Capítulo 36- Sinceridad
Después de unos meses, ShiWei aprendió a manejarse mejor dentro de la universidad, y cuando se enteró de que Wang Jie también estaba allí, comienzo a investigar para localizarlo: a pesar de que cursaban la misma carrera, el chico estaba en otro sector de la residencia estudiantil y sus clases no coincidían con las suyas. Por eso no se habían encontrado. Pero Wang Jie hacía actividades extracurriculares: la universidad tenía una liga de jugadores de básquetbol, y él participaba en ella.
ShiWei le pidió a LiYing que la acompañara a verlo jugar, y aunque a su amiga no le llamaban la atención los deportes, fue con ella porque estaba arrepentida de haber tomado de más y quedar en ridículo delante de ella. Liying no recordaba nada de la noche del karaoke, pero entre las cosas que le contaron sus compañeras de cuarto, y lo que le dijo la propia ShiWei, se enteró de todo, y estaba tan avergonzada que se hizo la nota mental de no volver a tomar tanto.
Ahora, cabizbaja, estaba sentada en las gradas del gimnasio, mirando un aburrido partido de básquetbol con ShiWei, que parecía no quitarle los ojos de encima a uno de los jugadores.
-¿Lo conoces? -le preguntó.
-¿Eh? -respondió la chica, distraída.
-A ese jugador, Wang Li Bo ¿Lo conoces?
-¿Se llama así? -preguntó ShiWei. Parecía que por fin Wang Jie se había decidido a usar su nombre.
-Sí. Está en primer año, cursando tu misma carrera. Pero ya se hizo bastante popular, sobre todo entre las chicas... -LiYing siempre estaba al tanto de los chismes de la universidad.
ShiWei no se había fijado, pero había una gran cantidad de estudiantes femeninas en las gradas, que celebraban con gritos cada vez que Wang Jie recibía el balón. El muchacho, concentrado en jugar, no le hacía caso a nadie.
ShiWei no podía entender por qué ese chico que la había molestado tanto mientras estaban en la casona de los Wang, ahora no sólo huía de ella sino que hasta le hablaba mal.
-¿Pero, qué demonios le habrá pasado en las 48 aldeas...?
-¿Dijiste algo? -le preguntó Liying.
-Nada. Solo estoy pensando en voz alta...
-Vamos a salir, ShiWei. El juego está por terminar y no quiero quedarme en medio de este montón de chicas que van a esperar a Wang Li Bo a la salida, para tomarle fotos.
-¿Tan popular es? -preguntó ShiWei.
-Sí. Yo no sé si es verdad o un cuento de los estudiantes, pero dicen que su buzón amanece lleno de cartas, que las chicas le dejan por la noche -le respondió LiYing, riendo-. La verdad es que es muy lindo, y aunque no le hace caso a nadie, hay muchos novios celosos por ahí. Tal vez un día le den una paliza...
-¿Serían capaces de golpearlo? -ShiWei se alarmó ante la posibilidad de que Wang Jie fuera atrapado por una turba de novios despechados.
-Tú no sabes lo que es el mundo universitario, amiga... Por mucho menos que eso, varios han terminado bastante mal.
-Dios... ¡debo advertirle! -ShiWei, que ya iba con su amiga rumbo a la salida, se dio media vuelta justo en el momento en que dieron el pitazo final del partido y las chicas se levantaban de las gradas para correr hacia la salida. Por suerte, LiYing la sostuvo a tiempo y la llevó hacia un costado, antes de que ese montón de mujeres, que gritaban como unas locas, mientras corrían, le pasara por encima.
-¿Estás demente? -exclamó LiYing-. ¿Qué quieres, que te maten?
Sorprendida por la carrera de las chicas, ShiWei se quedó contra la pared hasta que todas pasaron, y luego se soltó del brazo de su amiga para volver a entrar al gimnasio.
-¡No sé qué diablos le pasa hoy...! -cansada y aburrida, Liying decidió dejarla sola.
Wang Jie aún no entraba al vestuario: algunas chicas rezagadas habían aprovechado para acercarse a él y a un par de basquetbolistas que andaban por allí, para pedirles sus autógrafos.
-¡Wang Jie, necesito hablar contigo! -le gritó ShiWei a cierta distancia. Todavía no había podido llegar hasta él, y el chico estaba por perderse en el vestuario de hombres.
-Wang Jie, ¿eh...? ¿Acaso es otra de tus conquistas? -le preguntó uno de los jugadores, con ironía.
-¿Y si así fuera, que? -respondió el chico, desafiante. El otro hizo una mueca de fastidio y se metió al vestuario.
Era inútil huir de ShiWei: ya se la había encontrado varias veces en distintos lugares, y ahora que sabía que jugaba al básquetbol, él no iba a tener más remedio que enfrentarla y hablar con ella. Wang Jie observó resignado a la chica, que se acercó:
-Sé que no quieres hablar conmigo, y respetaré eso, Wang Jie, pero me enteré de que estás poniéndote en riesgo por culpa de las chicas que te persiguen. Sus parejas podrían golpearte...
El chico hizo una mueca de fastidio:
-Bueno, entonces que se pongan en la fila...
-¿Cómo? ¿Ya lo sabías?
-¡Por supuesto que lo sé! Desde que las mujeres de este lugar se fijaron en mí, no he parado de recibir amenazas, y hasta un par de estudiantes me persiguieron... -Wang Jie sonrió un poco-, pero soy bastante rápido, sobre todo si ando en mi patineta...
Al fin ShiWei pudo ver la expresión pícara del chico, y se atrevió a preguntar:
-¿Por qué huiste de mí, y ni siquiera me saludaste cuando te fuiste de la casona?
La sonrisa de Wang Jie se borró en un segundo, y su mirada se perdió en un punto lejano.
-Es un poco difícil, ShiWei...
-¡Entonces habla conmigo, Wang Jie...! -le suplicó la chica-. Lo que sea, podremos resolverlos juntos...
-No creo que lo que pasó tenga una solución...
***
Wang Jie se fue a dar una ducha, y media hora después salió del gimnasio por la puerta en donde le había dicho a ShiWei que lo esperara. Ella se sintió aliviada: por lo menos esta vez el chico no se había escapado.
-Hace bastante frío. Conozco un buen lugar donde podemos comer y conversar tranquilos -Wang Jie titubeó antes de seguir hablando-. No voy a mentirte más, ShiWei. Lo que descubrí en las 48 aldeas no te va a gustar...
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