La historia me pertenece, los personajes son propiedad de Masashi Kishimoto.

Personajes con OoC.

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§ Decisión §

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—No puedo hacerlo Shikamaru.

Estaba en la azotea, con una nueva botella de champagne, la tercera me parece, y un cigarrillo sin prender entre los dedos.

Él silencio del otro lado de la línea me dijo que mí mano derecha no entendía una mierda de lo que me pasaba.

Él carraspeó.

—Su esposa no es la peli rosa que me jodí..— traté de explicar—. Creo que es su amante. No sé si la muchacha sepa algo.

— Averigüe sobre la peli rosa. Su nombre es Sakura Haruno, no tiene un trabajo estable y vive en un pequeño departamento junto con una Hinata Hyūga...

—Si, bueno. Ella es la nueva esposa de Sasuke, no Sakura.

Shikamaru gruñó.

— Puede que Sasuke esté tras su dinero. Ella es la hija de Hiashi Hyūga, el socio de Jiraiya.

—No me jodas— susurré después de casi ahogarme con la champaña.

— No lo haría ni aunque me lo rogaras..

— Chúpame la polla, Shikamaru. ¿No es una maldita broma?

El silencio me dijo lo que necesitaba saber.

Ahora las cosas se complicaban, si la cagaba con la hija de Hiashi, él tendría mis bolas disecadas en un frasco al lado de la cabeza de Sasuke.

—De acuerdo— susurré—, lo haré discreto.

—Muy bien, los muchachos sólo esperan tu llamada.

—Bien.

Corte con un suspiro y encendí el cigarrillo. Intentaría calmar mis ganas de entrar y hacer el desastre que me rogaba mí sangre caliente que hiciera.

Las cosas se estaban complicando y de verdad deseaba terminar de una vez las cosas. Pero mientras más miraba a Hinata, más me hundía en la incertidumbre. No podía poner lágrimas en sus ojos, aunque sabría qué me odiaría una vez que le mostrará las pruebas.

Después de todo arruinaría su cuento de hadas, abriéndole los ojos sobre la escoria de la qué estaba rodeada.

Cuando estaba por terminar el cigarrillo, la puerta se abrió precipitadamente haciéndome dar un salto de sorpresa. Mis cejas se alzaron al ver a Hinata tambalearse hasta la baranda de la azotea. Mí cuerpo se tensó cuando ella se inclinó hacia abajo.

¿Que estaba pasando?

Mí ceño se frunció cuando su delicioso cuerpo comenzó a temblar y ella terminó arrodillada en el suelo. Con una mueca la escuché, gimiendo y llorando.

Me pregunté si debería marcharme o consolarla.

¿Qué habría pasado?

Mis ojos se agrandaron cuando ella empezó a gritar:

—¡Maldita! ¡Mentirosa! ¡Embustera!

Susurró algo mientras gemía de dolor y mí corazón se rompió un poco por ella. Pero no me moví de mí posición, no creo que sea bien recibido si iba a abrazarla siendo yo un desconocido.

Pobrecita...

Parecía que era muy desgraciada... Tal vez se había enterado...

Mis pensamientos se borraron de mí cabeza cuando ella quiso levantarse y cayó sentada de nuevo. Mí respiración se cortó cuando subió la falda llena de pliegues y se sacó los zapatos de sus pequeños pies.

Él lanzamiento me tomó por sorpresa, pero los esquivé gracias a los reflejos del boxeo.

Ahora ella me miraba fijamente y maldije en un susurró al ver su rostro lleno de lágrimas. Quise darle una seca más al cigarrillo, pero se había consumido, así que lo tiré a un lado.

Dudé, pero dí un paso hacía la luz.

Sus ojos, sus preciosos ojos de luna se abrieron, igual que su pecaminosa boca rosa.

—Oye, ¿Estás bien?

Continuará...