Capitulo 6: No permitiré
El liquido ámbar se movió contra el cristal, sujeto en su mano, meciéndose con una calma elocuente.
Estaba allí, sentado, en la oscuridad de su habitación, en plena soledad, solo acompañado por la botella y sumergido, como desde hace años, en sus propios recuerdos.
Los rostros estupefactos, los ojos abiertos observándole, observando al hijo regresar a casa, al muchacho, que cubierto de sangre y con heridas, se adentraba en su aldea, pisando la nieve, con la cabeza de su enemigo, sostenida por el pelo. Susurros, murmullos y después gritos, gritos de alegría, de celebración. El Invencible, ese era su nuevo apodo, así le llamarían a partir de entonces.
Al adentrarse en el patio del castillo, seguido y rodeado por su gente, por su clan, su mirada se poso en las paredes de piedra de su hogar, aquellas paredes que habia ansiado ver hacia tanto tiempo.
Y entonces llego ella.
Salía corriendo, por la puerta lateral del castillo, con un jarrón sujeto entre sus manos. Sus ojos se cruzaron, el ansia de correr a su lado, de abrazarla se apodero de él.
Pero algo cambio.
Su rostro cambio, sus ojos, mientras las lagrimas brotaban de ellos, no mostraron alegría, sino culpa, suplicas de perdón. El jarrón resbalo de sus manos y se estrello en el suelo.
Levanto la mano y dirigió el vaso a su boca, el liquido rozo sus labios y bajo por su garganta, rasgándola.
"Pero este asunto no es solo tuyo. Esa chica es una MacGabe. La tienes aquí prisionera. ¿Por qué la quieres aquí? Lleva dos días encerrada en la habitación y ni siquiera la has tenido en cuenta. No te resarcirás con su clan, manteniéndola aquí, dándole vestidos ...."
Apoyo la mano en el frio cristal, con la vista fija a través de él, en el horizonte, en el que se habia convertido en su hogar durante los últimos años. Las cuevas.
Parecían estar tan lejos.
"Te quiero para mi"
La certeza en su voz, la decisión que le impregnaba.
No, ella tenía mucho más que hacer, tenía muchas promesas que cumplir y tenía una obligación, consigo misma, con su clan, con su sangre.
Se giro y camino hacia la cama, tiro de las sabanas, de la colcha, y rasgándolas, las ato unas a otras. Rodeo el poste de la cama, con la tela y lo anudo con fuerza.
Camino hacia el aparador y situándose al otro lado de el, lo empujo, empujo con todas sus fuerzas, arrastrándolo hasta situarlo tras la puerta. Recuperando la respiración, se paro en el centro de la habitación, mirando a su alrededor.
Se miro a sí misma, el vestido que llevaba puesto. Hizo una mueca y encogiéndose de hombros, agarro la tela y la rasgo. Era consciente del frio que pasaría, cuando estuviera en el exterior, con un vestido roto, que dejaba al aire sus piernas y sus brazos.
Los trozos del vestido quedaron en el suelo y ella los piso al dirigirse al otro lado de la habitación. Tomo la silla y cargándola regreso hasta la ventana.
-Vamos allá –y alzo la silla sobre su cabeza y golpeo contra la ventana, una, dos y tres veces. Los cristales volaron y el frio penetro en la habitación, haciendo cuenta del duro invierno que se avecinaba.
Escucho la llave en la cerradura y se dio prisa.
Tomo la sabana y la lanzo, como una cuerda, hacia el exterior del castillo. Intentando evitar los cristales que aun quedaban en la ventana, se introdujo por ella. Se agarro con fuerza a la sabana e ignorando los golpes en la puerta, comenzó a descender sujeta a ella, con los pies puestos en las piedras de la fachada. Antes de poder apartarse de la ventana, pudo ver el mueble cayendo al suelo y la puerta abriéndose bruscamente. El rostro del Invencible, ansioso y furioso apareció ante ella y los nervios hicieron que su pie resbalara y al intentar agarrarse, un cristal rozara su brazo derecho, logrando cortarla. Ignoro el dolor y se dio prisa por descender por la fachada.
-¡¡¡Al patio!!! –El invencible se asomo a la ventana y el terror lo inundo. Estaba muy alto, si caía...
-¡¡¿Qué ha pasado?!! –Gaya entro en la habitación y vio el destrozo -¡Oh Dios santo! ¡¿No habrá....?!
Aclair la aparto y salió corriendo de la habitación, atravesó el pasillo, con la respiración acelerada y la furia reflejada en su rostro. Cuando llego al patio, un grupo de sus guerreros se encontraban allí, alrededor de ella, mirando hacia arriba.
El invencible apretó la mandíbula, al alzar la vista y poder ver sus piernas, su piel, perfectamente visible, porque no estaba la tela del vestido.
-¡¡Dejad de mirar y traer cuerdas!! –Grito fuera de si
-Está loca –Quinsi la observaba asustado
-Esa muchacha tiene un par de...-Jarter cerró la boca al ver como su Laird le miraba
-¡¡Cuerdas!! –Dareck se paro junto a Aclair con las cuerdas en sus manos y varios ganchos -¿Cómo lo hacemos?
El no respondió.
Le arrebato las cuerdas y ato el gancho en una punta de estas, se aparto varios pasos, trato de concentrarse, pero no podía, la veía a ella. La sabana tambaleándose con el viento, se resbalo y contuvo el aliento, hasta que la vio volver a apoyarse en la pared.
-Déjame a mi –Dareck se acerco a él tendiéndole la mano, se miraron unos segundos, hasta que Aclair le dio la cuerda. Dio varios pasos atrás, meció la cuerda en círculos y la lanzo a lo alto, esta quedo enganchada en la ventana -¡¡Que alguien suba a la habitación y compruebe que está bien sujeta!!
Aclair le quito la cuerda y tiro de ella varias veces. Después, se quito el cinto de su espada y la camisa que llevaba. Limpio sus botas en su propia camisa y enredando la cuerda en torno a su mano comenzó a subir.
Freya se sujeto con fuerza y se mantuvo quieta, cerró los ojos, intentando que el mareo cesase, pero no lo hacía. ¿Qué le pasaba? Ella no tenía miedo a las alturas, miles de veces habia escalado. Entonces la sangre, descendiendo por la tela de la sabana, le hizo entenderlo todo. Giro el brazo para poder mirarlo bien. Era un corte muy profundo, seguramente habia cortado alguna vena. Habia demasiada sangre.
Era el fin.
No iba a morir como tantas veces habia pensado y se sorprendió al reconocer la rabia que esto le producía.
Habia dado por hecho que moriría ajusticiada o luchando, después de haber conseguido llevarse por delante la vida del hombre que mato a su padre. Y allí estaba. Iba a morir como una idiota, cortada con un cristal de su ventana, huyendo de él, como una cobarde.
-¡¡Muchacha estúpida!! –escucho la voz de él y le vio a su lado, con su pecho desnudo, sus fuertes músculos tensos, sujetándose a la cuerda, alargo el brazo hacia ella.
-¡No me toques! –se balanceo apartándose de él.
-¡¡Estate quieta!! –Aclair apretó la mandíbula -¡¿Es que quieres matarte?! –entonces él se percato del liquido rojo, que bañaba la sabana, su vestido y goteaba por su brazo -¿Pero que te has hecho?
Ella le miro a los ojos, la claridad duro solo un instante. Vio la preocupación ellos, el deseo de ayudarla y quiso, quiso su ayuda, quiso que extendiera su brazo y la tomara entre sus fuertes músculos.
Pero era demasiado tarde.
El cansancio la venció y sus manos resbalaron de la tela.
-¡¡Maldita sea!! –Aclair se balanceo en la cuerda, llegando a ella justo en el momento en que caía. Con su brazo la rodeo por la cintura y la pego a él. Aguanto la respiración, por unos instantes, tratando de averiguar si verdaderamente la habia cogido a tiempo o era una ilusión. Miro hacia abajo y cerró los ojos con fuerza, apoyo la boca en su cabeza y aspiro el aroma de su pelo. –Tranquila –le hablo con voz calmada, mientras sujetándose a la cuerda, la movía, colocándola ante él, con la mano pasando por su vientre, bajo sus pechos y sentándola en sus pierna. –Eres terca Freya y valiente, te lo concedo –comenzó a descender, despacio.
Ella se removió y él se quedo quieto, tenso. Vio la sangre, demasiada sangre apretó los labios en una fina línea.
-Mira lo que te has hecho –unos pasos más descendiendo y pronto sintió las manos de Dareck y Quinsi ayudándole.
Sus hombres vitorearon y gritaron su nombre, alabando la audacia de su Laird al salvar a la chica.
Dareck trato de tomar a Freya, pero Aclair le aparto y cuando al fin puso los pies en el suelo, cargo a la chica en sus brazos y salió corriendo hacia el castillo.
-¡¡Gaya!! –gritaba al tiempo que entraba en la casa.
-¡¿Qué pasa?! –Gaya se paro en lo alto de la escalera, pero sus ojos no estaban fijos en la chica, sino en el. En el que apretaba a la muchacha entre sus brazos, como si quisiera protegerla de cualquier cosa que pudiera dañarla y en su rostro, su rostro que reflejaba la desesperación.
-¡¡Esta herida!! –Aclair subió las escaleras en varias zancadas y se adentro en el pasillo, Gaya y Dareck corrieran tras él, ambos conscientes de las gotas de sangre deslizándose al suelo por el brazo de la chica.
Se pararon ante la habitación de ella y se sorprendieron al ver que él seguía corriendo, entonces abrió su habitación de un empujón y entro.
-¡¡Gaya!! –grito al ver que ella no le seguía, la tumbo en la cama y miro a la puerta ofuscado.
-Yo...- Gaya entro y observo la habitación, aquel lugar en el que nunca habia entrado. Después le miro a él y entonces fijo la vista en la chica. Corrió a su lado y se arrodillo junto a la cama –Es profundo –Miro a Dareck -¡Que traigan vendas! ¡Y alcohol para desinfectar! ¡Y pinzas! –Observo el brazo frunciendo el ceño, miro a Aclair –Tiene cristales clavados, hay que sacarlos.
El asintió sin mirarla, su vista estaba fija en ella. En la mujer que yacía en su cama, inconsciente.
-¡Aquí está todo! –Dareck entro a la habitación, aun cohibido por el lugar donde se encontraba, se acerco a la cama y lo dejo sobre ella.
-Hay que sujetarla –Gaya hablo a Dareck, este asintió dando un paso al frente, pero dio otro atrás, al ver como su Laird se acomodaba en la cama, alzando la cabeza de la chica y recostándola en su pecho, al tiempo se sujetaba sus hombros y su otro brazo.
Gaya observo a Aclair y el la miro unos instantes, después volvió a fijar la vista en Freya, entonces ella tomo el alcohol y vertió sobre el corte.
Inmediatamente Freya gimió y se removió al sentir la quemazón. Aclair la sujeto observándola con la mandíbula apretada.
Gaya se concentro en observar bien el corte y apartar con las pinzas los pequeños cristales que aun habia clavados en su brazo.
-Ugh –Freya sintió como la piel le ardía, pero un cuerpo fuerte y caliente la reconfortaba, quiso moverse pero se lo impidieron.
-Tranquila –Aclair se inclino hacia delante, para hablarle al oído.
-Listo –Gaya dejo la pinza y tomo la aguja –Le daré unos cuantos puntos y la vendare –alzo el rostro hacia Aclair –Se recuperara –vio el alivio en el rostro de él.
Cuando el brazo de Freya estuvo completamente vendado y esta parecía sumida en un profundo sueño, Gaya se aparto de la cama y miro a su Laird.
-Me quedare cuidándola –se limpio las manos
-No es necesario –Aclair respondió, aun sentado en la cama, con el cuerpo de ella sobre su pecho.
-Hay que procurar que no mueva el brazo –Gaya la observo y suspiro
-Yo me encargare –Aclair la miro, fijamente –Puedes irte.
-Bien –tras asentir, se giro y camino hacia la puerta
-Gaya –Cuando él la llamo, ella giro el rostro para mirarle, la observo unos segundos –Gracias.
Aun sorprendida, ella le respondió con un asentimiento de cabeza y se giro para salir de la habitación.
-¿Necesitas algo? –Dareck se rasco la cabeza, sin saber muy bien cómo actuar
-Tráeme su camisola y algo de sopa –Aclair hablo pensativo, cuando escucho la puerta cerrarse suspiro. Observo el rostro de ella y su mano se acerco a su rostro, con un dedo delineo el contorno de su cara, su frente, la nariz, sus labios. –No voy a permitir que te pase nada.
Y como si ella le hubiera escuchado, se removió, acomodándose contra su pecho, mientras el sujetaba su brazo para que no lo moviera.
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