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🗡️ Capítulo 18 🗡️


Darnere

Incluso si el castigo del Lord puede ser severo, porque decidí que otra sangre corra por mis venas, lo necesito. Requiero las llamas en mi piel, el filo de sus dientes en esta mientras siento que gusta de mi juego. Odio la tierra de nadie que es de los vampiros, jamás veré a Nadia como a mi país, mas al menos acepto que recibí una enseñanza. Cuando lo único por lo que se me valoró no fue otra cosa que la belleza (en especial, esos rasgos que indican que soy la bastarda de un noble) toda mi existencia giró en torno a complacer. Habría de mantener felices a los clientes más preciados de ese inmundo burdel, tentar mientras daba la impresión de que costaría conseguir a la joya que era. Que la necesidad de poseer brille por sobre todo, pues me encargaría de nunca saciar del todo esa sed.

Steinel entra en la estancia y la chimenea que encendí, unos momentos antes de que me siguiese, ilumina el rostro que se tornó familiar. Las escamas en sus redondeadas mejillas, mandíbula recta, cejas finas y esos ojos, con apenas pestañas que le cubran, es algo que sin duda me encantaría recorrer con mis dedos.

No es difícil verle con claridad en mi mente. Provocar aún más sombras en su mirada, resulta ser mi oscuro anhelo.

Mis pasos apenas se oyen sobre la alfombra mientras voy hacia el clavicordio en medio de la sala. Estanterías que van de la pared al suelo ocupan todo el lugar, dan una extraña armonía a las piedras negras que estas son. La chimenea está ubicada entre dos columnas, cuyas sillas de plata son lo único colorido gracias a su forro azul.

«Acércate» mis iris transmiten tal cosa mientras le observo y levanto de más la falda para provocar ese apetito insaciable. Me acomodo sobre el banquillo, cruzo las piernas e incluso actúo como sintiese pudor.

La risa del dragón rompe el silencio, aquel que se creó porque admirarnos es más placentero.

—Señorita Darnere —el como lo menciona me estremece —¿Se arrepiente entonces de su imprudencia? —camina con pasos lentos a mi encuentro, la conexión de nuestros ojos no decae.

—Acaso el hallarnos aquí, solos, ¿Es tal cosa? me parece que lo confunde con el atrevimiento —jugar a ser un caballero, el que hable de esa forma como si esto fuese un cortejo, cambia la dinámica de lo instaurado entre ambos.

—Se supone que una señorita de su estatus, no actuaría de esta manera —toma mi mano en su poder una vez llega a donde estoy, besa los nudillos, el dorso y las uñas. Estas crecen para volverse afiladas junto a mis colmillos debido el calor de sus labios.

Imito la risa hueca de una noble, bajo las pestañas y coloco la mano libre en la boca. El dragón negro gira mi mano para jugar unos pocos instantes con la palma.

—No debería de comparar —noto sus ojos en la parte más baja de la falda, siento las caricias sobre ella.

—Lo que hay debajo de este vestido, me enloquece desde que te ví en el baile —detiene las caricias, su piel resplandece en un brillo nacarado —Quiero que las marcas que el fuego cause, queden allí.

—Hace mucho que deseo jugar con fuego, Steinel —susurro, le muestro mis colmillos a la vez que paso la lengua en ellos —Mi mayor anhelo es verte justo así; de rodillas.

Lo que abandona mis labios enciende una llama en el Dragón Negro, pues él no duda en adoptar la posición que mencioné. Sus manos rodean uno de mis zapatos de satén, los carnosos labios besan el material y suben hasta más allá del empeine. A propósito, se tarda en separar mi calzado del pie mientras busca el placer en mis facciones, cosa que no le costará hallar.

Ver a un ser tan poderoso, de rodillas, mientras deja lamidas, besos y suaves mordidas en uno de mis pies, me llevará sin duda a una vorágine de éxtasis.

—Te espera una recompensa, Steinel —acallo un gemido, sus atenciones no se detienen allí y cambian al otro pie.

—Incluso si no me la das, pienso tomarla por mi cuenta —muerde con fuerza sobre el empeine y arranca la piel.

En respuesta, me apodero de una mano suya para luego clavar los colmillos.

🗡️🩸🗡️

Elpis

La vista desde mi celda, que durante mucho tiempo alimentó mi melancolía, ya no es la misma. Como si el mismísimo Helios, en todo su esplendor, se presentara en este diminuto espacio.

Hasta ahora, el mundo que conocí solo permanece en mis recuerdos, el transcurso de los días o noches apenas me preocupa. La soledad, el dolor como eterna compañía respiran en mi nuca. Se mofan, como todas esas quimeras, como el Lord Oscuro, como esa vampira pues no soy otra cosa que el sinónimo de debilidad. Les complace ver la caída de una diosa y ello provoca que hierva mi sangre.

Por instinto, busco seguridad en el tatuaje y aprieto mis dientes al encontrarlo con horribles cicatrices. Contengo toda la furia, el llanto en cuanto siento la presencia de la extraña quimera, sin embargo, no parece que pueda ocultar nada.

La bandeja que trae con alimento queda a un lado, pestañea mientras enfoca su rostro turbado en mí.

«No me regocijo con tu tristeza, causa una sensación muy rara en mi pecho» sus manos sobre las mías, las palabras que transmite a través de la mente, calientan mi corazón vacío. Cierro los ojos, disfruto de tal calidez aunque sienta que puede ser solo un sueño.

«¿Por qué?» pregunto, pese a que el esfuerzo causa punzadas en mi cabeza «¿Es que acaso...

«Recuerdo todo lo que dices» el beso suave sobre el puente de mi nariz hace que ría «Los amigos, están para consolar al otro, ¿no?»

Asiento con la cabeza, mi pecho se infla de felicidad. Desde aquel abrazo algo cambió entre nosotros, como si una burbuja de comprensión se levantara y nuestras almas fueran capaces de entenderse. Él ya no se limita a callar, sino que llena mi soledad con conversaciones mentales. Quizás no sea seguro confiar en alguien de este castillo, mas solo para él ofrezco el beneficio de la duda.

—Por supuesto, un amigo puede ser el equivalente a familia — susurro —Te lo agradezco, Ryunle —el nombre que confesó hace poco sale con facilidad de mis labios.

—Prefiero... que sonrías, Elpis —apenas noto la clara dificultad que tiene al hablar, decidí ayudar con ello porque me encanta su voz.

«Tanto como anhelo enredar mis manos en su cabello o unir nuestros labios»

Al advertir que tal cosa se oye en su mente, me sonrojo. No obstante, este solo abre la celda, deja la bandeja con comida entre ambos y sonríe. El alivio me asalta, además de una ligera decepción.

«¿Debería sentirme halagado o feliz? Avivaste mi curiosidad, creo que quiero cumplir tu deseo»

—¡No, no es necesario! es solo una efímera idea —corto con rapidez el pequeño trozo de carne en la bandeja, su sabor tan amargo revuelve mi estómago. Una vez acabo con el pan duro y el agua helada, la risa de Ryunle me obliga a alzar el mentón. Trago saliva, pues casi pensé que desperté de un sueño agradable.

Él me mira con seriedad, detiene de golpe la risa tan hermosa que posee, por la que mi corazón galopa a un ritmo acelerado.

«Elpis, no te haría algo tan cruel» acorta la distancia que nos separa para envolver sus brazos alrededor de mis hombros «No podría darle luz a tu alma para luego, observar como la frialdad de algo falso te destroza»

Alzo una mano temblorosa, enredo los dedos en su cabello pese a la ebullición que percibo en mi alma. No tendría que estar tan ansiosa, si mis palabras o las suyas expresan cariño es porque somos amigos.

«Ryunle, mi único deseo es que veas mi playa favorita. Haz que mis recuerdos cobren vida, por favor»

Descubro entonces que me cuesta dejar atrás la sensación, de sus dedos fríos sobre mis hombros. No le doy importancia, pues tras juntar nuestras frentes y cerrar los ojos le doy acceso a mis memorias.

🗡️🩸🗡️

Hidra de Peroe

Mi vista no es imprescindible y de todas las alternativas posibles para heridas graves, dañar las córneas da sin duda una imagen más lamentable. Los cortes no tocan un punto importante, ya que exponen los falsos ataques de una quimera animalizada. La sangre que me rodea, la carne desgarrada y la pierna doblada de forma antinatural para un elfo oscuro, son parte de la farsa. El sabor metálico de esta, mezclado con la dulzura de una fruta, se vuelve el inicio del primer acto tras tocar la nieve.

Sí, escucho voces en las cercanías, que una vez en mi presencia se vuelven gritos y luego se apagan. Como la suave canción que existe en la penumbra de mi mente, que arrulla mis sentidos con inusual ternura mientras logro percibir que cargan con mi cuerpo. Estoy seguro que es la culpable de que ahora esté viendo como se materializa mi daga cubierta de esmeraldas, cuya hoja de acero contiene una inscripción.

Cada piel libre de heridas es un lienzo en blanco mis dedos recorren las palabras que se escribieran con runas, la magia de sangre se halla en ellas.

—El regalo sella el pacto, la vida se te devolvió a cambio de una deuda —la voz femenina que tan bien conozco proviene de la sombra que surge. Cierto olor nauseabundo, el que solo los cadáveres despiden, envuelve mi sentido del olfato y me causa el mayor deleite mientras busco el origen.

Apenas unos pasos son suficientes para que la sombra se manifieste y su huesuda pero encantadora mano se cierre en mi cuello. Decir que es uno de esos molestos seres de alas negras e hijos de Hipnos, sería una ofensa grave. Nadie encandila la belleza de la diosa de ese lugar que conocen como Helheim, el reino de la muerte que considero un paraíso.

—Toda la sangre que la daga absorbe, cada corte o cercenamiento es en tu nombre amada Hela —cuesta hablar gracias al poco aire que respiro, el que ella se encarga de racionar.

—¿Le son útiles tus servicios? Que por propia voluntad regreses a mi reino no me desagrada, mas no es el momento aún.

Enseño la marca de mi lengua bífida, siseo en protesta porque su agarre disminuye. Las dos caras del dolor son parte de aquello que me complace, algunas de mis más célebres torturas fueron aplicadas antes sobre mi forma real. Como el supremo verdugo del continente, como amante de una experiencia que involucre a mis sentidos y emociones, experimentar lo que suscito en mis víctimas resulta obligatorio. Preciso de conocer las reacciones, del mínimo cambio que se presenta.

—El fin justifica los medios, el que la marca no congele la piel es la prueba —Hela se convence con ello, mientras levanto una mano para posarla sobre su brazo.

—¿Existe alguna otra razón por la que me provocaría un estado cercano a la muerte? Mentiría si digo que es para verte, en realidad es solo otra de mis farsas.

El brillo en los iris de tan exquisita diosa ofrecen compañía a su pérfida risa. Me pierdo en la oscuridad de estos mientras que con ambos brazos ella aplica presión en mi cuello escamoso. Bajo mis pies todo se siente liviano, mi visión parpadea unos instantes, al mismo tiempo que la agonía se entremezcla con la felicidad y una bruma de placer. El calor de la otra mitad de un cuerpo pútrido, con la piel blanquecina pero tersa, es transmitido por el soplo de su aliento algo fétido mientras susurra.

—Despierta en este instante, regresa a cumplir los caprichos de él y a cambio, al final de una vida servil, las puertas de mi reino se volverán abrir.

Con esas palabras salgo del trance en que me hallé por propia voluntad, aquel que casi culmina en mi placentera liberación. Abandono mi mente, siento como una tela suave se pasa por mi frente y escucho palabras cariñosas; teñidas de contagiosa alegría.

—¡Mi querido esposo! este es un día en el que agradezco a Emeris más que nunca —grandes pupilas semejantes a la amatista llaman mi atención, pertenecen a la elfa oscura que se lanza a mis brazos mientras susurra que Emeris es compasivo.

Los recuerdos de ese elfo al que suplanto no tardan en aparecer, junto a las palabras que diría tras compartir la misma emoción.

—Esa maligna de Larshia, esa esclava de Hela luchó contra él por mi alma y en cuanto venció me trajo a tu lado.

En la religión de este feudo Emeris es el dios absoluto y yo fingiré ser uno de sus tantos devotos.

🗡️🩸🗡️

Nota de autora:
¡Hola, personitas pacientes! ¿Qué puedo decir? Eso que sucede justo al inicio del capítulo tenía que pasar, era algo que quizás muchos esperaban... O no, quien sabe.😅😅

Besos o lo que sea, Titania.

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