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Capitulo 3: Sensaciones

Entro en la sala y Gaya alzo la cabeza y le miro sorprendida, dejo a su lado el bordado y le observo esperando.

-¿Cómo esta? –pregunto quedándose parado a suficiente distancia de ella.

-La fiebre ya ha bajado –ella se levanto del sillón y le miro fijamente –Despertó varias veces pero tenía demasiada temperatura, no creo que ni siquiera se diera cuenta de donde estaba. Le hice tomar un té para que durmiera y así descansara, no creo que despierte hasta bien entrada la tarde.

-¿Y la herida? –el frunció el ceño pensativo

-Se la cure –Gaya suspiro, dio un paso hacia el –Aclair ...-vio como él se tensaba –El muchacho que te ataco a ti y a Jarter, es ella. ¿verdad? –al ver que no respondía suspiro –Esa mujer quiere matarte, no sabemos el porqué pero...

-Eso es lo que intento averiguar –El la corto bruscamente -¿Dijo algo?

-No –ella dudo un instante –Tiene... pesadillas.

No dijo nada, simplemente se giro y salió de la sala, dejándola allí sola.

Con rostro inexpresivo, el Invencible, camino hacia la puerta del castillo y al apoyar la mano en el gran portón, para abrirlo, se quedo allí, parado.

Segundos después se aparto, se giro y se dirigió a las escaleras, subió los escalones a cada cual más rápido y se adentro por el pasillo de su habitación. Supo el instante en que Dareck lo vio, por la postura tensa que este adopto, apostado junto a la puerta. Se paro ante la puerta y sin mirarle, abrió la puerta y entro, cerrando tras él.

Por un instante, parado al otro lado de la puerta, con la oscuridad de la habitación rodeándolo, siento el desconcierto en su cuerpo. ¿Qué estaba haciendo? ¿para qué habia ido a aquella habitación?

Y la respuesta apareció ante él.

Allí estaba ella, tumbada en la cama.

La observo, en silencio.

Observo la silueta de su cuerpo, recalcada en la oscuridad por aquella camisola blanca.

Despacio, sus pies fueron avanzando, hasta pararse ante la cama, ante ella. Sus ojos se enfocaron el su rostro, su cara ovalada, su pequeña nariz, los carnosos labios, los ojos cerrados, con las pestañas acariciando su piel. Alargo el brazo y retiro un mechón que caía sobre su rostro, lo dejo tras la oreja, con el resto de su rizada melena. Y ya no pudo apartar la mano. Sus dedos recorrieron su mandíbula, su barbilla, bajaron por su cuello y al rozar el filo de la tela que la cubría, la aparto. La recorrió con la vista, sus hombros, la curva de su cintura, sus finas piernas. La camisola estaba subida por uno de los lados, mostrando la suavidad de uno de sus muslos. Inconscientemente, sus dedos se situaron allí, sintiendo su suavidad, su calor.

Rápidamente aparto la mano y dio un paso atrás.

Parpadeo varias veces y apretando la mandíbula se giro y camino hacia la puerta, la abrió y dos segundos después la cerro.

Y se quedo allí, dentro de la habitación.

Volvió a girarse y la miro. Aparto la mirada bruscamente y entonces sus ojos se fijaron al otro lado de la habitación en el sillón que se encontraba en la esquina, prácticamente oculto, por la oscuridad.

Avanzo hasta él y se sentó.

Se sentó en la oscuridad, con los ojos fijos en la mujer que dormía en aquella cama.



El calor ya no estaba, por lo menos no igual que antes. No la quemaba, como si estuviera allí, en el mismísimo fuego que habia consumido su hogar y su vida. Pero lo sentía, sentía ese calor, en su piel, en su rostro, su cuello, como un rastro. Y de repente en su pierna.

Y desapareció y el sueño volvió a consumirla.


Estaba allí, parada tras la puerta, pegada a la pared, intentando ni siquiera respirar. Y lo supo, supo el momento exacto en que el estaba allí, tras aquella madera. Le sintió, sintió su presencia. La puerta se abrió, su pierna, fuerte, apareció, seguida por la otra. Con rabia cerró los ojos un instante y al abrirlos, el valor acudió a ella. Se lanzo contra él, con el ansia de clavar aquel cristal en su cuello, de poder ver su sangre de nuevo.

-¡¡Ahhh!! –su grito salió involuntariamente de su garganta al tiempo que caía sobre él.

Sintió la fuerza de su mano, alrededor de su muñeca, apretándola. Dolía, sentía el fuerte dolor, pero no le importaba, merecía la pena, a cambio de lo que podía lograr. Apretó el cristal contra su piel y el hilo de sangre se deslizo por su piel. Alzo la vista y sus ojos la atraparon. Por un instante pensó que se habia equivocado de hombre. La duda, el dolor, que vio en sus ojos, se vio tan identificada con él.

-¿Por qué quieres matarme? –su voz hizo que una corriente recorriera su cuerpo. Y la rabia regreso a ella, trato de librarse de él, necesitaba salir de allí, tenía que irse, tenía que alejarse de él.

Entonces recordó la herida, en su hombro. Alzo la mano y le golpeo allí. Lo vio sentir el dolor y aprovecho para marcharse, pero el tirón de la camisa le impidió marcharse, escucho la tela rasgarse y el miedo la recorrió. "Estoy perdida. Sabrá que soy una mujer". Se giro y alargo el brazo hacia la espada que él llevaba en el cinto, entonces durante un segundo, solo un segundo sus ojos volvieron a encontrarse y al instante siguiente, sintió el dolor recorrer su mandíbula mientras caía en el colchón.

"Tengo que alejarme de él"

Fue lo último que pensó antes de abandonarse a la oscuridad.


Abrió los ojos de golpe y estos se movieron con avidez, observando a su alrededor. Se incorporo en la cama y un leve gemido salió de sus labios ante la punzada de dolor que atravesó su cabeza. Llevo la mano hasta su frente y cerró los ojos por un instante.

Respiro, profundamente, esperando a que su cuerpo se acostumbrara al dolor.

Eso es lo que hacía, así es como vivía.

El dolor formaba parte de ella, solo tenía que esperar, a que la sensación se calmara y pronto, sería como el respirar.

Volvió a abrir los ojos y los entrecerró mirando a su alrededor. La oscuridad le impedía ver todo al completo, pero podía vislumbrar una habitación. Una gran habitación, provista de todo para atender cualquier necesidad.

Recordó donde estaba y al instante, supo que debía estar en una de las habitaciones del castillo. La urgencia de marcharse la alerto. Giro sobre sí misma, sentada en la cama, mirando a su alrededor. Sus ojos se enfocaron en la mesita que habia junto a la cama, alargo la mano, cogió el cuenco, de madera y lo dejo caer al suelo, siguió buscando por ella.

-No encontraras nada –La voz imperturbable, fría, de él, recorrió el lugar.

Rápidamente, como si así consiguiera apartarse de su voz, se alejo todo lo posible, arrastrándose sobre el colchón, hasta pegarse a la pared. Le vio, en mitad de la oscuridad, como un león, acechándola. Avanzo, caminando despacio, con su vista fija en ella.

No aparto la vista de sus ojos, no le mostro miedo, pero lo sentía. Le parecía aun más grande de lo que recordaba, sus músculos eran más impresionantes.

-No hay nada en esta habitación que te sirva para atacarme –Aclair hablo, parándose ante la cama.

La rabia la recorrió.

"Puedo usar mis propias manos" Quiso gritarle, pero en lugar de eso, se lo demostró.

Alzo la pierna, dándole una patada en el estomago y al verle inclinarse hacia delante, salto de la cama en dirección a la puerta.

El la agarro bruscamente del brazo y ella se giro y le dio un puñetazo.

Pudo ver como el rostro de el cambiaba.

Pudo ver la rabia reflejada en sus ojos, su mandíbula tensa, apretada.

Pensó que habia llegado al final, pero no. Todavía no.

El Invencible la lanzo sobre la cama y cuando intento incorporarse para alejarse de él, no pudo. Su duro y fuerte cuerpo estaba sobre el de ella, con una mano volvió a golpear su rostro y entonces furioso, el sujeto sus manos, alzándolas por encima de la cabeza, sujetándolas por las muñecas, juntas.

Se miraron, se miraron a los ojos.

Ella atrapada bajo el.

Y él, él, aunque quisiera negarlo, atrapado por ella.

-¿Por qué quieres matarme? –pregunto con la voz ronca. Ella se movió bruscamente, retorció su cuerpo bajo el, movió las piernas intentando golpearlo. –No me lo pongas mas difícil muchacha –Aclair se apretó contra ella, inmovilizándola y se trago una maldición. Podía sentir cada curva, cada detalle de su cuerpo. -¿Quién eres? –al ver que ella no respondía, entrecerró los ojos. Bajo su mano, hasta la cintura de ella y la coloco allí, con los ojos fijos en los de ella, bajo, bajo por su cadera, por su pierna, hasta el filo de la camisola. Al ver como ella apretaba los labios en una fina línea y alzaba la barbilla, dispuesta a permanecer callada, introdujo la mano bajo la tela y el calor de su piel lo golpeo con fuerza. Estuvo a punto de apartarse, pero no podía dejar que ella tuviera ese poder sobre él. Sin dejar de mirarla, su mano recorrió su muslo, subiendo hasta su cadera –Dime tu nombre –Sonó como una súplica, quiso que fuera una orden, pero no lo fue. Su mano siguió subiendo, hasta que su dedo gordo, rozo su pecho. Contuvo el aliento, cerró los ojos un instante, tratando de controlarse y al abrirlos lo que vio reflejado en los ojos azules de ella, se instalo profundamente en el. "Vulnerabilidad, miedo". Se aparto bruscamente, soltándola y dio un paso atrás apartándose de la cama. –Me dirás lo que quiero saber, por las buenas, o por las malas. – se giro y en dos zancadas estuvo junto a la puerta, la abrió y salió dando un portazo.

Dareck se sobresalto dando un salto hacia el otro lado y lo observo confundido.

-Vigila bien la puerta –Hablo mientras quitaba las llaves del cinto de él y echaba la cerradura, asegurándose que no pudiera salir de allí.

-¿Esta despierta? –Dareck lo observo sorprendido, después tomo las llaves que su Laird le tendía.

-Si –respondió molesto, mientras caminaba por el pasillo.

-¿Quién es? –pero Dareck no obtuvo respuesta, su Laird se marcho, ignorándole.

-Gaya –al oír su voz ella se giro sorprendida y todas las mujeres de la cocina lo observaron sin saber qué hacer. –Esta despierta –Aclair se sintió un idiota al decir aquello –Que le suban algo de comida y un baño. Y ... algo de ropa.



Escucho la cerradura y supo que era el momento.

Espero, unos segundos y cuando la puerta se abrió, salto hacia delante, con el candelabro en alto y golpeo al hombre que apareció ante ella, en la cabeza.

-¡¡Mierda!! –Escucho el grito de él, al caer el suelo tras el golpe.

Salto sobre su cuerpo y se sorprendió al ver a una mujer en el pasillo, una mujer que la observo sorprendida.

-¡¡Dios mío!! –Gaya abrió los ojos y llevo la mano al pecho.

-¡¡Se escapa!! –Dareck con la mano en su cabeza grito, intentando incorporarse.

-Espera, el no te hará daño ...-Gaya extendió la mano hacia ella.

-Señora, la bañera,.. –Dos hombres se quedaron parados en mitad del pasillo, cargando la bañera. Tardaron unos segundos en reaccionar, soltaron la bañera y corrieron hacia ella.

Con rapidez ella empujo a Gaya contra la pared y se enzarzo en una pelea con los dos. Golpeo al primero en el estomago y de una patada lanzo al otro al interior de la bañera que habían soltado en mitad del pasillo. Volvió hacia el otro y le doblo el brazo, haciéndole chocar contra la pared y caer al suelo.

-¡¡Ah!! –Gaya gritaba viendo todo

-¡¡No dejéis que se escape!! –Dareck se apoyo en la pared aun mareado, intentando avanzar hasta ella.

Corriendo, salto sobre la bañera y el tipo que habia quedado atrapada en ella, la agarro de la pierna, le dio una patada en la boca y siguió corriendo por el pasillo. Dos chicas aparecieron ante ella, con cubos de agua y ambas gritaron cuando las aparto de un empujón y el agua inundo el pasillo.

Pensándose libre, giro la esquina y choco.

Estuvo a punto de caer al suelo de culo, cuando un brazo envolvió en su cintura y la mantuvo de pie. Sus ojos chocaron con su pecho, no necesito verle la cara para saber quién era, pero aun así alzo el rostro y le vio, le vio enfadado. Intento apartarse de él, pero Aclair, entrecerrando los ojos le agarro ambos brazos con una mano y la arrastro por el pasillo.

Todos se quedaron quietos, observando al Laird, arrastrar a la prisionera, que trataba de liberarse.

-¡¡Recoged todo esto!! –Aclair grito parando ante la habitación, después fijo la vista en Gaya –Puedes irte, creo que mi invitada ni tiene hambre, ni ganas de un baño.-Dicho esto, entro en la habitación, arrastrándola de nuevo con él y cerró la puerta bruscamente.

-¡¡¡Sueltameee!!! –Fue la primera palabra que dijo, la primera vez que el escucho su voz y le gusto. Le gusto demasiado.

La empujo contra la puerta y la atrapo con su cuerpo, colocando la mano en su cuello.

-Así que sabes hablar –la miro fijamente –Si vuelves a intentarlo....-la amenaza quedo en el aire, bajo la vista a sus labios.

Acerco su boca a la de ella.

Y mordisqueo levemente su labio inferior, dejándola sorprendida. Entonces la soltó apartándola de la puerta y salió, cerrando tras él.

Miro a Dareck y frunció el ceño.

-Hecha la llave y ve a que te curen eso –miro la puerta por unos segundos y una leve sonrisa apareció en sus labios. Volvió a ponerse serio y miro a su hombre –Que alguien te sustituya para vigilarla.

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