Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo II: Estudiante de un nuevo mundo


Los pasos dejaron de escucharse una vez que las sombras de varias personas se notaran por debajo de la puerta que tenía frente; sus voces se escuchaban apenas como un susurro, por lo cual no podía distinguir que era lo que decían, pero por alguna razón intuía que se trataba sobre mí dicha conversación. Sin previo aviso, la puerta se abrió de un solo golpe, cegándome de forma momentánea, por lo cual tapé mis ojos con el dorso de mi mano para no sentir el fuerte brillo que provenía del otro lado del umbral.

Mientras mis ojos más se acostumbraban al repentino cambio de luz, más podía ver qué era lo que me rodeaba, pues de momentos solo podía distinguir sombras de algunas personas que me rodeaban. Cuando mi vista por fin terminó de difuminar mi entorno, me espante en silencio al ver que varios hombres con armadura me apuntaban con lanzas de metal, unas de ellas rozando mi cuello de forma muy peligrosa.

El silencio ahí formado era horrible, la cara de pocos amigos de esos sujetos no me tranquilizaba, al igual que me reprimía de hablar, pues sentía que, con una palabra equivocada que dijera, esas filosas dagas podrían clavarse en mi cuerpo. Tras varios minutos en esa situación, y me sorprende que hayan sido minutos y no horas, pues así de largo sentía el tiempo, entre los diferentes sujetos que tenía en frente, se asomó un viejo regordete que con solo su presencia los demás se movían para dejarlo pasar.

Su aspecto me parecía demasiado gracioso, pues el viejillo tenía la coronilla de la cabeza calva, una barba abultada que. Al igual que lo poco de su cabello, estaba grisácea por las canas; pero lo curioso de todo era como se movía, pues, por su pequeño tamaño y enorme estómago, parecía moverse, pero sin doblar las rodillas, algo que me recordaba mucho a los pingüinos. Intentando parecer serio, en pequeños instantes se me escapaba una pequeña mueca por lo gracioso del hombre.

Los soldados que apuntaban sus lanzas y espadas a mi cuello las removieron cuando el regordete hombre se acercaba a mi lugar; ya teniéndolo frente a mí, cruzó los brazos por su espalda e inclinó su cuerpo para que sus ojos se clavaran directo en los míos. Su aliento no apestaba, pero tampoco tenía un olor agradable, al igual que de su cuerpo emanaba un aroma a viejo.

–Tu vienes con nosotros. –Fue lo único que dijo. Su voz era gruesa y profunda, todo lo contrario, a como lo que imaginaba cuando lo fuera a escuchar por primera vez.

De inmediato, un golpe seco directo en mi nuca logro que todo a mi alrededor se volviera oscuro.

Después de un tiempo durmiendo, pues aquel golpe fe tan fuerte para hacerme dormir por unas cuantas horas, o al menos eso deduje, pues por una pequeña hendidura se lograba ver una luz de tonalidad naranja, lo cual me indicaba que era el anochecer en este lugar. Me incorporé para sentarme, tocando mi cuello para suavizar el dolor en el lugar donde sufrí el impacto de no sé qué cosa. Cuando el dolor se disipó, caí en cuenta de que estaba vestido con unas prendas que no sabía cómo llegaron a mí; eran una camisa café con un pantalón negro, todo de una textura algo áspera, pero no incómoda.

Una vela sobre una mesa de noche era lo único que mantenía ese cuarto iluminado, si no fuera por eso, seguro que estaría en penumbras. Junto a esa pequeña fuente de iluminación, estaba un vaso con agua, sin pensarlo mucho, tomé de un solo trago todo el líquido, el cual disfruté como si no hubiera tomado agua por días. Pero aun no encajaban varias cosas.

Dentro de mi aun yacía la esperanza de que todo esto fuera un simple sueño, una alucinación mía por estar despierto varios días, pero el dolor que sentí por aquel golpe, así como otras sensaciones vivas y nítidas que llegaban a mi cuerpo, lograron que comprendiera que aquello era real, no un producto de mi imaginación.

Me quedé contemplando el suelo, absorto en mis pensamientos que no percibí al soldado que se encontraba postrado en la puerta, mirando mi posición sin mediar palabra, al menos hasta que puse mi mirada sobre él.

–Ponte esos zapatos y sígueme –dijo tajante, señalando a donde se encontraban el par de zapatos. Tardé unos minutos en ponérmelos y me dirigí a donde estaba el soldado.

Cuando salí de esa pequeña habitación, me encontré con un pasillo, donde el soldado se encontraba a mi izquierda listo, para guiarme a nuestro destino. En aquel recorrido logre darme cuenta que todo el lugar está construido de piedra y granito, siendo alumbrado por diferentes antorchas a lo largo del mismo. Nuestras pisadas retumbaban sobre las paredes en un eco que indicaba lo extremadamente largo que es dicho camino, así como solitario, pues no se lograban percibir otros sonidos salvo los hechos por nuestros pies.

Llegando a una puerta de madera, el militar solo la abrió y sin decirlo o indicarlo, supuse que aquí es donde me estaba dirigiendo; después de haber atravesado el umbral, la puerta, se cerró de tras mío, lo cual logró que volteara para asegurar que no había forma de salir.

–Por fin llegas, te estábamos esperando –esa voz gruesa que hablaba me era inconfundible, pues era uno de los últimos recuerdos que tengo antes de quedar inconsciente. –Por favor toma asiento –señaló a una silla puesta frente a él.

Aquel hombre se encontraba sentado ante una mesa con un artilugio extraño, junto a él se encontraba otra persona, a la cual pude distinguir mejor cuando ya estuve sentado: una hermosa mujer de cabello negro ondulado, piel blanca y un rostro serio, pero que no le quita nada de belleza; no la logré ver parada, pero por lo que pude verde su cuerpo, era un claro símbolo de sensualidad.

Cuando ya estaba de frente a ellos, ese hombre volvió a hablar.

–¿Sabes para qué es esto? –Preguntó señalando al objeto en la mesa– Es un detector de mentiras, solo sirve cuando hay una conexión entre el usuario y este artefacto. ¿Sabes cómo se realiza dicha conexión?

–Por favor, dame tu mano –me dijo la hermosa mujer extendiendo su brazo.

El miedo que sentía, junto a mi curiosidad nata, dieron paso a que acercara mi mano de forma lenta y temblorosa. Cuando ya me encontraba al alcance de la mujer, tomó mi dedo medio y, tomando un cuchillo de doble filo con punta afilada, realizó un corte fino en la yema, provocando que brotaran unas cuantas gotas de sangre, las cuales fueron vertidas en aquel objeto sobre la mesa. De lo que ellos llamaban detector de mentiras, emanaba una intensa luz blanca, la cual se fue atenuando después de unos segundos.

–Veras, así es como funciona esto, si nos contestas con la verdad, la luz se volverá de color azul; pero si de lo contrario se te ocurre mentirnos, esto se tornará roja. ¿Entendiste? –Solo acerté en mover la cabeza, afirmando a la pregunta.

La entrevista inició con preguntas fáciles como nombre, edad, gustos y pasatiempos, nada fuera de lo común, hasta que me preguntaron del lugar donde venía, algo que sabía dos cosas; lo primero era que el nombre del lugar del cual soy les sonaría raro, y posiblemente parecería que soy algún tipo de enemigo proveniente de otro lugar; por otro lado, estaba tentado a mentir para salvar mi vida, pero comprendía la imposibilidad de eso, debido a las condiciones de este interrogatorio. Así que hice lo más lógico, decir la verdad.

–Nunca hemos escuchado de ese lugar –dijo la hermosura frente a mí–. Pero como el detector de mentiras no se activó, creemos que está bien. Continuemos con esto...

–Disculpen, sé que esto suena raro, pero ¿no creen que necesitaría saber de qué va todo esto? Estoy diciendo todo lo que soy, pero no sé nada de ustedes o de que va todo esto. –Después de mi interrupción, el rostro de los dos se tornó en una expresión de duda y seriedad, como si mi pregunta resultara una pequeña gracia de mal gusto, como si mi desconocimiento les ofendiera.

El viejo hombre que también me había interrogado metió una de sus manos en su holgado atuendo, buscando algo entre sus prendas, para luego extraer el libro que compré anteriormente en aquella extraña tienda de artículos ocultistas.

–¿Sabes qué es esto, muchacho? –Me preguntó sin una pisca de amabilidad. No me dio la oportunidad de responder, por lo cual el continuó hablando–. Es un libro de conjuros muy extraño por estos lugares. Solo aquellos que logran dominar bien las artes mágicas pueden usarlos, pero son pocos quienes llegan a poseer uno de estos ejemplares. Por lo cual queremos saber dónde lo conseguiste.

–Lo compré en una tienda de donde soy. Pensaba que solo era algo que alguien se inventó para vender un libro, que no era de verdad. Pero ahora estoy en un lugar que no sé cuál es.

–¿Aun piensas que esto no es real? –Preguntó el hombre.

–Realmente estoy comenzando a creérmelo.

El silencio en la habitación comenzó a reanudarse, consumiendo mi cuerpo con ansiedad, algo que no sentía desde aquella vez que me enojé con mi padre por la elección de mi carrera. Apoyé los codos sobre la mesa y para luego postrar mi cara sobre las palmas de mis manos, inhalé profundamente para comenzar a calmarme, para evitar que estallara en un momento u otro.

–¿En dónde conseguiste esas marcas en tu brazo? –Me habló la mujer, apuntando con su mirada a mi brazo marcado por la tinta que hay sobre él.

–¿Qué? ¿Esto? –Señalé a mi brazo–. Es solo un tatuaje que me hice hace tiempo. ¿Por qué lo pregunta?

La cara de seriedad de aquella bella mujer solo se intensificó un poco más. Se levantó para agarrar su brazo derecho para recoger su manga y enseñar unas marcas en su piel, algo parecidas a las mías, solo que con un patrón distinto. "increíble", fue lo que pensé al ver su brazo.

–Esas son marcas que solo aquellos que pueden ser hechiceros o invocadores pueden obtener, por lo cual pensábamos que eras uno cuando te vimos en primera instancia. Pero creo que estábamos equivocados.

–Genial, al menos creo que no estaré en problemas por el momento...

–Eso no significa que te libraras de nosotros así nomás –el hombre me interrumpió de forma rápida–. Veras, aún no sabemos cómo lograste llegar aquí, y creo que, aun peor para ti, no sabemos la forma de devolverte a tu lugar de origen. Es por ello que hemos pensado en que vas a quedarte bajo nuestra vigilancia de forma indefinida.

Quedé estupefacto, era algo irreal, muy surrealista. ¿Cómo esperaban que aceptara tan fácil una decisión como esa? Era inexcusable. Solo quedaba protestar, pero ¿de qué me serviría en una situación así? De cierta forma, me encontraba en desventaja, no podía simplemente atacar por puro impulso. Sería demasiado arriesgado, tomando en cuenta que no sé nada de ellos dos y a sabiendas de que hay una fuerza militar rondando el lugar, será mejor no provocar problemas e ir aceptando, poco a poco, lo que fuera transcurriendo de ahora en adelante.

–¿Sabes algo bueno de todo esto? –¿Enserio hay algo bueno en esto? No pensaba que algo "bueno" fuera a ocurrir después de esta situación. Lo sentía como un improperio por parte de la mujer frente a mí–. Estamos, exactamente, en las instalaciones de la Academia de Magia Imperial de Fess. Te inscribiremos de forma extraoficial en la escuela para que inicies cursos de forma normal, así como dejarte a cargo de nuestro mejor alumno. Descuida estarás bien.

¿Estar bien? Lo que menos estaba es bien, ni nada parecido. Pero al menos me daban, aunque sea pequeña, una posible solución para salir de este lugar. Aunque, ¿Academia de Magia? Suena a algo parecido a un de los tantos animes que mire hace tiempo. Suena raro, pero la oportunidad que tengo suena entre fantástica y perturbadora, ya que puedo experimentar algo completamente nuevo, pero a la vez estaba dispuesto a correr un riesgo que no podía calcular de buenas a primeras. Era jugar con la suerte. Pero no creo tener otra opción de momento, por lo cual acepté sin mucho ánimo.

Regresando al cuarto donde desperté, me puse a reflexionar sobre lo que había pasado y lo que, supuestamente, está por pasar, pues sentí que todo sucedió demasiado rápido, que ni tuve la oportunidad de pensar en algo mucho más sensato, pero lo cierto es que no había más posibilidades que tomar, solo quedarme en aquel lugar y, de ser posible, conseguir regresar a mi hogar.

Pronto me puse a pensar en lo que estaría pasando en estos momentos sin mi presencia. De seguro Jhon se está preguntando en donde diablos estaré, los exámenes transcurriendo y pocos notando mi ausencia. Poco después me quede dormido, dejando que ese pensamiento alimentara mis sueños, mirando en ellos como las personas a las que conozco desaparecían, dejando solo una estela de humo tras de sí, para al final solo contemplar el fondo negro, oscuro, infinito, rodeándome sin la posibilidad de escapar de él.

Desperté de un sobresalto, solo para comprobar que aún me encontraba en la misma habitación, o eso creí, pues la única diferencia era una pequeña ventana donde se podía ver un hermoso campo verde, despejado, de esos que solo logras ver en fotos. Sorprendido, respiré profundamente para que mis pulmones se llenaran de aire. Sentirme, de alguno forma, libre.

Detrás de mí se escuchó sonar la puerta abrirse, dejando ver a la misma mujer que me interrogo hace solo unas horas.

–Qué bueno que ya despertaste –dijo con una sonrisa entre labios–, pues tu preparación esta por empezar.

Solo ladeé la cabeza mientras giraba mi cuerpo para estar por completo frente a ella, al mismo tiempo me intrigaba su comentario, pues no habían dicho nada de una preparación o algo parecido. Por lo cual solo dejé volar mi imaginación en silencio mientras me indicaba que la siguiera.

Al parecer es aquí donde la aventura comienza.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro