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Capitulo 28: Un canto


No había nada más hermoso que el amanecer.


Ese momento del inicio del día, final de una noche en calma, plagada de estrellas.


El cielo anaranjado, con el sol alzándose despacio, dando la bienvenida a un nuevo comiendo, a un nuevo día.


Cerró los ojos, sentada en aquella piedra, respirando la fragancia de la libertad, de su hogar.



Estaba de vuelta en casa, lo que había soñado durante tanto tiempo.


¿Entonces por qué se sentía así?


Todo estaba tan confuso.


No sabía que sería de ella, como continuar su vida. Todo había cambiado, en cuestión de minutos. Y ahora realmente no sabía qué camino tomar, que decisión escoger, como lograr llegar a un buen final.


-Siempre te encanto venir aquí a ver el amanecer -Allan se acerco a ella, sentándose a su lado, en la piedra contigua. -Tu padre te veía desde la ventana del comedor, cuando escapabas por tu ventana.


-Y te mandaba a ti para vigilarme -Sonrió tristemente


-Y tu sabias que te estaba mirando, escondido tras los arboles -el giro el rostro para mirarla -¿Que está mal?


Fueron segundos, segundos en los que el silencio los embargo. Porque realmente ella no sabía la respuesta, o quizás no quería admitirla.


-Yo -cerro los ojos y una lagrima resbalo por su mejilla.


-¿Tan feliz eras siendo su.... compañera? -el apretó la mandíbula


-No puedes entenderlo -Se levanto , dando varios pasos hacia delante.


-No, no puedo entenderlo -Allan se levanto y camino hacia ella, se paró a su espalda -Le permites estar aquí, como si su gente no fuera quien nos hizo todo esto, como si no fuera su clan el culpable de toda nuestra desgracia.


-Y no lo es -se giro hacia el -No fue él quien empuño su espada contra nosotros, no fueron esos hombres que hoy están aquí, reconstruyendo nuestro mundo. No fueron ellos.


-Sabes quién eres, sabes el deber que tienes. Traerás a este mundo a nuestro Laird, te seguiríamos al fin del mundo... pero esto... -la miro a los ojos -Por él.... ¿nos traicionarías por él? ¿te alejarías de nosotros, de tu pueblo, por él? ¿tanto le amas?


-Demasiado -y respondió mientras las lagrimas abandonaban sus ojos, cargados de dolor -Por eso duele tanto. Por vosotros, por mi clan, por mi deber, por todo ello, voy a alejarme del único hombre que me da paz, que ha conseguido borrar la tristeza y el frio de mi alma. Por vosotros, me alejare del hombre al que amo, para cumpliros y ser quien merecéis que sea. -dio un paso hacia el -Por vosotros Allan, por mi pueblo.


-Es lo mejor -el coloco sus manos en sus hombros, mirándola con cierta tristeza.


-No estoy segura de ello -cerro los ojos con fuerza -Mi padre lo escogió, le eligió a él, como Laird. Sabía que no era un mal hombre -abrió los ojos y sus miradas se encontraron -Draco nos destruyo, pero también a él. Todos hemos sufrido la maldad de ese monstruo y siento que está ganando de nuevo, que a pesar de estar muerto, destruye.


-Nadie gana -el alzo una de sus manos y limpio su mejilla, arrastrando una lagrima con sus dedos.


-Todos perdemos -ella se giro y se alejo en dirección a la aldea.







Aclair se paro ante sus hombres, que trabajaban duramente reconstruyendo una de las casas de la aldea. Miro el resto de las casas y observo a lo que quedaba de un clan, a los supervivientes que luchaban por ser mas, por tener más.


Volvió a mirar a sus hombres y de nuevo al resto, su ceño se frunció y sigue mirando a su alrededor.


-¿Buscas a alguien? -Dareck se paró a su lado mirándole de reojo, el no contesto, aun así su mirada siguió recorriendo el lugar -La vi regresar del bosque, pero se interno en la que era su casa.


-¿Cuando? -Aclair lo miro con el ceño fruncido


-Esta mañana -Dareck suspiro


Aclair se giro y camino en dirección a la casa.


La diviso a lo lejos, algunos hombres estaban trabajando en ella y cuando le vieron acercarse dejaron su trabajo para observarle con desconfianza.


-¿Donde está Freya? -alzo el rostro para ver a aquellos que estaban subidos al tejado. Ellos le miraron, manteniéndose en silencio. Aclair entrecerró los ojos.


-No la encontraras aquí -Ethan salió de la casa caminando hacia el -Aléjate de ella


-¿Es una orden? -Aclair apretó la mandíbula, llevando la mano a la empuñadura de su espada.


-A mi no me importa que seas el Laird MacCarty, tampoco que seas el Invencible -Ethan se paro muy cerca, bajando la voz -Te matare si es necesario.


-¿Tu y cuantos más? -avanzo unos centímetros


-¡Ethan! -Allan los observaba unos metros atrás, entrecerró los ojos -¡Regresa a lo tuyo!


-Esto es lo mío -el hablo mirando al Invencible fijamente


-A Freya no le gustara -basto esa frase, para que el respirara profundamente y se alejara, internándose de nuevo en la casa.


Aclair fijo la vista en el hombre que lo observaba, analizándolo.


-Buscaba a... -fue interrumpido


-Vamos a dar un paseo -Allan se giro y comenzó a caminar alejándose, sin siquiera esperarle.



Tras unos segundos de confusión, Aclair le siguió, siempre unos pasos por detrás de él, hasta pararse en lo que eran los restos de la muralla que había protegido aquella aldea.


-¿Sabes porque huimos de nuestras tierras? -hablo sin girarse hacia el -¿Por que vinimos aquí, a comenzar de nuevo? -no espero respuesta -No siempre hemos sido pacíficos. Éramos -sonrió con cierta nostalgia -Éramos fuertes y fieros guerreros -se giro hacia él y le miro -Nuestro Laird nos llevaba con ferocidad a cada batalla, a cada guerra. Hasta que...-inspiro profundamente -Hasta que la guerra le arrebato parte de él. Su esposa y su hijo, fallecieron en un ataque a nuestra aldea. -observo la sorpresa reflejada en el rostro de Aclair -Entonces supo que no merecía la pena luchar, ser fuerte, para arrebatar a otros lo que a él le habían arrebatado, para perder lo único que le quedaba.


-Freya -Aclair pronuncio su nombre despacio, con suavidad.


-Ella es muy especial -Allan dio un paso hacia el -Es la ultima de un gran linaje celta. Debe ser honrada como mujer, como esposa y bendecida con llevar en s vientre el futuro de nuestro clan. -su rostro se tenso -¿Sabes lo que eso significa?


-Si -el le sostuvo la mirada


-¿Entonces porque no te marchas? -inclino levemente el rostro -Aléjate de ella.


-No puedo -alzo la barbilla con decisión -Y no quiero.


-No puedes hacer nada, no puedes cambiar nada -suspiro -Si la amas, te alejaras y no le causaras dolor, la dejaras cumplir con su cometido y tratar de ser feliz.


-¿Que quieres decir? -Aclair entrecerró los ojos


-Se casara con Ethan -sonrió levemente -El será el padre de sus hijos, el engendrara a nuestro nuevo Laird, el la amara y la protegerá. -camino hacia el -Y tú debes dejarla ser feliz -paso por su lado, regresando a la aldea.


-¡¡¡La quiero!!! -se giro hacia él, observando su espalda alejándose -¡¡La amo!!


Allan se paro, se giro despacio y le observo unos segundos.


-Nunca unirás nuestras sangres, porque la tuya derramo la nuestra -apretó los puños a ambos lado de su cuerpo -La protegeré de ti, hasta el final de mis días. Jamás volverás a tenerla. Ella es mucho más de lo que tú le has ofrecido.


-Ella lo es todo para mí -Aclair sintió sus ojos humedecerse -Y no me importa lo que tenga que perder por tenerla a mi lado. Le ofreceré todo y seré quien ella necesite.


-¿La escogerás? -el alzo ambas cejas -¿Sobre tu gente? ¿Sobre tu pueblo?


-No tengo que hacerlo -sonrió levemente -Ellos la escogieron antes que yo.







El cielo se había teñido de oscuridad, bañado por una hermosa luna llena que iluminaba la extensión de tierra, como si supiera que era una noche especial.


Las antorchas ardían con fuerza, todas ellas tomadas en las fuertes manos de los guerreros, aquellos supervivientes al propio fuego.


Un silencio inundaba el lugar, lleno de respeto por aquellos a los que esta noche rendían culto.


Aclair permanecía a un lado, con sus hombres, ocultos por la oscuridad de la noche, observando. Jamás hubiera pensado que estaría allí, observando un ritual, un ritual que rendía homenaje a aquellos caídos por la ambición de su hermano.


Se sentía como un intruso, como si aquel no fuera su lugar. Sin embargo la magia de lo que estaba viendo ante él, lo hechizaba.


Los hombres habían formado un pasillo, sosteniendo las antorchas, iluminando el camino hasta llegar al centro de un cirulo de fuego. En el centro de ese círculo, una pila de madera.


Las mujeres comenzaron a atravesar el pasillo, dejando caer pétalos de flores blancas en el suelo, avanzando despacio, hasta adentrarse en el circulo, esparcir mas pétalos en él y salir, colocando alrededor de el, extendiendo la manos y tomando unas de otras.


-Esto es muy hermoso -Quinsi hablo en voz baja


-Silencio -Aclair giro el rostro para mirarle molesto y volvió a posar la vista en el circulo.


El silencio pareció volverse aun más profundo, cuando ella comenzó a avanzar por el pasillo de iluminado por las antorchas. Caminaba despacio, con el vestido rojo, rozando el suelo y los pétalos que había sobre él, la gruesa piel sobre sus hombros la protegía de la brisa, que mecía suavemente su cabello.


Con la mirada al frente, fija en el lugar al que se dirigía, atravesó el espacio que la separaba del circulo y se adentro en el.


Los hombres dejaron de formar el camino, para situarse de frente, cerrando la entrada al círculo, observando su espalda.


Freya se mantuvo en silencio, observando la madera ante ella. Sintió la presencia de Allan, que se acerco despacio, parándose junto a ella, sosteniendo la daga en una mano y la antorcha en el otro.


-Yo, Freya MacGabe, acepto mi nombre, mi sangre y mi deber. Mi destino hoy aquí, queda unido al de mi gente. Nuestra sangre seguirá y nuestro legado se perpetuara, yo traeré vida y honrare el lugar que me corresponde. -tomo la daga y corto su mano, extendiéndola hacia las maderas y cerrándola con fuerza, para que la sangre cayera sobre esta -Con sangre sello mi vida y me destino, con sangre y fuego rindo homenaje a nuestros seres queridos, ellos que perecieron y que ahora descansan en paz.


Tomo la antorcha que Allan le tendía y el se alejo, saliendo del circulo.


Las mujeres, alzaron las manos al cielo, sostenidas unas de otras.


Freya extendió el brazo y con la mirada fija en el fuego de la antorcha, soltó esta, dejándola caer en la madera.


Las llamas se alzaron, con fuerza, como si buscaran llegar al mismo cielo.



Y observando el crepitar del fuego, Freya alzo la voz, ofreciendo el canto céltico a todo lo que le había sido arrebatado.


Su dulce voz cargada de tristeza, se extendió por el lugar, haciendo que los guerreros MacCarty se quedaran sin aliento, observando a la mujer que ellos mismos deseaban como señora.


Aquella que esta noche, tomaba su lugar ante todos y honraba a sus muertos.




OS DEJO EL VIDEO DE LA CANCION

SIENTO NO HABER ESSCRITO ANTES PERO HE ESTADO ENFERMA... AUN NO ESTOY RECUPERADA PERO ME HE ESFORZADO EN ACABAR EL CAPITULO. TARDE VARIOS DIAS EN PODER ESCRBIRLO, YA QUE TENGO MAL EL OJO IZQUIERDO Y NO PUEDO FORZAR LA VISTA 

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