Capitulo 24: Escoger
-Gracias –El Laird MacGanigan extendió el brazo, ofreciéndoselo
-Es nuestro deber proteger nuestras tierras –Aclair asintió, mientras extendía el brazo hacia él y estrechaba el suyo con fuerza.
En ese preciso instante, Freya salió de la tienda, ya lista para emprender el viaje. Sus ojos recorrieron lo porque que quedaba del campamento y finalmente se posaron en la espalda de Aclair.
Los ojos del Laird MacGanigan se posaron en ella y se quedo observándola fijamente, como si ansiara decir algo, pero no pudiera.
El invencible frunció el ceño, al tiempo que apartaba el brazo del de el Laird, lo observo unos segundos y giro el rostro para observar a donde se dirigía su mirada. La vio, allí de pie, en mitad del campamento, con su habitual ropa de hombre, con la espada sujeta en el cinto y una mirada, una mirada que le recordaba a la mujer del principio. Aquella que el habia encerrado una celda, una mujer desafiante, llena de rabia y de dolor.
Como si la hubiera llamado, ella movió sus ojos hacia los de él y el reflejo en ellos cambio, como un mar cuando se calma la marea. Finalmente Freya se giro y camino en dirección a Quinsi.
-¿Está todo listo? –Pregunto mientras sentía la mirada fija en su espalda.
-Casi –el la miro unos segundos y suspiro -¿Hablaste con Aclair?
Freya cerró los ojos un instante, como si estuviera calmándose.
-Si vas a decírselo hazlo, sino, deja de preguntarme –se giro dándole la espalda y camino hacia su caballo, para comenzar a alistarlo.
Se termino de recoger el campamento y todo se organizo para la partida.
Los guerreros subidos a sus caballos, esperaban la orden de su Laird para iniciar el viaje de nuevo a su hogar. El sol aun no habia salido y la oscuridad de la madrugada, cubierta por una fina capa de humedad les rodeaba. Iniciarían una marcha ligera, para poder lograr llegar a la aldea de los MacCarty antes del anochecer.
-¡¡Nos vamos!! –Aclair alzo la voz, subido a su caballo, al frente de sus hombres. Giro el rostro hacia la colina y asintió con la cabeza, despidiendo al Laird MacGanigan y a su hijo, que permanecían con la vista fija en ellos.
Los caballos comenzaron el trote, todos siguiendo a su Laird, iniciando el regreso a casa.
Como si se permitiera una última mirada, ella giro el rostro hacia la colina, sus ojos se encontraron con los de Ulises, bajaron a sus manos, las cuales sostenía unidas ante él y el tono anaranjado de una flor llamo su atención.
Agarro las riendas con fuerza y volviendo la vista al frente, golpeo con las piernas a su caballo, para que este iniciara el trote, mezclándose entre los guerreros, con la vista al frente.
-¡¡Ahh!! –corría colina abajo, intentando llegar a la aldea.
-¡¡No puedes huir de mi!! –y entonces se lanzo a por ella y ambos, cayeron rodando sobre la nieve, riendo como niños. -¡Te pille! –Ulises quedo tumbado sobre ella, con un brazo apoyado en la nieve y mirándola sonriendo.
-Me voy a resfriar –ella hizo un puchero, escondiendo su sonrisa.
-Yo jamás permitiría eso –el le guiño un ojo, entonces alzo su mano y la dejo ante su rostro, mostrándole una preciosa flor de color anaranjado
-Es preciosa –Freya alzo su mano y rozo con sus dedos los pétalos de aquella flor-¿Dónde la has encontrado? Es extraño que en invierno crezcan.
-En el filo del acantilado –el sonrió divertido –Me recordó a ti.
-¿A mí? –frunció el ceño observándole -¿Por qué?
-Porque es hermosa y rebosa vida en mitad del frio invierno –coloco la flor en su pelo y se quedo mirándola fijamente –Esta noche en la celebración, el pacto quedara hecho. Pronto seremos uno. –su mano acaricio la mejilla de ella y se acerco despacio, lentamente. Sus labios rozaron.
-¡¡Paramos para que los caballos beban!! –Aclair freno su caballo y giro el rostro hacia Jarter y Quinsi -¡¡Revisad los alrededores para asegurarnos que estamos a salvo!!
Freya freno a su caballo y miro a su alrededor, el tiempo se le habia pasado tan rápido, sumida en sus pensamientos, que ni siquiera se habia dado cuenta de la gran distancia que habían recorrido. Se movió en su caballo e hizo una mueca ante la leve punzada de dolor en su abdomen, suspiro. Se giro para bajar cuando se encontró con los ojos de Aclair fijos en los de ella.
-Te duele –no fue una pregunta. Alzo las manos y tomándola por la cintura la bajo del caballo, deslizándola contra su pecho.
Ella cerró los ojos, ante aquella dulce sensación, ante la sensación de suavidad, al tocarla. Hacia tanto tiempo que no era tratada de esa forma, tanto que no se podía permitir eso.
Cuando sus ojos se abrieron, se encontraron con los de él, mirándola fijamente.
-¿Estas bien? –pregunto en voz baja, con una mano aun en su cintura y la otra colocándose en su mejilla, acariciándola con el pulgar. No respondió, simplemente se quedo observándole.
-¡¡Todo limpio jefe!! –Jarter se acercaba al trote sobre su caballo y paro a unos metros de ellos, frunciendo el ceño.
Aclair se aparto de Freya, miro a su hombre y asintió, después inicio el camino al rio, como si huyera, como si sintiera la necesidad de alejarse de ella.
Después de descansar unos minutos, emprendieron de nuevo la marcha.
Apremiaron a los caballos todo lo que pudieron y no volvieron a parar para descansar. Aclair no miro ni una sola vez atrás, ni a buscarla con la mirada, aunque la tentación y necesidad de hacerlo, le agobiaban.
Estaba anocheciendo cuando divisaron la aldea desde lo alto de la colina, los hombres gritaron vitoreando y cuando llegaron a esta, las familias salían a recibir a su gente. El clan parecía sumido en la felicidad, dando la bienvenida a los suyos.
Aclair permitió que los hombre se marcharan con sus mujeres y aquellos que no estaban casados, los acompañaron hasta el castillo.
Nada más cruzar el patio principal, todas las miradas se volvieron hacia ellos, desmontaron los caballos y varios hombres se los llevaron a las caballerizas.
-¡Bienvenidos de nuevo! –Dareck bajo los escalones del castillo, en dirección a ellos, con una amplia sonrisa –Laird –asintió saludando al invencible, después miro a Freya y le sonrió.
-¿Todo bien por aquí? –Aclair miro a su alrededor
-Si –el asintió –Todos estaban ansiosos por vuestro regreso ¿los encontrasteis?
-Si-Aclair asintió, con mirada pensativa.
-Eso merece una celebración ¿no? –Dareck miro a Freya y de nuevo a su Laird –El clan está ansioso por tener algo de diversión y a los hombres les vendrá bien.
Aclair frunció el ceño, pensando durante unos segundos, finalmente asintió.
-Avisa que preparen todo para esta noche –miro a Freya –Ve a descansar, ordenare que te suban agua para darte un baño.
Ella le miro y después se giro y camino hacia el castillo, desapareciendo en el interior.
-¿Todo bien? –Dareck frunció el ceño, observando cómo se marchaba, fijo la vista en Aclair y este se giro y camino en otra dirección.
¡Ordenes! ¡¡Descansa y báñate!!
Llegaban al castillo y todo volvía a ser de la misma forma. ¡¡Estas en mis tierras!! ¡En mi castillo! ¡Y ordeno, tu cumples!
Se quito el cinto de la espada y la dejo caer en el suelo, con rabia se deshizo de sus botas y la lanzo al otro lado de la habitación. Camino hasta la ventana y sus ojos volaron hacia la montaña, hacia el lugar donde estaban los suyos.
¿Qué estaba haciendo?
¿En que estaba pensando?
Se acababa el tiempo, vendrían, vendrían por ella. Y temía, temía que la rabia que sentía su pueblo contra el clan MacCarty fuera el detonante para finalizar una guerra que habia comenzado hace años, una guerra de la que ninguno tenía la culpa, pero que habia provocado un odio visceral entre ambos clanes.
Varios golpes en la puerta llamaron su atención, se giro y vio esta abrirse despacio.
-Señora, traemos agua para su baño –la puerta termino de abrirse y varios hombres entraron cargando cubos de agua caliente, la vertieron en la bañera y se marcharon.
-Con permiso –otra chica entro en la habitación, cargando una piel y una tela en su mano. Estiro el vestido sobre la cama y la piel a su lado.
-¿Qué es eso? –Freya observo el hermoso vestido
-El Laird ordeno subírselo, para la fiesta –ella dejo también una cajita junto al vestido –Subiré en un rato para ayudarla con su pelo.
Freya se quedo observando la cama, ni siquiera escucho cuando todos salieron de la habitación, dejándola sola.
Habia anochecido.
Una noche con un cielo despejado, lleno de estrellas y con una preciosa luna llena iluminándolo. Era como si el tiempo supiera que era una noche libre, una noche en la que festejar.
Aclair se paro en la puerta del gran salón, observando a su clan. Los guerreros con sus esposas hablaban y reían, mientras los que no estaban casados corrían tras las mujeres cortejándolas, divirtiéndose.
-Así que... -Dareck se paro junto a su Laird, observándole de reojo –Lobos
Un gruñido, esa fue la respuesta del Invencible, que ni siquiera giro el rostro hacia él para mirarle, seguía con la vista fija en su salón.
-Es... impresionante –sonrió levemente –Los hombres están.... Gratamente sorprendidos. La admiran –espero, al no recibir respuesta suspiro y se giro hacia él, para mirarle –La reclaman Aclair, la reclaman como su señora, como tu mujer. –alzo ambas cejas –Y tu también lo haces. Esta celebración, ella sentada a tu mesa a tu lado...
-Me confunde –Aclair al fin le miro –Ella... ha sufrido. Y yo sé lo que es eso y lo que puede cambiarte.
-Te entiendo, pero... -La boca de Dareck quedo abierta, con la vista fija tras su Laird, observando la imagen de la mujer que acababa de aparecer en las escaleras.
Aclair frunció el ceño, se giro y se quedo allí, paralizado.
Freya estaba a mitad de la escalera, el vestido realzaba su figura, mientras sus hombros quedaban cubiertos por una piel, abrigándola. El pelo estaba totalmente recogido y los pendientes, los pendientes que habían pertenecido a su madre.
-¿No deberías recibirla al pie de las escaleras? –Dareck hablo en voz baja.
Como si acabara de regresar a la realidad, Aclair inspiro aire profundamente, camino hacia las escaleras y la espero a los pies.
Insegura, por primera vez en mucho tiempo así se sentía, aunque no lo mostraba. Bajo los escalones despacio, hasta pararse en el ultimo, ante él. Observo el brillo en la mirada de él y eso hizo que la satisfacción recorriera su cuerpo. El extendió la mano hacia ella y tras mirarla Freya la tomo. La ayudo a bajar el ultimo escalón y coloco su mano sobre su brazo, sosteniéndola con decisión.
La guio hacia la entrada del salón y ella vio la sonrisa divertida en el rostro de Dareck, al pasar a su lado.
La sala quedo en silencio, cuando ellos hicieron su aparición. Poco a poco se fueron apartando del camino, dejándoles pasar hasta la que era la mesa principal, donde tomaron asiento en el centro.
Freya sintió la mirada de cada uno de los del clan, mujeres y hombres, todos mirándolos a ella.
Aclair fijo la vista al frente y asintió, el murmullo volvió a recorrer el lugar, aunque con menos intensidad que antes.
-¿Has descansado? –Aclair parecía incomodo, no sabía muy bien como hablarle o como mirarla.
-Algo –ella asintió, miro su perfil y entonces el rostro de Gaya, sentada unas sillas tras el apareció a un lado, inclinándose sobre la mesa. La miro, pensó en sonreírle pero vio el dolor en su mirada.
Se sintió bien. Cenando, como si fueran una gran familia. Todos estaban felices celebrando, de vez en cuando veía algunas miradas dirigidas a ella, después a su Laird y por ultimo cuchicheos y sonrisas.
-¿Por qué nos miran tanto? –Freya hablo en voz baja mientras dejaba la copa de vino a un lado.
-Estas diferente ...-el miro la sala y después a ella.
-Ah –agacho la mirada hacia la mesa.
-Estas... estas hermosa –ella alzo el rostro al oírle y se quedaron mirándose. –Muy hermosa.
-Laird –Dareck tosió levemente, parándose ante la mesa y sonriendo –Debería sacar a bailar a la señora ¿no cree?
Aclair le miro, frunció el ceño como si estuviera pensando y finalmente volvió a mirarla, aparto la silla incorporándose y le tendió la mano.
Freya lo observo unos minutos, finalmente tomo su mano y le siguió.
La sala quedo expectante, todos mirándoles.
Se pararon en mitad de esta y la música comenzó a sonar. Colocando la mano en la cintura de ella y recorriendo esta hasta pararse en su espalda la apretó contra él.
Freya creyó que después de haber sido suya, en mitad del bosque, nada podara hacerla sentirse de forma tan extraña. Pero se equivocaba.
Estar allí, rodeada del clan, mientras bailaban, mientras disfrutaban de aquella fiesta, como si realmente ella perteneciera allí.
Sentir su calor, sus manos en su cintura, su aliento rozando su mejilla. Se sentía bien, feliz, como no se sentía en mucho tiempo y eso la asustaba. La asustaba demasiado.
La música ceso y Dareck se paro ante ellos sonriendo.
-¿Se me permite bailar con su mujer Laird? –el pregunto mirándola.
Freya frunció el ceño, fue a contestar que ella no era su mujer cuando de repente Aclair poso la mano de ella en la de su guerrero, dando su aprobación.
La música volvió a cenar y rodeados de otras parejas, Dareck la hizo girar, bailando con ella con una sonrisa.
-Lobos –el la miro divertido –Interesante
-¿Tu crees? –ella desvió la vista
-Por supuesto –su risa resonó en su pecho –No se habla de otra cosa
-Me alegra saber que os doy un tema para hablar – suspiro
-Tu siempre serás un tema para hablar –el alzo una ceja –Ha cambiado desde que te conoció.
Freya fijo la vista en donde él estaba y frunció el ceño, le vio hablando con Gaya y de repente ambos salieron de la sala por el balcón que daba a una terraza al jardín.
No pudo impedir que el temor se instalara en su cuerpo y la necesidad de correr tras ellos e impedir que estuvieran a solas la recorrió.
Cuando la música ceso, Dareck se aparto sonriendo y se ofreció a acompañarla a la mesa, ella declino su oferta, diciendo que necesitaba unos momentos para ella.
Salió de la sala, alejándose de la música, apartándose de todos. Buscándolos.
Bajo por las escaleras que daban al jardín trasero y miro a su alrededor, escucho susurros y siguió su instinto, hasta pararse tras unos arbustos.
-¡Ya basta! –Aclair la miro molesto
-No, no basta. Vas a escucharme –Gaya dio un paso hacia el –Sabes que tengo razón Aclair. No la conoces, ni ella a ti. Su gente nos odia y eso no cambiara. ¿Qué crees que pasara cuando ella tenga que elegir? ¿Crees que te elegirá a ti? ¿Y tu? ¿La elegirás a ella sobre los tuyos?
-Ella es uno de nosotros –apretó la mandíbula
-¡No lo es! –Gaya lo miro con tristeza –No quiero verte sufrir Aclair.
-Tiene gracia que seas tú quien diga eso –el prácticamente escupió las palabras.
-Yo te quiero –ella le miro fijamente –Te quiero y siempre te querré, pero he comprendido que mi sitio no está aquí.
-¿Qué quieres decir? –frunció el ceño
-Me marcho –le sonrió con tristeza –Todo será más fácil si estoy lejos de ti, para mí y para ti. Te mereces ser feliz Aclair y temo que ella no pueda darte eso. –coloco la mano en su brazo –Nunca quise hacerte daño y me duele haberlo hecho. Ojala algún dia puedas perdonarme. Pero piensa bien las cosas. Ella no es para ti. –y se alejo entre los arbustos del jardín, dejándole allí.
Aclair la observo alejarse, cerró los ojos un instante y suspiro.
-Tiene razón –al oírla se giro y se quedo mirándola, como si no hubiera nada mas, solo ella, bañada por la luz de la luna –Soy una MacGabe y tu un MacCarty. –Freya le observo, sintiendo el dolor en su pecho –No te escogeré –vio como el apretaba la mandíbula –Son mi gente, mi familia y no te escogeré antes que a ellos. –sonrió con cierto dolor –Y tu tampoco lo harás, no me escogerás a mí, es tu clan. Somos enemigos.
-¡No! –sonó como un rugido, saliendo de su pecho y como un animal se abalanzo sobre ella. La rodeo con sus fuertes brazos y se apodero de su boca, reclamándola, marcándola, enseñándole cuanto la necesitaba.
Como si hubiera estado ansiando ese momento, ella rodeo el cuello con sus brazos, respondiendo a su beso, disfrutando de la caricia de su lengua en su boca. Las manos de el bajaron hasta tu trasero, apretándola contra su ya pronunciada erección. Un gemido involuntario salió de los labios de Freya y cuando él la alzo sujetándola por sus nalgas, ella le rodeo con las piernas.
Sosteniéndola, Aclair camino por el jardín hasta llegar a la pared de la casa y la apoyo contra esta. Sin dejar de besarla busco la liberación de su erección y subiendo el vestido de ella, se situó en su entrada y gimió la notar su humedad.
-Te necesito demasiado –gruño sobre su cuello, mordiéndolo. Freya alzo la vista al cielo y sus ojos se clavaron en la luna llena, mientras él la llenaba a ella, mientras la reclamaba como suya.
OS DEJO LA FOTO DE FREYA PARA LA CENA
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