SE BUSCA: UNA MARIPOSA

¡A quién se la encuentre le ofrezco una recompensa!

Características principales: Pequeña e inquieta. Es color rosa, de alas extendidas.

Lugar donde se perdió: El Jardín de las Espinas Rotas.

¡Espero se encuentre bien! Estoy buscando una mariposa que he perdido. Dirá usted, ¡qué descuidada! Porque siempre la tuve conmigo. Se llevaba muy bien con mi prudencia, la llevaba a todas partes. Lo sé, lo sé.  Sin embargo, hasta al más cauto jardinero se le ha perdido una de vez en cuando.

Le describiré un poco sobre los hechos, por si le ayuda a identificarla. Iba caminando por el jardín mencionado anteriormente, cuando una enredadera me miró. ¡Espere! ¡Le juro que no estoy loca, siga leyendo! Por más que las leyendas, cuentos, y libros de botánica me han hecho creer que las enredaderas no miran, ¡esta me miró, se lo prometo! Siempre son los príncipes quienes miran a la princesa, pero este no fue mi caso. 

Ya sabe de las enredaderas (su nombre lo indica), es que cautivan, van envolviendo... ¡Perdón, me acuerdo y me recorre un bonito cosquilleo! Regresando al tema, durante esos instantes aún la tenía. Recuerdo mirarla, posada en mi cabello, incauta, segura de que estaba conmigo. Le agradaba quedarse quieta en mis pensamientos, porque así los amansaba. Vigilaba que las ideas estuvieran bien encausadas, les aleteaba un filtro, las mantenía serenas.

... ¡Ay, una disculpa, recordé a la enredadera y me distraje! ¡Prometo que no se repite! Le decía, la mariposa estaba conmigo, cuando esos preciosos botones de flores blancas me iban llenando. Sí, porque esta enredadera no llevaba espinas, llevaba botones. ¡Unos divinos! Al inicio, cuando me observó en el jardín, no alcanzaba a diferenciarlos. Es de esas ocasiones en las que uno necesita tener algo mucho más cerca para apreciar su verdadera naturaleza... Qué lindos botones... ¡Ay no, perdón, perdón!

Esos... botones, ¿ha escuchado de las flores que brillan? Yo tampoco, pero estas, cuando florecieron, parecían de un terciopelo adiamantado. ¡Ja! Esa enredadera cree que no me di cuenta de que también se estremeció, me pregunto... si también habrá perdido su propia mariposa. Todos tenemos una, esa que, como le dije, ama posarse en nuestros pensamientos. A veces, muchas veces, también se posa en el corazón. Se pone ahí cuando este ha sido herido y no quiere que nadie más vuelva a pasar.

¿Sabe una cosa? Pienso que ambos creíamos que las nuestras estaban posadas ahí, pero me parece que estábamos muy equivocados. Esos botones, las flores abriendo. Yo también sonreí, pero un tanto diferente a otras veces. Eran los ecos que rebotaban entre las plantas, y el aroma a musgo, que dictaban la verdad, porque la enredadera no tuvo guardián en mi corazón. ¡Pasó así! Como cuando toman un reino para conquistarlo...

¿Qué le decía? ¡Ah, sí! De la mariposa, la perdí, la perdí. ¡La olvidé! Para ser mucho más honestos. Pero la necesito, me imagino, hacía muchas cosas por mí. Me susurraba cosas al oído, a veces no muy buenas... pero la necesito, sí, sí. También me causaba miedos, me alejaba de todos. Por eso estaba sola... en el jardín... con... la enre... ¡No! ¡Se lo prometí! ¿Ve? Es la mariposa la que me evitaba pensar tanto en esto...¡Uff! Vaya que la necesito.

Si usted la ve por ahí, le paso mi dirección y teléfono para que la devuelva... ¿Quiere saber algo curioso? La enredadera me prometió una nueva. ¡Espere, espere, deje me recupero de esta risa! ¡Ya, listo! Es que ella creyó que no lo hizo, pero no recuerda que había una posada en uno de sus botones, ¡qué chistoso! Es la que traigo ahorita en la cabeza. Linda, ¿no? Esta me susurras cosas lindas, duermo bien en las noches, río demasiado... En realidad, creo que hasta me queda mejor este color, entre tierra y un azul tranquilo. Todo es ahora tranquilo.

Bueno... Hagamos una cosa, ¿le parece? Pero no le diga a nadie. Usted haga como que no vio este cartel y yo hago como que no perdí la mariposa, ¿sí? 

Me gusta más esta y, siendo honestos, ya era su tiempo de volar.