Luna: No Es Un Buen Momento Para Ser De La Luz.
El campo de batalla queda desolado sin las filas de muertos y queda el suelo despejado por la destrucción de los dragones. La señora Laila, mi padre y Estrella se fueron a sus respectivos reinos a gestionar mejor las defensas del reino oscuro. Y el señor Seth se lleva a Tristan al reino de las sombras para solucionar el tema de su posición y también para saber cómo proceder en contra del reino de la luz. Se sabe que no fue el gobierno como tal, pero sí fueron criaturas de la luz que cometieron esta incursión ilegal a nuestras tierras, mis tierras.
Mis soldados y yo nos dirigimos hacia la tribu de los Ancestros para fortalecer la frontera de cualquier tipo de ataque. En eso me tardo dos semanas y de allí me voy a tierra de los Sigurd por lo mismo. Llego al castillo de Arem, el cual se encuentra concurrido de soldados heridos. Gunilda y la señorita Miranda se encargan de dirigir a los soldados heridos y de informar a las familias de los fallecidos.
Me quedo con ellos por un mes más para solucionar asuntos militares y comerciales. La mina está detenida hasta nuevo aviso, el mar se encuentra reacio a permitir incursiones en sus dominios que no sean provisiones para la ayuda de los reinos. También los trabajadores de la mina no se encuentran en óptimas condiciones para trabajar y lo respeto. Arem se encarga de la seguridad en conjunto de su hijo. Miranda, Gunilda y yo nos reunimos en la oficina de Arem.
—La exportación quedará suspendida por un año hasta que esta situación se tranquilice —le digo a las dos.
—Mi tío me escribió diciéndome que el cruce marítimo hacia el reino de la luz está cerrado hasta nuevo aviso. Esto nos perjudica y también a la tribu de los Ancestros —dice Miranda refugiándose en su abrigo violeta—. La empresa Calore tiene para pagar nómina hasta los seis meses, si pasa un año sin poder exportar, tendremos que buscar otros socios comerciales o impulsar el mercado local.
—¿Cómo van las construcciones de los conjuntos residenciales que tienen en marcha? —le pregunto a la señorita Calore.
—Se detuvieron por la guerra y retomaron los trabajadores sus funciones hace una semana. Es con eso que estamos salvándonos, con la mayor parte de las casas ya compradas, pagaremos a los trabajadores e inversionistas —responde con más optimismo.
—Cuéntame Gunilda de los recursos alimenticios —digo mirándola en busca de mejorar la racha de buenas noticias.
—Quedan pocas provisiones, estimamos que nos quedaremos sin alimentos dentro de dos semanas —responde sombría—. Regresamos a las personas a sus casas y nos quedamos con los gravemente heridos. Le comenté a Miranda para solicitarle un préstamo para comprar más comida.
—El tema no es el dinero, la corona tiene para eso. El problema es que todas las fronteras están cerradas por la guerra —digo angustiada—. He hablado con mi cuñada y solo me permite transportar tres barcos a la semana.
—Tenemos los bracos de la empresa, se adaptan y se transportan —comenta Miranda mirándonos a las dos—. Yo me encargo de la logística, pero necesito saber a dónde le compraremos los suministros.
—A las valquirias, pero ellas no están abiertas por los momentos a comerciar —respondo pensando a quien le puedo comprar—. Puedo hablar con mi padre, pero comprarle a él es más costoso por los aranceles marítimos.
—No tenemos opción, aquí no ponemos cosechar... —comenta Gunilda mirando a Miranda—. ¿Cómo van esas cosechas?
—Es complicado —su rostro optimista se disminuye—. Las temperaturas son excesivamente heladas. Pudimos cosechar manzanas y las vendemos, pero un reino no solo come manzanas.
—Miranda, encárgate de preparar esos barcos. Tenemos menos de dos semanas para concretar, yo me encargo de hablar con mi padre —me levanto y las dos mujeres hacen lo mismo.
Salgo preocupada de esa oficina. No es solo esta tribu, también son las demás. Teníamos las provisiones, pero con la guerra, se vaciaron velozmente. No comercio con mi padre, no porque no quiera, es por lo costoso de los aranceles marítimos y los de él mismo. Cruzar el océano hasta el reino del Este es complejo y arriesgado. Solo se puede usar diez canales, de los cuales todos son controlados por mi padre. Su fortuna es increíble, no compite con la de mi tío Marte, pero si es envidiable.
Stephan se mantiene en el frente con los demás generales para la protección de mi reino. Me siento cansada, me voy a mi habitación a pensar y a escribir cartas. Ganamos la guerra, pero no me siento como tal. Solo se acumularon más problemas, no solo para mí, para Sol también. No he sabido nada de él y de Marcus por dos meses y me angustia no saber nada. El reino de las sombras quiere una guerra con los seres de la luz por la muerte de su rey, mi hermano ascendió a su trono, pero ¿a qué costo?
Escribo una carta a mi padre para solicitarle un intercambio o compra de alimentos. Que me diga cuanto es el monto, más la cuenta en aduanas. En serio no culpo al señor Calore por evadir a las aduanas, solo en pasar tres barcos llenos de comida, son tres mil coronas. Pero es un gasto que tengo que hacer si no quiero morir de hambre y mi gente tampoco. Termino de escribir la carta y la envió con mi lechuza de hielo. Me llegan noticias del frente por parte de Stephan. Se está terminando de establecer las fronteras y su control. Los ejércitos ya están siendo desplegados a otras zonas para evitar otra guerra. Leer tantas cartas me provocan un dolor de cabeza espantoso, me levanto de mi escritorio y me voy a la cama para descansar algo.
Duermo lo suficiente o más bien cuatro horas. El pico de la lechuza me despierta, la criatura vuela al escritorio y deposita una carta. Me levanto veloz y abro la carta. Mi padre me responde con una respuesta afirmativa, me puede intercambiar comida por mis recursos la próxima semana. Puedo leer entre líneas que él necesita el hierro para crear más armas. En serio no quiero más guerra, no con los seres de la luz, oscuros, centrales. Con nadie, de hecho.
Salgo de mi habitación y me encuentro con la hija de Arem y Gunilda, ella me mira y hace una reverencia, se regresa de nuevo a su habitación y se tranca. Ella le afectó en gran medida esa guerra, puedo verlo en sus ojos depresivos y su mente cansada. Llego hasta el salón de banquete, que ahora es una enfermería. Busco con la mirada a Miranda y la encuentro encendiendo varias hogueras. Le hago señas para que se acerque y ella acude a mi llamado. Salimos a la intemperie, lo más alejado de cualquier persona.
—Mi padre me respondió, vamos a hacer un intercambio. Él me dará la comida y nosotros hierro —le digo firme—. ¿Tienes las reservas llenas para dicho intercambio?
—Sí las tenemos, pero sobrepasa los límites de Arem. No tengo problemas de darle nuestra parte, pero tendría que hablarlo con el consejo administrativo —ella piensa veloz una propuesta para la junta directiva—. Déjeme ir a reunirme con ellos y le digo mañana temprano ¿sí?
Asiento y ella se va en busca de un trineo. Lo consigue rápido y el chofer arranca el vehículo y se van veloces colina abajo. Regreso al castillo a planear todo para el intercambio, busco a Gunilda para planearlo juntas. Ella y yo hemos sabido dejar con el tiempo las hostilidades, sabiendo que ahora trabajamos para el mismo bando. Ella se encarga de reunir a los trabajadores para la extracción y yo a los soldados para custodiarla. Intercambiaré hasta donde los recursos me lo permitan, tampoco compraré para toda una vida.
Al día siguiente me reúno con la junta directiva de la empresa Calore, en la casa de la señorita Calore. Gunilda y el señor Mason Talque como representantes de las riquezas de la tribu. Cuatro hombres y dos mujeres conforman la junta por parte del lado de la señorita Calore.
—La señorita Calore nos comentó sus intenciones, su majestad —habla el presidente de esta delegación, el señor Fadric Torres—. No tenemos problemas en poner nuestra parte del hierro para la compra de los alimentos, pero como sabrá nosotros le rendimos cuentas al señor Calore. Las ganancias de este año se verán afectadas por la guerra.
—También queremos saber ¿cómo seremos tratados después de la guerra de hace dos meses? —habla cortés la señora María Flores—. Somos seres de luz, en su mayoría con dragones como guardianes. Aunque nuestro gobierno no haya atacado, nuestra seguridad se verá afectada por la especulación.
—Estamos viviendo tiempos turbulentos, eso es algo evidente. El tema de los recursos es vital para nuestra supervivencia, cómo verán, estas tierras no son fértiles —miro a todos reunidos y sentados en la sala—. El pago del señor Calore, se realizará dentro de un año. En cuanto todo se calme y se reabran las fronteras con el reino de la luz, se hablará con él. Respecto a su seguridad, se le asignarán guardias a cada uno, los dragones se quedarán recluidos en su santuario por su protección. Hay una orden de asesinar a todo dragón que sobrevuele tierras oscuras —se escuchan suspiros ahogados, los rostros de la junta es de terror—. Se trabajará en la mina de forma prudencial y se producirá de forma gradual.
—La señorita Miranda dijo que venderán el hierro al reino del Este —habla el señor Oscar Martínez—. El tema con el reino de la luz no se resolverá dentro de un año, la guerra fue devastadora y eso no se olvida así de simple. Comerciar con el reino central será aún más complicado, para no decir imposible. Si se tiene las puertas abiertas con el reino del Este ¿por qué no empezar a comerciar con ellos?
—Los costos de aduana son exorbitantes, Oscar. La rentabilidad se volverá complicada —le responde el señor Torres.
—¿Y cuándo crees que se reabrirán las fronteras con los demás reinos? —cuestiona el señor Martínez serio, su apariencia es de alguien de Solaria; piel tostada, cabello castaño y rostro aguileño—. Asesinaron al mismo rey de las sombras, esa gente querrá guerra y no los culpo. No tengo que estar en el ambiente político oscuro como para no darme cuenta que cortarán toda relación con el reino de la luz. Y ya lo hicieron, porque por algo fue que, la reina no quiso comerciar con Solaria directamente. Culpables o no, ya el daño está hecho.
Varios asienten a sus palabras.
—Es una propuesta que hay que estudiar directamente, costo de aduanas y también los mismos compradores —comenta la señorita Calore, de todos, ella es la más joven; aunque tenga cincuenta años—. Cuando la reina o el emisario que vaya al reino del Este, uno o dos de nosotros tiene que ir para concretar socios comerciales.
—Es una buena idea, pero no podemos ser nosotros. Somos de la luz, en cuanto se den cuenta, nos rebanarán —habla la señora Flores—. Y tampoco es buena idea que nos asocien con la reina, eso sería perjudicial para ella.
—Tomaré sus palabras, pero si necesito que todos estén de acuerdo en comercializar con el reino del Este —digo firme, sentada en el mullido sillón de cuero y piel (tela).
Todos se miran sopesando la idea. Lo que dijo el señor Martínez es cierto. Decir que en un año todos harán borrón y cuenta nueva, es mentira. El reino de las sombras quiere guerra, Lina no va a reabrir las fronteras hasta nuevo aviso. El ambiente político en el reino oscuro es tortuoso y conflictivo. Después de pensarlo por una hora, todos asiente en comercializar con el reino de mi padre. La señorita Miranda será la que me acompañe en esta travesía a conseguir socios. La junta directiva decidió cambiarse el nombre de la empresa para evitar el hostigamiento de los seres oscuros.
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