Capitulo 12: No voy a irme
No supo en qué momento de la noche se había dormido, pero no debió ser hacia mucho, pues aun notaba la humedad del paso de las lagrimas por su rostro. Se despertó al oír el sonido de la puerta abrirse y se sorprendió al ver a una de las sirvientas, con una bandeja con el desayuno. La misma que le dijo, que en breve subirían la bañera para que pudiera tomar un baño caliente.
Desayuno, descubriendo en el momento en que probo la fruta, que tenía bastante hambre. Después se quito la ropa sucia, aquel vestido con el que había intentado escapar y se cubrió con una de las batas.
Cuando se sumergió en el agua caliente de la bañera, sintió los rastros de su intento de huida, de su lucha con el Invencible y del desenlace de aquello. La molestia que sentía entre sus piernas, se clamo con el agua caliente. Cerrando los ojos, apoyo la cabeza en el filo de la bañera y suspiro.
Una vez vestida, se quedo sentada en la cama, observando la puerta.
No había escuchado la cerradura, ni cuando le habían traído el desayuno, ni la bañera, ni cuando se habían marchado.
Se levanto y camino hacia allí despacio, su mano descanso en la manivela de la puerta y tras unos segundos la giro.
Y la puerta se abrió.
Frunció el ceño, miro al frente y vio a Dareck, observándola.
-No está cerrada –lo miro fijamente
-No, no lo está –el sonrió levemente
Entonces ella se quedo pensativa y la culpabilidad la asalto, se mordió el labio.
-¿Dónde está Gaya? –la capa, Aclair había encontrado la capa y estaba segura de que sabría de quien era.
-En estos momentos ...-Dareck suspiro –Debe estar hablando con el Laird, en la sala. –al escucharle, salió de la habitación, dispuesta a dirigirse hacia allí, pero él la sujeto del brazo –No creo que sea buena idea.
-Tengo que ir ...-lo miro -Lo sabes.
Y tras unos segundos, Dareck asintió y camino tras ella por el pasillo.
Escuchaba sus voces, desde antes de terminar de bajar las escaleras. Bajo el último escalón y se acerco a la puerta, se inclino hacia delante, levemente y les vio. Giro el rostro hacia Dareck, que permanecía junto a las escaleras, rascándose la cabeza incomodo.
-Márchate –le hablo en voz baja, sonriendo.
-No, se... -el frunció el ceño
-No voy a escaparme –rodo los ojos –Y no creo que a tu Laird, le guste saber que has escuchado su conversación.
Observo cómo se alejaba Dareck y después volvió su atención a la conversación que estaba teniendo lugar en el interior de la sala.
-¡¡La ayudaste!! –Aclair lanzo la capa al suelo, a los pies de ella. -¡¡La ayudaste a escapar y no lo niegues!!
-No lo niego –Gaya miro su capa y después fijo la vista en el –Si, lo hice.
-¿Por qué? –apretó la mandíbula
-Porque la tenias aquí retenida, en contra de su voluntad –Gaya lo miro a los ojos –Tu nunca has sido así...
-¿Y tenias que entrometerte? –el entrecerró los ojos –Porque no recuerdo que interfirieras en nada que mi hermano hiciera.
-Porque no podía, lo sabes –las lagrimas acudieron a los ojos –No es justo..
-¡No!¡No es justo!¡La vida no es justa! –Camino hacia ella, furioso -¡Pero eso tu ya lo sabes!
-Nunca vas a perdonarme .... –las lagrimas bajaron por sus mejillas –Yo te quería Aclair, pero no estabas y pensaba que nunca volverías. Si tan solo hubieras regresado antes....
-Si hubiera regresado antes ¿Qué? –el negó con la cabeza –No te hubieras casado con mi hermano y lo hubieras hecho conmigo. ¿Es eso?
-Puedes odiarme, puedes culparme de lo que quieras, pero no puedes actuar como él, tú no eres el –tomo la capa del suelo, apretándola con fuerza entre sus manos –Todos cometemos errores Aclair, no conviertas tu decisión con respecto a ella, en un error. –y se giro y salió por la otra puerta de la sala.
Freya se quedo allí, tras la puerta, escuchando el silencio que había inundado la sala. Pero en su mente, la conversación que había oído se repetía. Sabía que Aclair había estado secuestrado, pero no había pensado en el resto. Ahora comprendía tanto. El había vuelto y ya nada estaba. La mujer a la que quería se había casado con su hermano, Draco, que ahora era el Laird, su padre había muerto, y la destrucción azotaba sus tierras, guiada por la única familia que le quedaba.
Aclair había vuelto a un lugar que ya no era su casa, había perdido todo.
Avanzo hacia delante y se paro en la puerta. Le vio, espaldas a ella, parado de espaldas.
-Yo se lo pedí –cuando hablo, el se giro hacia ella rápidamente. Se sintió nerviosa al cruzarse con su mirada –La utilice –admitirlo, hizo que la culpa se instalara en ella –Utilice su amor por ti, para que me ayudara a alejarme.
Aclair la observo, en silencio, de una forma intensa.
-¿Cómo te sientes? –había algo diferente, en su forma de mirarla, en su forma de hablarle -¿te sentó bien el baño?
-No estamos hablando de mi baño –camino hacia el, despacio, manteniéndole la mirada.
-Es lo único que me interesa ahora –la voz de el sonó ronca, contenida. -¿Te duele?
-Estoy bien –se paro muy cerca, se quedo pensativa unos segundos –Fuiste tú, tu le mataste.
Y supo que así era, al ver como él se tensaba.
-Eso no importa –Apretó la mandíbula
-A mi si me importa –y sorprendidose a ella misma, alzo la mano y la poso en su mejilla –Mataste al hombre que mato a tu padre.
-Eso no cambia nada Freya –el coloco la manos sobre la de ella, sujetándola contra su mejilla y mirándola fijamente –Estuve a su lado, meses, mientras mataba, destruía...
-Eso no te convierte en el –se acerco mas, sintiendo la respiración de él, sobre su rostro –No eres el.
-Pero tampoco soy bueno Freya, no te mientas –aparto su mano, pero no la soltó, la sujeto con fuerza –No volverás a escaparate –su brazo rodeo la cintura de ella, pegándola contra su pecho, sus labios rozaron su boca, levemente –Si vuelves a intentarlo, los encontrare y los matare, uno a uno.
-No lo hare –le sostuvo la mirada –No voy a escaparme.
Y él se apodero de sus labios, en un beso voraz, intenso, cargado de necesidad, de ansiedad.
La empujo, a través de la habitación, hasta llegar a la pared, apoyándola en esta, encerrándola con su cuerpo.
Temiendo no poder mantenerse en pie, Freya se sujeto a sus hombros, con fuerza, como si así pudiera asegurarse de que no se alejaba de ella.
-Aclair –susurro su nombre, quería decirle, recordarle donde estaban.
-Tranquila –el acerco los labios a su oreja, susurrando –No voy a hacerte daño, se que estas dolorida –mientras hablaba su mano subía por su pierna, levantando el vestido, hasta parar en su muslo. Recorrió este con los dedos, hasta llegar a su interior –No quiero hacerte sentir dolor, pero si placer –le mordió el lóbulo de la oreja y ella se apretó contra la pared respirando acelerada –Quiero que recuerdes todo el placer que puedo darte – y bajo los labios a su cuello, al tiempo que sus dedos acariciaban su intimidad.
Clavo los dedos en sus músculos, mordiéndose los labios, tratando de evitar gritar. Cerró los ojos con fuerza, mientras sentía la oleada de placer recorrerla. Alzo el rostro al techo y un gemido salió de su boca. Quería pedirle, pedirle que parara, que tuviera piedad de ella, pero no conseguía hablar, o no quería, en el fondo, no quería.
Sus labios se abrieron, involuntariamente, cuando el relámpago de placer atravesó su vientre llegando a lo más profundo de su ser. Pero su grito quedo silenciado, por los labios hambrientos del Invencible.
Y la calma, se apodero de ella, dejándola exhausta. Sintió como él la sujetaba y entonces fue consciente de que sus piernas no la retenían. Abrió los ojos y le vio, vio el hambre que se reflejaba en sus pupilas, el ansia, en su mandíbula apretada.
-Yo...-hablo en voz baja, pero realmente no sabía que quería decir.
-Tengo que irme –Aclair volvió a besarla, en esta ocasión lentamente, despacio –Tenemos que ir a cazar, volveremos mañana. –la estaba informando, le estaba diciendo que no estaría aquí esta noche. La miro a los ojos –Dareck se quedara –se aparto de ella, soltándola lentamente, como si estuviera comprobando que podía sostenerse sola. Entonces se giro y camino hacia la puerta, antes de salir se paro y la miro, una leve sonrisa apareció en su rostro –Procura no herir a ninguno de mis hombres.
Una broma, Aclair acababa de bromear.
Después de haberla.... tocado, de esa manera.
Llevo la mano a su garganta, tratando de tragar saliva, pero estaba seca, sentía la boca seca.
Cuando al fin comprobó que podía caminar, salió de la sala y se paro ante las escaleras, miro a su alrededor frunciendo el ceño. Finalmente subió los escalones y cuando llego al pasillo le vio, parado ante la puerta.
-¿Me estabas esperando? –se acerco a él, sonriendo levemente.
-Bueno –Dareck le correspondió la sonrisa –No sabía muy bien donde esperarte ...
-Para vigilarme... claro ...-vio como el se movía incomodo –Dareck, yo, siento lo de la cabeza. No quería hacerte daño.
-Lo único que esta algo dañado es mi orgullo –el suspiro –Todos te tememos, no sabemos cómo acabaremos cuando estas cerca.
-Podéis consideraros hombres con suerte, créeme –quiso bromear, pero sonó más serio de la cuenta. Entro a la habitación cerrando la puerta tras ella y se acerco a la ventana, observo a Aclair salir con sus guerreros, montados sobre sus caballos.
-Otro –Ethan la observo acercarse y sonrió.
-¿Decías? –alzo una ceja, al tiempo que dejaba el ciervo muerto , a los pies de él.
-Vale, me has ganado –Ethan suspiro, alzando ambas manos. Entonces frunció el ceño -¿Estas descalza?
-¿Cómo crees que consigo acercarme tanto? –ella se encogió de hombros
-Por Dios, puedes hacerte daño –señalo a los animales que habían logrado cazar hoy –Puedes usar las flechas y no tienes que acercarte.
-Pero resulta, que a mí, no se me da bien el arco – saco la daga de su cinto y la mostro –y si la daga.
Un grito resonó en el bosque y ambos se quedaron quietos por un instante.
Entonces Freya se giro y comenzó a correr.
-¡¡Frey!! ¡¡Mierda!! –El la siguió, molesto -¡¡Nos verán!!
Pero a ella no le importaba, no que los vieran, que los descubrieran.
Y cuando llego al lugar y vio a esos hombres, despojando a una chica, apenas una niña, de sus ropas, tocándola descaradamente, golpeándola, mientras ella gritaba, pidiendo que la dejaran, supo, que ahora sí, estaba de caza.
Como una fiera salto ante ellos, lanzando una de sus dagas a uno, clavándola en su pecho, al tiempo que con la otra se lanzaba por otro, esquivo un golpe de él y se inclino a un lado, lo agarro del brazo y le golpeo en la rodilla, obligándolo a caer ante ella, entonces le clavo la daga por la espalda.
Se giro al tiempo que veía la espada sobre ella, a punto de caer.
Pero una flecha atravesó el estomago de este, la espada cayó hacia atrás y el cayó de rodillas, ante ella, mirándola.
-Sois monstruos –arrancando la daga del cuerpo del otro individuo, rodeo a este y colocándose detrás, la poso en su cuello y lo corto. La sangre broto con fuerza y él se desplomo, ante ella.
Ethan se acerco a ella corriendo, sosteniendo el arco, sujeto en su mano.
-Tranquila –Freya guardo su daga y se acerco a la chica, tendiéndole las manos –No vamos a hacerte daño. ¿Cómo te llamas?
-A...Anein –ella, abrazándose a sí misma, con las lagrimas en su rostro la miro asustada.
-Ya estas a salvo Anein –Freya la abrazo, pegándola a su pecho -¿Dónde vives? ¿y tu familia?
-Los han matado –y el llanto de la chica aumento –No tengo a donde ir.
-Tranquila –Freya miro a Ethan y este asintió –Vas a estar bien.
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