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🗡️ Capítulo 7 🗡️

Unos siglos atrás, los humanos se hallaban divididos en clases sociales: Primero, la nobleza, la clase dominante que controlaba todas y cada una de las funciones del gobierno. Le seguían en importancia los comerciantes considerados libres, pero jamás ciudadanos de la ciudad donde hubieran nacido. La última clase, sin ningún derecho, fueron los esclavos cuyas obligaciones eran la agricultura y labores domésticas. No existía en lo absoluto un imperio unido, solo muchas ciudades-estado militarizadas que luchaban unas contra otras por el territorio.

Entonces, por sobre todas, una nombrada Delos alcanzó un poderío tal, que llegó a imperar un régimen democrático. Consideraba a todo ciudadano, humilde o noble, alguien competente para intervenir en los problemas del estado. Dicha ciudad no tenía distinción de clases, y parecía ante los ojos del más desgraciado de la sociedad un milagro. Incluso un esclavo podría ser capaz de alcanzar algo más que solo aquello a lo que se le asignó al nacer. No obstante, en algunas ciudades-estados menos poderosas el régimen antiguo se mantuvo.

Cuando el imperio de sus vecinos, los centauros, trató conquistar el territorio humano la ciudad —casi un paraíso para muchos— conocida como Delos unió bajo su mando a las demás. Y juntas por primera vez en toda la historia le hicieron frente a los centauros. Con la victoria de los humanos, Delos se convirtió en la ciudad-estado más importante y poderosa, fue la cumbre del arte y la ciencia; el paraíso de la democracia. Su rival, la ciudad de Cretálos, siempre acechaba incluso antes de las Guerras Centauro, creció con rapidez y le hizo frente. Sus fronteras ya chocaban entre sí y la guerra volvió a ser inevitable. Fueron años, los humanos se debilitaron y su enemigo natural aprovechó para de nuevo contraatacar. Al final surgió alguien conocido como El Unificador. Bajo su estandarte unió todos los territorios en uno y así nació lo que todos conocían como el gran reino de Ática; glorioso y bendecido reino dominado por los humanos.

Su historia era quizás poco conocida, a la cual solo los eruditos, nobles y algunos importantes filósofos accedían. Mientras nadaras en denirs de oro o por lo menos tuvieses una posición de valía en Ática, el conocimiento se abriría para ti. Todo esto analiza Octavius Jules IV de Ática, rey descendiente de aquel conocido como El Unificador.

Con sus manos recorre el cuerpo de una de las amantes; una mujer de piel oscura y ojos de un tono miel. Juega con los senos, redondos y suaves al tacto. Ella se estremece al sentir leves mordidas en estos. La otra amante, una rubia de ojos grises, se aproxima a él.

—Ya vendrá tu momento —promete al besarla, a la vez, sus dedos entran en el húmedo interior de la primera amante.

Abandona los finos labios de la rubia, ordenándole que juegue un poco con su miembro y los dedos se mueven con rapidez dentro de la otra. El gemido de la mujer de ojos miel inunda sus aposentos, ella se incorpora al recuperarse y se une al trabajo que realiza la rubia. Escucha el toque de la puerta e interrumpe a sus amantes para echarlas de la cama. Ellas no rechistan u objetan sobre la actitud del rey, acostumbradas a esto.

—Mi señor, el senador Agustus solicita verle —dice su sirviente, espera con la cabeza baja su proceder.

El rey se envuelve una de las telas de ropa en el cuerpo, deja un hombro descubierto. La tela es confeccionada por los mejores fabricantes textiles; muy suaves y de un tono cielo.

—Hazle pasar —ordena.

A una orden de Octavius la puerta es abierta por el sirviente, este ni siquiera ha presenciado su momento con las mujeres, que solo se vistieron y salieron de la habitación. La puerta se halla algo alejada de su cama, cosa que quizás el sirviente agradezca.

—Mi rey, agradezco que se tome el tiempo de recibirme.

Con un gesto, el sirviente se retira del cuarto.

—Callad y acercaos. Os conozco, Agustus, solo venís a mi encuentro por un motivo.

El senador sonríe y se acerca como pidió el rey.

—Bien me conocéis, alteza.

—Toda una vida de crianza juntos da sus frutos —dice Octavius, tiene la mano apoyada en su barbilla, mientras le dedica una sonrisa de superioridad.

Ya no se halla en la cama sino en una silla. Esta última, confeccionada de madera y con patas que poseen forma de extremidades de animales, da la sensación de estar sentado a los lomos de alguno.

—¿Desea un masaje, mi rey? —pregunta el senador, le mira mientras coloca las manos sobre los hombros el rey.

Los dedos de Agustus masajean con suavidad, deja besos cada vez que estos le recorren la espalda. La piel del monarca es de un tono dorado, tan parecido al de los dioses o semidioses de las leyendas.

—He sabido que habéis estado muy apenado por la desaparición de Nedeus.

Octavius asiente inexpresivo, concentrado en los ligeros golpes y caricias del senador. Unos días atrás, Nedeus (por órdenes suyas) se reunió con un tal Holandés, un mercenario conocido en esos lares. Las negociaciones fueron exitosas. A cambio, debía traer en su totalidad la mercancía y deshacerse de los vikingos. Solo así, la deuda de impuestos atrasados de Arenias se saldaría. La verdad, le importaba poco ese pueblo, tan sumido en la pobreza y con poco que ofrecer. Lo único que merecía el mínimo de su interés era sacar tajada de riquezas extranjeras, eliminar posibles amenazas y controlar un contrabando que llevaba siglos. Todo rey, anterior a él, sabía que esas tierras aisladas de la capital son usadas para ello.

—Durante la reunión anterior con El Senado mandé un grupo de búsqueda, no solo un noble ha desaparecido, también parte de la caballería real.

Agustus acaricia los brazos del rey hasta llegar a sus dedos y los lame tal como si degustase un manjar.

—El grupo de búsqueda ha regresado mi rey, y sus noticias no son nada favorables.

La mirada del monarca se clava en la del senador y le atraviesa. Este no es capaz de sostenerla por mucho tiempo.

—¿Qué pudo haber sucedido en ese pueblo de mala muerte? —cuestiona el rey sin esperar una respuesta de Agustus, quien opta por concentrarse en el masaje.

Los días y noches trascurrieron sin piedad tras la partida de Nedeus y parte de su caballería. Por su mente pasan un montón de situaciones, hechos que pudieran haber ocurrido.

Arenias solo es un pueblo de pescadores, donde la enfermedad y la pobreza caminan de la mano. Un pueblo que nada ofrece al reino más que disgustos, porque una pequeña sublevación se llevaba a cabo. Cada cobro terminaba igual; informes de descontentos, malas miradas y contestas que fueron pagadas con alguna que otra “misteriosa muerte”. Quizás al final se revelaron y Nedeus —aquel que en realidad es otro de sus amantes— fue comprometido en la situación. Sin embargo, el noble sabe defenderse muy bien, iba además con parte de su caballería. Esos pueblerinos, armados con instrumentos primitivos, no pueden hacer un daño real. Algo no cuadra en esta historia y se escapaba de su control.

—Octavius, desconocemos que sucedió en Arenias, cuando el grupo de búsqueda arribó, todo se encontraba destruido. No quedaban más que improvisadas tumbas y ruinas de edificios —contesta al fin el senador, sacándole de sus cavilaciones.

El monarca une sus labios con los de Agustus en un demandante beso, solo se separan en busca de aire.

—Al menos, deben saber que fue de Nedeus y la caballería.

—Algunas tumbas improvisadas tenían sobre ellas cascos de soldados… en cuanto a Nedeus.

El senador se separa del monarca, busca algo entre sus ropas para mostrarlo a Octavius. Este contempla la cadena de oro, perlas y escamas de sirenas que unos segundos después le muestra el senador. Un collar reliquia de la familia Lazaris, a la cual pertenece Nedeus.

—Es un hecho, él está muerto —musita Octavius para sí.

Agustus se acerca con intención de alentarle, recibe los labios del rey en el cuello. Los carnosos labios de su amado gobernante y mejor amigo, dejan besos por todo el cuello.

Octavius nunca ha sido de los que se toma el tiempo de sentir sus emociones, no es necesario lamentarse por un amante cuando otro se halla ante ti. Lo más probable es que, aquello que acabó con la vida de Nedeus y su caballería, sea un ataque pirata, quizás vikingo, o del otro continente. Los centauros antes deben pasar por la capital para llegar a un pueblo tan alejado… Aunque, si las construcciones del poblado se encuentran en ruinas, significa que algo no humano atacó y explicaría tanta destrucción. Comienza a sospechar entonces que hay un espía cerca del otro continente, deben comunicarse con los que poseen de su lado en Armica.

A Agustus se le escapa un gemido, al sentir los besos del rey sobre el inicio de la clavícula. En realidad es feliz, complacido con el destino de Nedeus, extasiado al conocer que el hilo de su destino fuese cortado por las Moiras. Fue quien recibió al grupo de búsqueda, supo primero de la muerte cuando le fue mostrado lo hallado en la tumba improvisada. Ocultó la sonrisa que se le formó ante la noticia, es un competidor menos por el amor de Octavius.

Y mientras el senador se deleita en el placer que le ofrece el gobernante, este planea formas distintas de conseguir manipular a otro de sus amantes para que bailen al son de su juego.


🗡️🩸🗡️

Noche de la masacre de Arenias

Euterpe

¿Puede sentirse más tristeza que la que ronda en el aire, la que pulula en los atribulados corazones de los presentes? No lo creo así, Ezis, se ha adueñado de los corazones sobrevivientes de una masacre. Las palabras no son capaces de salir de mis labios para consolar a mi propia hermana, quien solloza ante el cuerpo de su amado. Nuestros hombres lanzan un grito de guerra, ayudan a enterrar los cuerpos de dos de los nuestros y de aquel que fuese su líder. Es lamentable que no les demos una ceremonia fúnebre digna o que Leif no pueda ascender al Valhalla para convertirse en un einherjer como los otros dos. Mel agarra el hacha de Leif, la abraza contra el cuerpo y susurra algo que no logro escuchar. Holandés se mantiene apartado, observa el mar como si estuviera en un trance.

Un rato después hay tumbas improvisadas de soldados, el noble, los habitantes del pueblo que fueron asesinados y nuestros tres hombres muertos: Erik, Kerle y Leif. Los soldados y el noble han sido enterrados por nuestros hombres por respeto; lucharon bien, dieron pelea y hemos decidido respetar eso. Las personas del poblado nos miran con rencor y temor, en parte porque Melpómene asesinó a una que otra persona inocente con el poder de su voz. Ella les mantiene las miradas a todos, decidida a no amilanarse nunca ante nadie.

—Mel, lo que pasó y en que circunstancias ya ha sucedido. Ellos deben de aceptarlo —le digo a mi hermana, coloco una mano en su hombro. Ella posa la suya sobre la mía, el hacha que antes abrazaba pende de su cinturón.

Llena de valor, siento como mi garganta vibra y pide que deje salir el poder de mi voz. Lo permito, pues no viene con una intención destructiva o vengativa; rindo tributo a las almas perdidas en Arenias.

Hoy canto por los que sufren
Canto por lo que perdimos
Con la esperanza de que sus gritos lleguen al cielo
Que incluso en el Hades escuchen mi voz
Mirada en alto, mentón en alza
Sin importar el dolor de nuestro corazón.

Mi voz es aguda, melodiosa y variable. Puedo ser una flauta como mi hermana, tal vez el suave sonido del flautín. Mel decide alzar la voz tras ponerse a mi lado.

Nos alzamos y perdimos
Muchos se sacrificaron
Enterramos sus cuerpos aún calientes,
Sin vida
Y guardamos el rencor, la ira y la impotencia
Aún nos lamentamos por la sangre derramada.

Los sobrevivientes de Arenias se funden con nuestras voces; mujeres, hombres y niños cantan a toda voz. Holandés, se acerca a nosotras, quizás maravillado porque inspiramos los corazones de aquellos que lo perdieron todo.

Propinado por aquellos que gobiernan, nos
Ahogan y pisotean
Somos un pueblo que ya no existe
Sumido en la destrucción
Y como en la arena de las costas de Iska
Se deshacen de nosotros
Solo pedimos justicia
¡Necesitamos justicia!

Solo el sonido de las olas al chocar contra la arena es audible. Los habitantes se miran entre sí, la calma reina en el ambiente y quizás, la inspiración o esperanza para un cambio.

🗡️🩸🗡️

Nota de autora:
Me ha encantado cómo quedó este capítulo, quería hacerle un homenaje a los habitantes de Arenias. Espero les esté gustando la historia.

Besos o lo que sea, Titania

PD: Gracias por la paciencia que tenéis.

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