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Capitulo 17: Caza


Sintió los labios en su cuello, pequeños besos, esparcidos hasta su hombro, su gran mano en su cintura, viajando hacia su vientre, para subir a un pecho y entretenerse en su pezón.


Un leve suspiro salió de sus labios y sus ojos se abrieron.


La realidad de la situación la sorprendió.


Aun no habia amanecido, pero el estaba allí, en su cama, despertándola con caricias y besos.


Giro el rostro para mirarle y pudo ver el instante en que su lengua salía de entre sus labios para lamer su hombro, después sus dientes apretaron el mismo lugar, dejando una pequeña marca.


-¿Celebramos algo? –se sorprendió de lo suave que sonó su voz.


-Día de caza –Aclair sonrió levemente y giro el rostro para mirarla a los ojos, su mano dejo libre su pecho y bajo hasta su vientre, tiro de ella pegando su trasero a su ya excitado miembro.


-¿Te vas? –se removía al sentir los dedos de el, bajando por su vientre, hasta adentrarse entre sus muslos.


-Nos vamos –Aclair le hablo al oído, al tiempo que se adentraba despacio en ella, lentamente.


-¿Umh? –lo que quiso decir era ¿Qué?, pero la palabra no salió de sus labios, se mordió el labio inferior, sintiendo el calor que se propagaba en su vientre. Los dedos de el siguieron acariciándola, mientras se movía despacio y dificultaba que ella pudiera concentrarse. -¿Tu y tus hombres?


-Y tu –mordisqueo el lóbulo de la oreja –Vas a venir con nosotros, de caza. –y al decir eso se adentro en ella, provocando un gemido salir de su garganta.


Las palabras quedaron innecesarias.


Solo estaban ellos, sus gemidos y sus suspiros, mientras se entregaban al placer que cada vez ansiaban más a menudo.





Se sorprendió al abrir la puerta de la habitación y no ver a nadie vigilándola. Aclair se habia marchado unos minutos después de despertarla con toda la pasión posible. Y ella se habia levantado con una sonrisa instalada en sus labios, para vestirse.


Camino por el pasillo y cuando estaba llegando a la escalera se encontró de frente con Gaya. Un leve remordimiento se instalo en ella, incomoda al mirarla a la cara, sabiendo lo que sentía hacia Aclair, cuando el compartía su cama todas las noches.


-Buenos días –Gaya la saludo parándose junto a la escalera –Te has levantado temprano.


-Voy...-frunció el ceño levemente –Vamos de caza.


-¿Quieres decir tu? –Gaya la miro sorprendida -¿Con ellos?


-Si –resistió incomoda su mirada, hasta que ambas comenzaron a bajar las escaleras. -¿Y tu? ¿Qué haces despierta tan temprano?


-Voy a atender a una mujer en la aldea –Gaya se paro al final de las escaleras –Se ha puesto de parto.


-Espero que todo salga bien –le sonrió levemente y tras asentir, se dirigió a la puerta.


Al salir al exterior, el patio principal estaba lleno. Los guerreros organizaban sus cosas, guardando la flechas y preparando sus arcos.


-Supongo que sabes montar –Aclair la observo, desde debajo de los escalones y ella reprimió el impulso de bajar las escaleras corriendo para abalanzarse sobre él.


-Mejor que tu –le gusto ver como el sonreía ante su descaro.


-Lo veremos –alzando una ceja, se aparto hacia un lado, para que ella bajara.


Al terminar de bajar los escalones, se quedo parada junto a el y noto su calor envolvente, incomoda, le observo de reojo.


-Ten –Quinsi se acerco a ella, tendiéndole el arco.


El barullo del patio quedo sumergido en el silencio, todos posaron la vista en ella, como si evaluaran la situación. Como si esperaran tener que lanzarse sobre ella, para evitar que clavara una flecha en el pecho del Laird.


-¿Arcos? –Freya observo el artilugio y negó con la cabeza –No, gracias.


-¿Y entonces como piensas cazar? –Quinsi frunció el ceño


-Con una daga –y al responder, fue consciente de la tensión que rodeo a todos. Se giro hacia Aclair mirándole directamente a los ojos.


-¿Cazar solo con una daga? –Quinsi bajo el brazo que sostenía el arco


-Lo he hecho antes –y ella respondió, con la vista clavada en Aclair.



El se quedo allí, mirándola, ignorando la vista de todos sus hombres, puesta en ella. Entonces llevo la mano a su espalda, a la parte trasera de su cinto y saco una daga. La giro en su mano, haciendo que la hoja le apuntara a él y sujetándola por esta, se la tendió, ofreciéndole el mango.


Freya , sin dejar de mirarle directamente a los ojos, extendió la mano y tomo la empuñadura, cuando el aparto su mano, ella bajo la vista y sus ojos reflejaron sorpresa. Volvió a alzar la vista, a mirarle y el solo sonrió levemente y se giro hacia sus hombres.


-¡¡A los caballos!! –camino hacia su caballo -¡¡Es día de caza!!


-El suyo –Jarter se acerco a ella, sin mirarla directamente a la cara, tirando de las riendas del caballo.


Freya guardo la daga, su daga, aquella con la que habia herido a Aclair y acepto las riendas de su caballo para subirse a él.


Se mantuvo en silencio en el camino, observando como Aclair guiaba a sus hombres, como rastreaba a los animales, internándose en el bosque.


-No muerdo –hablo a Jarter, cuando consiguió que su caballo se parara junto a él –Por lo menos no mucho.


-Permite que lo dude –Jarter hizo una mueca y de repente la miro incomodo –Lo siento, no quería...


-¿Dar tu opinión? –lo miro de reojo y sonrió –Me gusta saber lo que opinan de mi la gente que me rodea.


-No es... no es agradable. –suspiro –Eres una mujer y yo... te golpee.


-Y yo a ti –lo miro un instante –De hecho hice más que golpearte.


-No, es... no es por ti –Jarter miro al frente –Me dijo que si me acercaba a ti, me arrancaría la cabeza.



No hubo más palabras, siguieron avanzando hasta que pararon los caballos al resguardo de algunos árboles. Para entonces la llovizna caía sobre ellos, mojando sus ropas, mientras la nieve se encargaba de lo propio con sus pies.


-¡¡Preparad vuestros arcos!! –Aclair tomo el suyo y se colgó las flechas a su espalda, camino hacia ella mirándola fijamente –Bien, ¿vas a enseñarme lo bien que cazas?


-Sera un placer –no se dio cuenta que se habia acercado a él para responder, tanto que sus labios casi se rozaban. La mano de el rozo su cintura y ella respiro aire profundamente.


El relinchar de un caballo les hizo darse cuenta de donde estaban y se apartaron. Entonces Freya camino hacia su caballo, se inclino y se quito las botas. Todos dejaron de moverse, de hacer lo que hacían para mirarla como si fuera lo más raro que habia en ese bosque. Y tenían razón.


Con las botas en su mano, sintió la fría nieve en sus pies y sonrió, era una maravillosa sensación. Guardo la bota en las alforjas y se giro hacia ellos, encontrándose con todas las miradas puesta en ella.


-¡¡Vamos!! –Aclair miro a todos indicando con la cabeza el bosque, para que se adentraran, después la miro a ella -¿Sabes rastrear? Si no, sígueme.


-Te rastree a ti, ¿recuerdas? –y camino ante él, adentrándose en el bosque.


El silencio sumergió el lugar, solo roto por las flechas volando hasta clavarse en los ciervos y jabalíes que encontraban.


Aclair procuraba tener siempre bajo su vista a Freya, aunque fuera en la distancia y ella era consciente de eso.


-¿Está seguro de haberle dado una daga? –Jarter la observo pensativo.


-Si fuera a matarme, lo habría hecho ya –Aclair lo miro


-¿A dónde va? –Quinsi avanzo un paso en dirección a ella


-Manteneos en silencio –Aclair entrecerró los ojos –Quiero ver esto.


Y obedecieron.


Todos siguieron a su Laird, o más bien a ella, que se adentro en el bosque, consciente de que la seguían, pero sumergida en sí misma.


Freya cerró los ojos un instante, escuchando a su alrededor, intentando ignorar las pisadas respiraciones de aquellos que la seguían. Se concentro en los sonidos del bosque y sonrió. Comenzó a caminar, despacio, observando el suelo, hasta encontrar las huellas que buscaba y entonces comenzó a correr.


-¡¡Se escapa...!! –Jarter la señalo un instante antes de que desapareciera tras varios árboles.


-¡Silencio! –Aclair le miro molesto. La siguió despacio, caminando tranquilamente, procurando silencio.


-Que ejemplar –Quinsi se paro junto a su Laird, tras unos arbustos, observando el magnífico ejemplar, que estaba parado a unos metros de ellos.


Jarter se apresuro a colocar una flecha en su arco, pero Aclair extendió el brazo y apoyo la mano en dicho arco, obligándole a bajarlo.


-Quiero ver esto –hablo en voz baja, con la atención puesta en el animal.


En ese instante apareció ella. Saltando desde detrás de unos arbustos, abalanzándose sobre el animal, con la daga sostenida en alto. En segundos la hoja se hundió en el cuello del ciervo y lo degolló.


-¡¡Ya podéis salir!! –Grito de pie, junto al cuerpo de su presa, con el charco de sangre extendiéndose sobre la blanca nieve, mientras limpiaba la daga en su pantalón.


Aclair camino hacia ella, tranquilamente, observándola maravillado.


-¡¡Suficiente por hoy!! –miro al animal y después a sus hombres -¡¡Llevarlo con las otras presas!!







Estaban sentados en un círculo, con una hoguera en el centro. Habían sacado la comida que llevaban y tras alimentarse y descansar, iniciarían el viaje de vuelta.




Aclair camino hacia Freya, se sentó a su lado y le tendió un plato, con algo de carne fría y pan y una taza de café.


-Gracias –tomo el plato y lo dejo sobre sus piernas, llevo la humeante bebida a sus labios.


-¿Es así como cazabas con ellos? –Aclair la observo, bebiendo su propio café.


-No habia otra forma –tomo un pedazo de carne y lo llevo a la boca. –Les he oído.


-¿A? –Aclair llevo los dedos al plato de ella y tomo un trozo de carne, para comérselo.


-A tus hombres –lo miro –La señora del Hielo, la mujer del Invencible... ¿olvido alguno?


-No –la miro fijamente –Les sorprendes y a mí también.


-Me consideran tuya –su mano sujeto la taza con fuerza.


-Porque eres mia –y Aclair se levanto y apurando su café, camino hacia sus hombres.


-No. No lo soy. –y esa realidad pareció dolerle.


-¡¡Nos vamos!! –Aclair camino hacia su caballo.



Freya apuro su café y se incorporo, tendió su plato a Quinsi que le sonrió como respuesta, después camino hacia el Invencible.


-Toma –se paro tras él, tendiéndole la daga.


Aclair se giro y miro su mano, después alzo la vista hacia su rostro, a sus ojos.


-Es tuya –la miro fijamente


-¿No temes que la use contra ti? –Freya entrecerró los ojos.



El dio un paso hacia ella, hasta que la punta de la daga quedo apoyada en su estomago. Permaneció ahí, esperando unos minutos, hasta que ella bajo el brazo y guardo la daga en su cinto, fue a girarse para dirigirse a su caballo y entonces él la agarro de la muñeca y tiro de ella, su brazo rodeo su cintura y sus labios se apoderaron de su boca. 

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