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Capitulo 16: Un premio


La tormenta que se habia desatado durante la plena madrugada, la habia despertado, sintiendo el frio a su alrededor, adentrándose en la habitación, después de que el viento abriera la ventana, haciendo golpear esta con la pared.


Recordaba haber cerrado los ojos, sintiendo aun el peso del cuerpo de Aclair sobre el de ella, su inmenso calor rodearla, su respiración acelerada en el cuello.


Y al abrir los ojos, la oscuridad la habia rodeado, el frio penetraba con brusquedad en la habitación y estaba sola, completamente sola.


Cuando el golpeteo de la ventana con la pared la había sobresaltado, había saltado de la cama, completamente desnuda, para llegar hasta ella y cerrarla. Pero no la cerro, permaneció allí, ante la ventana abierta, sintiendo el frío golpearla, la lluvia adentrarse y el cielo iluminarse con los rayos.


Bajo aquella desolación en la que se había convertido la noche, estaban las montañas, aquellas que habían sido su hogar durante tantos años. Allí, bajo aquella fría lluvia, estaban los suyos. Y allí debería estar ella, cuidándolos.


Sus manos se aferraron al alfeizar de la ventana, con fuerza, hasta que sus nudillos prácticamente se pusieron blancos. La necesidad de atravesar el castillo, salir de allí y correr por el campo hasta llegar hasta ellos, se instalo en lo más profundo de su ser.


Pero no podía, no podía escapar, no podía arriesgarse.


Marcharse, significaba arriesgarlo todo. Que Aclair la persiguiera y los encontrara, que averiguara quien era ella. Y aun no sabía si podía confiar en él.


Ellos estaban allí, protegidos, escondidos.


Puede que Aclair no fuera tan cruel como su hermano, que él no fuera el culpable de las matanzas, de la destrucción, pero este era su clan y su gente lo odiaba, odiaba al clan del Hielo, con todo el derecho a hacerlo. Y también estaba lo que ellos habían hecho, en defensa propia, por venganza, por las razones que fueran, habían luchado contra los guerreros del clan MacCarty, les habían herido, atacado.


Cerro la ventana con fuerza, consiguiendo aislarse así de la tormenta, pero ya no podía aislarse de sí misma, de los recuerdos, del pasado.





-¡¡¡Meted los caballos en lo más profundo de la cueva!! –grito mientras tiraba de las riendas de uno con fuerza, tratando de guiarlo hasta la cueva -¡¡¡Ethan!!! ¡¡Procura que no se apague el fuego del interior de la cueva!!!


El viento era demasiado fuerte y ni siquiera el amparo de las cuevas de piedra podía protegerles, el agua se adentraba al interior, golpeándoles.


Consiguió obligar al caballo a entrar en la otra cueva y dio órdenes a los hombres que se encontraban en el interior de esta, para que permanecieran allí, vigilando a los caballos, procurando que no se marcharan asustados.


-¡¡Vamos a la otra cueva!! –Ethan la sujeto del brazo, ayudándola a caminar contra el viento, saliendo de esa cueva para dirigirse a la otra.


-¡¡¿Están todos dentro?!!-aparto el pelo de su cara, pero pronto este estuvo de nuevo pegado a su rostro, empapado.


-¡Si! ¡Venga! –Ethan tiro de ella hacia la cueva


-¡¡Espera!! –grito, parándose, mirando a través del agua turbia, a una zona de arbustos, donde un movimiento llamo su atención -¡¡Allí!!


-¡¿Qué?! –Ethan llevo la mano a su freten, tratando de apartar el agua de sus ojos para poder ver bien -¡¡Yo no veo nada!! ¡¡Vamos dentro antes de que nos caiga un rayo!!


-¡¡Es una niña!! –se soltó del agarre de él y comenzó a correr, luchando con todas sus fuerzas, contra el fuerte viento.


-¡¡Frey!! ¡¡¿Dónde vas?!! –dio varios pasos tras ella -¡¡Maldita sea!!¡Tenemos que resguardarnos!


-¡¡Ve dentro con los demás!!¡¡Ahora voy!! –giro el rostro para mirarle, aun caminando en dirección a los arbustos -¡¡Ve!!¡¡Es una orden!! –y tras ver que habia logrado que él le obedeciera siguió su camino. Cuando consiguió llegar al arbusto, limpio su rostro, y adentro los brazos tras el arbusto, apartando las ramas. Y allí, tras las ojos, habia un niño, de unos cinco años, llorando, abrazándose a sí mismo. –Tranquilo –se arrodillo junto al pequeño y lo rodeo con sus brazos –Todo va a estar bien, es solo una tormenta, pasara. –el pequeño escondió el rostro en su pecho, queriendo esconderse del sonido espeluznante de los truenos, que retumbaba en el bosque. Observo a su alrededor, el viento era tan fuerte que un árbol termino derribado en el suelo, ante ellos, dificultando el paso hasta la cueva. Le quedo claro que no podría atravesar de nuevo el camino, no con el pequeño en brazos. Entonces opto por su única opción, se arrincono contra el arbusto, apretó al pequeño contra ella y lo protegió, lo protegió con su cuerpo, del frio y del agua.



La tormenta amaino, habia anochecido, haciendo que la oscuridad los rodeara. Sintió el frio en su cuerpo, tiritando ante él, apretando los dientes con fuerza. Quiso levantarse, pero le fallaban las fuerzas.



-¡¡Muchacha estúpida!! ¡¿Cuándo vas a comprender que tu eres la más importante?!- Allan llego hasta ella, arrodillándose a su lado y cargándola en sus brazos -¡¡Estas helada!!


-El ni...niñooo –Freya se acurruco contra su pecho, buscando su calor.


-Está bien, Ethan se encarga de el –la observo, preocupado y suspiro –Tu eres lo más importante Freya, tu. No debes ponerte en peligro.






-¿Freya? –Dareck la observaba preocupado, incomodo, se acerco ella –Freya –al ver que no respondía, coloco la mano en su hombro.


Sobresaltada, abrió los ojos, tomando la muñeca de la mano que acababa de poyarse en su hombro y girándola bruscamente.


-¡¡Soy yo!! ¡¡Soy yo!! –Dareck grito cuando quedo arrodillado con el brazo sujeto tras la espalda.


-Dareck –Freya lo observo unos instantes, entonces le soltó –Lo siento... -se incorporo, sujetando la sabana contra su cuerpo.


-Te he llamado pero no te despertabas –el desvió la vista hacia otro lugar –Me he preocupado al ver la hora que era y no te habías despertado y entonces entre y te vi ahí...


-Estoy bien –camino hacia la cama, sujetando con una mano la sabana y llevando la otra a su cuello, para masajearlo.


Anoche, escuchando la tormenta y sintiendo como los recuerdos la apresaban, habia terminado allí, acurrucada en el suelo, contra la pared bajo la ventana, envuelta en la sabana.


-Te dejare sola para que te arregles –Dareck salió de la habitación, cerrando la puerta con cuidado.








Los gritos se ensalzaban sobre el sonido de las espadas chocando. El aire frio no impedía que el sudor, cubriera sus rostros y sus torsos desnudos, mientras entrenaban.


Aun así, el único torso que ella no podía dejar de mirar era el de él, como si la hubiera hipnotizado, haciéndole recordar cuando sus manos lo habían tocado, acariciado, cuando habia sentido esa fuerza contra su piel.


-¡¡Siguiente!! –Aclair observo a Quinsi, tirando en el suelo, respirando con dificultad. Le tendió la mano ayudándole a levantarse y asintió. Miro a su alrededor.


-Soy el ultimo –Quinsi guardo su espada y suspiro estirándose.


-¿Qué tal yo? –llamando la atención de todos, Freya dio un paso adelante, en dirección a Aclair, con la barbilla en alto y decidida.


-¿Tu? –la miro, de arriba abajo, sus ojos se volvieron voraces -¿Quieres entrenar conmigo?


-Quiero darte una paliza –sonrió levemente, al ver la sorpresa en su rostro -¿Dudas que pueda?


-Oh no, no lo dudo –y el la miro fijamente, haciéndole saber que se estaba refiriendo a otro tipo de ejercicio, que dejaba a ambos agotados. –Dareck, dale tu espada.


Dareck frunció el ceño unos segundos, finalmente, saco su espada del cinto y se la tendió, ella la tomo y camino hacia Aclair.


-No te saldrá gratis –Aclair comenzó a situarse, sus piernas abiertas, sosteniendo la espada y mirándola fijamente –Si gano, quiero un premio.


-¿Y si gano yo? –Freya alzo una ceja, parándose ante él.


-El premio será tuyo –y el esquivo sorprendido el ataque de ella, miro al resto que observaba expectante y sonrió -¡¡Se acabo el entrenamiento!!


-¡Ya habéis oído! –Dareck, comprendiendo que quería que todos se marcharan, siguió a los hombres, dejándoles solos.


-No está mal –la observo a los ojos, mientras la atacaba y ella lograba detener tu ataque


-Se me dan mejor las dagas –sonrió, empujando su espada y apartándole así de ella, se movió en cirulos, ante él.


-Con una espada es más fácil defenderte –Aclair la ataco y ella se giro hacia un lado, logrando esquivar la espada.


-Eso si tienes una –fue ella entonces la que le ataco –No es tan fácil conseguir espadas en mitad de un bosque.


-Sin embargo estoy seguro de que os las arreglasteis para conseguirlas –intercepto el ataque con la espada y se aparto haciéndola caer hacia delante.


-Por supuesto –y su rostro reflejo una mueca por un leve instante, como si hubiera pensado responder algo mas, pero finalmente opto por callar.


Entonces él se acerco, alzo la espada sobre ella y cuando bajo, Freya paro su golpe, pero entonces el alargo su brazo y la golpeo en la cadera, haciéndola balancearse, la agarro por la muñeca y arrebatándole la espada para lanzarla a otro lado, la empujo contra el tronco de un árbol y coloco la hoja de su espada en su cuello.


-Hora de reclamar mi premio –y antes de que ella reaccionara, su boca estaba sobre la de ella. Aun con la hoja pegada a su cuello, sus labios se movieron, incitándola a abrirlos, para al fin, poder adentrar la lengua en su boca y saborearla.


Segundos después, el rostro de él se alejo unos centímetros, sus ojos habían cambiado, del frio calculo a un ardiente deseo. Incitándole de forma inconsciente, Freya paso la lengua por sus labios, que de repente sentía tan secos.


Un gemido salió de la garganta de él, como si le doliera, aparto la espada y lanzo esta al suelo y sus manos volaron a su cintura, clavándose allí, como si quisiera demostrarle que ese era su lugar, mientras sus labios volvían apoderarse de los de ella.


El beso que empezó lento, se volvió agresivo, desesperado, como si fuera una lucha entre ambos. Las manos de Freya recorrieron el torso desnudo de él, hasta llegar a su vientre y con osadía, se aventuro dentro del pantalón. Se sintió poderosa en sobremanera, cuando le rodeo con su mano, y el gimió, apartándose de su boca, apoyando la frente contra la de ella, con los ojos cerrados y los labios apretados con fuerza.


Se mordió el labio, mientras su mano le acariciaba, sintiendo aquella piel aterciopelada, en sus dedos firmes, que le sujetaban con decisión y se movían despacio, torturándolo.


-Ah Freya –su voz sonó tan débil, que pensó que lo habia derrotado, pero no podía estar más equivocada. Habia despertado a la bestia, a un lujurioso anima.


Aclair abrió los ojos, la miro profundamente, sus manos sujetaron los brazos de ella y la giro, tomo sus manos y la obligo a apoyarlas en el tronco. Antes de poder reaccionar, los labios de el lamian y mordisqueaban su cuello, mientras sus manos bajaban acariciando su pecho, hasta llegar a la cadera. Desato el nudo del pantalón, y bajo este.


El frio golpeo las nalgas de Freya, pero antes de poder sentirlo al completo, el calor de la piel de el, la cubrió. La mano de Aclair se poso en el vientre de ella, empujando, obligándola a inclinarse hacia delante y de una sola estocada, se adentro en ella.


El leve grito quedo retenido en la garganta de ella, que alzo el rostro al cielo, cerrando los ojos con fuerza. Le sintió, entrando y saliendo de ella, con fuerza, mientras sus manos se aferraban a su cintura y su rostro se escondía en su cuello, con su respiración rozando su piel.


Freya se sujeto al árbol con fuerza, pero le parecía insuficiente, todo daba vueltas a su alrededor, mientras el placer se adentraba en ella, recorriéndola por completo. Sus dedos se clavaron en la corteza, giro el rostro hacia él, para mirarle y le pareció maravilloso. Un animal salvaje, poseyéndola, como si no existiera nada mas en ese momento. Aparto una mano del tronco y la llevo hacia atrás, hacia el cuello de él, sujetándose a él. Al sentir el roce de su mano, Aclair la miro y en un último instante, sus labios se unieron, en un beso voraz, mientras consumían el grito de placer del otro.


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