🗡️ Capítulo 24 🗡️
Darnere
Cuando la luna se torna oscura y el cielo carece de estrellas, doy un paseo por el bosque. Las memorias que más deseo sepultar, atormentan mi corazón lleno de rabia.
En la mente, repaso la reunión que he tenido con la representante enana, trato de hallar alguna pista sobre lo que puedo esperar. ¿Seré acaso la intermediaria entre la familia de Kandras, la cual produce armas químicas, y la de la enana? ¿Por qué no comentaron tal cosa al Lord? ¿Han asumido que yo lo haré? o, en cambio, ¿Desean ganarse mi favor? Bien podría ser una forma de probar mi lealtad a Birka, he de tener los ojos abiertos en el baile.
Un par de copos de nieve caen sobre mi rostro. Alzo la vista, noto que esta no cubre por entero las ramas de los árboles. Tal cosa trae consigo una sensación de insignificancia, a la vez un miedo estremecedor. Por el rabillo del ojo vislumbro como una versión fantasma de la pequeña que he sido, y aborrezco, corre por el bosque.
—Puedes correr cuanto desees, mas eso no hará que te fortalezcas —cada vez más cerca, escucho como el León de Birka afila las garras.
Mi versión niña se oculta tras un árbol, aguanta la respiración y tiembla por el miedo. Grita de la impresión cuando la encuentra una versión fantasma del León, para luego saltar hacia atrás.
—Adelante —este le dedica una mirada burlona —Usa todos los ataques mentales que quieras, no servirán de nada.
Respiro hondo mientras me muerdo la lengua. Sé que a continuación la niña dará vueltas alrededor del León, que ambos se mantendrán las miradas. Él dará un paso adelante porque ella tratará de huir otra vez, o eso le hará creer. En realidad, ella tomará una rama que ha visto y se lanzará a atacarlo.
Por supuesto, engañarlo no valdrá para nada. El León la lanzará a un lado tras tomarla del brazo.
—Y la persecución iniciará de nuevo —sonrío de alivio cuando las versiones fantasmas de ambos se desvanecen.
Continuo el paseo, guiada por el sonido del choque de una espada contra el tronco de un árbol. Como esperaba, encuentro a Orlando en pleno entrenamiento. Las gotas de sudor le recorren el torso desnudo. El sonido de la sangre, el latido del corazón e incluso su dulce aroma me llaman. Ansío acariciar cada vena, beber hasta que no quede nada.
—Señora —Orlando da un último golpe al tronco antes de darse la vuelta —¿Ha disfrutado de la vista?
Al parecer, siempre supo que le observaba. Sin embargo no esperaba que dijese jamás tales palabras, ni que se aproxime mientras me mira con deseo. Apoyo la espalda en el árbol más cercano, cruzo los brazos y dejo que Orlando me alce el mentón.
—Solo en esta noche oscura, dejaré que me mires cuanto desees.
Acaricio el brazo que sostiene la espada unos instantes, Orlando no tarda en retirarlo.
—¿Por qué no todas las noches, o días?
La expresión de Orlando se torna fría, soy incapaz de leer lo que siente mientras me acaricia la barbilla.
—Vuestro corazón y el mío están malditos. No hay cabida para la dulzura o el amor.
Él besa mi cuello antes de alejarse, para luego hacer un saludo militar. Tardo unos instantes en recuperar la compostura y sonrío mientras le veo alejarse. Mientras me encuentro en proceso de transformar el cuerpo en neblina, un punzante dolor de cabeza me frena. Siseo, masajeo las sienes con los dedos. Cierro y abro los ojos con rapidez, la furia ciega me invade cuando advierto quien se halla delante.
—Lárgate, no necesito consejos disfrazados de pena.
El fantasma del que resulta ser el primero de todos los vampiros, alarga el brazo con la intención de tocar mi rostro. Retrocedo mientras le fulmino con la mirada, reparo en las horribles cicatrices que surcan sobre los ojos de igual tonalidad que los míos.
—Tú, la joven vampira que proviene de mi línea de sangre, eres mi esperanza de redención.
Suelto una risa de burla, niego con la cabeza.
—No me importan tus deseos en lo absoluto, la única vez que pedí ayuda fui abandonada —toco las cicatrices en mi garganta, las cuales se mezclan con la palidez de mi piel —¿Haz olvidado las susurrantes súplicas que he dedicado a ti y a todos los otros fantasmas? ¿Cómo sus indolentes miradas resquebrajaron cualquier esperanza aquel día?
El primero de todos los vampiros entierra las manos en el rostro, susurra cuanto lo siente mientras mueve la cabeza de un lado a otro. La satisfacción de verle arrepentido me reconforta, las palabras salen sin permiso de mis labios.
—He vencido sola todas las dificultades que se me han presentado —río a carcajadas, las lágrimas se deslizan por las mejillas —¡Deja de ocultarte en tus remordimientos y mírame! Soy la comandante del ejercito que antaño echase a nuestra especie de este reino. Causo el odio, el deseo, el miedo e incluso el desprecio a partes iguales en los corazones de las quimeras.
Escucho al fantasma sollozar, susurrar que las acciones que ha tomado condenaron a los vampiros. Mas entonces, deja los brazos a cada lado del cuerpo y se queda quieto unos instantes. Cuando me hallo más cerca descubro que mueve los ojos de manera frenética, que parece discutir consigo mismo.
—Ella ha tenido el valor de abrazar sus deseos, no deberías interferir, cobarde —se ríe, a los pocos instantes vuelve a llorar —¡No puedo permitir tal cosa! ¡No te escucharé!
Aquel libro que narra su leyenda viene a mi mente. Siempre he pensado que durante la transformación, la humanidad que le quedaba se interpuso y le hizo perder la cordura.
—Gobernaré sobre todas las quimeras, haré lo que sea necesario para conseguir mis objetivos. No dejaré que nadie se interponga en mi camino —con tales palabras consigo reclamar la mirada del fantasma —Conseguiste romper mi barrera mental mas no sucederá de nuevo.
El primero de todos los vampiros se ríe a carcajadas, un grupo de fantasmas aparecen detrás suya.
—Que así sea entonces, joven vampira. Como dices que hice antes, no moveré ni un solo dedo para ayudarte. Contemplaré como te tornas la portadora del caos, la reina que solo conocerá la muerte hasta el fin de sus días.
Antes de desaparecer, los fantasmas profieren tales alaridos que caigo de rodillas mientras me llevo las manos a los oídos. Las pulsaciones de estos se acompasan con los latidos del corazón, la sangre corre libre por el cuello hasta caer sobre la poca nieve del suelo. Les maldigo en silencio, aprieto los dientes y busco enfocar la visión borrosa en cualquier punto. Aquellos días en los que el León me enseñaba a leer en la biblioteca del castillo, el escozor de los moretones por el entrenamiento y el terrible dolor en mi estómago por el hambre llegan en sucesivas imágenes a mi mente.
—Esto no es nada, pronto me recuperaré.
Me tambaleo a un lado, trastabillo, alguien pasa uno de mis brazos sobre su hombro. Reconozco al instante a quien posee igual altura que la mía.
—Orlando, ¿por qué me ayudas?
Él se ríe en respuesta, siento como logra apoyar mi espalda en un árbol y se coloca a mi lado.
—Sería un mal segundo al mando si no lo hiciera, ¿no lo cree?
—Es una razón válida, Gran General.
Permanecemos un rato en silencio, a merced de los sonidos de las lechuzas blancas del Lord oscuro y otras aves nocturnas. Orlando toma mi mano para entrelazarla con la suya, se acerca a mi oído para susurrar:
—Elise, incluso los corazones más oscuros necesitan consuelo.
Soy incapaz de responder, la calidez que ha provocado tales palabras me aterra. Es extraño que sienta tanta comodidad, que no me desagrade el sonido de mi nombre en sus labios.
—Bebe, lo necesitas —Orlando acerca mi cabeza a su pecho, me acaricia el cabello mientras tomo un poco de sangre.
Lamo la herida que le he causado antes de alejarme. Cuando recupero la vista, la mirada de mi Gran General regresa a no mostrar emoción alguna.
🗡️🩸🗡️
León de Birka
Cuando abro los ojos, lo primero que noto es a la quimera felina con la que comparto mis noches. Mientras los finos dedos juegan con mi piel, los ojos que difieren en tonalidad le brillan porque espera una pronta diversión.
—Esta noche ha sido maravillosa, lady Wellse, pero agradecería que os retiréis —sonrío, mientras le digo la frase que acostumbro a usar con mis otras mujeres quimeras.
A diferencia de las anteriores, Wellse jamás demuestra sentirse ofendida. Acude cuando lo deseo, recurre a otros si no estoy disponible y gusta de experimentar. Es la segunda de mis tres esposas actuales, con la que he concebido a la actual Mano del rey. Solo tras tomar amantes de otras especies, las quimeras cuyo poder y raciocinio destacaba nacieron. Muchas de las quimeras animalizadas, son producto de yacer con animales comunes. Por ello, se hallan en lo más profundo de la jerarquía social.
—Ya nos veremos, amor mío.
Wellse me regala un beso antes de irse, arranca un pedazo de carne incluso. Saboreo mi propia sangre mientras la observo vestirse para luego dejar la habitación. Exijo la presencia de un sirviente al que le pido que prepare el baño. Me coloco la camisa de piel de sirena, encuentro los pantalones de igual material enredados en las sábanas.
Sentado en la cama, advierto el característico hormigueo que indica que la Hidra busca comunicarse.
«¿Haz molestado lo suficiente a los sirvientes, hermano? Miento si digo que me apenan esos incompetentes»
«Sé lo mucho que quisieras torturarlos tú mismo, hermano»
Nos reímos a la vez, como dos soldados que comparten una noche de copas en cualquier taberna. Por un momento, pierdo la visión de todo lo que me rodea. La alfombra de piel de grifo, las cortinas de espeso cabello y los cráneos en el sillón son reemplazados por una tina. Finos cristales de hielo adornan una de las patas, el agua contiene sangre de tonalidad bastante oscura.
No tardo en comprender que he intercambiado la vista con la Hidra. Contemplo a una elfa oscura de ojos brillantes, que pasa un paño sobre la piel de mi hermano.
«¿Es la esposa del elfo al que le haz robado la identidad?»
Escucho una risilla en mi mente.
«Lo es aunque, resulta ser incapaz de notar que no soy su marido»
«No puedo culparla, interpretas el papel a la perfección. Con seguridad, puedo afirmar que el Señor Feudal no ha notado la diferencia»
Compruebo las heridas de su cuerpo, las cuales sé que tardarán en curarse porque ahora es un elfo oscuro. Mi hermano le acaricia la mejilla a la elfa, ella le sonríe en respuesta.
«El hombre que ahora soy, se encuentra entre los caballeros de confianza del Señor Feudal. La personalidad que tiene me provoca náuseas»
«¿El héroe que sin dudar se sacrifica por el bien de otros? Has torturado a muchos así»
Con el paso del tiempo he aprendido a tener conversaciones que no parecen llevar a nada con la Hidra. A veces, para obtener una información importante, es bueno tener paciencia. Tras unos momentos en los que observamos el lugar del otro, mi hermano narra la historia que deseo escuchar.
Me habla de como ha transformado la muerte de los dos caballeros, en el ataque de una quimera animalizada imposible de vencer. Aunque el Señor Feudal le ha permitido recuperarse estos días, necesita una quimera que corrobore la mentira.
«Maté a esos hombres yo mismo cuando me infiltré en el Tercer Feudo. Por ello, requiero que prepares a una quimera de las que vive cercana a la frontera.
«Eso significa que debe de provenir de la familia Samarill. Solo en ellos encuentras la armonía de los ojos que titilan y el blanco pelaje»
«No olvides los inmensos colmillos, que prueba que proceden de la línea familiar secundaria»
Le prometo que hablaré con el Lord Oscuro sobre lo que desea antes de cerrar la conexión. Noto al sirviente que antes mandase a preparar un baño, el cual tartamudea al decir que lo acompañe. Niego con la cabeza, le digo que se retire de mi vista mientras me levanto de la cama. Aunque tal temor me divierte, esta noche, busco la emoción que provoca un buen combate.
🗡️🩸🗡️
Darnere
La Armería conecta con una sala de entrenamiento, equipada con dos filas de maniquíes de madera. Dianas móviles se hallan detrás de estos, a la espera de aquel que desee entrenar con el arco. Incluso con los ojos cerrados, soy capaz de visualizar todo lo anterior. De no fallar los cortes transversales, diagonales y verticales que realizo sobre uno de los maniquíes.
Evito todo pensamiento relacionado a lo que ha sucedido con Orlando. Dejo que mis preocupaciones se desvanezcan con cada corte. No obstante, las intenciones de ataque de una quimera conocida, interrumpen mi entrenamiento. Concentro cada uno de mis desarrollados sentidos en detectar tal presencia. Giro con rapidez, abro los ojos, desvío y agarro de manera brusca el brazo de León de Birka.
—León, ¿A qué debo el placer de vuestra visita?
Pese a que tengo la espada cercana a su cuello, él sonríe. Con la mano que tiene libre, intenta ir a por mi mejilla izquierda y le detengo con un golpe de la espada.
—La nostalgia me ha invadido esta noche, pequeña Darnere.
Le sonrío en respuesta, creo intuir cuáles son los verdaderos motivos de nuestro encuentro. Aunque los rumores sobre mi trato con Kandras han mermado, todavía persiste la curiosidad en algunas quimeras. Que el León de Birka se cuente entre ellas no me sorprende. Bien puede contarle al Lord Oscuro, o utilizar la información a su favor.
Le retiro la espada del cuello, suelto su brazo, me muevo con rapidez para alejarme y hacer un reverencia. El León parece halagado con tal actitud, mas bien puede ser un engaño.
—¿Me concederéis la oportunidad de un combate, León de Birka?
En respuesta este se ríe a carcajadas, deja salir las garras de las manos y las piernas antes de dar vueltas alrededor. Corro a toda velocidad, una menor a la suya, mientras intento adivinar dónde y cuándo atacará. Mis ojos casi no logran seguirle, no obstante puedo sentirlo.
—La mascota que ahora poseéis, es de la familia de lady Kandras. ¿Qué os ha pedido a cambio por una inútil quimera animalizada? —con la espada, bloqueo el ataque a mis piernas. Consigo que retroceda unos pasos y gano terreno.
Sé que no solo busca sacar información, sino también conseguir que me distraiga.
—Como sé que vos buscareis la respuesta, solo os diré que no he pagado ni un ñor por ella.
Una vez más, escucho la oscura carcajada del León. Resuena solo unos instantes en la Armería, antes de que nos enfrasquemos en un combate veloz. Él se vale de incesantes ataques con las garras los cuales, en su mayoría, buscan mi rostro. Los bloqueo todos para acto seguido, crearle un ligero corte en el torso. Al mismo tiempo, una de sus garras alcanza mi mejilla y me causa leve herida.
Nos ofrecemos una sonrisa cruel, damos por finalizada una pelea en la que ninguno ha ganado. Para el León, ha sido la diversión que necesitaba esta noche.
—Lady Kandras siempre ha deseado obtener tu favor —lame mi sangre de la garra que me ha cortado. Luego viene a mi encuentro, solo para acariciar con cierta tosquedad mi cabeza —Pequeña Darnere, sabes que no tardaré mucho en conocer toda la historia.
El color café de sus ojos, trae a mi mente uno de los pocos recuerdos que no me esfuerzo en olvidar. El León capta tales pensamientos, me dedica una mirada de enfado.
—¿Todavía no has olvidado a ese incompetente? Todo el talento que tuvo ha resultado no ser suficiente.
Con una sonrisa, digo una de las mayores mentiras que han salido de mis labios.
—Como me enseñaste, procuro no olvidar los errores que lo llevaron a ser una decepción.
—Es bueno que te enfoques en ello, no en emociones innecesarias.
El León me palmea la mejilla antes de dar media vuelta para retirarse. Contengo toda la tristeza y la ira, lamo la sangre que ha quedado en la espada.
🗡️🩸🗡️
Nota de autora:
¡Hola, personitas pacientes! Mi plan de hoy era traer dos capítulos, pero, por desgracia no he terminado el siguiente. Ha sido un día bastante ocupado, prometo publicarlo lo más pronto posible.
Por otra parte, parece que la vampira tiene un recuerdo agradable en su vida. ¿Un amor del pasado?, o en cambio, ¿Un amigo íntimo?
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