Tristan: Adentrándome En Mis Funciones.
Siempre observo la cama antes de irme a dormir. Las cosas de Robert se fueron en menos de tres días, Aitana se encargó de sus pertenencias, las depositó en su torre y dispuso a varios guardias que vigilen todo. Algunas joyas me las quedé por ser joyas de la corona. Ordené que cambiarán la cama con el colchón, mis cosas llegaron tres semanas después de que fui al planeta a proclamar a Bernadette como gobernadora. La habitación es enorme, oscura y lúgubre, las ventanas las cubre unas oscuras cortinas de terciopelo azul. Ordené que las quitarán. En teoría la habitación quedó vacía, la piedra grisácea quedó al descubierto. Las ventanas sin cortinas, pero con las puertas cerradas. Lo único que queda es la cama y un juego de tres sillas altas con su mesa.
Lina no ha venido como tal a visitarme, solo la vez que vino a casi matarme por haber comprometido a nuestra hija. Quiero que venga, quiero su compañía y a su estúpido decorador. Ahora entiendo su molestia por querer siempre usar colores oscuros, en serio si da un aire deprimente a cualquier cosa. Ya van cuatro meses desde que me mudé y me hice rey, aunque faltan dos meses más para la ceremonia oficial de coronación.
Terminada mis cuestionamientos mentales, me dispongo en acostarme en la cama. El lugar no me molesta, de hecho, la cama es lo suficientemente cómoda. Pero de igual forma no se siente como me lo hubiera imaginado cuando era un adolescente. Tanto con soñar con esto, para que al final no me llene en lo absoluto. Me gustaba mi planeta, me gustaba la forma en la que ejercía mi voluntad en ese lugar. Me gustaba mi casa, pequeña, pero mía. Me gustaba mi vida antes de toda esta mierda política. Extraño que las personas me tratasen con honestidad (parcialmente hablando). Ruedo en la cama mirando hacia el lado izquierdo fantaseando que tengo a Lina a mi lado ¿ella se habrá sentido de esta forma cuando se convirtió en reina? He sido testigo de sus crisis nerviosas y ahora la comprendo mejor que nunca.
Una forma de definir la carga laboral de la semana con este nuevo cargo, sería multiplicar por mil el trabajo que tenía en mi planeta. Militar, social, economía, educación. Cuatro ramas que tiene sus deficiencias. Tengo el mayor ejército del reino oscuro, por ende, es el que se lleva la mayoría del presupuesto anual. Según los libros contables, todo parece encajar a la perfección. Sin embargo, mis sombras espías me dicen todo lo contrario. Sí, el dinero que se destina en armamento es el indicado. El sueldo de los altos mandos, es el indicado, incluso desbordado. Pero el sueldo de los soldados menores, patrulleros y guardia de la ciudad es el más pobre. Y me di cuenta de eso cuando pasé todo un día caminando por las calles del reino, me intentaron asaltar tres veces, de las cuales dos, habían sido al frente de las narices de los guardias y no hicieron nada; primero, porque no les pagaban lo suficiente y segundo, porque los mismos asaltantes les pagaban. Ordené al capitán de la guardia de la ciudad, en conjunto con Cedric que endurezcan el adiestramiento de los soldados. Les aumentaré el sueldo, pero primero demuéstrenme que se lo merecen. También le ordené a mis sombras que me espíen a los soldados de cualquier jerarquía.
No acabaré por completo con la corrupción, pero no me quedaré de brazos cruzados al ver a mi nuevo reino perecer por la misma. Vámonos con la economía, está más que decir que recorté con la mayoría de gastos innecesarios de un buen número de los ministros y consejeros. Casi todas las tonterías que ellos pudiesen imaginar, todo se iba a parar a las cuentas públicas. Si quieren irse de vacaciones, páguenlo con su propio dinero. Los negocios que muchos duques tenían con el rey, los mantengo hasta encontrar otra forma de hacer negocios más "legales". Social y la educación van de la mano. Me tomó veinte años en lograr que el cuarenta por ciento de la población del planeta tuviera acceso a la educación de forma gratuita, y luego dar el salto a la educación privada.
Ahora tengo que replicar o superar ese número aquí. No puedo enseñar a que las personas consigan todo gratis, pero si es mi trabajo crear las oportunidades para que mi pueblo las tome y mejoren ellos mismos sus propias vidas. Que no sea mi culpa su pobreza y mucho menos perpetuarla.
La semana transcurre entre visitas de duques, gobernadores, ministros, concejales, comerciantes aristócratas. Todos buscando un favor de mi parte, algunos proponían acuerdos jugosos, otros simplemente ofrecían amenazas. Por fin Atlas se mudó a su ducado. Ese lugar es bastante bueno, tranquilo, con ingresos moderados, pero estables; sus tierras son fértiles y sencillas de trabajar. Él tiene como tarea de controlar ese ducado y de vigilar el resto, de mantenerlos a raya.
Termino de anotar algunos asuntos en mi libreta. Siempre anoto todo lo que hago en el día, las personas que vi y lo que me dijeron. Es una forma de acordarme de todo, me hablan demasiadas personas que se me olvida lo que dicen o hacen. Me concentro en mi tarea hasta que tocan la puerta.
—Adelante —grito de manera automática. Esta oficina es lo demasiado grande que la puerta queda a tres metros de distancia. Sigo escribiendo en mi libreta.
—¡Padre! —exclama Louisa de pie en el medio de la sala—. ¿No vas a recibirme?
—¡Pues claro! —exclamo asombrado y me levanto para reunirme con ella. Ella me abraza fuerte y la levanto del suelo a pesar de que haya crecido y tenga once años—. ¿Y cómo llegaste aquí mi princesa? ¿tu madre dónde está?
—Las dos vinimos hasta aquí, pero ella me dejó para irse a decorar tu habitación y la mía. Nos vamos a quedar un buen tiempo por lo que escuché de ella hablando con su capitana de su guardia —ella se baja y observa mi oficina—. Creo que también tiene que decorar este lugar. Es muy oscuro, incluso para ti.
Me río de su comentario, la verdad, es que tiene razón. Me acerco a la puerta para darle la orden a Cedric para que deje a Lina decorar a su gusto. Él asiente y se va con otro guardia. Me regreso con Louisa que se encuentra sentada en mi escritorio.
—Al menos esta silla es cómoda —ella acaricia el cuero de la imponente silla, ella se inclina y toma mi libreta y la lee para sí misma—. Al parecer, algunas costumbres continúan.
—Lo mismo digo —tomo la libreta y ella no dice nada—. Cuéntame que has hecho estos últimos meses.
—¿A parte de preguntarme a dónde se fue mi padre y por qué no ha dicho nada de su desaparición? Y ahora me dicen que es rey y que ya no volveré a mi antigua casa. No sé ¿dime tú cómo te ha ido? —ella me mira autoritaria, tiene la misma mirada que su madre.
—Perdóname hija, todo ha transcurrido demasiado rápido y no he podido si quiera poner mis cosas en orden, incluyéndote y a tus hermanos —le tomo de la mano y ella acepta—. ¿En serio si se quedaran aquí conmigo?
—Sí, mi madre dijo que desde aquí puede controlar mejor los océanos oscuros. También el tema de los espectros y su cumplimiento de las propuestas que tú les ofreciste, y algo sobre prevenir de que inicie una guerra —ella me cuenta más cosas sobre Lina y sus movimientos estos últimos meses. Cada hijo mío tiene una habilidad ajena a sus poderes, Seraphine es astuta en temas políticos, Lucian es un buen estratega, y Louisa es buena escuchando y reteniendo información—. Lo último que escuché es que ella quiere controlar la marina de tu reino, los motivos lo desconozco.
—Está bien hija, muchas gracias —digo pensativo, confío en mi esposa, pero no quiero que se involucre en mi reino o al menos que crea que podrá tomar decisiones que no le corresponde—. Y antes de que me digas sobre tu recompensa, déjame acomodarme y te daré lo que me pidas, siempre y cuando, sea responsable y consiente.
—Está bien padre, de todos modos, yo guardo todo —ella se levanta y rodea el escritorio—. Espero que nuestras lecciones sigan en marcha.
—Por supuesto hija —tomo mi libreta y la guardo en la cajonera del escritorio, hechizo el mueble para que nadie lo abra—. Vamos, te quiero mostrar el castillo.
Ella me toma de la mano y salimos de la oficina. Los soldados nos escoltan, Louisa los mira de reojo y luego vuelve la vista hacia a mí. Le explico a mi hija que este castillo funciona más como una fortaleza, que como otros palacios a los que ella ha visto. La fortaleza consta de seis pisos, con sus torres que solo lo superan por cuatro pisos más. En total hay catorce torres, de la cuales seis funcionan con fines militares, la armería, sala de entrenamientos, puestos de vigilancia, habitaciones donde los guardias duermen, algunos tienen pisos completos donde viven con sus familias. Por ejemplo, Cedric vive en la tercera torre con su esposa y sus dos hijos. Tal vez le diga a Alicent que sea la niñera de Louisa, ellas dos se llevaban bien. Como el lugar cuenta con tantos pisos, el castillo se dividió en dos, el ala este sirve como oficinas gubernamentales de la mayoría de los ministros. Algunos incluso viven aquí, aunque tengan sus propias casas.
El lugar es extremadamente grande. Dispuse de guardias para que bloqueen el paso hasta el ala oeste porque no quiero gente extraña inmiscuida en mis asuntos y en mi familia. Las habitaciones monárquicas se encuentran en el tercer piso, todo el tercer piso está lleno de habitaciones, total unas siete. Hay más en los siguientes pisos, pero esas se mantienen inhabilitadas hasta que ordene lo contrario. El amplio pasillo se encuentra con varios cuadros, alfombras de distintos tamaños enrolladas. Baúles de distintos tamaños, estatuas de mármol. Soldados de Lina y míos trabajan llevando las cosas que Lina trajo, la gran mayoría son nuevas. Louisa se encoje de hombros.
—Ya sabes cómo es mi madre —es lo único que dice. Aitana se mantiene apartada en la pared observando todo con recelo y creo que con algo de odio. Ella me mira y se acerca cruzada de brazos.
—Su majestad —dice haciendo una reverencia—. Su esposa ha estado reordenando sus aposentos.
—Vamos a vivir aquí —responde Louisa observándola de pies a cabeza.
—Aitana, te presento a mi otra hija Louisa Godness —digo presentando a mi pequeña, ella la mira con aires de superioridad. Aitana realiza otra reverencia para ella de forma rígida—. Yo le dije a mi esposa que decorara a su gusto. De todos modos, no se va a tardar. Solo será este piso por los momentos.
—Hablaremos luego su majestad —ella se despide haciendo una reverencia y se va escoltada por dos guardias.
—¿Quieres que la vigile? —pregunta Lou ya cuando se ha ido del pasillo.
—Ahora no. Dale unos días, pero mantente cerca y no te metas en problemas —le digo en un susurro. Ella asiente y seguimos caminado. Los guardias hacen reverencias hasta que llegamos a mi habitación. El lugar está iluminado con varias lámparas, el decorador les da instrucciones a sus cuatro ayudantes. Las damas de Lina acomodan los vestidos de Lina en el amplio armario. Lina supervisa todo con sumo cuidado, ella nos ve y nos pide que nos acerquemos. La cama se ha ido y ha sido remplazada por una más ostentosa.
—Supongo que Louisa te ha dicho mis planes —dice sin quitarle el ojo a los decoradores. Ellos trabajan rápido, las paredes la han lijado y tapado los huecos en la piedra. La han cubierto con tapetes de distintos colores, pero de tonos claros. La habitación está perdiendo el tono sombrío y poco a poco está tomando un color más alegre. Tonos blancos marfil con dorado con pizcas de rojo sangre es la paleta escogida y me agrada—. Ya la habitación de ella está lista, están acomodando la habitación de Lucian y Seraphine.
—Me parece bien ¿Cuándo viene Lucian? Me gustaría conversar con él —digo observando el lugar. Louisa se para a mi lado con la cabeza en alto.
—Vendrá dentro de una semana, tiene asuntos que resolver en mi reino —dice volteándose a Louisa—. Mi amor ¿quieres ver tu habitación?
—Sí madre —los tres salimos y vamos a la primera habitación al lado derecho. Unos guardias abren la puerta y el lugar es una mezcla entre tonos rosa pastel y blanco. Louisa recorre emocionada su nueva habitación rosa, cortinas blancas. Una estantería de madera con libros con su escritorio. La cama grande con dosel, casi del mismo tamaño de la nuestra. La habitación tiene aires de inocencia y elegancia que me gusta. Los muebles puestos paralelos entre sí y el armario abarrotado de todos los vestidos que Lina le compra. A Louisa no le gusta vestir mal, le gusta todo de marca y excéntrico—. ¡Me encanta!
—Me alegro mucho mi amor —comenta Lina con una sonrisa. A ella le encanta consentirla, con Seraphine no pudo hacerlo por la personalidad un tanto humilde de mi hija. Con Lucian si lo consentía, pero sin llegar a malcriarlo, pero no sé si con Louisa llegase a esos extremos—. Sabes que pasaremos mucho tiempo aquí y quiero que estés cómoda ¿verdad Tristan?
—Por supuesto, cualquier cosa, podrás contar con nosotros —le digo a mi hija y ella estalla en felicidad. Ella libera a su guardián, Kowa, el hurón observa todo de forma tímida. Pero se regresa con mi hija
Lina llama a las damas de Louisa y le ordena que preparen un baño para ella y un cambio de ropa para cenar. Salma y Emilia entran y nosotros nos vamos. Mi habitación por fin queda lista y los decoradores se disponen a irse.
—¿Y bien? —cuestiona Lina observando la imponente habitación. Las cortinas blancas, la cama con dosel, la tela blanca y roja caen en cascadas dándole privacidad. Los muebles perfectamente elaborados. Una estantería amplia con libros, un escritorio amplio. La estatua de mármol sosteniendo un jarrón de flores en una esquina le da un toque elevado a la estancia. Me voy al armario donde se encuentra abarrotado de vestidos de Lina. Solo hay un espacio para mi ropa—. Voy a hablar para conseguirte un sastre y te haga más trajes. Adecuados a tu nuevo estatus.
—¿Qué tiene de malo mi ropa? —pregunto acercándome a ella. Está en buen estado, la renové hace un año.
—Eres el rey de uno de los reinos más poderosos, debes mostrar eso con tu ropa. La ropa es nuestra carta de presentación, con ella indicamos el rango de nuestra posición y lo que representamos —ella me rodea con sus brazos por el pecho—. No te preocupes, tampoco lucirás como un payaso —ella me rodea y me mira a los ojos—. Nuestra hija se quedará aquí, pero te lo digo de una vez. Si vuelves a comprometer a cualquiera de los dos, te haré la vida imposible hasta que disuelvas esa unión ¿me entendiste?
—Sí Lina —digo serio. Ella sonríe y me empieza a desvestir. Me quita el abrigo negro, la chaqueta azul, el jubón, la camisa y pantalones. Quedo desnudo para ella y me guía hasta el cuarto de baño. Sería estúpido suponer que no lo había decorado. Ella abre la llave de la tina de cemento, recubierta con cerámica blanca y azul. La ayudo mientras a desvestirse. El vestido amarillo cobrizo cae al suelo y lo deposito en una banca; el armazón de la falda también se va, las prendas interiores desaparecen y solo veo el cuerpo desnudo de mi esposa.
Ella pone sus joyas en la banca y entra a la tina con gracia. El agua se mueve con ella y se sienta en un banco decorado con cerámica de rombos azules y blancos. Me introduzco y me siento a su lado, ella se sienta encima de mí y me empieza a besar. Ella se acomoda para quedar encima de mi pene, sé a lo que juega. La conozco, sé que esto es un juego de poder, ella sabe que ahora estamos igualados y no pienso doblegarme como antes. En cierto modo, ella tiene razón, ahora soy el rey y tengo que mantenerme firme y duro si quiero mantenerme en el cargo.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro