Luna: Jugar A La Esposa.
Sol se queda dormido en mi regazo. No me gusta usar mi magia en él, pero era tal el cansancio que se veía en sus ojos, que no me pude resistir. Dejo que sueñe todo lo que su mente necesite para descansar. Me levanto con cuidado para no despertarlo. Salgo de su oficina para dirigirme a ver a mi hijo. Él me escribió que Sol tenía problemas y me dispuse a venir, mis guardias me escoltan hasta su habitación. Un soldado de Sol me abre la puerta y veo a Marcus acostado leyendo un libro; en cuanto me ve, sale veloz de la cama y se abalanza a mis brazos.
—Me alegro que estés aquí —dice mirándome asustado—. Algo pasa en el reino y mi padre está nervioso. Mi tío Taurus se fue como un rayo con un buen grupo de soldados, algo de un robo.
—Sí, lo vi en las mentes de los guardias —lo llevo de nuevo a la cama—. Pero creo que es más importante que me cuentes de ti ¿qué has hecho?
—Madre, el reino es más importante —replica serio.
—De eso se encargan los adultos, no tú —le acompaño en la cama—. Tú eres un príncipe que debe dormir.
—No quiero dormir, quiero ayudar —protesta dejando el libro en su mesa de noche—. Quiero ayudar a mi padre.
—Lo ayudas siendo obediente a nuestras ordenes —replico atrayéndolo hacia a mí—. Créeme, cuando seas adulto vas a querer tener tu edad. Cuando eres adulto no puedes escapar de tu destino, porque estarías poniendo la vida de muchas personas en riesgo.
—¿Y mis hermanas? —pregunta resignándose.
—Fauna está mejorando con sus poderes de transformación. Flora se frustra porque solo puede hacer algodón —respondo con una leve sonrisa—. Vamos a venir por tu cumpleaños. Ellas te extrañan igual que a su padre.
—Estaba debatiendo si quedarme en Solaria para estudiar o irme a Vulcan —dice acurrucado a mi lado.
—Creo que debes estar en Solaria con tu padre, le harías de utilidad aquí —respondo acariciando su cabellera rubia. Él aparta mi mano.
—No vas a hacerme dormir —protesta molesto. Él se levanta mirándome con el ceño fruncido
—No pretendía hacerlo mi amor —digo con voz melodiosa—. Solo quiero estar contigo.
—Y yo contigo madre —relaja sus facciones y vuelve a acostarse conmigo. Esta vez sí se queda dormido en mis brazos. He desarrollado con el tiempo esta habilidad de poder dormir a las personas a voluntad, a veces sucedía que hablaba de esta forma con mis consejeros y ellos se quedaban dormidos. Algunos piensan que tengo un tono de voz duro o pedante, pero es que tengo que hablar de esa forma para que las personas no se duerman.
Me quedo en la habitación de mi hijo hasta que Stephan toca a la puerta y me informa que Taurus regresó. Me levanto con cuidado de la cama, dejo a mi precioso niño dormir. Salgo de su habitación y se siente la tensión en el palacio. Las mentes de los guardias no me dicen mucho, divagan demasiado y no tienen claro sus pensamientos.
Me dirijo al castillo central a reunirme con Sol y Taurus, sin embargo, los guardias me niegan el acceso.
—Lo siento, su majestad. Pero el rey y su consejo entraron en la sala de reuniones, y nadie más puede entrar —habla un soldado cruzando su lanza con otro soldado.
—En cuanto el rey se desocupe, dígale que estoy con el príncipe en su habitación —le ordeno firme. Me volteo y me regreso de mal humor a la habitación de Marcus, le ordeno a Stephan que custodie la entrada y que solo puede entrar Sol o Taurus.
Traigo un cojín del sofá de la amplia habitación de Marcus al suelo. Su cuarto está excesivamente decorado como todo en el palacio de Sol. Estatuas de oro y mármol, tiene un libreo al lado de su escritorio, amplias ventanas protegidas con puertas corredizas de cristal, las cortinas blancas vuelan levemente por una puerta abierta. Me siento en el cojín con las piernas cruzadas, las manos en mis rodillas y mis ojos cerrados. Respiro profundo concentrándome en mi misión. Empiezo a viajar en cabeza en cabeza, mente por mente de cada individuo hasta llegar a los guardias que no me dejaron entrar al castillo principal. Subo las escaleras y así sigo por los pasillos hasta llegar a la sala de guerra de Sol. Los ministros de Sol y Taurus están en la sala a punto de exaltar. Necesito quedarme en la mente de uno de ellos, pero sospecharían si alguien está increíblemente tranquilo, sin moverse o hablar. Lo bueno es que hay solo dos guardias postrados en la puerta y me introduzco en la mente de uno de ellos.
—¿De cuánto estamos hablando? —Sol exige iracundo en su silla.
—Trescientas mil coronas —responde el ministro de finanzas, él único del gabinete de Sol que no ha sido enjuiciado.
—No pudieron robar más porque se pudo contener a los ladrones —responde Taurus erguido—. Se capturaron a cinco ladrones y escaparon tres, dos fallecieron. Ya tengo a un equipo dándole caza —él duda por un momento—. Pero no solo fue el robo, también fue esto.
Taurus le entrega varios papeles.
—Ya ordené que quemen todos los papeles. Los ladrones que escaparon los soltaron en su huida —habla molesto—. También ordené que más patrullajes en conjunto con el sargento Griffin.
—Sí señor, también se incrementarán el control marítimo en búsqueda de los ladrones o cualquier actividad ilícita —habla el segundo al mando de Taurus.
—Necesitamos ganarnos la confianza de la nobleza, no ahuyentarlos más —comenta el ministro Boris Alcalá del interior.
—Acaban de robarle al rey, Ministro Boris —replica el sargento Griffin—. Incluso a los mismos nobles. Todos querrán sus cabezas en picas. Solaria siempre ha sido un lugar seguro, para los habitantes e inversionistas. Esa imagen debe prevalecer, como también la justicia.
—Las búsquedas serán por tierra y mar —interrumpe Taurus al lado de su hermano y el señor Griffin al lado de Taurus—. Hay que estar atentos a las afluencias de transferencias bancarias.
Los ministros asienten.
—Lo que me preocupa aparte del dinero robado, es la imagen de la reina —habla incomodo el ministro Boris—. Esos panfletos, aunque el capitán general Taurus los haya quemado todos. Las palabras vuelan y más con noticias como estas.
—¿Qué quiere decir exactamente? —demanda Sol conteniéndose su rabia.
—Hacer campañas en pro de la reina —comenta el ministro Boris buscando las palabras correctas—. Que los proyectos públicos que van a salir como hospitales y escuelas, que se llamen como ella o hacer creer que ella es la que está detrás. Algo así como gesto de buena voluntad. También crear una campaña hacia los nobles con ella, que vean que ella no es la enemiga o lo que dice esos panfletos —señala los papeles que sostiene Sol con fuerza.
—Me parece buena idea —comenta Taurus con convicción.
Los ministros de Sol y él planean su siguiente jugada política. La principal es la reconciliación con el sector privado y noble de Solaria, seguirán presionando con el pago de los impuestos, pero dependiendo de la propuesta que reciban, podrían hacer algunas rebajas. Endurecerán las sanciones y darán caza a los ladrones que robaron un aproximado de trescientas mil coronas. También quieren que me presente más en Solaria como especie de limpieza de mi imagen.
Salgo de la mente del guardia y vuelvo a aparecer en mi cuerpo. La habitación de Marcus sigue como si nada, él sigue dormido en su cama. Me levanto desorientada. No podía meterme en las mentes de Sol o Taurus para saber que decía esos panfletos, pero solo por su tono, podía notar que era grabe. Me voy a la cama con mi hijo, no tengo sueño. Solo pienso en mi siguiente movimiento. Volver a Solaria no me entusiasma en lo más mínimo y mucho menos hacerme amiga de la gente de aquí. Pero me imagino que, si quiero estar en paz con las personas de aquí, tengo que jugar al papel de esposa abnegada, que me preocupo por el bienestar de estas personas. Solo lo haré para ver si se puede evitar la guerra de esos herejes. Jugar este juego retorcido de política es cansado, pero vital para la supervivencia de mi propia familia.
Me quedé dormida después de un largo tiempo, pero no duré mucho porque Marcus se movía demasiado, así que me fui de su habitación y fui a la habitación de Sol; la cual está vacía para variar. Me acuesto en su amplia cama y doy vueltas, las sábanas tiene su particular olor. Aunque el calor abrasador de Solaria me abraza. Estamos a un mes de acabar el verano, pero igual se siente las altas temperaturas.
Las puertas de la habitación se abren en par en par, me siento en la cama y me encuentro a mi esposo acompañado de Taurus.
—No voy a preguntar cómo están —digo saliendo de la cama—. Solo digan lo que tengo qué hacer.
—¿Hasta dónde nos viste? —Sol cuestiona serio.
—Lo suficiente como para saber que estamos en una situación compleja —digo sin ánimos de discutir. Taurus y Sol me informan de la situación actual. Hubo un robo en las arcas reales, donde se sustrajeron trescientas mil coronas y lanzaron panfletos donde decían cosas como "la reina es una perra. Reina asesina. La reina es la ladrona." No soy una perra, asesina si lo soy, ladrona no. Pero yo sé quién soy, pero la plebe es tan manipulable que cualquier cosa se la tragan como si nada.
Sol me guía por todo el palacio hasta su sala de reuniones, donde su ministro del interior, senescal y su nuevo ministro de obras, William Abbott.
—Su majestad —los hombres realizan una reverencia en cuanto me ven.
—Ministros, quisiera que nos encontráramos en una mejor situación —hablo educada, pero sin ser melosa.
—Lo mismo digo, su majestad —responde el ministro Boris—. Por favor siéntese, tenemos muchas cosas que ponernos al día.
Taurus, nos dejó a medio camino a resolver el misterio del robo. Me siento con los ministros a planificar la agenda que tengo que hacer por unos panfletos. Sol tiene que realizar varias visitas de estado por esta semana a los reinos del medio oriente. También se abrirán tres hospitales públicos en Solaria, de los cuales uno tendrá mi nombre y según un papel. Yo puse una parte del dinero que se usó para construirlos, lo cual es una mentira a medias. Debido al robo, Sol destinará el dinero que me daba para mis gastos a cubrir los últimos pagos de esos hospitales. No me agrada en lo absoluto, pero no puedo objetar.
En base a toda la información correspondiente. Me regreso a mi propio reino a consultar todos los asuntos que tengo. Tengo la agenda bastante atorada, tengo que reunirme con los jefes de los clanes para finiquitar los últimos pagos para el invierno. La verdad es que no sé que voy a hacer. Se supone que tengo que limpiar mi imagen, pero también tengo que concentrarme en mi propio reino.
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