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Es un hecho que los seres humanos en algún momento de nuestra vida hemos conocido textos, esculturas, pinturas, documentos o mitos y leyendas donde se habla sobre la existencia de los dioses.

La mayoría de las personas lo toman simplemente como eso mismo, historias inventadas en tiempos antiguos que se fueron pasando de generación en generación como cuentos o fábulas. Luego están aquellas que piensan de manera diferente y se cuestionan:¿Es solo una historia? ¿Un cuento? ¿Una leyenda? ¿O en verdad esos "dioses" existieron?.

Estas personas, tal vez tuvieron la oportunidad de escuchar las historias de cada tribu diferente, de cada pueblo antiguo, de cada cultura o civilización. Y en cada una de ellas pudo notar el paralelismo que se produce entre todas, del cual estamos inevitablemente obligados a reinterpretar y pensar de la manera en que aquellos pioneros de los relatos veían el mundo y sus posibilidades.

Nosotros, tanto tú qué estás leyendo esto como cualquier persona de estos últimos siglos, somos afortunados de vivir en una época donde el avance tecnológico nos permite y nos enseña a ver el mundo desde otra perspectiva. Vimos fotos de galaxias, hemos visto al hombre explorar superficies fuera de la tierra, hemos visto los horrores de los que somos capaces de hacer en las guerras, hemos conocido nuestro cuerpo y su funcionamiento, podemos viajar volando, llegar a lugares recónditos. En algún punto somos privilegiados de poseer el conocimiento avanzado que en aquella época no existía.

En conclusión, pensamos de una forma más abierta y amplia de lo que sería si fuéramos parte de una antigua civilización de hace miles de años atrás. Y me pregunto, ¿Qué dirías si viviendo en aquella época viéramos algo extraño bajar del cielo, algo imposible? ¿Qué términos utilizarías  para describir lo visto?.

Inevitablemente las frases o palabras conocidas como OVNI o nave espacial no serían apropiadas, puesto que en aquella época esos términos no tienen ningún significado, por ello se recurriría a descripciones de lo que es familiar y pueda acercarse un poco a lo que se está viendo cómo un "pájaro" o "dioses" bajando del cielo.

Pero la verdad es otra, y ahora lo sabemos.

Aquellos seres que bajaron desde el mismo cielo,  más avanzados a nosotros tanto en tecnología como en inteligencia,  llegaban desde mucho más lejos de lo que cualquier ser humano podría alguna vez pensar. Y al ser una raza tan diferente y superior los acabamos nombrando como dioses.

Seres de un lugar lejano que nunca se han ido. La historia que contaré a continuación está dirigida a personas con mente abierta que buscan la verdad entre líneas, que creen en aquello que está a simple vista, pero muy pocos podemos ver.

Para aquellos que no le temen a la aventura, al misterio y a los mismos “dioses”.

A cada una de aquellas personas les doy la bienvenida a mi relato que hará que veas el mundo que te rodea de una forma diferente.

Podría decirse que comenzó mucho tiempo atrás, en una época donde estos seres no se ocultaban de los mortales en la tierra. Una época dónde eran libres para divertirse con sus juguetes favoritos: los humanos, aquellos que se dejaban hacer sin cuestionamientos ni protestas.

Pero ¿Por qué hacerlo? Ellos eran dioses, ellos eran venerados, ellos eran temidos, ellos eran respetados... Hasta que todo cambió y ya no hubo más miedo, ni respeto, ni veneración.

Los dioses pasaron a un segundo plano, al pasar los años fueron olvidados e incluso su mera existencia fue cuestionada.

Pero en aquellas épocas, mucho tiempo atrás, entre ellos existía un juego poderoso que sin importar el paso del tiempo aún se encontraba en vigencia, porque lo que para simples mortales parece finito, para ellos no y les entretenía divertirse a costa de nosotros.

El juego consistía en ser más inteligente qué el oponente, ver más allá de las piezas mortales y calcular cuál será el próximo movimiento lanzado. Cómo en ajedrez, pero nosotros éramos las piezas.

Los dioses formaban alianzas, engañaban, estafaban, planeaba estrategias y algunas veces, ganaban la batalla... Pero no la guerra.

Hasta la fecha no ha habido un ganador de tan preciado premio que con el tiempo fue olvidado, y por cuál aún se encuentran disputando aquellos que siguen en juego. No son muchos, ya que la mayoría habían caído en trampas que los dejaba fuera de combate, como es el caso de la joven diosa Iella, quién es nuestra principal protagonista y fue vencida y encerrada ya qué el orgullo y el rencor no siempre son vencidos por el amor.

1873 Colina de Hisarlik, región de Burnarbashi, Asia menor (actual Turquía).

Las excavaciones eran todo un éxito y Schliemann se encontraba de un humor vigorizante por el hallazgo que había hecho esa semana, luego de solo encontrar vajilla antigua, muros y algunas armas descubrieron un verdadero tesoro.

Çelik, un simple campesino que tuvo la suerte de ser contratado para el trabajo en la excavación de aquella antigua ciudad perdida, se había retrasado y finalmente quedado atrás de sus compañeros llenos de júbilo por haber encontrado unas piezas tan valiosas.

Era una noche despejada y a la vez que Çelik sorteaba las herramientas utilizadas en el día y las antiguas murallas notó el cambio en el aire.

Se le erizó la piel cuando un escalofrío le recorrió todo el cuerpo. Y del oscuro cielo nocturno unas luces comenzaron a aparecer creando círculos a su alrededor, subiendo y bajando.

El joven se quedó paralizado por la impresión y el miedo a lo desconocido. Sintió sus piernas fallarles y cayó de rodillas al suelo aún contemplando la extraña danza de luces que como inició, acabó.

Todo se volvió oscuro por unos segundos en los que el cuerpo de Çelik ya no aguanto más el mareo y expulsó todo su almuerzo allí mismo.

¿Qué había ocurrido? ¿Qué habían sido esas luces? Se preguntaba el joven mientras intentaba reponerse y levantarse.

Cuando ya se encontraba nuevamente sobre sus pies observó a su alrededor y se sorprendió al no reconocer el sitio donde estaba parado. Era imposible, él conocía perfectamente el lugar de la excavación cada piedra descubierta y cada polvo de tierra... Pero allí en la colina de Hisarlik no había ni palas ni polvo ni nada de lo que él pueda reconocer.

A lo lejos iluminado por más luces de las que él había visto en su vida, un gran edificio se encontraba a unos pocos metros. Edificio que antes no se alzaba allí.

Çelik sujetó su cabeza aún mareado y confundido. Nada de esto tenía sentido, dio una vuelta en círculo observando su alrededor impresionado y temeroso hasta que un sonido detrás de él lo hizo prestar atención.

Una figura negra encapuchada y con un solo ojo en la cara tan brillante que lo cegaba se aproximó a él con paso decidido.

—Çelik —habló la creatura al detenerse a unos metros —. Te he estado esperando.

—¿A mí? — cuestionó sorprendido el joven. Aquel ser solo asintió lentamente —. ¿Dónde estamos? ¿Qué ha pasado?.

— Fuiste enviado conmigo para recibir un importante mensaje.

—¿Y-yo? — tartamudeo él.

—La humanidad necesita de tu ayuda, Çelik — el ser levantó una de sus manos entregándole una pieza de piedra plana.

—¿Qué es esto? — preguntó al tener la fría pieza en sus manos. No era mucho más grande que la palma de su mano. Tenía algo escrito, podía sentir el relieve, pero por la poca iluminación no lograba distinguir lo que ponía en ella.

—Lo descubrirás pronto — le contestó.

—No entiendo nada — murmuró para sí mismo, pero el ser al frente suyo lo escuchó.

—No debes temer, Çelik —intentó tranquilizarlo, pero aquel ojo brillante era una de las tantas razones que le impedían poder relajarse —. Debes seguir las pistas que te guiarán a ella.

—¿Qué? ¿Quién es ella?.

—Iella... Ella es la clave para salvarnos, no lo olvides Çelik — le comentó caminando hacia atrás, alejándose de él—. Debes buscarla, encuentra a Iella.

Çelik abrió la boca para protestar, preguntar o demandar por algunas respuestas cuando nuevamente las luces bailaban a su alrededor bajo aquella noche despejada.

Se mareó y cayó nuevamente de rodillas sujetando su estómago por unos minutos. Cuando su cabeza dejó de dar vueltas repitió la misma acción de antes y se puso en pie observando a su alrededor.

Para su alivio, todo volvía a ser como antes. Aquel extraño edificio había desaparecido, todas los picos, palas y azadas de trabajo se encontraban en su lugar, y a lo lejos se podía oír el ruido de sus compañeros hablando y preparándose para cenar al aire libre.

Todo volvió a ser normal.

Solo fue una alucinación por la falta de sueño, se dijo, nada de aquello había ocurrido realmente.

Lo repetía tan firmemente una y otra vez que hubiera sido capaz de creer la mentira, pero en su mano aún descansaba la piedra que aquel misterioso ser le había encomendado.

¿Qué debía hacer ahora?.

Contempló la piedra en su mano y la voz de aquél ser resonó otra vez en su cabeza.

Debes seguir las pistas que te guiarán a ella”.

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