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CAPÍTULO 23

Unidos éramos gasolina y pólvora.

Kenna Bianchi 

Acabamos de aterrizar en New York, le había especificado a la secretaría de Florencia que necesitaba un auto para movilizarme y que me dejara mi Audi en el estacionamiento, había desistido de traer seguridad pues solo era un viaje de algunas horas y la empresa a la que iba estaba muy bien protegida. 

El italiano venía detrás de mi concentrado en cualquier cosa, su celular se había descargado por lo que me di cuenta por lo mismo que aún no sabía de la muerte de Enrico. Un punto a favor, quise considerar. 

-¿Qué es lo que sucede?¿Porqué miras por todos lados?

-Algo no está bien - murmura y detengo mis pasos para mirarlo. 

Estábamos en el estacionamiento privado y era media noche así que todo estaba en paz. Era normal.

-¿A qué te refieres?. 

-A que hay algo raro, por si no te has fijado no hay guardias por ningún lado y las cámaras están volteadas justo en donde estamos - observo el lugar con detenimiento y era cierto, las cuatro cámaras estaban mirando hacia otro lugar, esto era un punto ciego. 

-Camina como si no hubieses notado algo, pero no bajes la guardia. 

No responde, en su lugar es un disparo lo que resuena. 

Demonios.

-De nada. 

Quise hablar, pero una mancha negra llamó mi atención. El aparcamiento enfrente estaba con las luces apagadas y uno de los autos tenía una luz que hacía un pequeño reflejo alumbrando al arma que le quería disparar a Kenneth por la espalda. Fui más rápida y lo empujé al suelo para sacar mi arma y disparar. 

-Esto fue una trampa. 

-Debemos regresar, estamos solos. 

-No - dejo de mirarlo para ir a ver los cadáveres - Esto lo resolvemos aquí mismo, no vendrán más, te lo aseguro. 

-Van a matarnos Clyte, debemos irnos. 

-Si quieres irte puedes hacerlo - lo miro - pero yo me quedaré. 

Gira sobre sus talones, pensé que se tomaría en serio mis palabras pero la sorpresa me embarga cuando rompe el vidrio de un BMW.

 -Súbete - ordena. 

-No. 

-¡Que te subas!.

-Ya te dije que no. Voy a llamar a la policía para dar aviso - me mira burlón. 

-Si e iríamos a la cárcel por matar a un par de delincuentes que por su aspecto apostaría que son rusos. 

-No podrían y lo sabes. Eres el Jefe del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas en Italia y yo soy una Capitán en todas sus funciones. No pueden hacerlo, las leyes nos respaldan. 

Su rostro cambia. 

-¿Lo sabes?. 

-Tu comentario me ofende, ¿Cuánto más pensabas en que me tardaría? - bufo - De esas placas solo existen 5 a nivel mundial, lo cual significa que eres uno de los mejores en tu rango, son pocos los países que cuentan con un JEMFA. 

-No pensé que la reconocerías. 

 -Tengo buena memoria, ahora llama a la maldita policía que tengo un plan - sus ojos me miran con interés. 

-¿Su alteza  real desea compartirlo? - se burla. 

-No, has la maldita llamada. 

Hace lo que le pido sin objetar, hasta el momento nadie ha bajado por los autos esto en definitiva era una trampa, pensaban matarnos aquí mismo. 

Tenía algo en mente, esperaba que Kenneth solo me siguiese la corriente y no arruine todo. 

Lo primero que harían los policías con nosotros es tomar una declaración en la que dijera que soy una Capitán en la base de Washington y exigiría una autopsia. Si lo hacía por mi lado sería mucho más difícil pues tendría que explicar demasiadas cosas y eso era si el maldito cuerpo no se ponía tieso y la sangre se coagulaba. 

Con Kenneth era más sencillo, pues él era el jefe en Roma y al llamar a su sede dirían lo que él quisiera, por mi lado tendría que explicar muchas cosas a Max cosa que desde ya me desagradaba. Para entonces ya le había mandado un mensaje a Fallon diciendo lo que había pasado, sabía que se demoraría en responder, tiempo suficiente para llegar a la central policial y hacer todo lo que tenía planeado. El proceso desde ya era largo por ser un asesinato a dos personas.

Segundo porque la policía nos odiaba y nosotros a ellos. Eran como una maldita plaga siempre se metían en donde no los llamaban. 

Tercero porque tendríamos que pasar por una serie de exámenes. 

Por último porque se tendría que revisar la poca evidencia que se tenía y es ahí donde yo fallaría, traiga mi arma ilegal pues la otra la había dejado en Florencia, no sabía que enfrentaría algo así. Ese era mi único cabo suelto. 

-¡Manos arriba! - ruedo los ojos. 

-Hagan su trabajo y llévenme con su jefe que no tenemos porqué perder el tiempo.

Kenneth Al Capone

Todo había resultado contrario a lo planeado. Bueno en parte. 

La loca de se comportó altaneramente con los policías alegando que éramos superiores a ellos y que exigíamos hablar el Agente a cargo del caso. Al final terminamos sentados en un cuarto de interrogatorio, ambos con esposas en nuestras manos. 

Nos acusaban de asesinato en segundo grado. Las pruebas de las balas ya estaban listas y habían encontrado algo, ¿Lo peor de todo? Es que el encargado de nuestro caso aún no había aparecido y eso tenía muy enojada a mi acompañante. En cierto punto yo también lo estaba porque era una gran irresponsabilidad. 

Ya llevábamos alrededor de cinco horas detenidos, por lo que especulo que la noche ya se estaba acercando. No habíamos probado bocado en todo el día, bueno al menos la pelinegra, yo ingerí algo en el avión. 

Idiotas. 

Era una completa tontería esto y lo sabía desde el inicio, solo que la estúpida niña se había empecinado con esto y eso era algo que estoy más que seguro que se lamentaba, pues hasta aquí se escuchaban sus gritos, ella estaba en la habitación contigua a la mía. No me preocupaba que le hicieran daño porque sabía que ella era capaz de asesinarlos a todos sin tener un arma, porque ella era el arma. 

Kenna era una mujer que no necesitaba a nadie y mucho menos a un hombre para hacerse notar, se abrió paso sola en el submundo, consiguió y aunque me joda decirlo cosas impensables para mí. Sus asesinatos siempre son crueles, pero su antesala siempre es dolorosa; consideraría que la muerte en ese punto para ellos sería como el mejor regalo que jamás les hayan dado. 

-Buenas noches - dejo de mirar hacia el frente para girar mi mirada a la puerta que fue abierta por un hombre, vestía un pantalón de jean negro con una camisa celeste. Su placa relucía en la parte baja de su muslo, era el agente. 

-Ya era hora - ignoro su saludo y coloco mi mejor cara de seriedad, no dejaría que me arrestaran por un homicidio. Sería caer muy bajo, si iría a la cárcel en algún momento sería por ser el maldito Capo di tutti capi, no por solo ser un asesino más. 

-Disculpe usted señor ... - revisa las hojas del expediente - Supongo que Niccolo Clark usted no tiene cara de ser Avery O'connor ¿verdad? - reí internamente porque en definitiva moriría si Clyte lo hubiera escuchado. Ella ya no usaba su primer nombre, lo odiaba. 

-No estoy para sus juegos agente, haga su trabajo y llame a mi base para verificar mi identidad. - gruñí acomodándome en el asiento, estas jodidas esposas ya me estaban exasperando y estaba a nada de arrancarlas. 

-Estamos en ese proceso, lo que retrasa la situación es que las balas de la señorita O'connor no pertenecen al rango militar al que ella tiene. 

-Puede solucionarlo fácilmente y usted lo sabe - asiente. -Si, pero antes necesito interrogarlos a ambos. 

-¿A los dos juntos?. 

-Sí. 

-Creo que en los años que fue a la escuela de oficiales no le enseñaron cómo hacer un interrogatorio - me mofo. 

-¿Usted qué sabe de eso? - habla molesto. 

-Mucho porque ya he hecho algunos- me encojo de hombros - si se tomara la molestia de llamar a mi base y verificar quién soy y a que rango pertenezco, creo que no me estaría hablando así - me mira dubitativo. 

-Bien, pero primero debo interrogarlos. 

-Como guste - sale nuevamente por la puerta dejándola ligeramente abierta. Después de unos severos minutos él aparece con la pelinegra con ojos color a perdición 

- Hola fiera - susurro cuando la sienta a mi costado sin ningún ápice de delicadeza. 

-Hable rápido que ya estoy comenzando a perder la paciencia y créame que no le conviene - sus manos estaban detrás de su espalda y al igual que yo también tenía unas esposas puestas. 

-Que modales señorita Aver.. - gruñe interrumpiéndolo. 

-Si se atreve a decirlo, juro que ahora si me acusarán de homicidio pero de primer grado. 

-Comencemos - carraspea el agente que hasta ahora no tenía ni idea de cómo se llamaba. 

-No hace falta que haga estas cosas - interrumpe nuevamente la mujer a mi costado - Usted solo llame a la base de Roma y pregunte por él - me señala - en cuanto a mí, mi coronel no tardará en llegar - alguien pasaría un mal rato- Si no es que ya está aquí - la puerta había sido abierta dejando ver a un hombre alto y robusto, por el uniforme sabía quien era - Mi coronel, lamento no poder saludarlo correctamente pero estas esposas me lo impiden - el hombre la mira con un brillo extraño y solo le responde con una sonrisa ladeada. 

Su mirada se vuelve a dirigir hacia el agente que observa la escena con brazos cruzados y con gran seriedad. 

-Buenas noches O'connor - mira al hombre que nos estaba interrogando e inmediatamente su semblante cambia - Agente Cooper, me notificaron que una de mis soldados se encontraba detenida ¿Cuál es el problema? - Avanza hacia la pelinegra de mi costado para poner sus asquerosas manos en sus hombros. 

Esto no me gustaba. 

-¿Usted es?. 

-El Coronel Dallas, encargado de la base en Washington. 

-Bien Coronel - no sabía si solo era yo quien había sentido que eso lo dijo en una forma despectiva, pero fuera de ello este tipo ya me estaba agradando - Su soldado cometió un homicidio en segundo grado contra un hombre hasta ahora no identificado. 

-¿Han pasado seis horas exactas desde que tienen a mi soldado aquí y usted me dice que hasta ahora no tienen el nombre del fallecido? - Cooper asiente - Esto es una ineptitud - resopla - Tengo entendido que ella ya rindió su declaración en la cual la única cosa que la detiene aquí es el arma que utilizó ¿no? - asiente nuevamente - pues doy fe de ello, esa arma se extravió cuando iniciamos el caso L36 en donde la Capitán O'connor extrajo con suma inteligencia a Lana Peterson, la hija menor del Presidente Peterson. Ahora si quiere verificar dicho caso puede llamar a la Casa Blanca para que el Presidente se lo confirme, ya que él fue quien ordenó el rescate. 

Miro de reojo como Kenna sonríe sin disimular, odiaba admitirlo pero el Coronel sí sabía cómo defender a sus soldados, era algo que se nos enseña conforme vamos aumentando de rango. Yo no podía abogar por ella pues pertenecemos a bases completamente distintas. 

-No hace falta, luego pedirle los papeles necesarios para la legalización del caso, existe un video que muestra a uno de los fallecidos apuntando primero. Ambos fueron atacados por la espalda y se supieron defender mutuamente - sonrío con suficiencia. 

-Sobra decir que necesitamos que esto se quede entre nosotros ¿verdad? - Kenna pregunta y Cooper asiente. 

-Si, no se preocupe - me mira- en cuanto a usted, debo llamar a su base para.. 

-Ya se está tardando - lo interrumpo. Uno de los oficiales que nos detuvo se acerca con un teléfono inalámbrico en mano para dárselo. 

-Base militar de Italia- se negaban a hablar a Roma pues mis orígenes eran netos de Italia y no les veían caso. 

Estúpidos. 

-Soy el Agente Cooper de la estación 56 de New York, necesito información de un soldado llamado Niccolo Clark.

-Un momento - el hombre detrás del teléfono se ausenta por unos segundos para darle pase a alguien más al parecer- Soy el Capitán Bianco ¿Qué es lo que sucede?. 

-Buenas noches, Capitán estoy solicitando información del soldado identificado con nombre de Niccolo Clark. 

-¿Niccolo Clark? - el Agente me mira y yo solo sonrío aún más. 

-Si, ¿Pertenece a su base?.

El soldado Clark no pertenece a mi base - ahora es el Agente quien sonríe siniestramente pero no me dejo intimidar - pertenece a la de Roma y es él quien dirige mi base -puedo ver la confusión instalarse en el rostro de Cooper, siento la mirada del Coronel y la risa de Kenna. 

-No entiendo. 

-Niccolo Clark es nuestro JEMFA, su base es la de Roma como lo dicta nuestros códigos, ¿Alguna otra pregunta agente?.

-Ninguna - cuelga. 

-Te lo dije - mi rostro había cambiado a uno serio - Ahora te pediría amablemente que me quites esto igual que a la señorita - señalo a mi acompañante - resulta muy incómodo. 

Obedece sin rechistar. 

Ahora solo nos quedaba averiguar quienes eran esos hombres y porque intentaron atacarnos, esto aún no se había acabado. 

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