Demian: Besos De Buenas Noches.
Mi madre y el tío Kenan se habían ido a hablar. No me fío de ese hombre en lo absoluto. Cada uno de nosotros solo somos unos peones en su retorcido juego, incluida mi madre, solo que ella juega en las ligas mayores. Algo se traman y la experiencia me ha dicho que me aleje, a veces es mejor vivir en la ignorancia que saber cómo se mueven los peones en este juego retorcido.
—¿Qué piensas? —pregunta Meghan con su mano en mi entrepierna—. ¿Puedo cambiarlo? —cuestiona masajeando mi pene. Si no fuera por la tela de mi pantalón, ella ya estaría arrodillada chupándomela.
—Ya sabes la respuesta —digo con una sonrisa. Ella recuesta su cabeza en mi hombro mientras que su mano no me da tregua. Se puede disimular porque estamos sentados en la mesa de mi familia y los manteles son tan largos que nadie vería a mi novia masturbándome—. Vamos a buscar un sitio más privado.
Ella se anima y salimos de la mesa. Me cubro la entrepierna con mi abrigo. Meghan y yo nos vamos a mi habitación del castillo de mi prima Seraphine. Ella está absorta entre sus nuevas responsabilidades y su novio no declarado, Atlas. Ayudo a Meghan a deshacerse de su vestido de terciopelo azul oscuro. Ella se quita el camisón y me deja tocarla todo lo que quiero. Meghan me ayuda a deshacerme de mis prendas. Me acuesto en la cómoda cama y ella se monta encima de mí, sus preciosas tetas se mueven de arriba abajo mientras que me enviste frenética.
La conozco desde que era un niño. Desde que la vi supe que no podría estar lejos de ella. Es como una especie de hechizo, mi madre me dijo que era amor. Pero no me gustó en ese momento porque ella era la única que me sacaba de quicio, no obedecía a mis demandas, no me temía como los demás. Ella es la única que me hacía sentir normal y débil, sentimientos que a veces me gustan, pero me disgustan al mismo tiempo. Ella entrenaba conmigo en el castillo de mi madre, le hacía sacar sangre, lo hacía porque así le enseñaba su lugar; pero la muy perra no se quedaba con la lección y me sacaba sangre. Mi madre no intervenía, solo me alentaba en lo privado a mejorar mis golpes, pero que procurara que no matase a la chica.
Meghan me hace volver a la realidad cuando escucho sus gritos de excitación. Me siento y la abrazo, ella me rodea con sus brazos mientras que la beso en los labios. La cargo y la hago que se acueste, ahora es mi turno de tomar lo que me pertenece. Separo sus piernas y me introduzco con fuerza, ella gruñe y me mira pícara. La embisto con fuerza hasta que el orgasmo se apodera de mi cuerpo y caigo a su lado jadeante.
—Me intrigas, Godness —dice entrelazando sus piernas con las mías.
—Tú me irritas —digo con la garganta seca—. ¿Te quieres quedar o quieres volver al baile?
—Quedémonos —dice cansada—. De todos modos, tenemos que hablar.
—¿Estoy en problemas? —pregunto alzando una ceja, ella niega con la cabeza.
—Ya estarías con el ojo morado —ella se ríe, pero se pone seria de repente—. Ya se acerca tu partida y no hemos hablado de nosotros.
—Te irás conmigo —respondo serio.
—Sabes que tengo mis responsabilidades con mi familia —ella me mira apenada. Solo conmigo tiene la confianza de mostrarse vulnerable—. Alex se irá con su amiga Aurora a El Páramo. Y yo tengo que hacerme cargo de...
—Sé a lo que te refieres —ella se acuesta en mi pecho mientras que le acaricio su hermoso cabello negro—. Pero en serio quiero que vengas conmigo, estaré solo en un reino de víboras y no en el buen sentido.
—Tengo que hablarlo con mi padre —ella me besa amorosa los labios. Rodamos por toda la cama hasta quedarnos dormidos. No me importa perderme el baile de Seraphine, ya hemos estado cinco horas.
Me despierto el día siguiente con un dolor de cabeza, eso solo puede significar dos cosas. Tengo resaca por el baile de ayer o es un hechizo de mi madre por haberme ido del baile. Solo hay una forma de averiguarlo. Me levanto con cuidado para no despertar a Meghan, tomo mis prendas y me visto rápido. Me voy al escritorio y le dejo una nota.
No quise molestarte, salí un momento. Ya vuelvo.
Dejo la habitación y camino hasta la habitación de mi madre. Sus guardias se encuentran postrados en la puerta inmóviles y perturbadores.
—Buenos días, señores —les digo a los hombres que solo se limitan a inclinar la cabeza—. ¿La reina está dormida o despierta?
—¡Entra ya! —grita mi madre. Los muy cabrones se ríen, se apartan y me abren la puerta para enfrentarme a mi verdugo.
Mi madre se encuentra sentada en el suelo rodeada por un circulo de arena negra.
—¿A quién estás maldiciendo? —pregunto cerrando la puerta con seguro y me paro a una distancia prudencial de mi madre—. Espero que a mí no.
—No estoy de humor para tus chistes Demian —dice levitando y con la materia oscura saliendo de su cuerpo y luego entrando—. De hecho, no estoy de humor de nada.
—¿Es por lo que te dijo Kenan? —pregunto intrigado, ella alza la mirada de forma asesina—. No sé qué te dijo, solo sé que te fuiste con él.
Ella se relaja un poco y aterriza al suelo.
—Supongo que no me puedes decir por cuestiones divinas —digo cruzando mis brazos por mi pecho.
—Es mejor que no sepas —ella se levanta del suelo y recoge la arena con sus manos. La arena vuela en orden hasta una caja de madera y esta se cierra con magia—. Es mejor que no lo sepa nadie, excepto tu padre.
—Pero para variar no está —comento ácido y ella me mira mal—. Has podido resolver cualquier cosa sin él ¿por qué esto no?
—Porque esto va más allá de mi control —ella recorre la habitación nerviosa y asustada. Cosas que pueden ser normales para cualquiera, pero para la misma diosa del miedo y la oscuridad, no.
—¿Quieres que busque a mi primo Cosmo? Aparte de mi padre, él es más cercano en términos de seguridad —propongo para calmarla, ella asiente tumbándose en la cama.
Salgo de la habitación de mi madre y voy a buscar a mi primo. También su puerta tiene guardias custodiándola. Los guardias tocan a la puerta y me dejan entrar. Mi primo se encuentra ya vestido y su esposa en la ducha.
—¿Qué sucede Demian? —pregunta serio desde el sofá.
—Mi madre te necesita urgente —le digo y le muestro dentro de mi mente lo alterada que se encuentra mi madre. Él se levanta como un rayo y sale de la habitación. Una parte de mí quisiera estar en esa habitación para saber de primera mano el chisme, pero la experiencia me ha demostrado que cuando mi madre está nerviosa y con miedo, eso es una clara señal de peligro inminente. Lo más cercano a lo que vi hoy fue una vez cuando por poco me caigo del tejado de su castillo.
Algo le dijo Kenan que la hizo entrar en ese estado. Y para confirmar mis sospechas, su habitación se encuentra vacía. Intento alejar mis pensamientos, pero sé que algo grave está pasando o pasará y mi madre no quiere decir nada. Debo alejarme de Seraphine y mi prima Luna, ellas verán mi mente y eso solo desencadenaría algo peor. Camino fuera del castillo hasta la glorieta donde se encuentran Aurora y Alex conversando tranquilos.
—¡Hola Demian! —ella me saluda alegre. Alex solo se limita a verme cortés.
—¿Y qué planean ustedes dos? —cuestiono fingiendo interés, necesito despejar mi mente con cosas tan simples y banales.
—Estamos planeando el rumbo de nuestro proyecto final —responde Aurora con una leve sonrisa.
—Estamos indecisos —comenta Alex rascándose la frente—. Por una parte, Aurora quiere dar su versión de cómo es un verdadero reino de hielo. Algo tipo una respuesta a la obra "Congelados." Pero yo quiero la auto reflexión de los miedos y Aurora tiene buenas letras sobre el tema y ya tengo una buena parte de la música lista.
—¿Puedo dar mi humilde y cero malintencionada opinión? —pregunto recostándome en las barandas de hierro.
—Claro, siempre y cuando sin ofendernos —dice Aurora con una leve sonrisa, ella sabe que si voy a ofenderlos.
—Aurora, no va importar que tú les muestre la vida en El Páramo. La mente colectiva siempre los verá como salvajes y adaptarán todo hasta dar una versión que la gente de este reino acepte —su rostro decae—. Lo que yo sugiero es que canten y cuenten lo que ustedes sienten, lo que temen o aman. Las cosas honestas tienen más impacto que lo reciclado —me siento al lado de la novia de mi amigo—. Eres una chica con mucho que contar, y eso lo he visto en las canciones que has escrito. No importa como te vean los demás, lo que importa es como te veas a ti misma.
—Es raro cuando le dices algo amable a alguien —comenta con una sonrisa.
—Y para que queden en buenos términos, que Aurora escriba la filosofía de Alex. Y que Alex componga la música con sonidos e instrumentos autóctonos del Páramo —comento afincando mis manos en la banca. Alex y Aurora se miran y asienten—. Excelente, ahora que venga la composición —me levanto y dejo a ese par trabajar.
Sigo caminado de largo, pero los guardias de mi madre me intersectan y me devuelven al castillo. Ellos me vuelven a llevar a la habitación de mi madre, la cual se puede sentir el pánico. Mi hermana se encuentra levitando con las piernas cruzadas y con los ojos completamente negros. Cosmo está en una esquina con el mapa del reino oscuro desplegado.
—Ahora sí estoy preocupado —comento, mi madre me invita a sentarme en el sofá mientras que los dioses están haciendo cosas raras.
—Tu viaje al reino de las sombras se cancela —suelta mi madre y yo frunzo el ceño de inmediato—. Escúchame, por favor —ella me toma de las manos—. Estarás cumpliendo tus obligaciones conmigo, te pondré a mi lado en mi propio consejo —suspira y cierra los ojos para organizar bien sus ideas—. No te puedo decir mucho, pero estamos en la víspera de una guerra sin precedentes y te quiero en un lugar donde te pueda proteger y que me seas de utilidad.
—Por eso estás así —replico comprendiendo su miedo—. Me quedaré contigo madre.
—¿Cómo están las cosas con Meghan? —pregunta mirándome fijo, comprendo sus intenciones.
—De maravilla, es una mujer increíble —comento honesto. Ella asiente.
—Necesito que te quedes quieto —ella dice levantándose y llevando sus manos a mi cabeza. Un increíble ardor surge dentro de mí, siento que mi cabeza la están aplastando de tal forma que mis manos se afincan en el sofá. Ella se aparta y como si fuera una orden, mi cuerpo cae inconsciente en el mueble. Solo tengo la borrosa visión de mi madre acomodando mi cuerpo en el sofá y me da un tierno beso en la frente.
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