Capítulo IX: Desviación en el aprendizaje
El regreso a la escuela era algo que no me esperaba, pues a todos nos acomodaron en nuevos grupos según nuestro desempeño durante el año anterior. Aria y yo nos quedamos en el mismo grupo, pues nuestras habilidades en el combate eran superiores, al igual que por otras razones, solo obvias para mí. Lo más triste de esta situación fue Ahn, pues al ser ella la más débil de todos, pero con un conocimiento de magia superior, la acomodaron para ser investigadora de magia.
Es una pena que las amigas ya no estén en el mismo grupo, pero seguían viéndose durante el almuerzo y durante los descansos, pero el hecho de que ella estuviera en ese grupo podría resultar beneficioso para ambos, o al menos así se pudo demostrar en algunas ocasiones.
Nuestro día a día no cambió mucho en realidad, seguíamos asistiendo a clases, entrenando o pasando el rato juntos durante nuestros ratos libres, los tres juntos éramos casi unos amigos inseparables, bueno, aunque Ahn estaba ahí con nosotros más por Aria que por mí, pero eso no era tan importante. Sea como fuere, las razones que usáramos para juntarnos sobraban, pues la intención de reunirnos era lo que nos motivaba.
Si tuviera que describir este año en una sola palabra sería aburrido. Realmente nada interesante o de relevancia suscitó durante todo ese tiempo. Si tuviera que rescatar algo importante o significativo de todo ese año, sería cuando el profesor Aron, quien nos daba la clase de Alquimia, nos mencionó sobre una técnica que resulta en la creación de una criatura en base a nuestro elemento que podemos dominar. Talamia, es el nombre que recibe dicha práctica. Lo apunté y decidí ir a la biblioteca para investigar sobre ello.
No supe cuántas horas pasaron desde que entré a la biblioteca para estudiar, me encontraba al lado de varios estantes con libros sobre los temas de alquimia y control mágico. Mi mente estaba volando entre tantas letras hasta que de repente sentí un golpe en la cabeza, sacándome de mis pensamientos y obligando a que volteara a ver frente a mí.
–Sí que devoras libros –dijo Aria, sosteniendo el libro con el que me despertó de mi transe, mientras su otra mano estaba en su cintura, lanzándome una mirada picara. Me encontró rodeado de pilares de libros, todos leídos en esas quien-sabe-cuantas horas–. Pensé que pasaríamos el tiempo juntos.
–Lo siento Aria, perdí la noción del tiempo mientras estaba aquí.
–Eso se nota. –Ella suspiró–. Bueno... al menos sé lo que hacías. ¿Qué tanto estas buscas? –Pregunto mientras tomaba otro de los tantos libros que leí.
–Algo sobre talamia. Pero por más que busco y leo, no encuentro algo relacionado.
–Es que lo buscas en el lugar incorrecto –mencionó una voz detrás de Aria–. Lees alquimia y control de magia, pero no se encontrará aquí –era Ahn, quien salió a un costado de su amiga.
–¿Cómo sabes?
–Pues lo he estudiado –respondió casi de inmediato.
–¿Crees qué me puedas ayudar a encontrar algo sobre ello? –La tomé por lo hombros.
–Sí, claro. Peor primero suéltame y recojamos todos estos libros –dijo sobresaltada.
Ya habiendo puesto cada libro en su lugar, caminamos un rato por toda la biblioteca, adentrándonos en el fondo de la misma, cerca del lugar donde la maestra Donna me puso a estudiar. Al llegar donde la luz del sol llegaba muy poco, iluminé los alrededores con una pequeña flama.
–La talamia es algo viejo, solo aquellos que realmente sepan dónde buscar, pueden encontrar información sobre ello. –Se paró en medio de dos estantes–. Es ese, el de la pasta verde, frente a tus ojos –dijo señalando el libro.
En efecto, era un libro verde, viejo, con las páginas amarillentas ymucho polvo en su portada gruesa. Al abrirlo me llegó el típico aroma decualquier libro ya usado y con mucho tiempo expuesto a la intemperie, guardadopor quien sabe cuánto tiempo. En la primera página estaba la inscripción Principio de la Talamia: Uso y construcción:
Mientras yo me puse a leer, aun parado, Aria y Ahn se dedicaron a hojear otros libros para perder el tiempo en lo que yo estudiaba, descifrando, palabra por palabra, todo el texto. En efecto, esto era lo que buscaba desde un principio, en la lectura venía la explicación detallada de cómo para producir, lo que el libro llamaba, una criatura con nuestra esencia mágica, como dirigirla y usarla para atacar.
Al terminar de leerlo, me di cuenta de que me encontraba sentado en el suelo, sin comprender como llegué a estar ahí, teniendo la cabeza de Aria posando en mi hombro, completamente dormida, y a Ahn en su regazo, igualmente descansando. Todo esto en completa paz, mientras la noche estaba presente en las afueras del recinto.
Era obvio que no podía probar esa habilidad durante un entrenamiento normal en la escuela, por lo cual tuve que hacerlo cuando estuviera practicando con Aria; cuando ya dejamos de pelear, ella se dirigió a sentarse en la sombra del árbol junto a su amiga para descansar, por mi parte me quedé parado en el campo donde peleamos, pues tuve la intención de llevar a cabo aquella magia.
Como bien lo explicó el libro, coloqué mi energía en las palmas de mis manos hasta formar dos grandes esferas, mientras más energía fluyera, sería mejor, pensé; tenía que relajarme, no era bueno exaltarme y forzar el resultado, así que respiré hondo y aligeré mi cuerpo, dejando la mente en blanco.
Las manos las llevé al frente, para así formar un círculo mágico frente a mí, era curioso ver como este era de un color rojo brillante, intenso, con llamas saliendo de él. Por absurdo que parezca, para la alquimia, y de igual forma para la talamia, es necesario realizar un conjuro.
–Energía y creación combinadas, manifiéstense en verdadera forma. –Me sentí humillado de solo decirlo, esperando a que funcionara para no hacer más grande mi vergüenza.
Las llamas comenzaron a emitir una luz más intensa, volviéndose de naranjas y rojas a amarillas con azul, y por fin ser de color blanco, deleitando con un brillo casi cegador, pero de la nada, sin motivo alguno, aquel fuego se apagó, dejando tras de sí una marca negra sobre el pasto, dejando pequeños pedazos de ceniza en el aire tras su desaparición, marcando la zona con su forma.
Caí al suelo de rodillas, agotado por el consumo de energía que supuso realizar ese conjuro, al apoyar mis manos en el suelo, noté unas cuantas gotas de sudor cayendo a la tierra.
–No te sientas mal Albert, no siempre saldrá a la primera –me dio Aria para animarme un poco.
–Así es. Solo puedes... volver a intentarlo –continuó Ahn.
No podía hablar, estaba exhausto, y en mi aliento agitado se notaba. Me empecé a incorporar lentamente para ir a la sombra del árbol y descansar, pero un pequeño círculo rojo se formó en el piso, más pequeño que aquel que formé hace unos instantes, cuando este comenzó a subir, e fue materializando unas llamas con una forma peculiar, era como un pequeño cachorro de zorro, o tal vez de un perro, pues con su forma hecha con llamas no se podía distinguir de que era.
–Vaya, es... ¿increíble? –Aria sonaba confundida, pues al igual que yo, no entendía que había pasado.
–No puedo creerlo. Así que de esta forma funciona la talamia –Ahn no pudo ocultar su emoción.
–Espera, ¿de esta forma funciona la talamia? –Pregunte.
–Claro que sí. Lo que ocurre es que, cuando activas la talamia, su forma depende del animal que más se adapte a ti. Por otra parte, su apariencia está determinada por el nivel en el cual se encuentre tu poder mágico.
–Y... ¿cómo logro subir mi nivel?
–Eso es fácil, cuando te enfrentas a criaturas o personas, y terminas derrotándolas o las matas con ataque mágicos subes de nivel. También funciona el entrenamiento, pero tiene un límite –contestó Aria.
Miré detenidamente a "mi creación".
–Puedo cambiar su forma, ¿verdad?
–Por desgracia no. La forma que obtienes es la que se queda –repuso Ahn.
Seguía mirando detenidamente a esa criatura, como si quisiera que me dijera algo, cualquier cosa, sin importar lo que fuera. Sentía como si me mirara profundamente, a través de mí.
–¿Quieres aprender cómo usarlo? –Era de nuevo aquella voz que me habló durante la pelea contra Rush. Los recuerdo que me albergaban de aquel día me pasaban frente a mis ojos con solo escucharla–. ¿Quieres domarlo perfectamente?
–Sí –respondí mentalmente.
De la nada, mi brazo de se movió, logrando que la palma de mi mano apuntara a una parte del suelo, haciendo que el pequeño animal formado con llamas se moviera en esa dirección, así fui logrando que se dirigiera a donde quisiera, para luego apuntar con el índice a una roca para que se lanzara contra ella y estamparse para explotar junto a ella. Todo lo que sucedía lo procesaba de forma rápida.
–¿Cómo lo lograste? –me preguntaron las chicas casi al mismo tiempo.
–No lo sé, solo lo intuí –y es que la verdad así se puede explicar.
Me senté bajo el árbol, luego lo hizo Ahn y por último Aria.
–Ahora solo queda saber cómo lograr subir de nivel.
–Eso lo puedes lograr fácilmente si haces misiones donde luches contra monstruos y cosas así. Otra opción es salir a cazarlos por tu cuenta –contestó Ahn.
–¿Misiones? ¿Dónde las consigo? –pregunte inquieto.
–En el gremio. Por desgracia solo podemos entrar estando en el último año de escuela –dijo Aria algo decepcionada.
–Pero qué desdicha, pues en ese año empezamos nuestro entrenamiento con los militares.
–Bueno, podemos usar nuestros ratos libres para ir por monstruos y derrotarlos.
–Si lo van a hacer, no cuenten conmigo –se apresuró a decir Ahn.
Lo malo de ser parte del grupo de combate, es el duro entrenamiento del tercer año, pues nuestros profesores en ese curso nos involucran en esas actividades con pequeños grupos del Ejército Real de Fess, para que, al culminar nuestros estudios, podamos pertenecer sin impedimento a sus filas.
Seguimos como si nada sentados en aquel lugar en espera de lo que no depare el futuro, a la llegada del tercer y último año de estudio.
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