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Tristan: Alabado Sea El Señor.

Mi padre me sacó de mi oficina esta mañana y me lleva al reino central. La diferencia es que me lleva al templo de los dioses. Una edificación no muy lejana del castillo de mi abuelo Kenan. La edificación roba el aliento con sus columnas altas. Su techo abovedado y pintado por la misma diosa Musa. Las columnas de oro en su interior es regalo de los dioses de la luz. Los guardias se quedan afuera, el lugar tiene su propia protección, solo los que tengan sangre Godness pueden entrar en el lugar. La edificación solo consta de un solo piso, no tiene oficinas, solo una biblioteca enorme a los que solo los dioses tienen acceso. Una habitación de curación y por supuesto el salón divino. Donde los dioses toman las decisiones del destino del universo.

La recamara se encuentra abierta y mi padre me invita a entrar. Lo miro desconfiado. Nunca había entrado a ese lugar, nadie que no sea un dios puede hacerlo.

—Entra —ordena mi padre, señalando la entrada. Lo miro desconfiado y camino dentro del recinto. Admiro el lugar maravillado, la sala es circular con los cuatro tronos de los dioses superiores. Primero se encuentra el de la diosa de la luz, un trono de oro puro, su espaldar tiene un sol chispeante. Le sigue el de mi abuelo Kenan, mármol con un reloj de arena en el espaldar. A su lado le sigue un trono de madera negra con el estandarte de los dos triángulos entrelazados, me doy cuenta que es el trono del dios Seth. Y por último el trono de la señora Laila todo oscuro, pero con pequeños puntos plateados; estrellas que indican el camino al reino oscuro, en lo alto del espaldar se encuentra su estandarte de los tres círculos. Cabeza, mente, miedo.

—¡Hermano! —llama Estrella hablando con la diosa Tabitha. Las dos mujeres se nos acercan—. Me emociona que estés aquí con nosotros.

—No entiendo lo que pasa —comento confundido. Los asientos de los demás dioses se encuentran en un semicírculo con quince tronos, divididos entre las cuatro naturalezas. Por el lado derecho están dos tronos con el mismo material del trono del dios Seth. Cinco tronos con el mismo material de la silla de la diosa Laila más uno de hielo sólido con el estandarte de mi hermana, el copo de nieve y una luna. Dos tronos de mármol, uno tiene unas olas y el otro con un corazón. Los demás cinco tronos de oro por la diosa de la luz.

—No te preocupes Tristan, lo entenderás —la señora Tabitha me pone su mano en mi hombro tranquilizándome—. Mis padres ya vienen, fueron a buscar a los demás. Mientras, le podemos mostrar su asiento.

Estrella señala el segundo asiento, el que está al lado de mi madre.

—¿Me pueden explicar lo que está pasando? —pregunto confundido.

—Ya estaremos los tres juntos en esta sala, hermanito —me dice Estrella sentándose en el sexto asiento negro. El espaldar de mi hermana tiene una espada y un escudo—. Mira, el tuyo tiene el simbolo de materia oscura. Parece fuego, pero es materia. El de Luna tiene un copo de nieve con una Luna, porque es ese su poder.

—¿Me van a convertir en un dios? —cuestiono espantado. Me aparto de ellos—. ¿Por qué?

—El universo lo necesita —contesta la señora Tabitha—. Cada vez que surge un dios, es porque surge un conflicto que solo ese dios puede resolver. Yo ascendí porque el universo necesitaba sabiduría y conocimientos, yo los difundí y esa es mi misión de vida. Tu padre ascendió porque el universo necesitaba la verdad y la justicia. El universo necesitaba un general que controlara las tropas para la guerra, tu hermana. En tu caso, con la muerte del rey Robert; el universo necesita que alguien controle las sombras y tú eres ese alguien.

—Pero yo no puedo aceptarlo, apenas puedo controlar mis poderes ¿cómo quieren que controle a todas las sombras? —exclamo nervioso—. Lo siento, pero no puedo aceptarlo.

—Esa es la cuestión, no puedes rechazarlo, cuando surge el llamado, lo atiendes o el universo sufrirá los daños de tu desobediencia —habla tranquila la señora Tabitha—. Entiendo tu miedo, pero créeme que lo harás excelente.

—Hijo, tomarás el control de uno de los reinos más peligrosos y salvajes del universo, necesitarás de todas las fuerzas que te brindemos para que sobrelleves tus nuevas funciones —habla mi padre poniéndome una mano en el hombro.

—El rey Robert no era un dios y gobernó por más de tres mil años el reino de las sombras —cuestiono aterrado.

—Y murió, dejando un desastre en su propio reino —explica la señora Tabitha—. Él se entregó a su enfermedad estos últimos quinientos años. Tú necesitas la fuerza de un dios para enderezar ese reino y ponerle cara a los que te quieren ver muerto.

—Hermano, yo creo en ti. La familia cree en ti, solo falta que tú creas en ti mismo —comenta mi hermana desde su asiento. Los demás asienten. No estoy seguro por qué piensan que estoy listo.

Miro el asiento con el símbolo de la materia oscura y luego el asiento de los demás. El de la diosa Tabitha tiene unos libros como su estandarte. El de Estrella tiene un escudo y una espada, el de mi padre tiene una balanza que la sostiene una espada. Vuelvo a fijarme en el trono de la ola.

—¿Lina también será una diosa? —pregunto señalando el asiento asombrado. Estamos separados por cinco asientos.

—Sí —responde mi padre tranquilo. Me voy a los asientos de los de la luz. Uno tiene una lanza; el otro trono tiene el símbolo del fuego; uno tiene el símbolo de un dragón. El que le sigue, tiene una mujer desnuda sentada de perfil; y por último, tiene un cetro con dos serpientes por los dos extremos superiores.

—Ya vienen —es lo único que dice Estrella. Me volteo y veo que Sol, Taurus, Luna, Demian, Seraphine y Lina entran con los dioses oscuros, centrales y de la luz.

—Me alegra que hayan traído a Tristan —exclama mi abuelo desde la puerta. Todos entran y mi abuelo sella la imponente puerta de oro. Se escucha como esta choca con un estruendo teatral.

—¿Exactamente que está pasando? —cuestiona Taurus aterrado.

—Por favor los dioses tomen asiento y el resto por favor quédense de pie —ordena mi abuelo caminando tranquilo hasta su imponente trono. Los demás dioses toman asiento. Lina y Seraphine se vienen conmigo, Sol permanece con Luna, Taurus está al lado de mi hermana y Demian se queda tranquilo en el medio—. Están aquí porque han sido escogido para ascender —los dioses mayores traen algunos objetos y los ponen en una mesa de mármol surgida de la nada—. Cada uno tiene idea de que rol desempeñarán, otros tendrán que descífralo.

—Pregunta —dice mi hija levantando la mano—. ¿Exactamente cómo lo descifraremos? En el caso de mis padres es obvio. Mi madre diosa de los mares y mi padre dios de las sombras, pero yo no tengo un poder o don en específico.

—Lo tienes y sabes muy bien cual es —es lo único que dice. Mi hija me mira confundida, Lina le toma de la mano y la conforta.

Los dioses terminan de poner los objetos en la mesa.

—¿Y luego de ser dioses, qué haremos? —cuestiona Demian serio.

—Lo que te ordenemos —responde su madre frunciendo el ceño.

—Pero no me tienen que convertir en un dios para eso —comenta malicioso. Su padre lo mira asesino y él se endereza, pero no pierde la sonrisa.

Ya todos los objetos están listos en la mesa mágica. Los dioses menores nos piden que nos acomodemos por naturaleza. Los oscuros por el lado derecho en una fila, liderada por Demian. Luego solo Lina para los centrales, y el lado izquierdo por los de la luz, liderado por Sol. Mi abuelo Kenan toma el primer objeto, una caracola.

—Lina de la casa Godness un paso al frente —habla mi abuelo de manera firme. Lina avanza decidida, mi abuelo rodea la mesa y le pone la caracola en las manos—. Bebe de ella —le ordena y ella obedece sin protestar. En cierto punto creo que ella sabía algo de esto, ella siempre ha seguido al pie de la letra todas las ordenanzas de mi abuelo. Ella, en cierto punto, sabe de sus planes.

Lina bebe el líquido de la caracola, no pasa nada. Mi abuelo le quita la caracola y toma un cuchillo y atraviesa el cuerpo de mi esposa. Seraphine y yo nos espantamos, pero a Lina no le pasa nada porque su cuerpo se hace agua. Todo su cuerpo se transforma de distintas formas, liquido, sólido como el caracol, luego en algas y así sucesivamente hasta llegar a su cuerpo original. Ella se mira las manos y luego al techo abovedado de piedra clara. A lo lejos se escucha unos truenos.

—Lina de la casa Godness, diosa y protectora de todos los océanos del universo, de las criaturas que lo habitan y el clima. Prometes proteger a tus súbditos, procurar el bienestar y de no usar tus poderes en beneficio propio —proclama mi abuelo Kenan y Lina jura solemne—. Alabado sea tu reinado.

—Alabado sea tu reinado —proclamamos todos, incluidos los dioses. Mi abuelo Kenan le indica a Lina que se siente en su nuevo asiento y ella se despide haciendo una reverencia. Seraphine y yo la vemos aliviados.

La señora Laila se levanta y toma un cetro con una piedra verduzca. Ella rodea la mesa y llama a su hijo. Él avanza obediente.

—¿No me apuñalarás con eso? En serio quiero casarme con Meghan —responde burlón.

—No te apuñalaré, pero te golpearé si no te comportas —lo reprende con una mirada de terror. Demian acepta el cetro a regañadientes y este empieza a brotar un humo verduzco y envuelve al joven, al principio no parece afectarle. Pero el humo se va espesando y adherirse al cuerpo de Demian. Él protesta, pero la masa lo va consumiendo hasta el punto de cubrirlo por completo, el cetro se consume así mismo y desaparece. Demian cae de rodillas y empieza a gritar. La masa verduzca pasa a ser materia negra, la piel de Demian empieza a volver, pero sus venas, antes azules, ahora están negras y gruesas. Él desprende un aire de auténtico terror y pánico. El nombramiento de Demian es el dios del engaño.

—Servirás a tus señores y no provocarás ningún tipo de daño a la creación de otros dioses —le ordena mi abuelo Kenan.

—Como lo deseen —declara Demian haciendo una reverencia exagerada. Él se va a sentar al lado de su hermana y queda entre ella y mi hermana Estrella.

—Alabado sea tu reinado —proclaman los dioses.

La que sigue es mi hermana Luna, ella se posa en el medio y mira con recelo a los dioses mayores. La diosa Laila trae una corona de hielo sólido. Luna mira extrañada la corona, pero se arrodilla delante de su señora. La diosa Laila le coloca la corona a mi hermana y esta se empieza a deshacer en la cabeza de Luna. El hielo cubre el cuerpo de ella y empieza a gritar de la misma forma que Demian. El vestido de mi hermana desaparece y su cuerpo es enteramente de hielo. Luna se levanta y se observa su cuerpo aterrada.

—Diosa del invierno y los sueños —proclama la diosa Laila. Luna se vuelve a transformar en ella misma, ahora desprende un aire frío e intimidante. La diosa Laila la hace jurar que protegerá a sus súbditos, protegerá las frías tierras de su reino y no usará sus poderes a su beneficio.

—Acepto, mi señora —exclama Luna inclinándose y se va a sentar.

—Alabado sea tu reinado —proclaman los demás dioses.

Ahora todas las miradas están puestas en mí. Camino nervioso y me paro al frente de mi señora. El dios Seth y mi abuelo Kenan se levantan, los dos flaquean a mi señora.

—Como sabrás, tú naciste en mi reino —habla el señor Seth—. Y tu madre para poder salvarte la vida, te convirtió en un demonio. Es por eso que cumplirás con mis órdenes y serás un dios de la muerte —abro la boca para decir algo, pero mi señora se lleva un dedo a sus labios indicándome que me calle—. No cumplirás tus funciones en el infierno. Pero si cumplirás con mis deseos en esta tierra.

Mi abuelo Kenan toma la daga de la mesa y se la entrega a Seth. Mi señora baja los escalones y me sostiene firme por los hombros. El señor Seth se acerca hacía a mí con la daga, intento zafarme del agarre de la diosa, pero ella me mantiene firme. El señor Seth hace un movimiento veloz con la daga, de repente mi cuello empieza a brotar sangre y materia. Esta me envuelve lentamente y dolorosa va corriendo por todo mi cuerpo. Escucho gritos de mi esposa e hija. Me siento mareado, me tambaleo cayendo al suelo ahogándome con mi propia materia.

—Quieta —exclama la voz de mi abuelo.

—¿Cómo se atreven? —exclama la voz de mi hija. Yo solo me quedo en el suelo y la claridad se vuelve negra de un santiamén.

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