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🗡️ Capítulo 27 🗡️

Euterpe

Acostumbrada a conocer monarcas, cuya mirada muestra cuan inmensa es su soberbia, he entrado a la habitación que indica la princesa con cierto recelo. Me sorprende hallar largas mesas de piedra, llenas de platos de oro rebosantes de carne y fruta. El techo, que busca imitar al cielo, parece el manto nocturno de la diosa Nix.

Un hombre que, como los otros presentes, oculta el rostro con una fina tela, transmite amabilidad con solo una mirada.

—Acercaos, vuestro viaje habrá sido largo y estaréis hambrienta.

—Por supuesto, padre, quizás incluso ha sido problemático —detrás, escucho el tono jocoso de la princesa —Con toda seguridad, aquellos de los nuestros que gustan de recolectar historias querrán oírla.

—Si tal cosa es cierta, sería estimulante para el Gremio de las voces, Sibernus —la mujer que halla junto a este, es sin duda la reina. La túnica de mangas anchas y largas, abierta por delante y que se ciñe al cruzarse mediante un cinturón, parece haber atrapado un fragmento del cielo nocturno.

La princesa asiente con la cabeza, susurra entonces que nos sentemos cerca de los reyes. Solo toco la comida cuando ella lo hace, sin dejar de prestar atención a la conversación que se lleva a cabo.

—En efecto, a la antigua musa le encantará conocer al gremio —con una cuidada elegancia, el rey Sibernus utiliza cubiertos de oro para cortar un trozo de carne —No obstante, ha de tener preguntas respecto a todo lo que ha sucedido.

Por unos instantes, todos los presentes me observan.

—Cierta pregunta ronda mi mente, ni cuando mi Oniro me muestra sueños desaparece —Atrapo un trozo de fruta y lo llevo a mis labios antes de contestar —¿Cómo sabéis mi identidad? ¿Por qué habéis decidido ayudarnos? No finjáis que tenéis un corazón puro pues, todo favor posee un precio.

Algunos de los presentes me miran atónitos, otros se hallan disgustados con mi respuesta. Solo los reyes actúan de forma inesperada al sonreír.

—Conocemos todo lo que ocurrió hace mucho tiempo, Musa de la música. Nuestros antepasados han sido los primeros en pertenecer a vuestro gremio —el rey muerde una fruta de disímiles colores —Cuando este cayese en desgracia, tuvieron que escapar a la tierra de las arpías.

—Dejaron de llamar hogar a esta tierra, antes de irse encontraron un templo. Pese las tantas dunas de arena e incluso espejismos.

La voz de la reina me resulta hechizante, como todos los presentes posee un acento fino e idéntico al de la dueña de la taberna de Sarias. Con toda seguridad, Heredna es una de ellos y comprendo ahora por qué nos ha ayudado.

—¿El templo se conectaba con otro en la tierra de las arpías?

Noto una chispa en los ojos ámbar de la princesa, la cual roba un trozo de carne de mi plato. Le sonrío en respuesta, una acción tan infantil no causará mi ira.

—Haced la pregunta que en realidad deseas, Musa de la música. Existe más de un templo que conecta con el que mis ancestros hallaron, pero no debo revelar tales ubicaciones.

—¿Has leído mi mente, princesa? —bebo un sorbo de agua, servida en la copa de oro ante mí, para calmarme.

Desde niña las intromisiones de mi madre, en pos de que jamás le mintiera, llegan en oleadas a mi mente. En el Olimpo solo he sido una diosa menor, atada a los caprichos de Apolo.

—Disculpad si he despertado recuerdos molestos, musa. Los ojos de los míos, capaces de vislumbrar cosas ocultas, son una herencia de la unión de mis ancestros con arpías.

No revelarán todos sus secretos, pero, han saciado parte de mis recelos.

—Dejemos que coma, hija mía —Sibernus bebe de su copa —Lejos de Derinka, la Esfinge la espera y solo con ella puede saldar la deuda con Los Hijos de Diomedes.

El resto de aquel banquete, transcurre entre conversaciones sobre la vida diaria de Derinka. Una niña se queja de lo difícil que resultan las clases con el arco. Antes de irnos de aquel salón, la princesa le promete que practicarán juntas si nos hace compañía.

—Veréis que será divertido —tras susurrar, la princesa me sonríe —Ketia, mi querida prima, conoce Derinka como la palma de su mano.

Divertida, niego con la cabeza.

—Pese a que solo soy alguien que os debe la vida, no dejáis de brindarme vuestra hospitalidad.

La princesa camina a mi lado, se detiene unos segundos para susurrar.

—No lo hago porque nos debas un favor, sino porque me pareces admirable. Puede que me veas como una guerrera pero, en realidad, amo la música.

Antes de que pueda preguntar más al respecto, la pequeña me toma del brazo y pide que nos apresuremos. Mientras caminamos por la ciudad, en distintas zonas del techo, noto diminutos círculos.

—A través de estos entra el aire del exterior, pese a que existen bastantes niveles y una extensa red de túneles.

—¿Dónde quedaron los escombros de cada construcción, princesa?

La pequeña que nos acompaña se detiene a mi lado.

—Lo sacaron por medio de poleas, sin embargo, nosotros poseemos una fuerza y velocidad que rivaliza con la de los dioses.

La princesa le despeina el cabello a Ketia.

—En efecto, gracias a tales habilidades excavamos varios pozos por toda Derinka.

—Eso explicaría por qué pueden abrir las puertas circulares que tienen todos los salones, con facilidad —pienso en voz alta y de reojo, noto una construcción adornada con oro.

Esta posee el techo más alto de todos los que he visto, incluso tiene dos plumas cruzadas grabadas en la piedra. Los almacenes de alimentos, las bodegas, las casas y la escuela por la que pasamos antes, palidecen en comparación.

—Bienvenida al Gremio de las voces, Euterpe.

La princesa y Ketia entrelazan sus manos con las mías. Al acceder al lugar, el olor del pan recién horneado, hace que recuerde que siempre lo comía tras un entrenamiento con las valquirias. Aquel es un sitio al que Mel y yo podemos llamar hogar, incluso si Odín buscaba utilizarnos no dejaré de verlo de tal forma.

«Juro que pronto iré en tu busca, hermana» la visión del interior del Gremio de las voces hace que brote en mí tal necesidad.

Melpómene disfrutaría de los hombres y mujeres, que cantan al compás de cuatro instrumentos de cuerda que desconozco.

—Usa tus poderes sin temor, Euterpe, solo así podrás reconocerlos —mientras susurra, la princesa posa los ásperos dedos en mis hombros.

Un laúd, una cítara, un koto y un shamisen. La melodía de tales instrumentos me envuelve, noto ondas de poder a mi alrededor.

🗡️🩸🗡️

Holandés

Cuando montamos en una de las carretas y salimos de la ciudad de Ática, la arena que nos rodea se desdibuja. Resuena en mi mente aquella canción, que interpretaran mis llaves a la verdad frente al mar.

—Chico —reconozco la voz gruesa del líder de los Escudos de plata —¿Has ingerido alguna bebida con polvos de Hipnos?

El policía responde en mi lugar, estoy obligado a mantener los labios sellados.

—No vale le pena que le dirijáis la palabra a un esclavo, capitán Atticus.

El mencionado me observa unos instantes, para luego hablar con uno de los Escudos de plata. Dejo de oír lo que dicen, siquiera soy capaz de mostrar mi enfado. La carreta, junto a todos los que la ocupan, es reemplazada por una niebla gris. Acto seguido, una hermosa mujer se acaricia la horrible cicatriz del vientre plano.

—Madre, no os preocupéis, la impura marca que adorna vuestro cuerpo desaparecerá.

Soy un espectador y por primera vez, no son siluetas o rostros borrosos lo que admiro.

—Erictonio, incluso si desaparece, el recuerdo del voto que he roto perdurará —los ojos grises de la mujer fulguran unos instantes mientras se sienta en el lecho —Por ello, debéis llevaros lejos a vuestro hermano.

—Disculpad mi atrevimiento, madre, pero podéis contar con Mnemosine —El hombre joven se acerca a la cama, toma en brazos a una versión recién nacida de mí mismo —Lo criaré como un hijo y, por vos, borraré cualquier rastro de este suceso de mi mente.

Aunque parece algo débil, la mujer se levanta del lecho. No se tambalea ni un instante, ni pierde la severidad pese a que le dedica una sonrisa al hombre.

—Aseguraos de que tal cosa se entierre profundo en la memoria de este niño —camina solo unos pasos y tras alzar la mano, apenas me roza la frente —Puede que seáis alguien grande o bien estar maldito. Sin embargo, incluso si no deseaba tu nacimiento, he de reconocerte como mi hijo.

La dulzura que utiliza en esas palabras, provoca una sensación de tristeza e ira. Tengo la certeza de que ella, mi madre, me ha abandonado. Sucesivas escenas demuestran que solo aparece para ofrecer consejo. En mis sueños e incluso en las pocas memorias se halla su nombre.

Centrado en recordarlo, ignoro la fachada del templo al que accedo en contra de mi voluntad. Las columnas circulares se mezclan con las apariciones de la que es mi madre. Los Escudos de plata tardan en encontrar una combinación de piedras en la pared, la cual revela unas escalones por los que descendemos. El cansancio, el dolor de mis sienes y la dificultad de movimiento no importan.

—No debes detenerte, hemos de hallar el camino correcto.

El policía habla en voz baja, noto que contiene los deseos de resoplar por la frustración. Los estrechos pasillos no poseen conexión alguna. Se hallan plagados de trampas, que he de sortear primero por el bien de mis compañeros.

Evito por los pelos unas púas que salen de las paredes, ruedo para no ser aplastado por muros que suben y bajan. La visión se me torna borrosa, al recibir un corte de la piedra filosa que cae a los pies del policía.

—¡¿Qué se supone que haces, traidor?!

El policía alza la mano para golpearme, justo cuando el suelo de piedra se torna movedizo. Uno de los Escudos de plata grita que corramos, pero tal cosa no impide que seamos arrastrados y nos hundamos.

Al abrir los ojos, un grupo que nos rodea y la mirada de enojo del policía me da la bienvenida. Advierto al instante que ellos son parte de Los inmortales, mis supuestos aliados.

—Volaremos alto en el cielo —alzo los brazos y les dedico una sonrisa ladina.

Como esperaba, el policía no permite que estos respondan. Descubro que las dagas permanecen en mi armadura al sacar dos de ellas e intentar atacar. Deseo suspirar de alivio cuando corto la figura neblinosa de uno de Los inmortales.

—Sabíamos que vendrías, Holandés. Sin embargo, no podemos permitir que llegues más lejos.

Tales palabras viajan a través de la neblina negra que nos rodea, provocan que ría a carcajadas. Han notado que ahora soy un mero títere, el cual librará un combate que no ha buscado.

🗡️🩸🗡️

Melpómene

Templo de Poseidón en el mar Atreus.

El paso de Helios por el cielo transcurre con suma lentitud. Realizo las mismas acciones sin parar, tránsito por los mismos pasillos de suelos brillantes. ¿Dejaré atrás la sensación de que, esta es la única vida que conoceré? Debería intentar escapar de este lugar mas, siento que he perdido tal deseo.

—Por voluntad propia, has elegido seguir presa. Temes liberar la rabia que te consume, el resentimiento en tu alma.

La esponja húmeda, que utilizo para limpiar las paredes del salón principal, cae sobre una de las caracolas cercanas. La voz de Loki, a diferencia de otras ocasiones, ya no me sobresalta. Los susurros están siempre allí, en busca de que mi voz libere todo su poder.

—No tengo tales emociones, solo estoy decepcionada —mientras escucho reír a Loki, recojo la esponja y dejo de estar de rodillas —No deberías asumir, como se supone que se encuentra mi alma.

—Resulta divertido que te esfuerces en intentar engañarme —Loki toma forma a mi lado, se cruza de brazos —¿Olvidas acaso quien soy, señorita tragedia?

Resoplo, debido al fastidio que me causa su presencia. Lanzo la esponja en cubo de madera lleno de agua y tomo la escoba cercana.

—Permite que me hunda sola en mi miseria —aprieto con fuerza la escoba, la piel me arde y los picores en mi garganta aumentan en intensidad.

Lucho por contener el poder de mi voz, además de la furia que solo Lisa es capaz de propiciar.

—Deja de contenerlo, o acabarás por explotar —Loki me acaricia el hombro, no tardo en comenzar a barrer lejos de él.

No deseo que tal atención se torne un alivio…

Todo lo que se encuentra a mi alrededor se desvanece, recuerdos que busco a toda costa olvidar se materializan. Con la máscara de la tristeza puesta, estoy en medio de un escenario de madera. Vestidos con el mismo estilo e incluso enmascarados, hay otros humanos. Sin embargo, le he robado el aspecto a uno de los actores.

Niego con la cabeza e intento apartar la mirada. Sé lo que pasará, lo que la joven imprudente que he sido está por provocar. He querido más de lo que se me ha permitido, los vítores del público en las gradas se tornaron mi adicción.

Solo he de ser una aparición fantasmal en el escenario, una voz susurrante que infunde ánimos a cada actor durante la obra. No obstante, jamás ha sido suficiente y tal deseo tuvo una terrible consecuencia.

—Que Nix no cubra el cielo con su manto, que no salga Hécate esa aciaga noche —rezo en voz baja, aprieto los labios y contengo las lágrimas.

Tal cosa no se cumple, con la visión borrosa contemplo como muere el actor que he suplantado en aquella obra. La joven tonta, que ha decidido visitarle, ha visto como al toser escupe sangre.

—Tomaste su lugar durante días, hiciste que la mala suerte creciese gracias a tu necesidad de atención —Loki ríe de forma burlona —¿No sabías el poder de la máscara?

—Cállate —las lágrimas se deslizan por mis mejillas.

Brota de mi garganta un quejido lastimero, seguido de una melodía que evoca la culpa, el dolor y la insatisfacción.

Los llantos que provienen del alma

Me resultan ajenos, incluso lejanos

En búsqueda de mi propia felicidad

Escucho mis frenéticos latidos.

El títere de los que amo

Aquella que soporta traiciones

Sin cuestionar, sin llorar

La pieza faltante de sus planes.

Dejo escapar un grito de furia, en el instante en que todo regresa a la normalidad. Loki coloca un dedo sobre mi frente.

—Eres la portadora de la tragedia, Melpómene. Necesito que abraces tus deseos de venganza.

Retrocedo unos pasos con el ceño fruncido.

—¿Qué conseguiré con eso?

Cuando Loki toma mi mano me hallo entonces junto a mi hermana. Euterpe canta, junto a un coro de voces, al compás de la música producida por cuatro instrumentos.

No existe una letra para tal canción, solo una melodía hechizante e inspiradora que no tardo en cantar.

🗡️🩸🗡️

Nota de la autora:
¡Hola, personitas pacientes! Nada como conocer un poco más del pasado de nuestros protagonistas, ¿verdad? Algo me dice que os preguntabais sobre la vida de Holandés 😅

En fin, aunque me he tardado lo mío, he decidido traerles dos capítulos para que no sea tan larga la espera.

Besos o lo que sea, Titania.

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