Capítulo XXXII: Perspectiva
Cuando el caos se apoderó de aquel lugar, en el preciso momento que todos los presentes comenzaron a correr despavoridos tras escuchar el fuerte rugido del monstruo invocado por su secta en honor a su deidad. Vi la oportunidad para ir a salvar a Ahn, solo tenía que cuidarme de no ser golpeada por alguien. Perdiéndome entre la multitud, sentía estar cada vez más cerca de ella; por desgracia a la única persona que encontré cuando salí de la multitud, fue a Shadra.
–¿A dónde crees que vas, niña? –Su voz parecía enojada, pero con la tranquilidad de alguien que sabe lo que está a punto de pasar–. No dejaré que hagas alguna idiotez.
–Quítate de en medio –espeté,
–Mejor oblígame –terminó por amenazarme apuntándome con su mano mientras formaba una bola de fuego en su palma.
No era ajena a las habilidades del fuego, pues ya he conocido sus capacidades por haber entrenado con Albert estos últimos años, por lo cual ya sé cómo puedo defenderme ante sus ataques. Lo malo en este escenario es que mis ataques son más efectivos a corta distancia, por lo cual debía ir con cuidado y acercarme lo más que se pueda, pues nuestra separación era considerable.
Sin pensarlo mucho, desenfundé mi espada y empecé a recortar distancias entre las dos. Lo malo en todo esto fue que, de forma abrupta, un sujeto me detuvo con un ataque frontal contra mi persona; de no ser porque me detuve a tiempo, por lo cual el filo de la espada por fortuna termina por impactar en el suelo.
–Mierda –soltó con molestia aquel hombre.
–¡Oye! Draks... Al siguiente golpe no falles –le dijo Shadra a su compañero.
–No me jodas con eso –respondió para luego incorporarse y continuar con el ataque.
Lo mejor que pude hacer fue esquivar todos los ataques que Draks me lanzara, pero con la preocupación de que Shadra pudiera lanzarme un ataque a distancia mi esfuerzo tendría que ser al doble. Estaba buscando una manera de usar mi magia para lograr tener un poco de ventaja en el combate, pero para mí infortunio, los tiempos que disponía entre cada ataque me resultaban desfavorables para recurrir a esa táctica. Las espadas chocaban y el sonido de los filos chillando cuando forcejean, eso junto a las chispas que sueltan por el impacto entre ellas... Todo aquello me hacía recapacitar que no era un entrenamiento cualquiera... Todo eso era una pelea real. Donde cada cosa que termines haciendo mal, te puede costar muy caro.
Solo esperaba una oportunidad. Una sola para equilibrar esta pelea a mi favor.
Solo una.
Y la encontré.
Nuestras armas estaban pegadas. El había realizado un ataque desde arriba el cual bloqueé poniendo mi espada en horizontal, sosteniéndola con ambas manos, una en cada extremo del arma. Él se acercaba cada vez más para apoyar su ataque con más fuerza, hasta llegar al grado de de ser solo unos centímetros lo que nos separaba.
–Eres hábil niña... Perote falta fuerza –sonaba engreído, pero a comparación de él, yo era débil, por lo cual tenía que actuar rápido, sino lograría vencerme.
–Por... eso... haré esto... –entre pujidos por resistir su empuje pude decir eso. Me erguí lo más que pude y, con toda la fuerza de voluntad que solo yo, logré pisar su rodilla.
El golpe fue brutal, a tal grado que su extremidad se dobló de forma antinatural, cayendo al suelo con un gesto de agonía, soltando un grito que pensé y se le podría desgarrar la garganta.
–No ocupé ser más fuerte –le dije mirándolo con desdén–, solo ser más inteligente –dicho esto, le desgarré su otra rodilla y ambos tobillos para evitar que hiciera algo.
Me quedé mirando a Shadra, quien de brazos cruzados se quedó mirando la derrota de su compañero.
–Maldito inútil. Ya no me sirves para nada –su desinterés ante el agobio de su compañero me sorprendió–. Toma esto.
Con solo una bola de fuego atacó a su compañero caído y así fue como terminó con su sufrimiento. Lo incineró sin miramiento, sin remordimiento, ni sus incesantes gritos de dolor y desesperación lograron perturbar su ánimo. La vista de una persona viva quemándose, junto al olor que se quedó en mi mente fue horrible. Una experiencia que, por más que me esfuerce, no podre olvidar.
–Ahora sigues tú –dijo.
Sin esperar mucho, comenzamos a pelear.
Cuando me lanzó su primer ataque, logró que tirara mi espada, por lo que me vi forzada a usar mi magia de agua para atacarla de forma directa. Cada ataque de fuego que me lanzaba yo lo repelía con un ataque de agua. Sentía que debía moverme hacia ella, por lo que dirigí un chorro de agua para atacarla, pero ella correspondió al ataque con una fuente de fuego. Para lograr acercarme y que no me afectara su ataque, incrementaba la presión del chorro mientras daba pasos a su posición.
Cada paso era un agobio para mí, pues tenía que incrementar mi poder mágico para que Shadra no me alcanzara con su fuego. Ya estando cerca de ella, tome sus manos para instantáneamente, interrumpir su ataque.
–Casi se te acaba tu poder mágico, ¿no es así? –Miraba como quedé fatigada por el choque de nuestros ataques–. Por eso tienes que entrenarte bien para que no ocurra eso. Debieron enseñártelo en la Academia de Magia.
–Lo sé... –dije entre resoplos–. Por eso prefiero hacer esto. –Tirando de sus brazos,, hice la cabeza para atrás y, con toda mi fuerza, impacte la frente contra su rostro.
Soltó un chillido mientras retrocedía tapándose la cara. De su nariz y boca comenzó a brotar sangre, algo que me hizo reír, pero no tenía el tiempo para disfrutarlo.
Antes de que pudiera tan siquiera reaccionar, m dirigí a golpearla primero. Entre puñetazos, patadas y demás golpes, logre que cayera al suelo noqueada, por lo cual agradecí que ella no tuviera mucha resistencia. Terminado este contratiempo, volví en mi búsqueda de Ahn. Para fortuna mía, la ubiqué a solo unos cuantos metros de donde me encontraba.
Estaba en posición fetal; maltrecha y sucia. Pero se encontraba bien, con vida, respirando, lo cual era lo importante. La volteé para poder ver su cara y recostarla en mi regazo. Tomé una botella con un tónico que revitaliza la energía vital de quien lo consume, fue algo que Ahn me había dado hace tiempo por si lo llegara a necesitar, por suerte no fue necesario hasta hoy. Puse el líquido en su boca para que pudiera tomarlo. Con débiles pero importantes sorbos, empezó a tomarlo para que, como si estuviera durmiendo, abriera los ojos lentamente.
–... ¿Aria? –Preguntaba lentamente–. ¿Dónde estamos?
–Tranquila Ahn, no te preocupes por eso –le respondía mientras impedía que se levantara bruscamente–. Pronto iremos a casa –le dije mientras la abrazaba.
Mientras estábamos en ese momento emotivo, mis ojos se toparon con algo que solo podría describir como escalofriante. Albert y Gorith se batían en un duelo, desde el principio el profesor nos había explicado que Albert había sido poseído por el espíritu del heraldo de Borac. Peor en el instante en que Gorith encajó su daga en el cuerpo de Albert, desconocí todo en ese instante.
Ver cómo caía el cuerpo de mi amado al suelo sin moverse y con un arma sobresaliendo de su abdomen fue horrible; tanto que parecía irreal. Casi por instinto salí despavorida a donde se encontraba, para empujar a Gorith encarándolo.
–¡Maldito! Maldito, maldito –grité entre lágrimas de enojo–. ¿Cómo pudiste matarlo? ¿Cómo pudiste...? –Mi llanto no me permitía seguir gritando.
–Tranquilízate. ¿Está bien? –Me espetó retirándome por los hombros–. Solo cálmate ¿de acuerdo? Él no está muerto –dijo muy seguro de sí mismo–. No del momento.
–¿Entonces? –Mi voz se estaba calmando de a poco.
–Esta daga lo que hace es atrapar al espíritu que controla a Albert. Pero no quiero sacarla para que no se desangre.
Del pomo de la daga fue expulsada una ampolleta de color negra, el cual Gorith tomó y lo colocó en una pequeña caja ornamentada que guardó en su ropa.
–¿Dónde está Ahn? Tienes que traerla –ordenó.
Sabiendo que es lo que intentaba hacer, llamé a mi amiga con el fin de que nos ayudara sanando a Albert.
–Ahn... Qué bueno que estas a salvo –solo se le quedaba viendo con una cara que hace pocos instantes no tenía.
–Hola Gorith –Ahn era un libro abierto ante él. Parecía estar viendo a quien realmente la salvó.
Para interrumpir su irónico momento tosí de forma exagerada.
–Este... Chicos. Albert –dije señalándolo.
Los tres nos hincamos ante él. Ahn tomó su brazo y empezó a buscar sus signos vitales.
–Es débil, pero aun tiene pulso –dijo muy seria–. Aria, necesito que con tu magia rodees el área donde está la herida y presiones.
Así como lo pidió, use mi magia y con agua rodeé la zona donde estaba la daga, presionando sin llegar a lastimarlo.
–Bien –continuó Ahn–. Solo debo darle energía.
Colocando su mano en el pecho, usó su habilidad para restaurar la energía vital de Albert. Mientras la recuperaba, pudimos ver como se movía de forma inconsciente.
–¿Ya lo curaste? –Estaba impaciente por verlo sano.
–No del todo. Lo dejé dormido. Necesito llevarlo a Hesso para quitarle el cuchillo y cerrar la herida.
–En ese cado no hay problema. Estamos a una hora en caballo –contestó Gorith.
–Entonces andando –sentenció Ahn.
–Primero déjenme hacer algo.
De la nada, Gorith fue a donde se encontraba tirada Shadra y, con unas cuerdas la ató de manos y pies para llevarla con nosotros.
–Listo. Vámonos.
Dicho eso, el también cargo a Albert para dirigirnos a la salida de la cueva.
Nuestro paso fue interrumpido por la colosal presencia del dragón. Con su piel azul, sus ojos carmesí y dientes afilados, la bestia frente a nosotros se imponía majestuosa.
–¿Qué es eso? –Fue lo único que se me ocurrió decir.
–Ese es Borac –contestó Gorith.
Al verlo con el miedo recorriendo mi cuerpo, pensaba que nos iría a atacar en cualquier momento. Pero cuanto más tiempo pasaba, esa idea se fue desvaneciendo, pues su comportamiento no indicaba querer hacernos daño.
–Al parecer no tiene intenciones de atacarnos. Vámonos –ordenó Gorith.
Y con los tres caballos que permanecieron ahí a pesar del monstro que llegó, nos movimos a toda prisa con rumbo a Hesso.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro