puse en pie, volteé en todas las direcciones tratando de buscar un testigo. Gracias a la divinidad las grande de todos los tiempos no había nadie, por lo cual suspiré aliviada.
Entonces escuché una tremenda risa que me hizo voltear, ¡pero no había nadie!, a la risa se le sumó otra. Y cuando sentí que del suelo iban a salir manos para aferrarse a mis piernas y llevarme al más allá, escuché como un pedazo de tela caía al suelo, dejando a la vista a un par de mis compañeros de casa.
Entre cada una de sus carcajadas, Fred II soltó un par de palabras—T-te caiste m-muy... gracioso.
Mi corazón latía con fuerza, si en algún momento mi órgano vital decidía salirse de mi pecho a buscar otro dueño lo entendería, el pobre siempre debía soportar situaciones terribles gracias a mi mala fortuna.
—¡Nos has delatado! —dijo James cuando hubo parado de reír.
—No pude aguantarme la risa, lo siento. —se disculpó su amigo problemático.
—¿De dónde salieron? —logré decir cuando mis sentidos dejaron de gritarme que saliera corriendo.
—De detrás de la armadura —señaló Fred—. Acabamos de encontrar el pasadizo... ¡es increíble!, verás...
Seguramente me iba a comentar más sobre cómo lo habían descubierto y hasta donde llevaba, cosa que siempre solía hacer; al igual que ganarse un golpe por parte de James.
Cuando el golpecito hubo hecho eco James habló— ¡no des tanta información de nuestros hallazgos!, se supone que los pasadizos son secretos.
—Lo siento. —volvió a disculparse el pelirrojo.
—¿Y no es como muy temprano para andar haciendo fechorías? —pregunté burlona, mientras estaba más relajada.
—¿De qué hablas?, ¡es una excelente hora!, los profesores dan clase y aún tenemos tiempo de llegar y pasar con alguna excusa tonta —explicó el pelirrojo—. Es el momento indicado para explorar aún más el castillo.
—Y ahí vas de nuevo soltando la lengua a tus anchas. —se quejó James poniendo los solos en blanco por un momento.
—Permiso.
Las dos voces hicieron que los chicos se quedasen helados por un momento, por el costado de cada uno de ellos pasó una de las gemelas Blair.
El par de amigos se quedó en silencio mientras veían a las albinas pasar.
—Camila —me llamó una, haciendo que la mirase—, hoy llegarás a tiempo...
—... a la clase de pociones. —terminó la otra mientras se detenían a mi lado y me daban vuelta para luego tomarme cada una de un brazo y seguir nuestro camino.
Antes de que quedase viendo en la otra dirección, me despedí de los primos Weasley con una sonrisa nerviosa y un movimiento de mano.
En breve las chicas y comenzaron a caminar por el pasillo llevándome con ellas.
—No lo entiendo, ¿por qué ustedes siempre aparecen así de pronto?
Eva comenzó con la explicación— Tal vez tú no creas en ellas...
—... pero son coincidencias. —terminó Zoé.
Quise preguntarles si podían leerse la mente o si ensayaban sus diálogos cuando estaban solas para poder completar sus frases con un tiempo perfecto, pero me pareció muy grosero así que lo dejé para después.
El profesor Philip nos estaba dando una clase teórica en el laboratorio sobre algunos ingredientes que íbamos a estar usando, sus componentes, orígenes y pequeños datos curiosos.
—Profesor. —llamó la atención una alumna de nuestra casa.
—¿Si?, señorita Thompson. —preguntó el profesor.
¡Paren el mundo!, ¿desde cuando Evelynn se apellida Thompson?
«Thompson» como el antepasado español de Albert que creó la enemistad con Magna que condenó la coexistencia de ambos linajes al odio; pero la maldición se vio comprometida (rota) cuando Albert y yo hicimos las «paces» el año pasado (luego de todo el sufrimiento que me hizo pasar).
Sin disimulo la miré, ella se veía muy atenta a la clase. Sabía que sus notas en pociones eran las mejores del año; aún así Evelynn no solía hablar con nadie, y mucho menos preguntaba o participaba en las clases... siempre fue introvertida.
—¿Para que sirve la Centidonia? —preguntó con un tono de voz bajo, pero fue suficiente como para que todos escuchásemos.
El profesor sonrió mientras un brillo en sus ojos aparecía, el profesor Philip estaba emocionado (tal vez porque la alumna que no solía participar había dicho algo en el aula)— ¡Oh!, me alegra que lo pregunte, verá...
Mientras explicaba las maravillas y no tan maravillas de la centidonia yo pensaba en Georgia... esa niña... no me había dejado dormir ni concentrarme en las pruebas de quidditch que tendrían lugar el próximo fin de semana.
«¿Te gusta?». Su voz resonaba en mi cabeza como una construcción que estuviese lugar en la calle de mi casa a las 7 de la mañana.
—Camila. —las gemelas me llamaron haciendo que apartase la vista del recipiente con Centidonia.
—¿Si?
—Tu mano. —Eva señaló mi mano; inmediatamente baje la mirada a ella y luego maldije en silencio.
Era claro que yo solía utilizar portaminas en la escuela... pero había estudiantes que no, había puesto mi mano alrededor de un frasco con tinta, manchando mi mano en el proceso.
—¡Rayos! —en un santiamén retiré mi mano de ahí, el movimiento brusco hizo que el frasco tambaleara, así que tan rápido como aparté mi mano la volví a llevar hasta el tintero, manchándome aún más la mano. Resoplé cansada y dejé el tintero en paz mientras veía mi mano parcialmente cubierta de tinta negra—. ¿Por qué el universo es así conmigo?, ¿qué estaré pagando? —murmuré mientras lanzaba quejas al aire y buscaba con que limpiarme.
Zoé tomó mi muñeca con delicadeza y sacó un paño que llevaba consigo, limpió mi mano mientras yo la observaba en silencio. Eva siguió anotando cosas en su cuaderno, quizás ya estuviesen acostumbradas a mis desgracias impredecibles.
*
—... lo peor son las de sabor a vomito. —acotó Scorpius a la amena conversación que se estaba desarrollando en el patio de la escuela.
Los chicos evitaban el gran comedor cada que tenían oportunidad, no los culpaba... yo tampoco quisiera estar en un lugar donde no me quisieran.
—¿De qué hablas?, tienen un sabor auténtico. —sonrió Albus haciendo que Scorpius hiciese una falsa arcada.
Para ese punto ya me había reído, entre el sarcasmo de ambos y su increíble capacidad para sacar tema de conversación aburrirse era casi imposible.
—Yo creo que la peores son las de huevo podrido. —agregué.
Entonces Albus saltó en su lugar, fingiendo estar ofendido— ¿Qué les pasa?, descartan las mejores opciones, no tienen gustos. Las de huevo podrido tienen ese gusto rancio y añejo que...
Pero antes de que terminara yo ya había tenido un flashback del sabor horripilantemente asqueroso de esa gragea, así que mientras hacía una mueca de asco buscaba refugio en Sorcpius, pero me lo encontré teniendo una arcada que preció muy real.
—¡Ay!, Albus ya basta. —lo detuvo el peliblanco.
Un último escalofrío recorrió mi cuerpo antes de volver a normalizarme, había ido una experiencia repugnante. Si alguien está leyendo esto, por favor, no hablen de grageas con sabor a huevo podrido mientras comen.
Y, como si se tratase de un relámpago; las palabras de Albus recorrieron mi mente: «... descartan las mejores opciones...», lo que me hizo recordar la charla que llevaba con Javier y Amanda esta mañana; entonces los nervios volvieron a mi.
Junté mis manos sobre mi mochila (que estaba reposando en mis piernas), y mientras jugaba con mis dedillos gorditos pregunté— Ya que estamos hablando de cosas al azar... si ustedes jugasen quidditch, ¿a que posición creen que irían?
Malfoy me miró y luego pareció detenerse a pensar, lo que me generaba más ansiedad de la que ya sentía, en cualquier momento algo pasaría y no sabía el que... pero no me gustaba para nada este sentimiento.
—Ni hablar —dijo Albus tan pronto como yo comencé a carcomerme los sentidos con aquel sentimiento de que algo malo iba a pasar—, no nos gusta el quidditch.
—O-oh... —tartamudee mientras dejaba de caer círculos con mis dedos y simplemente dejaba mis manos juntas—... ya veo. ¿Y eso por qué?
—Los que juegan quidditch son malas personas e idiotas. —terminó de explicar Potter con calma.
—Albus... —llamó su atención Malfoy—... ¿no crees que meter a todos en un mismo saco es... un poco precipitado?
—Claro que no —se defendió el de cabellos azabaches haciéndome temblar—, tu mismo sabes cuánto nos fastidian.
No me gusta a donde va esto, mi cerebro está peor que antes. Definitivamente todo había empeorado, mi amigo cree que el quidditch es estupido, ¡y parece odiarlo a morir!, pero, ¿existe la posibilidad de que al enterarse de que yo lo jugaré simplemente me haga una excepción?, ¿o qué pasará?
No puedo simplemente no hacer la prueba, sería contraproducente y papá se decepcionaría... no quiero decepcionar a papá... pero tampoco quiero decepcionar a Albus. ¿Qué hago?, ¡necesito más opiniones!
—B-bueno... —carraspee tratando de controlar mi nerviosismo mientras me ponía de pie—... iré a darle gato a la comida, ¡nos vemos!
Y salí de allí sin dar vuela, a mitad de camino reparé en lo que dije y aminoré el trote mientras comenzaba a reírme de mi misma; esta vez me había superado.
—Ay, no puede ser. —dije mientras aún tenía la sonrisa que me había auto-sacado.
Llegué a las escaleras que se mueven, y mientras esperaba a que una se colocase en el lugar que deseaba alguien llegó a mi lado.
—¿Esperando el transporte?
Su voz hizo que olvidase todos mis problemas y necesidades, haciéndome sentir completamente vulnerable. Como tengo un manojo de emociones encima me carcajee, haciendo que Jim me mirase divertido.
—No sabía que mi comentario te iba a causar tanta risa. —sonrió complacido.
—Ah, me has animado el día con tu comentario. —solté sin pensar.
—¡Me alegra oírlo! —desvió su vista hacia las escaleras—. Escuché por parte de tu hermano que harías las pruebas de quidditch —asentí mientras observaba su maravilloso y radiante perfil—. ¿Qué posición juegas?
Su pregunta me hizo volver a la realidad, haciendo que mis emociones diesen otro vuelco, sentí como el calor reconfortante se apagaba y la temperatura volvía a ser la usual.
—Aún no lo sé... supongo que estoy entre cazadora y golpeadora. —esta vez el centró su atención en mi con un dejé de preocupación... y tenía sentido, soy pequeña y flacucha; imaginarme sosteniendo un bate y enviando estudiantes a la enfermería o pateando escobas para tomar la Quaffle no es lo primero que se te llegase a la mente cuando escuchases «Camila Spellman».
Supongo que el pobre debía de estar levemente preocupado por existencia, incluso yo lo estaba. Pero poco a poco su rostro comenzó a serenarse y a adquirir esa apariencia recurrente que solía transmitir tranquilidad y seguridad.
—Deberías tener más chances como golpeadora —comenzó—. Albert Thompson salió el año pasado del colegio... así que su puesto está más que libre; estarán buscando a un muevo golpeador con urgencia; esa posición no suele ser la que se lleve más candidatos. Creo que sería tu mejor apuesta. —terminó con una sonrisa que no mostraba sus dientes, pero si enseñaba su mejor aptitud.
—Yo creo... que... —pero me había quedado sin palabras. No sabía ese estupendo dato de que es la posición que menos recibe aplicaciones—... puede que funcione. Oye, gracias.
Creo que jamás había agradecido tan sinceramente, pero el chico realmente me había ayudado, me sentía más tranquila; como si me hubiese quitado un camión de agua potable de encima.
Pronto la escalera llegó, no tardé en subir para ir directo a la torre de Gryffindor. Cuando llegué a un piso estable observé como Jim desaparecía por el lado contrario, en dirección de la Torre de Ravenclaw.
La sala común estaba casi vacía, así que no tuve inconvenientes para llegar a la habitación. Las gemelas lo estaban, lo cual me decepcionó un poco, quería hablar con ellas.
Fer saltó al verme y correteó hasta mis piernas en donde comenzó a pasearse.
—Ya te voy a dar comida... pero quiero que hablemos de alguien primero... es hora de que sepas.
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