Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 46

Felicia y la Señora Ana se encontraban realizando bordados mientras hablaban alegremente de la llegada de Guardián.

— Nunca pensé que el Guardián sería de esa manera – decía Felicia, dando puntadas a la tela — es tan dulce con la Señorita Verónica, se nota que la ama de verdad.

— Has percibido que él, emanaba un delicioso aroma, entre frutas y flores – comentaba Ana.

— Sí, creí que era mi imaginación. La señorita en un comienzo también tenía ese olor. Creo que ese es el perfume del Jardín de la Inocencia.

— Estoy feliz que al menos nos ganáramos su confianza, así no perderemos a Verónica y ella podrá visitarnos nuevamente.

— Me gustaría tener un amor como ese, alguien que no le importe quien soy, solo me quiera...

— Para eso deberías tener nuevamente confianza en los hombres. Lo que te pasó, no determina quién eres, y tú siempre serás más de la familia que una criada.

— Gracias señora – Felicia mira por la ventana, ya que algo capta su atención — Señora, don Roberto, ha llegado...

Ambas se levantan de sus asientos y, según lo planeado, Ana se dirige a la biblioteca y Felicia a encontrarse con Roberto, explicando que no se encuentran en casa.

La madre de Verónica ingresa rápidamente a la Biblioteca donde se encontraba el matrimonio recostado en el sofá, acariciando a su futuro hijo y cierra nuevamente la puerta tras ella.

Clara mira sobresaltada a su madre.

— ¿Qué ha pasado?

— Es Roberto, solo me estoy ocultando aquí para que Felicia pueda despacharlo y crea que ambas no estamos en casa.

—Y ¿Por qué se ocultan? ¿Lo hacen para que yo no me encuentre con él? – pregunta Aeolus

— Aeolus, tú y él tienen personalidades fuertes, sería mejor que no se vean para que no tengan un conflicto – respondía Clara

— No crearé un conflicto, siempre que me respete, te respete a ti y a nuestro hijo.

— Se entiende Aeolus, pero sería muy incómodo para todos y prefiero que Verónica no pase por preocupaciones innecesarias – intervenía Ana.

— Por favor Aeolus, solo quiero estar en paz y disfrutar de nuestro momento – suplicaba Clara.

— Si es lo que tú quieres, así lo haré. Pero quiero que sepas que yo no iniciaré nada, pero tampoco dejaré que pasen sobre mí.

Felicia regresó a la biblioteca, había logrado despachar a Roberto dándole una excusa convincente, pero ya sabían lo testarudo que era y sería mejor que Felicia se quede afuera y la madre de Verónica en la biblioteca.

Ya pasaron 2 horas desde la inesperada visita de Roberto. En la biblioteca se merendó sopas y pastas, además de tener charlas bastante confortables, dando un ambiente relajado y agradable, lo que duro poco, puesto que, nuevamente, los problemas retornaban y podían escuchar afuera de la puerta lo que estaba ocurriendo.

— Niña ¿Dónde está Verónica y Ana? —pregunta malhumorado el señor Delinne — ellas no salieron a ningún lado, te exigió que me digan dónde están.

—Señor, no lo sé, solo me dijeron que saldrían. Yo asumo que fueron donde el médico – respondía rápidamente Felicia

— Yo fui hasta ahí y él dijo que ya pasó muy temprano en la mañana a visitarla – le increpa Roberto

— Nos estás ocultando algo. ¿Dónde están y con quién están? – continuaba bufando el señor Delinne.

— Señor, le aseguro que no lo sé

— No te creo, ustedes siempre tienen secreto... esto te va a pesar Felicia

— Nadie las ha visto salir de la casa, así que tienen que estar aquí. Es mejor que busquemos por las habitaciones – proponía Roberto

— Buena idea... — responde Delinne

Las mujeres en la biblioteca sabían que esto era malo, tarde o temprano descubrirán que estaban ahí. Ninguna temía por Aeolus, temían por aquellos hombres que les estaban buscando. Pronto alguien trataba de abrir la puerta de la biblioteca.

— Señor Delinne, está puerta tiene cerrojo – informaba Roberto

El padre de Clara trata de abrirla sin éxito.

— Niña, abre la puerta — le exige Jorge a Felicia

— Señor, yo no tengo la llave

— Maldición niña, una tunda debería darte...

El señor Delinne aleja a su despacho y regresa un manojo de llaves.

Las dos mujeres que estaban al interior de la biblioteca, comienzan a entrar en pánico, sabían que no le podrían pedir al Guardián que se ocultase, eso sería una ofensa para él, pero este se veía apacible e inmutable, como si no percibiera lo que ocurría afuera.

Luego de unos minutos de jugar con las llaves, una dio vuelta la manilla, la puerta se abrió, e ingreso rápidamente Roberto y el Señor Delinne. Ambos se sorprenden al ver al extraño hombre que mantenía abrazada a Verónica

— ¿Quién eres tú? ¿Por qué están ocultos aquí? – preguntaba casi a gritos Roberto.

Rápidamente Ana se aproxima a los hombres que ingresaron a la biblioteca.

— Roberto, Jorge, por favor salgamos, yo se los puedo explicar, todo esto fue mi idea.

— Vine a visitar a mi esposa y mi hijo – contesta Aeolus con un tono altanero.

La cara de Jorge Delinne cambia de asombro a indignación.

— Eres el Bastardo, como te atreves a venir a mi casa y presentarte después de lo que le has hecho a mi hija

Ana trata de detenerlo, puesto que su marido estaba furioso y se estaba acercando al guardián.

— Por favor contrólate, todo se puede conversar, pero de manera tranquila

Roberto, furioso al ver a aquel hombre que le quitó una parte de su vida, deseaba vengarse y ahora lo tenía de frente y no oculto tras el jardín.

— Tiene razón el Señor Delinne, descaradamente vienes después de robarte a su hija a esperas que te reciban con los brazos abiertos.

— Y acaso tú, me dirás a mí, ¿lo que puedo o no hacer? – respondía Aeolus de forma amenazante

— Por supuesto que sí. Solo le has causado dolor a sus padres, manipulas a su hija y la traes aquí para que le den servicios médicos como si fueran tus sirvientes.

Aeolus sonríe de manera sarcástica y se pone de pie.

— Qué patético humano, tratas de demostrar tu buena voluntad para ocultar tus verdaderas intenciones.

— Ya basta Roberto – interviene Clara — quiero que trates con respeto a mi esposo, él no tiene por qué darte explicaciones y tú no tienes que ser grosero como lo eres

— Quiero que se vaya de mi casa, no quiero verte nuevamente por aquí – responde el padre de Clara encolerizado.

— Verónica, que no entiendes que se aprovechó de tu debilidad – comenta Roberto a Clara — él no es una buena persona, solo quiere hacer su voluntad... mira a cuantos inocentes ha matado sin ver a quién en el Jardín, estás en peligro, ¡abre los ojos Verónica!

Al escuchar esto, Aeolus comienza a reír de manera desafiante

— Humano, que insignificante y débil eres, sacas excusas burdas para que Clara se fije en tu pequeña persona, pero la verdad es que ella es mía y tú solo puedes vernos desde la distancia, porque ella no te ama, nunca te amará y te olvido tan rápido, porque nunca te amó... tú nunca serás rival para mí, puesto que soy superior a ti en todo.

Roberto presiona los puños en una ira incontrolable y se abalanza sobre Aeolus, solo quería hacerle daño y esperaba poder matarlo.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro