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Capitulo 27: Reconstruir


-Una marca –Dareck hablo pensativo, mientras tiraba las riendas de su caballo, obligándolo a ir más despacio, al ritmo de su Laird. -¿Y qué significa?


-¿No has oído nada sobre las costumbres celtas? –Aclair miro sus manos y por un instante sintió el calor en ellas, el calor de su piel cuando la acariciaba –El Laird no es solo el líder para ellos, es un jefe espiritual, es alguien sabio que tendrá un heredero digno. La importancia del primer hijo es grande, pero más lo es de la hija, si esta es única.


-¿La hija hereda el titulo de Laird? –Dareck frunció el ceño –No, eso no puede ser.


-No. –Aclair alzo la vista al frente –Ella tiene la responsabilidad, el deber con su clan, de perpetuar su linaje. Ella es más importante que cualquier cosa, porque deberá escoger al hombre que compartirá su vida y traer a este mundo al futuro Laird.


-Oh –Dareck se quedo en silencio, sin saber exactamente qué decir. –Y esa marca...


-Esa marca demuestra quien es ella, el valor que tiene para su clan y su deber con ellos –Aclair tiro de las riendas de su caballo y este se freno.


-Bien –Dareck miro al frente, a lo que era un paisaje desolado, los restos de una guerra que habían arrasado con todo. –Espero que no nos reciban con sus espadas.







-¡¡Mas arriba!! –Freya miro hacia abajo, concentrando la vista en los cuatro hombres que empujaban la viga a lo alto del tejado. -¡¡Con cuidado!!


-¡¡Por el amor de Dios ¿quieres bajarte de ahí?!! –Allan llego corriendo hasta la casa y alzo su rostro hacia arriba, para mirarla -¡¡Te harás daño!!


-¡No, si no me distraes! –Freya rodo los ojos al tiempo que le hacia un gesto con la mano para que se alejara -¡¡Vamos chicos!! ¡¡Un ultimo empujón!!


Y sus hombres obedecieron. Hicieron un último esfuerzo, elevando la viga de madera sobre sus cabezas y consiguiendo encajarla en su lugar.


-¡¡Sujetad chicos!! ¡¡Unos minutos!! –Freya se movió con agilidad por el filo del muro, hasta llegar a donde el final de la viga estaba -¡¡Un poco a la izquierda!! –y ellos la movieron y al fin, encajo en su lugar -¡¡Listo!!


Alegría, alegría se reflejaba en el rostro de todos los suyos.


En los hombres, mujeres y niños, los supervivientes de un clan, que al fin habían podido regresar a casa y reconstruir su hogar, así como sus vidas.


Reconstruir.


Eso es lo que estaban haciendo, reconstruir su clan. Y eso solo le hacía recordarle cual era su lugar.


Puede que se hubieran convertido en proscritos, en maleantes que malvivían en unas cuevas, pero ahora volverían a ser un clan digno y respetado. Y eso la llevaba a cumplir con su obligación.


Sus ojos recorrieron a los hombres que hablaban entre ellos, sonriendo.


Se quedo mirándole a él, a su amigo, su compañero, a su hermano.


Su hermano. Eso le consideraba.


Y sin embargo, llegaría a ser algo muy distinto.


Durante todos estos años, escondidos, el habia estado ahí, para ella y ahora seguía estando. Estaba dispuesto a permanecer a su lado, a convertirse en un fuerte líder. A proteger a su pueblo a su lado, hasta que ella cumpliera con su destino. Engendrar un hijo.


Las lagrimas se agolparon en sus ojos. Se giro, dando la espalda al lugar donde ellos se encontraban y cerró los ojos con fuerza. Conteniendo su tristeza.


Tristeza.


Ellos eran felices y ella...


¿Por qué sentía que no volvería a serlo?


Cumpliría con su deber, protegería a su gente, cuidaría de su clan, tendría un buen esposo a su lado y daría a luz a su hijo, el futuro Laird del clan MacGabe. ¿Por qué tenía que provocarle tanta tristeza el pertenecer a otro hombre y tener un hijo con él? Con otro que no fuera Aclair MacCarty.


Deseo tenerlo allí, ante ella, poder mirar de nuevo sus ojos, sus labios.


Se trago su tristeza y se obligo a ser fuerte.


Inspiro aire profundamente y cuando sintió sus ojos secos, estuvo dispuesta a abrirlos.



-¡¡Se acerca un ejército!! –el grito de Ethan hizo que sus ojos se abrieran bruscamente.



Y allí estaban, ante ella.


Los caballos se acercaban, despacio, como si estuvieran valorando la situación. Eran muchos guerreros, todos vestidos con los colores de su clan. El clan MacCarty. Guiaban varias carretas, cargadas, tapadas con mantas.


-¡¡A las armas!! –Allan grito acercándose a la casa.


-¡¡No!! –Freya se giro, dando la espalda a la imagen que la llamaba y fijando la vista en su gente, que parecía estar recordando el sufrimiento que ya hacían padecido -¡¡No nos atacaran!!


-¡¿Cómo puedes estar segura?! –Ethan la miro molesto


-¡¡Que ninguno alce su arma!! ¡¡Es una orden!! –Freya miro a todos, a cada uno. Vio a las mujeres, escondidas tras los hombres, abrazando a sus hijos con fuerza.


Escucho el sonido de los cascos de caballos, las ruedas de las carretas, golpeando las piedras.


No se giro, espero que rodearan la casa, hasta pararse ante su vista, justo delante de su gente.


Se obligo a permanecer calmada, aunque no lo estaba. Desvió la mirada de los suyos a ellos y su primera reacción fue saltar de aquel techo y correr hacia él, hacia el hombre que guiaba a los guerreros. Hacia el Invencible.


A pesar de su deseo se mantuvo allí, con fuerza.



-¡¿Qué trae a los MacCarty por estas tierras?! –pregunto con la vista fija en su rostro.


-¡No venimos a luchar! –Aclair desmonto su caballo, quedando así a la altura del pueblo de ella, alzo la vista y la miro. Su mirada recorrió su cuerpo, de arriba abajo y de nuevo arriba, hasta parase en sus ojos. -¡¡Venimos a ayudar!! –hizo un gesto a Quinsi y este, tiro de las mantas de las carretas, mostrando los víveres, mantas y utensilios.


-¡¿Por qué?! –Allan dio un paso hacia el, mirándole fijamente.


-Porque os lo debemos –Aclair respondió, sosteniéndole la mirada –Porque fue nuestra gente la que causo todo esto, porque no puedo cambiarlo, pero si ayudar a reconstruir.


Freya se movió, por el filo del muro y todas las miradas se posaron en ella, se acerco a una esquina de la casa y se deslizo hasta apoyarse en una piedra que habia, se giro para saltar al suelo, pero Ethan se paro ante ella y sin esperar, la tomo de la cintura y la bajo.


-Ten cuidado –le hablo en voz baja, con sus manos aun en su cintura.


-Se lo que hago –ella le miro fijamente y después se giro hacia los demás.


Los ojos de Aclair se entrecerraron, fijándose en el hombre que caminaba junto a ella, aquel que mantenía una mano en su espalda, como si quisiera reclamarla.


-Vuestra ayuda es bienvenida Laird MacCarty –Freya se paro ante él, lo miro a los ojos. Quiso decir mucho mas, quiso lanzarse en sus brazos, pero vio su desconfianza, su frialdad. Miro entonces a los guerreros MacCarty –Y vuestros hombres también. –se giro hacia su gente –Tardaremos menos con su ayuda.


-¡¡Descargad!! –Aclair miro a sus guerreros -¡Y montad un campamento!


-Estaremos a lerta Laird MacCarty –Allan lo miro con los ojos entrecerrados –vigilaremos incluso la noche.


-Bien –el le sostuvo la mirada y asintió.


La tensión les embargaba, pero aun así, se mantenía la calma.


Los MacCarty descargaron todo y un grupo comenzó a montar su campamento, el resto de hombres se dispusieron para ayudar en lo necesario.


Freya les ordeno colocar las vigas en varias casas, dividiéndoles en grupos. Ellos aceptaron con gusto y se dispusieron a hacer su trabajo, mientras que sus guerreros los miraban con desconfianza.




-No funcionara –Ethan le hablo en voz baja, parados junto a la que fue su casa, observándoles.


-¿No puedes darles una oportunidad? –se giro hacia él, mirándole molesta.


-¿A ellos o al Laird? –bufo molesto.


-A todos –alzo la barbilla –Hasta ahora no me han dado ningún motivo para desconfiar de ellos.


-Salvo secuestrarte -Ethan suspiro –Solo estoy viendo por nuestra gente Frey –se acerco a ella y alzo la mano, para acariciar su mejilla –y por ti. No quiero que te hagan daño. ¿Has olvidado lo que Ulises MacGanigan te hizo?


-Jamás podría olvidarlo Ethan y no necesito que tú me lo recuerdes –cerro los ojos ante su caricia en la mejilla y suspiro –Se lo que hago.


-Eso espero –El alzo la vista, mirando tras ella, sus ojos se entrecerraron y dio un paso atrás -¿Necesitáis algo Laird MacCarty?


Freya se giro y se encontró con su mirada, cargada de reproche.


-Puedes irte Ethan –hablo sin apartar la vista del Invencible. No necesito mirar a su amigo para saber su disgusto, pero aun así, se marcho.


El desvió su mirada de ella, hacia la casa, se quedo observando la destrozada entrada y se acerco, coloco la mano en la piedra.


-La recuerdo –hablo sin mirarla, fijando la vista en su interior –Y recuerdo a tu padre, en su interior. –se giro hacia ella –Se que mi padre le apreciaba, nunca entenderé porque mi hermano...


-Hacia mucho más que apreciarle Aclair –Freya sonrió con cierta tristeza –Tu padre le respetaba, acudía a él a menudo, para que le ayudara en sus conflictos, acudía a su sabiduría. Y eso fue lo que acabo con él.


-¿A qué te refieres? –frunció el ceño observándola


-Os trajo aquí, a ti y a tu hermano –Freya camino alrededor de la casa –Estuvisteis a solas con mi padre ¿lo recuerdas? –lo miro y lo vio dudar –Os hizo preguntas, a ti y a tu hermano. –le vio asentir ligeramente –Tu padre le pidió ayuda, consejo. ¿Cuál de sus hijos era digno de ser el Laird de su pueblo? –se giro hacia él para mirarle fijamente –Tu. Esa fue su respuesta. Escucho a ambos hermanos, niños por aquel entonces. Y le dijo a tu padre que tu tenias que ser el Laird. Eso le costaría la vida años después... Cuando Draco MacCarty supiera que era él quien habia ayudado a tu padre en su decisión. Por culpa del Laird MacGabe perdió su lugar y eso se lo hizo pagar a su clan.


-¡Freya! –Allan se acerco a ellos, mirando a Aclair con desconfianza.


-¿Qué ocurre? –aparto la mirada de el


-Quizá quieras intervenir antes de que Dakgar se coma a alguno de sus hombres –sonrió divertido


-Oh, maldita sea –y ella corrió, corrió en la dirección en la que ellos estaban montando el campamento.


Desconcertado, Aclair la siguió y se paró en seco cuando vio a sus hombres en el centro de su campamento, todos amontonados, rodeados por la manada de lobos.


-¡No les hagáis daño! –Freya se acerco a ellos despacio


-¿Tenemos pinta de estar haciéndoselo? –Quinsi la miro molesto -¡Estos bichos nos miran como si fuéramos un asado!


-¡¡Dakgar!! –grito el nombre y el lobo giro el rostro hacia ella. –Nyd ydynt yn fwyd (no son comida)


La risa de Ethan inundo el lugar, se mantenía a un lado con los brazos cruzados observando divertido.


-Estoy ansioso por ver esto –Dareck se paro junto a Aclair, con la vista fija en ella.


-Ethan –Freya le miro molesta y después poso la vista en los lobos –hellhole (alejaos) –se inclino despacio, colocando una rodilla en el suelo y extendiendo una mano hacia ellos, fijo la vista en los ojos de su amigo, del lobo que compartió su vida en libertad –Dakgar gweld fyd (ven a mi) –mantuvo la mano extendida, mirándole a los ojos. Los colmillos del lobo se escondieron en el interior de su boca y su gruñido desapareció suavemente, bajo la cabeza despacio y camino hacia ella. Se sentó ante ella y Freya le sonrió, acariciando su cabeza. El resto de lobos la observaron, se alejaron de los hombres, no sin gruñirles una vez más y se acercaron a ella –Yr wyf yr hyn ydich ei angen ffrind (se lo que necesitáis amigos) –llevo la mano a su cinto y se deshizo de su espalda, dejándola en el suelo.


-Podéis moveros eh –Ethan reía mirándoles mientras se acercaba a ella, los lobos lo miraron, peo volvieron a posar la vista en Freya. Extendió la mano y acaricio a uno -¿Vas a irte verdad?


Ella le miro unos segundos y asintió.


-Me ocupare de que todo vaya bien –la miro a los ojos fijamente.


Freya asintió una vez mas y volvió a mirar a los lobos. Desato el cinto de la espada y lo dejo caer el suelo, después el chaleco y comenzó a quitarse los zapatos.


-¿Qué hace? –Aclair frunció el ceño


-Me parece que se está desnudando –Dareck hablo con la boca abierta


Descalza, con el pantalón y solo una camisa ancha, se incorporo, saco la da que guardaba y sonrió.


-¡¡ Hela!! (De caza) –y con la daga en su mano salió corriendo en dirección al bosque, seguida por los lobos que aullaban.


-Que te diviertas –Ethan suspiro, después se giro hacia los demás -¡Se acabo el espectáculo! ¡Regresad a vuestras cosas!


-Si hay suerte mañana tendremos un buen ciervo para comer –Allan hablo a Ethan


-¿Suerte? –el bufo –Eso si no se lo da a sus lobos.


-¿Ha ido a cazar con los lobos? –Dareck trago saliva



Mientras Aclair simplemente miraba el lugar por donde la mujer acababa de desaparecer, seguida por una manada de animales salvajes.




ACLAIR  HA IDO HASTA SU ALDEA... PARA AYUDARLES ¿TAMBIEN PARA RECUPERARLA? 

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