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Capitulo 29: La tormenta


Se habia levantado un frio viento, alzándose como si se revelara contra el mundo, arrastrando las nubes grises sobre ellos. Sobre la aldea que estaba prácticamente reconstruida.


-¡Se acerca una tormenta! –Dareck se acerco a su Laird, frunciendo el ceño.


-Sera mejor que los hombres se pongan a cubierto –Aclair alzo la vista al cielo –Esto se puede poner feo.


Justo en ese instante, un rayo cruzo el cielo gris, advirtiendo de la inminente llegada de la tormenta.


-¡¡Recoged!! ¡¡Pongámonos a resguardo!! –Quinsi dio la orden, girándose entonces hacia los aldeanos, observando como ellos dudaban si hacer lo mismo.


-¡¡Os sugiero que os pongáis a resguardo!! –Aclair dio un paso adelante, fijando la vista en Ethan –Se acerca una fuerte tormenta


Ambos se mantuvieron la mirada, con intensidad, desafiándose uno al otro.


Y entonces, el silbido de una flecha se escucho contra el viento, esta paso ante ellos y se clavo en la tierra, en el suelo.



-¡¿Qué ocurre?! –Dareck saco su espada, avanzando hasta ponerse junto a su Laird, temiendo que hubiera sido un ataque contra él.



Pero Ethan ni siquiera les miro, su vista estaba fija en la flecha, sus ojos se entrecerraron y giro el rostro para mirar a sus hombres.


Los rostros de ellos se ensombrecieron, tomaron las armas que tenían más a mano y alzaron el rostro con rabia, hacia la entrada de la aldea.


Ethan desenvaino su espada y camino ante los hombres.


El sonido de los cascos de caballos, retumbaron, rodeados por el tulular del viento. Las hojas se movían en el aire, arrastradas por la fuerza de este. Un nuevo rallo surco el cielo.


Los caballos se acercaron a la entrada, trotando, hasta reducir su marcha y pararse.


-¿Qué hacen aquí? –Dareck frunció el ceño, observando al hombre que cabalgaba al frente de un pequeño ejército.


-No lo sé –Aclair entrecerró los ojos y avanzo -¡¡¿Qué te trae por estas tierras Ulises?!!


-¡¡No es contigo con quien vengo a hablar Aclair!! –el fijo la vista en Ethan y asintió con la cabeza -¡Te veo bien, para haber sido un refugiado en las montañas!


-¡¡No eres bienvenido aquí!! –Ethan apretó la espada en su mano -¡¡Lárgate con tus hombres, antes de que tenga la escusa para hacer lo que llevo tanto tiempo deseando!!


-¡¡Reclamo mi derecho a estar aquí!! –el alzo la barbilla con decisión -¡¡Exijo...!!


-¡¡Tu no exiges nada!! – Allan apareció a trote sobre su caballo, abriéndose paso entre su pueblo, se bajo del caballo, entregando las riendas a otro joven. -¡¡Las puertas de nuestra aldea no están abiertas para ti!! ¡¡Márchate!!


-¿Qué está pasando? –Aclair se acercó Allan


-Esto no es asunto tuyo MacCarty –Ethan se interpuso en su camino


-¡¡Yo no soy bienvenido pero los MacCarty si!! –Ulises miro a todos con superioridad -¡¡Ellos destruyeron vuestro pueblo, vuestra vida!! –tiro de su caballo calmando al animal, que habia comenzado a removerse incomodo -¡¡Exijo ver a mi prometida!!


Una daga se precipito por aire, pasando junto a él, rasgando su hombro y haciendo que el hilo de sangre descendiera por su brazo.


Todos se apartaron, abriendo un camino, que dejaba el paso libre hasta donde el se encontraba.


-¿Cómo me has llamado? –Freya se encontraba allí, parecía calmada, pero en su mirada ardía la rabia. Camino tranquilamente sintiendo la mirada de todos puesta en ella, se paro junto a Aclair y pudo sentir su mirada fija en su rostro, pero no aparto sus ojos de Ulises –Baja del caballo –hablo con voz calmada.


-Deja que yo me encargue –Allan con la espada en su mano, se acerco a ella.


Freya le miro, a los ojos, unos segundos, después alargo la mano y le arrebato la espada, fijo la vista al frente, en Ulises, que terminaba de bajar de su caballo y daba un paso al frente, mirándola.


Alzo el brazo y lanzo la espada a Ulises, que la tomo rápidamente, no sin sorprenderse ante ello.


-Frey –Ethan frunció el ceño observándola.


Pero ello no le escucho, o si lo hizo, le ignoro.


Avanzo unos pasos, hasta pararse ante Ulises, llevo la mano a su cinto y desenvaino la espada.


-Anoche rendí homenaje a mi pueblo, a mi padre –apretó con fuerza su espada –Y es un insulto para ellos, para mí, que estés ahora aquí –apretó los labio en una fina línea y con rabia alzo su espada contra él.


Sorprendido, Ulises se aparto, dando un salto atrás y girando a un lado.


-No quieres hacer esto –la vio atacarle de nuevo y alzo la espada, reteniendo su ataque


-Vete al infierno –y ella volvió a atacarle


-¡¡No voy a irme Freya!! ¡¡Y los dos sabemos que no vas a matarme!! –el rechazo su ataque, girando la espada y apartándose de ella.


-En eso te equivocas –ignorando los murmullos de los tres clanes, incluido el suyo, que los observaba, enfoco toda su rabia en su enemigo. Alzo su espada y cuando el volvió a bloquear su ataque, introdujo su pierna tras él y le golpeo la rodilla, al mismo tiempo que golpeaba su espada, logrando arrebatársela. Los murmullos se alzaron cuando Ulises cayó al suelo, golpeándose la cabeza, ella alzo su otra mano en el aire y tomo la espada. Avanzo y colocando su bota sobre su pecho, estiro los brazos y las espadas se pararon a ambos lados de su cuello, y le miro a los ojos –Mi pueblo jamás olvidara lo que hiciste, yo jamás lo olvidare. Tus manos están tan manchadas de nuestra sangre como lo están las de Draco MacCarty. Todo lo que habia entre nosotros, desapareció. –movió ambas armas rápidamente y las aparto, dejando dos cortes a ambos lados de su cuello –No existe ningún compromiso entre tú y yo. –se giro y camino alejándose, hasta pararse junto a Allan, se giro hacia él y le vio incorporándose –La próxima vez que te acerques por mis tierras, no saldrás de ellas. No, con vida.


Aclair no necesitaba saber más, o si, pero ya imaginaba la mayor parte de todo. Ulises y ella habían estado comprometidos.


-¿Era tu prometida? –Aclair fijo la vista en Ulises, sus ojos ardían


-Si –Ethan se cruzo de brazos –Y entonces él decidió traicionarnos a todo y le dio a tu hermano la información que estaba buscando. El dijo a tu hermano que fue nuestro Laird quien aconsejo a tu padre, sobre cuál de sus hijos debía ser el Laird.


-Solo quise proteger a mi pueblo –el apretó la mandíbula y dio un paso adelante -¡Freya!


Y entonces el invencible se abalanzo sobre él, golpeándole brutalmente.


Ethan dio un paso atrás, observando la situación sorprendido.


Los hombres de Ulises desmontaron sus caballos y los MacCarty se enfrentaron a ellos para defender a su Laird.


En cuestión de segundos, una lucha se habia apoderado del lugar.


Freya y su pueblo observaban a todos.


-¡Basta! –Freya grito pero nadie le hizo caso


-Yo los dejaría –Allan hizo una mueca –Que se maten entre ellos.


-¡¡Parad esta pelea!! –Fue una orden a su gente y rápidamente sus guerreros se dispusieron a cumplir.


Segundos más tarde, ambos clanes estaban separados, mirándose con rabia, con ansia de continuar la lucha.


-¡¡No habrá más lucha!! ¡¡No aquí!! ¡No en mis tierras! –Freya grito, mirando a todos. Fijo la vista en Ulises -¡¡Lárgate!! ¡Y no regrese!


-Te quiero –y el la miro a los ojos –Me equivoque. Pero te quiero Freya, te sigo queriendo y quiero enmendar mi error –dio un paso hacia ella.


-¡¡No te atrevas a acercarte!! –Aclair le empujo lanzándole al suelo


-¡¡Tu no tienes ningún derecho sobre ella!!-Ulises se incorporo furioso


-¡¡Si te le acercas te mato!! –Aclair apretó los puños


-Basta –Freya fijo la vista en el Invencible –Por favor


Aclair le miro durante unos instantes, finalmente se giro, dando la espalda a Ulises y con la mandíbula apretada comenzó a caminar alejándose.


Freya le miro unos segundos, aliviada. Giro el rostro y su alivio desapareció totalmente.


Sus ojos se posaron en la mano de Ulises, que llegaba a su cinto y sacaba una daga, entonces se lanzo contra Aclair.


En tan solo ese instante, nada mas importo.


Ni su pueblo, ni su promesa, ni su gente.


Se lanzo hacia Aclair, apoyando la mano en su hombro, el se giro frunciendo el ceño y sus ojos se encontraron, justo en el instante en que el dolor la atravesó. Sintió la daga clavándose en su espalda, atravesando su piel, la sangre caliente se deslizo por su espalda.


El sonido de un trueno inundo el lugar y un rayo atravesó el cielo.


Vio el miedo instalarse en los ojos de Aclair, mientras un grito, tan poderoso como el mismísimo trueno, salía de su garganta. Sintió sus manos, sujetando su cintura, abrazándola contra.


Sintió el alivio, el calor de su cuerpo, la protección de sus brazos. De nuevo se sentía bien, solo cuando estaba entre sus brazos.


Sus piernas cedieron y el sujetándola, cayó al suelo, de rodillas, sosteniéndola.


Vio el cielo, las nubes grises, los relámpagos.


Una gota cayó en su mejilla y pensó que estaba llorando.


Pero entonces la tormenta rompió y la lluvia cayó sobre ellos. Aspiro el aroma de la naturaleza, de su hogar y cerró los ojos, dejándose llevar.


No habia cumplido, no habia liderado a su pueblo, no habia traído a este mundo al futuro Laird, pero no importaba. Nada importaba.


Porque a pesar de ser quien era, a pesar de tener un deber con este mundo, sentía que su deber con sí misma, con su corazón, era solo amar. Amarle a él.


-¡¡¡NooooOO!!!! –Aclair la acuno en sus brazos -¡¡Mírame!! ¡¡Freya mírame!!


-¡¡Aghhh!! –el grito de rabia de Allan recorrió el lugar, al tiempo que su espada se enterraba en el pecho de Ulises, haciéndole caer al suelo.


-¡¡Freya!! –Ethan se arrodillo a su lado, mirando la sangre que empapaba el suelo.


La lluvia caía sobre ellos, empapándoles.


Aclair la ignoro, ni siquiera se daba cuenta de ella, ni tampoco del retumbar de los truenos. Su mano aparto el pelo del rostro de ella y entonces vio la sangre en sus propios dedos, la sangre de ella.


-¡¡Hay que tratarla!! –Dareck se arrodillo ante Aclair -¡¡Aclair!! ¡¡Mírame!! –consiguió la atención de su Laird -¡Aun podemos salvarla!


Volvió a mirarla, su rostro, sus ojos cerrados.


La apretó contra él con fuerza y se incorporo bajo la lluvia.


-¡¡Hay que parar la hemorragia y hacer que entre en calor!! –Quinsi lo miro nervioso.


Aclair asintió y corrió hacia una de las casas, seguido por ambos clanes, la deposito en una cama, con cuidad, girándola.


-Señor, se algo de curas, pero no mucho –una de las mujeres se acerco a ella


-Procura parar la hemorragia y estabilizarla –Aclair miro a Quinsi –Que los hombres fabriquen una camilla con colchón, para que podamos trasladarla.


-¿Trasladarla a donde? –Allan lo miro con los ojos entrecerrados


-A mi castillo –el le mantuvo la vista


-No resistirá el viaje –Ethan negó con la cabeza


-Lo hará –Aclair la miro en la cama y apretó la mandíbula –Necesitaremos mantas para que no pase frio.


-¿Por qué crees que te dejare llevarla a tu aldea? –Allan dio un paso al frente parándose ante el.


-Porque yo sé quién puede ayudarla –el lo miro fijamente –Y porque la quieres, igual que yo.


Allan lo miro unos segundos, finalmente se aparto.


-Ya le has oído Ethan –fijo la vista en ella -¡¡Que nuestra gente ayude en lo que necesiten!!


Aclair salió de la casa y camino hacia Dareck.


-¡¡Ve a las tierras MacLain!! –lo miro fijamente -¡¡Trae a Niara Bukchaman a mi castillo!!


-Pero...-el dudo


-¡¡Ve por ella!! –fue un rugido feroz y el asintió y salió corriendo hacia su caballo.


Aclair cerró los ojos con fuerza, alzo el rostro al cielo y sintió el agua cayendo en su rostro.



Las lágrimas se mezclaron con la lluvia.



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