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Capitulo 22: Manada



A la intemperie, en mitad de un bosque, aire frio del amanecer rozo su rostro y se removió bajo las pieles. Las sensaciones que cada día la embargaban, al despertar, al exterior de las cuevas, sobre la gran capa de nieve, llegaron a ella.


Pero habia algo diferente, algo bien distinto.


El calor, sentía su piel arder, el calor de un cuerpo próximo al suyo.


Un fuerte brazo sobre su cintura, ese fornido pecho pegado a su espalda y el aliento en su cuello, sentía su cálido aliento rozando su cuello.


Permaneció con los ojos cerrados, embargada por una creciente sensación, extendiéndose por su interior.


Y los gritos llegaron a ellos, rompiendo cualquier conexión que habían creado.


Sintió como Aclair se incorporaba bruscamente y la sensación de frío, de vacio la inundo. Se esforzó por ignorarla y se levanto sujetando la piel contra su cuerpo.


-¿Qué pasa? –pregunto mirando a su alrededor


-No lo sé –y el se salió de la improvisada cama que habían utilizado durante la noche y recogió su ropa de la nieve para vestirse rápidamente.


Sin esperar Freya se dio prisa en vestirse y juntos atravesaron el bosque de regreso al campamento, del cual habían olvidado la existencia hasta que los gritos habían recorrido el bosque.


Cuando salieron del resguardo de los arboles, observaron un campamento consumido en los nervios. Los hombres corrían de un lado a otro, dando órdenes, preparándose.


Si, preparándose.


Preparándose para lo que parecía una lucha.


Quinsi apareció en ese instante, unos metros delante de ellos y se dieron prisa en llegar a él, segundos después Ulises se paró a su lado. Y Freya sintió una creciente tensión en su estomago.


-¡¿Qué es lo que pasa?! –Aclair hablo y todos los hombres que se movían por el campamento dejaron lo que hacían y posaron su atención en el.


-Les han visto –Fue Ulises quien hablo, pero sus ojos estaban puestos en ella, llenos de reproche. Haciéndole saber que imaginaba porque estaban desaparecidos juntos en pleno bosque. Entonces miro a Aclair y ambos se sostuvieron la mirada unos segundos.


-Se están aproximando a la otra aldea, dos quilómetros al Este –Quinsi hablo mirando a ambos.


-¿Al Este? –Freya frunció el ceño. ¿Hacia las montañas?


-¡¡Os quiero a todos listos!! ¡¡Vamos tras ellos antes de que se escondan!! –Aclair camino a prisa hacia su tienda y Quinsi tras él.


-¿Tienes algo que ver? –Freya dio un paso al frente, mirando a Ulises fijamente


-¿En qué? –el frunció el ceño.


-Se dirigen a las montañas –entrecerró los ojos -¿Les has guiado a mi gente Ulises? –se acerco a él, bajando la voz -¿Has vuelto a hacer un trato con ellos?


-No .-el respondió molesto –Yo no tengo nada que ver con esto.


-Mas te vale –Freya se giro y se alejo caminando hacia la tienda, cuando estaba llegando a esta, vio salir al Invencible y dirigirse a su caballo. Y ella se dirigió al suyo.


-¿Qué crees que haces? –Aclair la miro, parado junto al caballo.


-Voy con vosotros –Freya se paro ante él, mirándole fijamente, desafiándole a negarse.


El suspiro, entonces arrebato la espada a un hombre que pasaba a su lado y se la tendió a ella, mirándola a los ojos.


-Tu daga no será suficiente –miro la espada y de nuevo a ella.


Freya tomo la espada en el cinto y la amarro a su cintura, después subió al caballo.


-¡¡Nos vamos!! –Aclair grito, subido ya sobre su caballo, con ella a su lado en el suyo.


Entonces Ulises se unió a ellos, subido sobre su propio caballo, ambos le miraron brevemente, pero ninguno dijo nada.


Iniciaron el camino a lo que esperaban, fuera una victoriosa batalla.


Un silencio sepulcral les acompañaba, solo roto por el sonido de los cascos de los caballos en la nieve. Las miradas, fijas en el horizonte, en busca del enemigo, alerta, esperando la lucha. Hasta llegar a su destino.


Se pararon ante el sombrío bosque, precedente a las montañas.


-Puede ser una emboscada –Quinsi hablo, mirando de reojo a su Laird.


-Puede –Aclair mantenía a fija en los arboles, escrutándolos, buscando el mas mínimo indicio.


Freya miro al Invencible, deseando fervientemente que guiara a sus hombres al bosque, en busca de ellos. Quizás estaba siendo egoísta. Si, lo estaba siendo, lo reconocía.


Pero sentía la necesidad de apartarlos del camino que estaba siguiendo, alejarlos de las montañas, de los suyos. Y luego estaba el ansia, el ansia de vengarse, de luchar contra ellos, algunos de los cuales habían estado en su aldea, habían participado en la destrucción.


-Puedes quedarte aquí vigilando –Aclair giro el rosto, mirando a Quinsi con seriedad –No es necesario...


-Si lo es –el contesto con decisión –Tengo que estar.


Freya frunció el ceño, dispuesta a preguntar, pero en ese instante los gritos de guerra inundaron el lugar.


Y los vieron.


Salían del resguardo de los arboles, con sus espadas en alto, dispuestos para la lucha, con sus rostros reflejando el deseo de sangre.


Los caballos se removieron incómodos viendo avecinarse la batalla, mientras ellos e preparaban, desenvainando sus espadas y alzándolas al cielo mientras respondían a sus gritos con los suyos propios.


Freya sintió un escalofrió recorriendo su cuerpo, como los gritos de ellos la recorrían, recordándole aquel dia. Aquel dia en que sus voces se alzaron con ferocidad justo antes de la batalla, antes de la matanza y la destrucción.


Su vista se enfoco, analizando la situación, calculando, cuántos eran, pero todo control en ella desapareció cuando sus ojos se fijaron en el. En su cabello suelto al viento, en su rostro marcado por una cicatriz, que atravesaba desde su ojo izquierdo hasta su barbilla, en sus ojos, sus fríos y agresivos ojos. Esos ojos que la habían mirado de aquella forma, como si fuera un mero animal, una presa para él. Aun recordaba la sensación de miedo cuando comprendió lo que pretendía y también el alivio cuando su padre se interpuso en lo que ese hombre pretendía.


Pero o que si no olvidaba, era verle salir, de su casa, agarrando a su padre herido, empujarle al suelo y sostenerle allí, de rodillas, inclinado, mientras Draco MacCarty se acercaba para clavar la espada en su pecho.


Fue un instante, un leve instante en el que ellos los alcanzaban, en el que el choque de las espadas se elevaba sobre los gemidos y gritos, un instante en que su mano bajo hasta la empuñadura de su daga y la lanzo. Y esta, atravesó el espacio que les separaba y se clavo en su hombro, logrando sacar un gruñido de dolor de sus labios. Entonces el freno su caballo, arranco la daga de su hombro y la miro, la miro, por unos largos intensos segundos.


-¡¡Freya!! –Aclair grito mientras alzaba su espada contra el hombre que la atacaba a ella, se libro de él y la observo con el ceño fruncido, giro el rostro hacia el hombre al que ella miraba y atisbo a ver la sonrisa en sus labios, mientras sostenía la daga de ella, manchada con su propia sangre. Entonces un caballo se abalanzo sobre ellos y Aclair se enzarzo en una nueva lucha.


Fue el choque entre esas espadas, resonando cerca el que logro que ella apartara la vista de aquella cruel sonrisa y al fin llevara la mano a la espada y la desenvainara para encarar a otro guerrero que se acercaba por detrás de Aclair.


La batalla se volvió encarnizada, la sangre teñía la nieve blanca al tiempo que los cuerpos yacían sobre ella y los gritos sonaban con eco en el lugar.


A pesar de la confusión y de la lucha, Freya trataba de localizar a aquel hombre, necesitaba ser ella la que llegara hasta el. Alzando su espada, parando golpes y atacando, mantenía la vista en todo su alrededor, localizándole, luchando con otros guerreros MacCarty.


-¡¡Cuidado!! –Jarter avanzaba hacia ella corriendo, con la espada alzada.


Pero antes de comprender lo que ocurría, Freya sintió un fuerte cuerpo caer sobre ella, haciéndola caer de su caballo. Cerró los ojos al notar el impacto y al abrirlos aquel que le habia arrebatado su lugar sobre el animal, mantenía la espada sobre ella, bajándola, hacia ella.


El sonido del acero atravesó sus oídos, mientras la hoja de otra espada se interponía en el camino de la otra.


-¡¡Levántate!! –Jarter grito empujando la espada de su contrincante hacia atrás, subido sobre el caballo.


Freya se incorporo y se apresuro en tomar su espada, miro a su alrededor dispuesta a seguir con la lucha y sus ojos se encontraron con aquello que lograban transmitirle paz. Aunque ahora, feroces y llenos de temor, temor por ella, porque la estaba mirando y el miedo se reflejaba en su rostro.


Tuvo la tentación de caminar hacia él, de permanecer luchando a su lado, para que sintiera su presencia, pero algo la atraía, justo al otro extremo. Y ahí estaba el, mirando enfurecido a su alrededor, con la sangre brotando de su hombro, pero sosteniendo su espada bañada en sangre. Su rostro se contrajo y entonces se giro y se alejo adentrándose entre los árboles.


No lo pensó, ni un instante, con la espada sujeta, corrió tras él, esquivando a todo el que se interponía en su camino, solo con una meta, llegar a él.


-¡¡¡¡Freyaaaaa!!!! –Escucho su grito justo cuando se adentraba en los límites del bosque, pero no le importo. No podía parar, no ahora.


El sonido del choque del acero, se hacía más lejano conforme se adentraba bajo el resguardo de los arboles. Sentía el latido de su corazón, acelerándose, a cada paso, sus ojos vigilaban cada rincón, cada ojo, cada rama. Se obligo a calmar su respiración y así poder sentir, escuchar a su alrededor, y fue el sonido, de una gota, sobre la nieve, no una gota de agua, sino una gota roja, de sangre.


Se giro rápidamente, a lo justo para poder detener el ataque de él, que se abalanzaba sobre ella, con su espada alzada. La detuvo en el aire y sus ojos se encontraron, ambos con fuerza, con decisión. Ninguno pretendía perder. Y eso le alegro, sabiendo que esto solo acabaría, cuando realmente estuviera muerto.


-Has venido por mi –sonrió cínicamente, mientras daba un salto atrás apartándose. Con su espada bien sujeta se movió en círculos alrededor de ella.


-Quiero recuperar mi daga –se movió sobre sus pies, sin perderle de vista, lista para defenderse –Le tengo aprecio.


-Si tanto aprecio le tienes, no deberías deshacerte de ella con tanta facilidad –entonces el saco la daga de su cinto y la mostro –Es bonita, quizás me la quede.


-Quizás te la arrebate de tus dedo muertos –Freya entrecerró los ojos


-Ah, los rencores del pasado –hizo una mueca y después sonrió –Y yo que esperaba que dejáramos las rencillas pasadas y nos divirtiéramos un poco.


-Ah, me divertiré, no lo dudes –y cansada de esperar, fue ella quien avanzo hacia él, sorprendiéndole.


-¡¡Vaya!! ¡Veo que has aprendido a usarla! –sonrió apartándose, no sin dificultad. Sostuvo con fuerza su espada y ataco, mientras que con la otra mano mantenía sujeta la daga –Lastima que tu padre no lo pueda ver ¿no?


-¡¡Cierra la boca!! –la furia se apodero de ella, mostrándose, atacándole repetidas veces, una y otra vez, mientras el repelía su ataque.


-Oh. ¿no me culparas a mi no? –y entonces ataco él, sus espadas chocaron y sus ojos se entrecerraron, mirándola fijamente –Fue tu culpa querida, el tuvo que defenderte ¿recuerdas? –sonrió fríamente –Le capturamos por ti, por protegerte a ti. –y lo consiguió, consigue llegar a su dolor para que su guardia bajara, fue entonces, cuando la daga corto sus ropas, logrando hacer brotar un hilo de sangre.


Ignorando el dolor que la atravesó, llevo la muñeca de él y la sujeto, golpeándole con la rodilla en el estomago, consiguiendo que la daga cayera al suelo. Tras el golpe se lanzo sobre ella y ambas espadas salieron disparadas, quedando a metros caídas en el suelo.


-¡¡Voy a terminar lo que empecé aquel dia preciosa!! –le sujeto los brazos, mientras se acomodaba sobre ella


-¡Y una mierda! –Freya alzo el rostro golpeándole con su frente en la de él, ignoro su propio dolor y libero una de sus manos, para lograr golpearle en la mandíbula. Consiguió escapar de debajo suya empujándole a un lado y se arrastro por la nieve.


-¡¡Maldita zorra!! –el la agarro por la pierna y tiro de ella. Freya se giro, alzando una pierna, golpeándole en la barbilla con el pie. El hilo de sangre salió de su boca y los ojos de él se llenaron de ira, tiro de ella aun con más fuerza y alzando el brazo le dio un puñetazo. -¡¡Se acabo el juego!! –alargo el brazo y tomo la daga, la agarro del cuello con una mano y la otra se alzo sujetando la hoja sobre ella, a unos centímetros de su pecho.


Fue en aquel instante, cuando escucho las pisadas, acercándose, Aclair, seguidos por sus hombres, se pararon a unos metros de ellos.



-¡¡No!! –Aclair apretó la mandíbula, tenso -¡¡Suéltala!!


El grito de él, fue seguido de un profundo aullido y ella supo que no estaba sola en esto.



-¡Ymosodiadau!   (ataca) –Su grito se alzo con fuerza e instantes después un rugido feroz llego desde el otro lado de los arboles. Mostrando sus feroces dientes un lobo totalmente blanco apareció de la nada y salto sobre él, atrapando la mano con sus colmillos.


-¡¡¡Ahh!!!! –grito mientras caía en la nieve con el lobo mordiendo su brazo.


Freya e incorporo, bajo la mirada sorprendida del clan MacCarty, se agacho y tomo su daga.


Los lobos fueron emergiendo en silencio, de forma calmada.


Aclair apretó su espada, dando un paso adelante y varios de los animales le miraron, gruñendo, mostrando sus colmillos.


-¡Dal! (Quietos) –Freya miro a esos lobos y de nuevo al que estaba mordiendo a su atacante. Los lobos se habían apostado, alrededor de ella como si la estuvieran protegiendo, como si la manada la siguiera a ella.


Era una imagen tan majestuosa que todos los observaron maravillados, incluido Aclair, cuyos ojos por primera vez en mucho tiempo, brillaron de expectación.


-Te dije que me divertiría –Freya se giro, dando la espalda al hombre -¡Yw eich! (Es vuestro)


El rugido de la manada atravesó el bosque mientras todos los lobos se abalanzaban sobre su presa y el gritaba suplicando por su vida.


-Es....-Quinsi la miraba con la boca abierta


-¿Estas bien? –Aclair la observo, alargo el brazo hacia ella y se tenso al oír un gruñido, bajo la vista, girando el rostro y vio al primer lobo, mirándole, mostrando los colmillos. Era tan magnifico, blanco como la misma nieve, con unos penetrantes ojos azules.


-Mae hyn i gyd ffrind da (Estoy bien amigo) –Freya alargo la mano hacia el y acaricio su cabeza, entonces el dejo de gruñir, pero no aparto la mirada de Aclair. –Dakgar –lo llamo por su nombre y el lobo alzo la cabeza hacia ella, mirándole –Mynd adref. (Regresa a casa) –y observo al animal adentrarse en el bosque, seguido por el resto de la manada. Entonces sus ojos se posaron en Aclair, noto el desconcierto en sus ojos, dudando si acercarse a ella. –He estado mejor –respondió a su pregunta, sonriendo levemente.


Y el suspiro aliviado, le tendió la mano y ella la tomo.


Se giraron y juntos se adentraron en el bosque, seguidos por su clan.




-Eran lobos –Jarter hablo en voz baja a Quinsi, con el ceño fruncido. -¿Los has visto?



-Si –Quinsi respondió, pensativo.









OS DEJO UNA FOTO DE DAKGAR,... EL LOBO DE FREYA

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