Prólogo: (Laila: Advertencias Que Hay Que Tomar)
Me sorprende que Kenan quiera hablar conmigo a solas. Él se asegura que nadie nos escuche en el nuevo castillo de Seraphine.
—Estoy a la espera —digo sentada en el mullido mueble de la sala de estar—. ¿Qué es lo que tienes que contarme?
—Tuve una visión, varias de hecho —él se sienta a mi lado. Hay algo en él que me preocupa, por lo general él actúa tranquilo y distante de la realidad. Pero ahora no, está nervioso y bien consiente de la época en la que se encuentra—. Voy al grano, estamos en un camino de no retorno.
—Sin metáforas Kenan —le digo a la defensiva.
—Nos ha tocado varias rebeliones a lo largo de los años, de las cuales se han casi extinguido —él me mira sombrío—. Está surgiendo una nueva, una en la que ganaremos, pero el precio es tan elevado que no estoy seguro de que todos en la familia querrán pagar.
—¿De dónde es esta rebelión? —pregunto sin emoción, cada rebelión que ha surgido en mi reino, la he aplacado con sangre y miedo.
—Surge en el reino de la luz —él se recuesta en el mueble—. Pero el campo de batalla se librará en tus tierras —lo miro fulminante, pero él alza un dedo y lo dejo continuar—. No te mentiré, una buena parte de tus tierras serán arrasadas con fuego y manchadas de sangre. Serán tanto la magnitud que pensarás que la luz ha pisado tierras oscuras. El hielo en El Páramo se derretirá y decenas de miles morirán.
—Solo dame los nombres de esos idiotas y enviaré a mis hombres a matarlos —propongo decidida. No me tiembla la mano y no me quita el sueño ordenar las muertes de aquellos que perturben mi paz.
—Necesitamos esta guerra Laila —me mira agobiado—. Te dije que tenía visiones, una de ellas muestra que tú mandas a matarlos, pero otros más surgen. Y esos otros serán peor, hasta el punto de aniquilar a las valquirias y con su muerte desataría la extinción del reino de las sombras y con los siglos el fin de tu reino.
—¿Y pretendes que libre una guerra contra los hombres de mi hermana? —pregunto furiosa—. ¿Por qué no es sus tierras? siempre la has favorecido.
—Serán en tus tierras porque así es la única forma de ganar —responde sin emoción y con la cabeza mirando hacia arriba—. Te doy la autorización de crear nuevos dioses. Yo haré lo mismo. Necesitamos a toda la familia junta en esto.
—¿Y a quien se supone que transformaré? —pregunto barajeando a todos los oscuros de la familia.
—El tiempo te lo mostrará, pero te sugiero que te des prisa en armarte —dice levantándose—. Solo te digo que protejas a todos, pero más las tierras de Luna. Su reino se llevará el peor golpe.
—¿Y ustedes que? —me levanto también—. No me van a dejar luchar sola esta guerra.
—No lucharás sola, tendrás al ejército marino y con suerte el de Liora —él se rasca la cabeza nervioso—. No le digas a Seth, déjame hablar con él.
—¿Y pretendes que le oculte a mi esposo y mayor general de las tropas oscuras que su reino será atacado? —pregunto incrédula.
—Búscate a otro general —dice recogiendo su abrigo—. Ya tienes a una en potencia.
Dice eso y se marcha. Entiendo a lo que se refiere y mi respuesta es clara. No está lista.
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