-Shh- sesee contra su intimidad antes de dejar una amplia lamida. Mis músculos se encontraban tensos por desearla de más y su respiración entrecortada con apenas el primer contacto.

Se quejaba para que no lo hiciera porque estoy débil según ella, pero gemía y se restregaba contra mi boca. ¿Quién la entiende?

Chupé y apreté sus muslos deleitándome con las vistas de su intimidad húmeda y goteante, tomé su trasero y entonces dejé de jugar y enterré mi cara en su centro.

Mi lengua la probó entera y aquello me hizo doler, deseaba enterrarme en ella hasta el fondo, pero mis heridas no me lo permitían aún. Cuando estuvo lo suficientemente caliente me alejé, quería que terminara apretando mi hombría -Móntame nena, aprovecha. Será la única vez que te deje hacerlo.

-¡Como si me mandaras!- pronunció con desdén mientras se acomodaba sobre mí erección, boquee por aire cuando se deslizó sobre mi miembro, aquello se sentía tan bien. Tan correcto.

Acuné su trasero, todo lo que pude alcanzar, enterré mis dedos en su carne para hacerla mover con más ganas, pero aquello no era posible. Mierda que me estaba montando como una campeona.

Era ruda, brusca y rápida. Sus pechos desnudos se restregaban contra él mío y sus duras piernas montaban las mías con fuerza. -Al fin cogiste color- dijo con burla y no hice más que reír, mi cuerpo ardía, sabía que mi rostro y cuello estaban enrojecidos por el deseo y que mis ojos bailaban en lujuria, como los suyos.

-Estoy cerca- informé y asintió mientras daba con más ganas y presionaba sus propios pezones, no aflojé mi agarre en su trasero, pero llevé mi boca a uno de ellos haciéndola inclinar y jadear mientras nos veníamos al tiempo.

-Al final no me dejaste bajar- dijo boqueando por aire, cuando se recostó a mi lado, la atraje con mi brazo de modo que su pierna quedó sobre la mía. -Estamos sudados, hay que...

-Para el segundo, dame un momento.

-Insaciable

-Eso eres nena, yo solo te complazco.- tomó asiento así que hice lo mismo y entramos juntos al baño.

Las pastillas hicieron maravillas en mí porque no sentía dolor. El agua fría nos arropó, siempre acostumbra a bañarme así, no creí que ella también lo hiciera.

Tomé el shampoo y lo vertí en mi mano para luego tendérselo mientras lavaba mi propio cabello, su piel húmeda y resbalosa me tentó a tocarla y eso hice apenas terminé con mi propio cabello.

-Me gustas- dije tras ella mientras mis manos se paseaban por su cuerpo ayudando al agua llegar a donde no podía.

No dijo nada y no esperaba que respondiera, lo confesé porque quería hacerlo, no porque deseara una respuesta.

-Vengo de...- vaciló -De una relación tóxica y destructiva. Yo no...

-No digo que formalicemos o algo. Sin presiones, solo no me hagas perseguirte como el gato al ratón para poder follarte.

-Bien que te encanta- en efecto

Ambos salíamos del baño y nos secamos bajo la atenta mirada del otro, no la dejé vestirse sino que la tomé y nos recosté nuevamente.

-No tienes que darme detalles si no quieres, pero me gustaría saber algo al menos.

-Mauricio no fue planeado o deseado por su padre- no lograba ver si rostro pues este descansaba sobre mi pecho, acabamos acurrucados y me gustó como se sentía -Nos distanciamos desde ahí y luego ya se volvió todo mal y decidí irme.

-Gracias por contar- no era mucho, pero al menos era algo, además de que era su primer paso para abrirse conmigo y debía estar igual de dispuesto. -Mi madre biológica murió de Lupus, apenas tenía un mes de nacido- jugué con los dedos de su mano. -Ella solo tenía 20 años, mi padre y ella se habían enamorado en la escuela y metido la pata. Y como quedó embarazada descuidó su tratamiento y no lo soportó. El lupus es algo hereditario, mamá me llevó a todos los médicos habidos y por haber hasta cerciorarse de que no lo tenía. Aún así debo hacerme chequeos anuales, por control.

-Tu expediente no dice nada de eso.

-¿Viste mi expediente?- jugué

-Soy la comandante. Se supone que debo hacerlo.

-Respondiendo a lo anterior. No debe decirlo, estoy limpio. Aún así si tengo un hijo puedo pasarle el gen como ha pasado con mis primos. No me llevo con ellos pero me enteré de aquello. Así que decidí ser responsable y no traer un ser humano al mundo a sufrir por una enfermedad tan consumidora.

-Pensaba que no te gustaban los niños- me carcajeé

-No me gustan, son llorones y mimados, preguntones y manipuladores.

-Aún así mas el mio sin mi permiso.

-El mocoso es diferente. Hasta parece mío. ¿Segura que no te follé hace 8 años?- jugué

-Segura, ya estaba en mis 30, no iba a dormir con un niño de veinte y tantos.- bufé, exagerada.

-Aún así este 3 años menor va a follarte toda la noche.

-¿Por qué no solo una vez más y me dejas dormir al fin?

-¿Mi noona tiene sueño?

-Eres un maldito fetichista.

-No sabes cuanto nena.

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