Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Miranda: Nostalgias Y Ponche.

Después de la partida de la reina al palacio de su esposo, mi tío, Erick y yo planeamos las nuevas directrices de la empresa. Mi tío ahora más que nunca necesita ingresos con esta caza hacia los nobles que participaron en la guerra de El Páramo.

—Erick, te encargarás del transporte y la venta, mientras que Miranda se encarga de gestionar todas las operaciones en El Páramo —mi tío tiene un mapa de la región de Orión en el reino central. Allí mi tío tiene su otra empresa, por los momentos, esa será su nueva base de operaciones por las restricciones del gobierno de la luz—. Todo se mantendrá bajo perfil, algunas cosas serán bajo la legalidad por órdenes de la reina, pero lo que se pueda hacer sin la mirada del estado, lo harán ¿me entendieron?

—Sí tío —respondemos los dos. Yo haré mi parte legal, no me gusta comprometer mi nombre de esa forma. Erick no tiene tanto problema en aceptarlo, él puede hacer todo lo que le pidas, legal o ilegal, lo único que tienes que hacer es pagarle una cantidad de dinero exorbitante.

—Bien —él me mira fijo—. No me agrada que te hayas involucrado con ese hombre. Si es la mano derecha de la reina y todo lo que le dé la gana. Pero bueno, es tu vida. Lo único que te pido es discreción de nuestros asuntos, y recuerda con quien está tu lealtad.

Asiento. Él nos despide a los dos de su oficina.

—Así que Miranda tiene novio —dice mi primo con una sonrisa de oreja a oreja—. ¿Qué sucedió con la Miranda que quería a todos los hombres muertos?

—Ya esa Miranda cumplió con su venganza —respondo sin revelar mucho—. ¿Y qué pasó con el Erick que viajaba por todos lados como un pirata sin causa?

—Ese Erick encontró su causa y fue el dinero —responde con una leve sonrisa. Él empezó a trabajar con mi tío hace unos veinte años. A mi tío le gustó por su política de no hacer preguntas y solo recibir el dinero. Mi primo es perfecto para cualquier tipo de trabajo físico, es un buen guerrero y estratega. Mis tíos les encantan viajar y le transmitieron ese mismo amor a mi primo—. Pero ya en serio ¿sí estás en una relación amorosa con un hombre?

—Sí Erick, lo estoy —digo cansada—. ¿Me quieres acompañar a ver a mis padres? No los veré por mucho tiempo.

—¿Sigues en contacto con ellos? —cuestiona confundido, pero acepta. Tomamos un carruaje y este sale de la mansión de mis tíos—. Me sorprende considerando lo que pasó y por tu trabajo. Prácticamente te fuiste al lugar más congelado del universo.

—Mis padres y yo nos fuimos reconciliando poco a poco, y mi trabajo no es algo que les guste —digo relajada—. Además, me encanta mi trabajo. Puedo hacer casi lo que quiera, cosa que aquí no puedo.

—Me imagino que ya te uniste a una tribu y andas en taparrabos —comenta riéndose a carcajadas. Lo miro mal y él no se tranquiliza hasta que salimos de la ciudad y nos adentramos en el camino real, el viaje a la hacienda de mis padres tarda una hora. Erick sigue haciendo chistes de mal gusto, pero cuando ve que no me hacen gracia cambia de tema de sus viajes por el reino central—. El océano es voluble al igual que su reina, un día hace un día maravilloso, con buen viento y demás, y al siguiente hay una tormenta que pareciera que el cielo se va a venir encima.

—He visto de vez en cuando a la reina y a su esposo. Él es un hombre agradable —comento mirando el paisaje de las tierras de mi familia. Ese color verde vivo combinado con el morado de las uvas, me parece un paisaje tan espectacular. Son esos pequeños detalles que me llevaré a mi nuevo hogar.

—Si quiere durar en ese trono, tiene que ser más que agradable —comenta mirando hacia mi misma dirección—. Este es un hermoso reino, lo admito. Pero no está hecho para nosotros.

—Tú eres oscuro, por supuesto que lo dices —me vuelvo para verlo.

—Y tú un ser de la luz y, aun así, preferiste a unos extraños que a tu propia familia —dice ladeando la cabeza—. No te culpo, a veces pueden estovar.

—Tus padres son encantadores —digo recordando a mi tía con cariño. Solo la logré ver cuando era niña.

—Por supuesto que lo son, pero tengo mis propios planes y para llegar a ellos, me tengo que quitar el peso de la familia —dice mirándome serio—. No me malinterpretes, me encanta trabajar con nuestro tío y contigo. Me han ayudado, pero no trabajaré toda mi vida para él.

—Espero que no nos perjudique tus planes —comento firme.

—Eso nunca, tampoco soy tan estúpido para meterme con Mario Calore —exclama con una sonrisa. El carruaje entra en el camino de grava y la gran mansión se ve a lo ancho del camino. Sé que tengo mis reservas con este lugar, pero no puedo negar que si fui feliz en mi antiguo hogar. Que corría entre las plantaciones jugando con los hijos de los trabajadores. Que leía en el gran árbol de manzanas por detrás de la mansión. Que mis hermanos les encantaba hacer carreras con los caballos.

Se detiene el carro y un cochero abre la puerta, mi primo se baja primero y me ayuda a bajar. Mi vestido es morado sin mangas, la única vez que puedo usar este tipo de prendas. Un mayordomo nos recibe y nos guía a entrar en la mansión. El señor Wilson nos deja en la sala de estar y se va a buscar a mis padres. La mansión la decoró mi madre en su totalidad cuando estaba recién casada. La sala juega con una paleta de colores en tonos café cobrizo. La madera de los marcos de las ventanas perfectamente pulidas, al igual de los muebles. Los muebles son una exquisitez al sentarse por su comodidad y diseño color crema. Hay un retrato familiar, tiene años porque apenas en esa pintura tenía catorce años. También hay un retrato de mi madre sentada de manera elegante.

La primera persona en entrar a la sala es mi hermano mayor Sebastian, me levanto y corro a abrazarlo, él me atrapa en sus fornidos brazos.

—Nos tenías preocupado mujer —me dice en el oído, me suelta y me examina—. Escuchamos sobre la guerra y no sabíamos que...

—Estoy bien, la ganaron los oscuros, ni siquiera pudieron llegar a la población más cercana —le digo para calmarlo, por supuesto que no diré que estaba en el calor de la batalla. Los preocuparía aún más.

—Sí, eso escuchamos —dice mirando más allá de mi hombro—. ¿Qué haces aquí idiota? —pregunta mi hermano mirando molesto a Erick—. Deberías estar en el fondo del mar o preso.

—Yo también te extrañé primito —responde Erick sentado en el sillón de mi padre—. Pensé que no eras un hombre rencoroso.

—Me robaste...

—Apostamos y perdiste. No es mi culpa que poseas más brutalidad que fuerza —Erick se ríe de su propio chiste. Mientras que mi hermano lo mira fatal.

—¿Qué hace ese idiota aquí Miranda? —cuestiona Sebastian irritado.

—Escoltar a nuestra querida Miranda —responde altanero—. Imagínate primito, que nuestra Miranda tiene novio.

—¿De qué habla ese idiota? —replica Sebastian a punto de salirse de sus casillas. Pero no puedo responder porque entra mi madre dando brincos y viniendo a darme un abrazo.

—¡Mi niña! —exclama llenándome de besos—. Todos estábamos preocupados por ti.

También en la sala entra mis demás hermanos y se unen al abrazo con mi madre.

—Mi hija ha regresado —exclama mi madre soltándome y viéndome de arriba abajo.

—Eh, bueno... —intento decir algo, pero entra mi padre agitado. Él también me abraza—. ¿Cómo estás?

—Mejor desde que estás aquí —dice soltándome, él mira hacia a Erick. El muy idiota se levantó del sillón de mi padre y está observándonos con una leve sonrisa—. Erick ¿y eso que nos complaces con tu presencia?

—Tenía asuntos con mi tío Mario, nos volveremos ir dentro de dos días —responde educado.

—¿A qué te refieres a "nos"? —pregunta mi madre mirando a su sobrino y luego a mí—. De ninguna manera te irás, por poco mueres en ese congelador. Tu lugar es estar con tu familia, no allá.

—Tú dijiste que ella tenía novio —exclama mi hermano señalando a Erick—. ¿Eso es cierto Miranda?

—Sí, él es un buen hombre y me respeta —les digo. Mi madre les dice a todos que nos sentemos. Mis hermanos toman asiento en los muebles, los tres se sientan juntos, mi padre en su sillón y mi madre, Erick y yo en el otro mueble.

—¿Quién es ese? —cuestiona Gabriel en el medio de los tres.

—Es Stephan Nieves, es el capitán de la guardia de la reina Luna —digo mirándolos a todos—. Tenemos como un año juntos. Él habló con mi tío, mañana viene a hablar contigo padre.

—¿Y mi hermano lo aceptó? —replica mi padre con el ceño fruncido.

—Sí —reconozco que es una verdad a medias.

—¿Ese no fue el que rebanó en un combate en la arena del rey hace años? —cuestiona Juan mirándome fijo.

—Sí, es él. Es un audaz y a veces cruel guerrero —digo juntando mis manos—. Es inteligente, serio y valiente.

—¿Y cómo llegaron a enamorarse? —pregunta Sebastian. Todos me miran en silencio, en realidad esa es una buena pregunta.

—Para ser honesta, a ese hombre lo odié desde el primer momento que lo conocí. Me parecía arrogante, desgraciado, sociópata, una mierda de hombre en todo el sentido de la palabra —exclamo sacando una buena parte de mis sentimientos—. Sin embargo, desde hace un par de años para acá, empezamos a llevarnos mejor. Sigue siendo una mierda de persona, pero al menos no conmigo. Empezamos a trabajar juntos, la reina me involucraba más en sus asuntos y por consecuente, él estaba allí. Los sentimientos empezaron a surgir, aunque ninguno de los dos quería dar ese paso. Era decirle a la persona que te caía mal que lo querías, que tu día se hacía mejor con tan solo su presencia. Que podríamos insultarnos, pero eso era mejor que pasar largos inviernos separados. Seguimos aprendiendo a llevarnos mejor, aunque no me importa seguir aprendiendo siempre y cuando él esté allí como mi maestro.

Mis hermanos me siguen interrogando más sobre Stephan y su familia. Yo les cuento cosas superficiales porque ellos son herméticos en cuanto a sus asuntos internos. Mis padres y hermanos intentan convencerme en quedarme con ellos. Que mi padre puede darme un trabajo importante, sin embargo, ya había tomado mi decisión. Me quedo con ellos ese día y parte del siguiente. Stephan viene el día siguiente para hablar con mis padres y hermanos. Los hombres se encierran en el despacho de mi padre.

Mi madre me lleva por toda la hacienda, la recorro con mucha nostalgia.

—Es una diferencia abismal, la blancura de El Páramo con el verdor de Solaria —comento sentándonos afuera en una mesa de hierro y vidrio. Tenemos una amplia sombrilla cubriéndonos el rostro.

—Y aun así los escoges a ellos, antes que nosotros —comenta mi madre mirándome fijo. Una sirvienta nos sirve en dos copas un ponche de frutas. Mi madre la despide y bebe de su copa—. Algo parecido me pasó con tu padre. Ambos en Vulcan, él trabajando con Mario para poder llegar a fin de mes, ayudar a su hermana Clarisa para que no tuviera que trabajar. Primero nos vinimos tu padre y yo. Compramos con todos nuestros ahorros una pequeña parcela y con el tiempo esa parcela creció a lo que es hoy. Yo solo tenía mi trabajo de florista y aun así di mi salto de fe.

—¿Comprendes mi situación? —pregunto tomando la copa en mis manos, miro su contenido rojo brillante. Los trozos pequeños de la fruta flotando en la bebida.

—Lo hago, pero eso no significa que no me moleste —exclama irritada.

—Tu padre y yo trabajamos para que ninguno de nuestros hijos tuviera que irse a otro lugar por falta de oportunidades —replica molesta.

—Mamá, me siento fatal por tomar mi decisión, no lo vuelvas más complicado —exclamo bebiendo mi ponche.

—Siempre quise estar en tu boda, cuando tuvieras a tus hijos, ver crecer a mis nietos —suspira resignada—. Solo espero que al menos a tu boda nos invites.

—Mamá, por supuesto. A la boda, al parto, a la merienda con los niños y con la suegra —dejo el ponche y le tomo de la mano—. Haré todo lo posible para volver a verlos, a mis hermanos y a mi padre. Por favor no pienses que no te voy a querer o extrañar. Usted es mi madre y siempre lo será.

—Más te vale hija —ella toma mi mano y bebemos nuestros ponches.

Luego de un rato, mi padre aparece con Stephan. Mis hermanos escoltan a nuestro padre. No es de extrañar, Stephan tiene la reputación de matar a un hombre con sus propias manos. Mis padres nos dan su bendición a regañadientes, me despido de mis hermanos y me dejan marchar con mi cascarrabias favorito. Él y yo nos vamos en su caballo porque Erick se había ido ayer en el carruaje después de cenar. Stephan se toma un líquido de un frasquito y su pelo se pone oscuro.

—Protección —es lo único que dice. Él me rodea con sus brazos y salimos cabalgando en silencio. Su guardiana no está con él, puede que esté adentro desu mente o la haya dejado en el palacio. Él me deja en la mansión de mi tío y él se va al palacio. Me preparo para volver a mi nuevo hogar helado. Solo espero hacer lo correcto.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro