Lina: El Poder De Una Diosa
El banquete por la boda de mi hermano dura lo que queda del día. Ellos se ven bastante felices con sus hijas. Estrella y Taurus conviven con sus amigos y familiares. Luna habla con sus padres y mi hermano con los suyos. Cada uno está hablando menos una persona. Louisa se ha mantenido bastante cerca de mí o Tristan. En otra época estaría jugando con sus primos, pero está callada y un poco ida.
—Hija ¿qué te pasa? —le pregunta tomándole de la mano, ella se espanta y me ve.
—Nada, estoy bien —responde con una mueca—. Ya mi padre me va a inscribir en una escuela del reino.
—Gasto una fortuna en contratar sacerdotisas para ti y aun así insistes en ir a una escuela con plebeyos —comento molesta.
—Eso fue muy clasista de tu parte —me regaña mi propia hija—. Además, no son plebeyos. Son los hijos de importantes aristócratas y empresarios. Alguna buena alianza puede salir de eso.
—Si quisiera casarte, lo haría con alguien de mi corte —respondo desde mi silla, ella ocupó la silla de su hermano.
—Una buena alianza no solo viene de la mano de un anillo, puede venir de otros lados —comenta volteándose y observando la pequeña pista de baile improvisada.
—Pasas mucho tiempo con tu padre —comento tomando mi copa y alzándola para que venga un sirviente y la llene.
—Es lógico que los hijos pasen tiempo con sus padres, por algo nos tuvieron —comenta maliciosa, la miro molesta—. Si pasaras más tiempo con tu hija, tal vez pensara de la misma forma clasista de tu parte, así como Lucian —ella se recuesta de la silla.
—Ahora viviremos juntos, todos como una familia. Pasaré tiempo con ustedes y te enseñaré la forma correcta de ser una princesa —comento con una sonrisa y ella solo se limita al alzar una ceja.
—Es decir, ser una chica mimada, caprichosa con serios problemas de humildad y diciendo frases tipo: el pobre es pobre porque quiere —dice eso y se echa a reír. Varios la miran extrañados.
—No, una princesa es una mujer que realiza misiones monárquicas con el fin de prevalecer el buen nombre de su familia. Pueden ser embajadoras, diplomáticas, guerreras, astutas y con humildad —le digo intentando no perder la paciencia—. Lo que tú describes es la hija de alguien noble.
—Y si no quisiera ser princesa —ella me mira alzando el rostro—. Si quisiera ser... —se queda pensando un rato— actriz. Sería muy buena —ella come unas uvas en un tazón.
—¿Es en serio? —la miro burlona.
—No te rías de mis sueños, es algo importante —ella protesta—. ¿Acaso no has visto mi espectáculo de marionetas? A los niños del planeta de mi padre les encantaba.
—¿No es esa obra donde una mujer llamada Raquel estaba involucrada en un confuso triángulo amoroso son el señor William y su hermano Tobías? —pregunto confundida. A ella le gusta realizar espectáculo de marionetas, Tristan le ayuda a crearlas con sus tejidos.
—Exactamente —ella se acomoda en su silla y pone sus dos manos enfrentadas y estira los labios para simular el drama amoroso de unos muñecos de tela—. Soy buenísima madre.
—Ya lo creo —comento conteniendo las ganas de reírme. Sé que ella no quiere ser actriz, pero no voy a decir algo que la pueda lastimar—. En otras instancias, ¿ya tu padre averiguó la disque academia donde te inscribirá?
—Sí, es ShadowVale —comenta, me suena ese lugar—. Su secretaria está investigando todo para que yo pueda comenzar. Espero que tengan un programa de actuación para desarrollar mis habilidades artísticas.
—¿De qué hablan? —pregunta Seraphine apareciendo con una copa en la mano.
—Tu hermana quiere ser actriz —le digo como si nada a Seraphine. Ella mira extrañada a su hermana menor.
—¿Por qué dudan de mis habilidades? —protesta mi pequeña niña.
—Yo no he dicho nada, supongo que quieres explotar "Confusión De Amor" —comenta divertida Seraphine refiriéndose a la obra de marionetas de Louisa.
—¡Que no se llama así! —chilla cruzándose de brazos.
—¿Y cómo se llama? Déjame decirte que le queda el nombre. Una mujer que ama a su novio, pero luego ama a su hermano, pero vuelve amar al primer hombre y así hasta llegar a la boda de los tres —Seraphine mira a su hermana divertida—. Yo te apoyo en comercializar la obra, le digo a Aurora y a Alex para que creen la banda sonora.
—¿Por qué no me toman en serio? —protesta mi hija menor. La tomo entre mis brazos y ella se tranquiliza—. ¿Tú me quieres?
—¿Qué clase de pregunta es esa? —la miro extrañada, ella me mira triste—. Por supuesto que te amo, eres mi hija y haría todo por ti.
Ella se tranquiliza y las tres seguimos conversando sobre la confusa obra de marionetas de Louisa. Sé que ella no quiere ser actriz, ella solo quiere mi atención. Intento darle toda la atención que mi reino me permita, pero eso no lo puedo lograr del todo. La dejo mucho tiempo sola y eso no está bien. Intento ser una buena madre, pero fallo casi siempre, hago lo mejor que puedo. Solo quiero que mis hijos lo sepan.
La boda de mi hermano termia a la media noche. Cada uno se regresa a sus respectivos reinos. Me despido de todos mis familiares al igual que mis hijos lo hacen. Los dioses de la luz le dejan claro a Tristan que no podrán asistir a su coronación por respeto y consideración. Él lo comprende y lo acepta. Tristan se despide de su familia, ellos le aclaran que si irán a su coronación. Los cinco nos regresamos al palacio de Tristan. Aparecemos en el medio de un pasillo, puedo notar que veo mejor, no como me gustaría ver en la oscuridad. Pero si logro distinguir gran parte del castillo. Seguimos a Tristan por el pasillo hasta encontrarnos a los primeros guardias que se arrodillan en cuanto lo ven. Bajamos las escaleras y mis guardias aparecen y se arrodillan ante mí.
Creo que debo ir al océano para que mis súbditos sepan que tienen a una diosa que los protegerá. A medida que avanzamos más personas aparecen, consejeros y ministros tanto de Tristan como míos. La situación es casi insostenible y nos dividimos. Tristan se va con Seraphine y sus ministros, y yo me voy con Lucian, Louisa y mis ministros. Subimos al cuarto piso donde se encuentra mi piso perfectamente iluminado. Llegamos a mi oficina y todos entran. Se acomodan en los muebles y varios guardias acomodan otras sillas para que queden todos sentados.
—Como sentirán, nuestro señor me ha ascendido a diosa de todos los océanos —hablo firme y mis ministros se arrodillan—. Y no solo a mí. Mi esposo, hija, cuñada y hermanos. Y primo segundo.
—¿Y seguiremos con los planes ya mencionados? —pregunta Lucian al lado de su hermana.
—Por supuesto —digo sin revelar mucho. Mis ministros hablan de los avances y retrasos por el mentado bloqueo. Luna y yo éramos las únicas que no estábamos de acuerdo en permitir el bloqueo con los seres de la luz. Ella me ha pedido ayuda, ya que su economía y así muchos reinos, dependen del comercio con los seres de la luz.
Cada ministro termina de decir su informe. Le encargo a Lucian que siga con los planes y a los demás les encargo soluciones para ampliar los puestos de control fronterizo entre el reino oscuro y central. Tendré que habilitar más entradas si no quiero colapsar los ya existentes. Despido a todos excepto a mis hijos.
—¿De qué planes hablaban? —pregunta Louisa ya cuando todos los hombres y pocas mujeres de mi consejo.
—Son secretos, tú no te preocupes —estiro mi mano y ella la toma desconfiada. Lucian sigue en su asiento—. Vamos a descansar, tenemos muchas cosas que hacer ante la coronación de su padre.
Ellos me siguen obedientes, bajo a las habitaciones reales. Acompaño a Louisa a la suya y sus sacerdotisas la ayudan a cambiarse y a dormir. Le doy un beso de buenas noches y me despido de ella. Acompaño a Lucian a la suya y me despido de él con un beso en la mejilla. Me voy a la habitación del rey, decoré este lugar con la intención de borrar cualquier indicio de Robert. Tristan ha actuado con discreción en no alterar las relaciones de poder después de la muerte de Robert. Lo hace porque tiene un deber con estas criaturas, pero yo no lo tengo.
Mis damas me ayudan a desvestirme y me quedo con solo una bata. Preparan el baño y las despido. Me siento en el borde de la tina remodelada con nuevas baldosas. El agua está tranquila, toco con delicadeza la superficie y una súbita avalancha de visiones me invaden. Retiro la mano asustada. Miro a mi alrededor, la habitación se encuentra completamente iluminada. No hay sombras chismosas, solo estoy yo. Veo mi reflejo en el agua y esta me muestra un sinfín de escenarios. Veo barcos pasar por encima de mí, veo sirenas nadando con cualquier criatura marina, veo una gran tormenta y un barco atrapado en medio del desastre. Escucho las suplicas de la tripulación suplicando a los dioses misericordia. Sumerjo mis manos y mi cuerpo es tragado por el agua.
Las olas me sacuden feroces, no me dan ningún tipo de tregua. Nado hacia la superficie en busca del barco. Decir que la tormenta es feroz, es quedarse corta de palabras, las olas me arrastran y me devuelven adentro del océano. Me transformo en sirena para poder nadar mejor, vuelvo a surgir hacia la superficie y nado hacia la dirección del barco que se encuentra a un kilómetro de distancia. Pero una gigantesca ola se alza amenazante, mide como unos cinco metros. Estas son las experiencias que nunca quieres vivir en el mar. Estiro la mano con la intención de aplanarla. Me quedo impresionada como la ola obedece a mis deseos, la voy aplanando lentamente para no causar un mayor daño. Una especie de poder nace lentamente dentro de mí. La cresta que intenté aplanar, ahora forma parte de mí y me elevo a la misma altura. Mi cuerpo ya no es mi cuerpo. Ahora soy solamente agua, soy los animales que nadan por debajo de mí, soy las sirenas. Soy los corales, la tierra del fondo marino. Soy luz y oscuridad, mezclada en forma de agua.
Me acerco al barco solo moviéndome un pequeño trazo. La tripulación me ven asustados y yo los veo curiosa, me acerco para ver quiénes son. Es un barco, en su mayoría tripulados por hombres, algunos buscan lanzas para atacarme. Me enderezo y con un movimiento de manos elevo el barco por los aires y me dispongo a moverme lo más alejado de la tormenta. No distingo el tiempo, solo sé que recorrí un buen tramo, adentrándome en la oscuridad. Donde ya no hay una tormenta dispuesta a destruir todo lo que se encuentre debajo de ella. No tengo nada en contra de las tormentas, son parte de la vida, así como la tranquilidad, ambas conviven y mantienen el equilibrio del universo.
Dejo el barco en las aguas tranquilas del reino del Este. Varios barcos se encuentran navegando tranquilos. Algunos se disponen a atacarme y me voy. Pero antes de desaparecer, escucho un sinfín de gracias y agradecimiento de los marineros del barco. Asiento y vuelvo a salir a flote dentro de la tina de la habitación de Tristan.
—¡¿Se puede saber dónde carajos estabas?! —exclama la voz de Tristan al frente de la tina. Lo veo algo borroso, me cuesta enfocar la vista—. ¡Han pasado cinco horas y nadie sabía dónde estabas metida?
—¿Cinco horas? —exclamo recuperando el aliento. Me levanto desnuda y un grupo de guardias de inmediato se dan la vuelta.
—¡Lárguense! —ordena Tristan hecho una furia. Mis guardias cierran la puerta dándonos privacidad—. ¿Y bien?
—Salvé un barco de hundirse —digo saliendo del estanque. Tristan extiende su mano y me ayuda a salir—. Con tan solo tocar el agua pude ver todo mi reino. Es algo que nunca he podido hacer. Incluso me transformé en una masa gigantesca de agua, y otras cosas más. Levanté con mis manos un barco con personas adentro y las llevé al reino de tu padre. Los salvé de morir ahogados.
—Pudiste avisar, envié a sombras por todo el castillo y en el reino a buscarte —exclama Tristan extendiéndome una bata nueva—. Tus guardas apresaron a tus damas en busca de respuestas y Seraphine las interrogó.
—Es lógico —digo saliendo del cuarto de baño. Se encuentran en la habitación mis hijos con profundas emociones en sus rostros. Enojo, miedo y preocupación—. Pueden liberar a mis damas, ellas no sabían nada de lo que iba a hacer.
—Estábamos preocupados —exclama Louisa saliendo de la cama y dirigiéndose hacia a mí.
—Lo sé mi amor —la abrazo y mis hijos mayores no me dan tregua—. Estaba descubriendo mis poderes ¿de acuerdo?
—Eres la reina y diosa ahora, desaparecer así es peligroso —me recrimina Lucian pasándose una mano a su cabellera rojiza. Su cabello lo tiene por la altura de los oídos—. ¿Si lo entiendes?
—Sí, lo entiendo —acepto mi regaño. Me siento como si volviera a tener catorce años—. ¿Ahora me pueden dejar descansar?
Ellos se miran y asienten. Mis hijos se van de la habitación, Louisa es arrastrada por Lucian. Ella protesta, pero Tristan los expulsa de la habitación.
—¿Ya has explorado tus poderes? —cuestiono intentando sacarlo de su ira.
—Sí, buscándote —se voltea y su rostro es inexpresivo—. Sentí a cada sombra de este reino y de los demás. Buscando si alguna te había raptado o hecho algo.
Me acerco hacia a él, lo abrazo pegando mi rostro con el suyo. Él me devuelve el abrazo y me carga. Él no podía cargarme, pero creo que ahora que es un dios, puede hacerlo. Él me deposita en la cama de forma brusca. Reboto y él me observa mientras que se desviste, le resulta sencillo porque solo tenía una camisa y sus pantalones. Me dejo tomar por él, a pesar de todo, no me arrepiento en ayudar a ese barco. No me arrepiento de nada porque ahora esto constituirá a mi nueva vida. Poder sentir el océano como lo sentí, es algo indescriptible. El poder es maravilloso, y debo tener cuidado como y cuando lo uso. Para evitar este tipo de situaciones.
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