Capitulo 25: Intentalo
El aullido de un lobo....
Sangre, sangre cubría las paredes del castillo MacCarty.
Los gritos de guerra y el choque de espadas rompía la calma del lugar.
Corría por los pasillos, intentando llegar, sujetaba su espada con fuerza, apretando la empuñadura, dispuesta a luchar, a derramar la sangre del enemigo.
Se paro en lo alto de las escaleras y las fuerzas la abandonaron.
¿Quién era el enemigo?
Su gente, su propia gente era la que estaba atacando el castillo.
Luchaban con aquellos hombres que ella habia conocido en estos días, se mataban los unos a los otros. Y por un motivo. Ella.
-¡¡Basta!! –grito, pero no la escuchaban. Nadie la oía, solo habia odio, odio y furia desatada. Sed de venganza.
¡¡Allan!!
Allan luchaba con Aclair, ambos se esforzaban en vencer al otro.
Un grito desgarrado recorrió el lugar, giro el rostro y le vio.
La espada de Dareck atravesaba el estomago de Ethan, que se derrumbaba de rodillas, con los ojos fijos en ella y finalmente se desplomaba sin vida en el suelo.
-¡¡¡Nooo!!! –bajo las escaleras corriendo hacia él, pero la lucha de Aclair y Allan se interpuso en su camino. Vio la furia del Invencible, alzando su espada, sobre la de su enemigo, sobre la del hombre que la habia protegido durante tanto tiempo. Alzo su mano, con la espada dirigida a él, pero no pudo. En el último instante soltó la empuñadura y cerrando los ojos, se coloco ante Allan sintiendo el hierro atravesar su piel.
-¡¡No!! –Allan la sostuvo en sus brazos -¡Tu no! ¡Tienes que vivir! ¡Debes cumplir con tu promesa Freya! ¡¿Cómo lo has olvidado?! ¡¡As olvidado quien eres!!
Si, lo habia hecho.
Y ello le habia costado la vida.
Se incorporo bruscamente en la cama, empapada en sudor y lagrimas.
Sentía su corazón atormentado.
Salió de entre las sabanas rápidamente, apartándose del olor, el olor a él. De nuevo todo habia vuelto a la normalidad, habia estado en su cama y se habia marchado al alba.
Llego hasta la pared y apoyándose en ella, se deslizo en el suelo, abrazándose la piernas y respirando agitada.
No habia sido solo un sueño.
Le habia enseñado, le habia mostrado hasta que punto habia llegado ella.
Debía escoger y lo hizo.
Prefirió morir, antes que luchar contra Aclair por defender a los suyos.
Pero no solo se trataba de su muerte.
Habia traicionado su promesa, habia abandonado a los suyos, no habia cumplido con su deber y todo acabaría con ella.
-La nieve se derrite –Dareck se paro junto a Aclair, que mantenía la vista fija en las montañas, suspiro -¿Estas pensando en ellos? ¿Crees que vendrán a buscarla?
-Ya lo han hecho –Aclair hablo sin mirarle –Vi a uno de ellos en el bosque, hablo con ella.
-Quizás deberíamos mostrarles que no somos sus enemigos, no ya –Dareck se cruzo de brazos, mirando de nuevo la montaña.
-Pero lo somos –Aclair se giro hacia él, para mirarle –El nombre de nuestro pueblo está manchado con su sangre, matamos a sus familias, destruimos su vidas. Yo no lo olvidaría. –entrecerró los ojos levemente –Y estos años, al defenderse, nos han atacado muchas veces. Guerreros han caído, guerreros que tenían familias, sus familias tampoco perdonaran eso.
-La muerte y la destrucción forman parte de la guerra –Dareck bajo la vista al suelo.
-Pero no estábamos en guerra –sus ojos se cerraron –Fue una caza, no una guerra.
-Tenemos que irnos –Dareck lo miro –Los hombres nos esperan
-¿Dónde está Aclair? –Freya se paro ante Quinsi, que estaba entrenando con Jarter.
-Fue con algunos hombres a revisar los alrededores – El la miro, después miro a su compañero de entrenamiento –Esta bien por hoy.
Jarter frunció el ceño, la miro a ella y suspiro, asintió y se alejo.
-¿Estas bien? –Quinsi la observo pensativo –Pareces...
-Necesito descargar energía –ella miro la espada de el -¿Te importaría?
-¿Eh? –el bajo la vista a su espada y de nuevo la poso en ella, dudando –De acuerdo.
Y se situaron para luchar.
Uno frente al otro, sosteniendo sus espadas con fuerza, dispuestos a olvidar todo lo demás salvo ellos mismos, en la batalla.
El choque del acero llamo la atención de los hombres, el cuchicheo se hizo en unos segundos, cuando identificaron quienes estaban entrenando.
Aclair miro a Dareck y asintió, ordenándole guiar a los hombres al castillo, mientras el espoleo a su caballo para acercarse a ellos.
-¡¡Parece que os divertís!! –Aclair paro su caballo a unos metros y se bajo, mirándoles.
-Ella si –Quinsi jadeo, apartándose cuando le ataco de nuevo –Yo necesito atención urgente
-¿Te estás rindiendo? –Freya alzo una ceja, apuntándole con su espada.
-No –el hincho su pecho, tratando de parecer duro.
-Si, lo está haciendo –Aclair le miro fijamente y suspirando, el guardo su espada y tras despedirse de ella con un asentimiento de cabeza, se alejo en dirección al castillo.
-¿Hay algún motivo por el que nos interrumpieras? –Freya guardo su espada en el cinto.
-SI –el saco la suya y sonrió –Prefiero ser yo con el que juegues.
"JUGAR"
No, no estaba jugando, estaba tratando de demostrarse a sí misma que podría. Que podría alzar su espada y luchar contra ellos, por lo suyos.
-¿Tienes miedo? –Aclair alzo una ceja –Vamos, si me ganas, puedes escoger tu premio.
-¿Estas seguro de eso? –Freya le miro fijamente. ¿Y si le pedía que la dejara ir?
Lo miro, durante unos minutos.
Luchar con él.
Como antes lo habia hecho.
¿Por qué ahora no podía?
Desenvaino su espada y la alzo contra él.
Fueron segundos, segundos en los que no reacciono y Aclair estuvo sobre ella, su espada choco contra la suya y la empujo haciéndola tambalearse hacia atrás.
-¿Qué te pasa? –El frunció el ceño mirándola
-Nada –tomo su espada con fuerza y fue ella, ahora la que le ataco.
Estuvieron danzando, el uno alrededor del otro, atacándose, defendiéndose.
¿Quién nos ayudara a disminuir el dolor? ¿Quién nos hará librar del infierno? ¿Quién nos librara de nuestras cadenas? ¿Quién nos hará libres? Eres tú. Tienes todas las armas que necesitas, ahora lucha.
Le escucho, escucho el dolor de su gente y necesito probarse. Necesito saber si era la misma de antes, si era capaz, de luchar y de ganar.
Y lo hizo, se lanzo a por él dispuesta a demostrarse a sí misma que Freya MacGabe seguía ahí y que nunca debía olvidarlo.
Los aceros chocaron, repetidas veces hasta que ella sorprendiéndole consiguió arrebatarle la espada y coloco la punta de la suya en su cuello.
Respirando agitado, Aclair la miro con cierta sorpresa reflejada en sus ojos.
-Gane –aparto la espada y la guardo en su cinto –Pensare en mi premio –y girándose comenzó a caminar hacia el castillo.
-Te he visto luchando con el –Gaya estaba parada junto a la puerta del castillo, mirándola. Sonrió con tristeza -¿Quieres hacerle ver que puedes hacerlo?
-Quiero hacérmelo ver a mi misma –la miro a los ojos –Tienes razón Gaya, estoy con mi gente y no les dejare, sea cual sea el final.
-Le quieres –se acerco a ella, mirándola –Y de verdad siento que todo esto sea así. Pero sabes que los tuyos no lo permitirán. No le hagas daño Freya y espero que él tampoco te lo haga a ti.
-¿Te vas? –Observo la bolsa que llevaba en una de sus manos
-Si, es lo mejor –Ella se encogió de hombros –Voy al clan de mis tíos, allí podre empezar de nuevo. Tengo que olvidar muchas cosas.
-Te deseo lo mejor Gaya –Freya se acerco a ella y la abrazo –Espero que seas feliz.
-Lo intentare –se aparto sonriendo, camino hacia los escalones, antes de bajar, se paro y se giro hacia ella –Inténtalo tu también.
La observo alejarse del castillo y cerró los ojos con fuerza.
Intentarlo....
Cuando bajo a cenar en la noche, Aclair no se encontraba en el castillo. Habían tenido un problema en la aldea y habia tenido que marcharse a solucionarlo, así que estaba sola. Ceno sola en aquel inmenso salón y se retiro a su habitación.
Tumbada en la cama mirando al techo, fue incapaz de cerrar los ojos y dejar de pensar.
Sintió los caballos cuando se adentraron en el patio y se levanto de la cama para acercarse a la ventana. Le vio bajando de su caballo, cansado.
Regreso a la cama y se sentó en el filo.
Espero durante algo de tiempo, hasta que comprendió que él no iba a acudir a ella, esa noche.
"INTENTALO"
Se levanto y atravesó la habitación descalza, abrió la puerta y miro a su alrededor, salió y camino despacio por el pasillo. Se paro ante la puerta, de la habitación de él, suspiro y tomando todo su valor, la abrió, despacio.
Se adentro en la habitación, cerrando con cuidado tras ella y le vio, tumbado en su cama, con la sabana solo cubriendo su cintura, su fuerte pecho brillando a la luz de la luna que se filtraba por la ventana.
Dio un paso adelante y vio como él se tensaba.
Aclair se incorporo bruscamente y se quedo allí, sentado, mirándola con el ceño fruncido.
-¿Qué haces aquí? –su voz sonó brusca.
-Reclamar mi premio –Freya le miro a los ojos y sin apartar la mirada, llevo las manos a sus hombros y deslizo los tirantes del camisón, este resbaló por su piel, hasta quedar en el suelo.
Se quedo allí, totalmente desnuda, ante él.
Avanzo despacio, sintiendo su mirada recorrer su cuerpo, se paro junto a la cama y alargo la mano para tocar su musculoso pecho. Acerco su rostro y rozo su boca con la de él, un beso tierno, suave, acariciando sus labios, hasta que sus lenguas se entrelazaron.
Las manos de él se enroscaron en su cintura, atrayéndola.
Y guiada por él, subió a la cama, sentándose a horcajadas sobre él, sintiéndole en su centro.
Siguieron besándose, mientras sus manos acariciaban la piel del otro. Freya se movió sobre él, sintiendo su dureza, lo miro a los ojos, cuando apartaron la sabana y con las miradas conectadas, le sintió en su interior, llenándola, completándola. Gimieron juntos, ante el placer de estar unidos y se perdieron el uno en el otro.
Se perdieron en una noche llena de pasión, de deseo.
Pero de mucho mas.
Era la primera noche que yacían en la cama de él.
La primera noche que Freya acudía a él.
La primera noche, que hacían el amor, suavemente, con una intensidad arrebatadora, que les haría pertenecerse el uno al otro, hasta lo más profundo.
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