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Capítulo XVII: Supersticiones

La mañana nos agradecía con un tranquilo día donde pudimos empezar, por fin, nuestra carrera como aventureros en Hesso, pues tras tener ya nuestra casa en la villa, y el apoyo del papá de Ahn para entrar al gremio de la zona, pudimos acentuarnos como aventureros. Para nuestro primer trabajo, tuvimos que enfrentar a un grupo de Lobos de Lira; son unos animales bastante grandes, tanto que solo sus jóvenes son tan altos como yo o Aria, y ya de adultos logran superar fácilmente los tres o cuatro metros.

Antes de nuestra retirada, Ahn nos dio unas cuantas fresas y otras frutas de su huerto para degustar durante el camino, pues debíamos que atravesar las montañas del este para llegar a nuestro destino, nada fácil la verdad, pero necesario acceder más rápido. Sin problemas, atravesamos las colinas y nos topamos con la llanura de aquella región, solo admirando momentáneamente el paisaje que solo adornaban unas cuantas colinas y los caminos marcados por el ir i venir de carruajes y caballos a lo largo del tiempo.

Durante nuestra travesía me pregunté por qué no se quiso unir Ahn con nosotros, pues estaría encantada de acompañar a Aria en todo momento, habrá surgido algo de último momento tal vez, pero aun así me era algo extraño; como la mayor parte de las veces se inclinaba a estar con nosotros en los momentos que entrenábamos durante nuestra estancia en la Academia de Magia de Fess, sentía que hubiera deseado acompañarnos a nuestras aventuras, pero al fin de cuentas sentía que era lo mejor, pues, aunque no quisiera verlo así, sería una carga para ellos en ese momento. Es duro verlo así, pero entendible.

Mientras atravesamos una colina, logré divisar algo peludo y puntiagudo a lo lejos, pero ya más acercados al objeto, logré ver que era un Lobo de Lira, por su aspecto me pareció ser un macho joven. Al momento de verlo mejor, mi primera reacción fue esconderme entre los arbustos junto a Aria pues, según las explicaciones que me han dado, estos animales se guían más con la vista que el olfato. A rastras y de forma lenta, fuimos haciéndonos paso para observar a semejante animal, que por desgracia estaba acompañado de otro ejemplar, al parecer de la misma edad y un cachorro. Una familia completa.

Al tener ya una visión completa del objetivo, procedimos a idear un plan. Algo simple: atacar primero al cachorro para desconcertar a sus padres e ir atacándolos conforme se presenten las oportunidades, siendo Aria quien ataque de frente y yo apoyándole con magia desee atrás; rápido y eficaz. Con vista en ello, y teniendo nuestras armas al alcance para responder fácil a los embates, comenzamos nuestro plan.

Sin pensarlo mucho, conjuré una bola de fuego que impactó directamente en el cachorro, que con aquel golpe quedó mal herido y con la respiración descontrolada, en eso Aria salta corriendo para enfrentarse al macho que estaba volteando a todos lados buscando de dónde provino el ataque. Sin misericordia, lancé otra bola de fuego a la cara del padre del cachorro, para darle ventaja a Aria para su ataque.

La madre se quedaba al lado del cachorro como protegiéndolo, pues su instinto maternal parecía indicarle protegerlo a toda costa, por lo cual nos permitiría concentrarnos de momento en el macho, para luego encargarnos con más facilidad de la madre. Ambos nos sentimos confiados de que podríamos ganar, pues mirábamos como varios aventureros hablaban de lo sencillo que es vencer a uno de estos, lo malo es que nunca nos pusimos a pensar en la fuerza que tendrían, como atacaban y la experiencia de aquellos aventureros.

Aria le rajó un ojo al lobo, por lo que se enojó y comenzó a atacar con sus garras de forma repetida, a lo que Aria solo se dedicó a esquivar y no a atacar, pero por desgracia una de esas garras termino por golpear a Aria, dejándola aturdida a un lado del animal, haciéndola presa fácil para otro ataque. Actuando casi por inercia, invoqué al espíritu dentro de mí para que me diera más energía para lanzar una acometida contra el lobo y darle tiempo a Aria para que pudiera salir de esa situación. Pero algo extraño sucedió.

Como si sus instintos estuvieran activados, al momento de llamar al ente que habita mi cuerpo, las vistas de los Lobos de Lira se fijaron justo en mí, como si algo los llamara la atención; lo bueno es que Aria ya no está en peligro, lo malo es que no sabía lo que iba a pasar después. Los dos lobos de lanzaron contra mí a toda velocidad preparando los dientes para atacarme; rápido pensé en levantar un muro de fuego, pero con la velocidad que llevan lo travesarían sin mayor problema, así que decidí prepararme para el ataque con una bola de fuego en una mano y mi daga en la otra, apretando los dientes para el impacto que me iban a dar, pero de un momento a otro, cuando saltaron y a solo unos metros de mí, fueron contenidos por un campo de fuerza, que solo logré percibir por las ondas producidas por los golpes de los lobos.

Aria y yo cruzamos miradas, pues estábamos seguros de que mi golpe ya estaba asegurado, solo me dedique a buscar por donde salió aquel bendito escudo, mi vista estaba como loca mirando de un lado a otro sin encontrar algo que me indique donde está el culpable de que aun pueda estar vivo, a lo cual una pequeña figura se asoma entre algunos árboles saludando con el brazo extendido.

–¿Ahn? –Exclamó Aria.

–¿Ahn? ¿Enserio? –Yo estaba aún más extrañado por el comentario de Aria, pues no podía creerlo–. ¿Cómo demonios...? –No me dejó terminar.

–No hay tiempo para preguntas. Ahora deben de aprovechar y matar a los lobos ya que están aturdidos.

No fue necesario que lo dijera una vez más, pues cuando Aria se pudo estabilizar, tomó su espada y, con furia asestó un golpe directo en el cuello que termino por separar la cabeza del cuerpo a la hembra; por mi parte, decidí usar toda mi energía para crear una llamarada con la intención de incinerar al macho, y sin más, solo junté las manos y deje que la magia hiciera su trabajo; ya solo era cuestión de que degollara a la cría y todo estaba resuelto.

Cuando todo estuvo terminado, nos acercamos a Ahn para platicar y saber que fue lo que ocurrió.

–¿Qué fue eso que hiciste? –La tomé por los hombros sacudiéndola–. Pero mejor aún ¿cómo llegaste sin que te notáramos?

–¿No te acuerdas? –Respondió con un poco de risa después de que la dejara de mover–. Yo nací en estas tierras. Es aquí donde jugaba de niña. Es natural que sepa cómo llegar rápido a cualquier lugar.

–Pues nos lo hubieras dicho para no caminar tanto –dije para luego ser jalado por Aria.

–Pero a todo esto ¿cómo lograste crear esa barrera? –Pregunto Aria.

–Es solo una de las cosas que aprendí en la Academia. Al parecer fue de utilidad en esta ocasión.

–Pues sí que nos sacó de un apuro –comenté.

–¿Les parece si regresamos y comemos algo rico en la taberna? –Preguntó Aria.

–Claro –respondió Ahn.

–Por supuesto –repuse.

Recogimos lo que nos pedían para reclamar la recompensa y directo nosfuimos al gremio.

Caminando un día junto a las chicas, estábamos pasando un rato agradable caminando por las calles del pueblo comiendo un poco de fruta y admirando la belleza del campo en todo su esplendor, era una de esas ocasiones en las que realmente podía decir que me alegraba estar vivo, disfrutando de las pequeñas cosas que regala la vida. De repente sentí como si algo estuviera ocurriendo, muy a lo lejos, pero su presencia era tan fuerte que era posible sentirla hasta acá.

Terminé volteando en dirección al sur, con dirección a Root, pues sentía que era en aquella región que algo estaba ocurriendo. Me detuve en seco, llamando la atención de Aria y Ahn.

–¿Pasa algo? –Preguntó Aria.

–Eh... No, para nada –respondí.

–¿Seguro? Entonces ¿por qué tu marca en el brazo está brillando? –Preguntó Ahn.

Volteé a ver mi marca y era cierto, mi tatuaje estaba iluminado comoaquella vez que me dejé dominar por el espíritu dentro de mí. Seguía mirando enla dirección de donde presentía aquella fuerza, esperando a que no fuera algode lo cual temer.

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