Era uno de los pocos momentos de paz que tenia.
Lejos de los guerreros, de las mujeres, de los niños. Lejos incluso de ella misma.
Era el único instante en el que se permitía relajarse, no al completo, pues siempre tenía ese miedo, esa sensación de vacío que la acompañaba. Cuando se sumergía en el agua helada, sin sentir si quiera el frio y los recuerdos de todo lo vivido llegaban a ella, haciendo incluso que a veces liberara sus lagrimas allí, a solas, en las frías aguas.
Gimió levemente al girar su cuerpo, observo su piel, los moratones que se extendían por todo su cuerpo. Las marcas de su esfuerzo, de su lucha constante. De su entrenamiento, en el que ponía todo su empeño.
Salió del lago, sintiendo como el agua resbalaba por su piel. Suspiro al contacto de la leve brisa y se acerco a su ropa. Estaba terminando de vestirse, cuando un hombre salió de los arboles de alrededor.
-No te molestes en seguir preciosa –la miro de arriba abajo, sonriendo –No necesitas tanta ropa
Lo miro, fijamente. Era un MacCarty.
-Eres una rebelde ¿no? –Otro salió por el otro lado, sonriendo –Mira que suerte la nuestra.
Bajo la vista al suelo, viendo la daga bajo su chaleco, en el suelo. Comenzó a inclinarse pero el que habia aparecido el ultimo se abalanzo sobre ella, agarrándola bruscamente.
-¡Ni se te ocurra bonita! –se libro de su agarre dándole una patada en el estomago, pero gimiendo de dolor el la agarro por los pelos -¡Maldita puta!
-¡Vamos a tener que enseñarle modales! –el otro se acerco, sonriendo con maldad.
-¡Toda tuya! –y el la empujo hacia los brazos del otro, que la agarro con fuerza, al tiempo que tiraba de su camisa desgarrándola
-¡¡No me toques!! –con el codo le golpeo en la cara, consiguiendo partirle la nariz. Y quejándose el la tiro hacia el otro.
-¡¡Zorra!! ¡¡Esto te va a costar caro!!- . Y quejándose el la tiro hacia el otro.
-¡Voy a domarte salvaje! –el otro la agarro por el cuello y golpeándola en el estomago consiguió tirarla al suelo, en cuestión de segundos estuvo sobre ella. Intentando sujetar sus manos mientras Freya lo golpeaba y arañaba -¡¡Ve a vigilar!!
-¡¡Deja un poco para mí!! –el otro se dirigió a los arboles, dándoles la espalda
-Lo vas a disfrutar preciosa, ya verás –la golpeo en el rostro y consiguió sujetar sus manos, por encima de su cabeza con una mano, mientras con la otra comenzaba a abrir su pantalón –Ropa de hombre –sonrió tirando del pantalón.
Freya apretó los labios y se mantuvo muy quieta.
-Así me gusta, buena chica –hablo con el rostro escondido en su cuello, besándoselo.
Aguantando el asco que sentía, siguió allí, tirada en el suelo bajo el, esperando. Y el momento llego, se habia relajado tanto que libero sus manos, para poder tocarla más fácilmente. Su rostro girado sobre la tierra, con la vista fija en su daga. Movió su brazo, despacio, deslizándolo sobre la tierra, hasta poder llegar a ella. Con la misma delicadeza la saco del cinto y en unos segundos, la habia clavado en el estomago de aquel hombre. Cerró los ojos, con fuerza y le aparto, dejándole caer a su lado.
-¡¡Date prisa!! –el otro gritaba, parado de espaldas a ellos, observando hacia los arboles.
Se levanto, arranco la daga del estomago del hombre al que acababa de matar y camino silenciosamente hacia el otro. No le dio tiempo para que reaccionara, se lanzo sobre él, situando la daga en su cuello y esta corto su piel, haciendo que la sangre brotara en cantidad. Y se desplomo, de rodillas, para terminar acostado en el suelo, sobre un charco de su propia sangre.
El grito salió de su garganta, al tiempo que se incorporaba en la cama, empapada en sudor, con su respiración acelerada y sus manos temblando. Se arrastro por el colchón, mirando a su alrededor, esperando ver a un enemigo, se deslizo por la cama hasta quedar en el suelo, sentada en el frio suelo, con las rodillas pegadas a su estomago y abrazándolas.
La puerta se abrió rápidamente y Dareck, sosteniendo una vela apareció, con la espada en su otra mano. La vio en el suelo y frunció el ceño, incomodo guardo su espada.
-¿Estas bien? –dio un paso hacia ella
-Si –respondió bruscamente, sin mirarle. Mantenia los ojos cerrados, concentrándose en calmar su respiración. –Vete, estoy bien.
-Yo...-el alargo el brazo, con intención de acercarse, pero dudo.
-Estoy acostumbrada –alzo la mano hacia él, pidiéndole que no se acercara –Vete –alzo la vista y le miro, vio la preocupación en su rostro y sonrió levemente –Estaré bien, ve.
-Si necesitas algo ...-Dareck la miro unos segundos, finalmente salió cerrando la puerta.
Cerró los ojos con fuerza, se apoyo contra la cama y alzo su rostro al techo, mientras las lagrimas se deslizaban por sus mejillas.
-¡¿A dónde vas?! –Quinsi corrió hacia ella, mirándola preocupado
-¿A pasear? –frunció el ceño -¿es eso lo que se me permite no?
-Si –se rasco la cabeza nervioso –Pero... ¿por aquí?
-¿Por qué no? –lo miro confundida y volvió a fijar la vista en el lugar.
-Bueno da al patio trasero –Quinsi se encogió de hombros –Hay solo está el pozo y el lugar donde las mujeres lavan la ropa.
-Entonces no hay peligro de pasear por allí –le sonrió dulcemente
-Vamos –el suspiro y comenzó a caminar junto a ella
Caminaron en silencio, el uno junto al otro, el mirándola de reojo, ella con la vista al frente, esperando encontrar su objetivo. Si, no habia ido allí a pasear.
-Señora –una mujer se paro ante ella, con una cesta de ropa en su mano -¿Necesita algo?
-Solo estamos paseando –Quinsi miro a Freya incomodo
-Ah, claro –la mujer asintió y se marcho con la cesta de ropa
-Señora –Freya la observo alejarse y después le miro a él -¿Por qué me tratan con tanto respeto?
-El Laird lo ha ordenado así –la miro unos segundos, como si esperara que ella comprendiera, al ver que no, se rasco la barbilla –Eres su compañera.
-¿Su..? –sus ojos se abrieron, mirando a aquel guerrero, que parecía tan incomodo como ella con lo que estaban hablando.
-¿Freya? –Gaya camino hacia ellos, mirándola confundida -¿Qué haces por aquí?
-Dando un paseo –se giro para mirarla, dando la espalda a Quinsi -¿Crees que podríamos hablar unos minutos?
-No se....-Gaya observo al guerrero, que frunció el ceño. Finalmente asintió –Quinsi, seguramente no quieras oír una conversación entre mujeres. ¿Por qué no esperas a las afueras del patio?
-¿Eh? Si –El asintió y se marcho claramente aliviado de poder alejarse.
-Eres lista –Gaya fijo la vista en ella y sonrió –Has esperado a que Dareck no te estuviera acompañando para acercarte a mí.
-SI por acompañar te refieres a vigilar, si –Freya camino hacia ella, mirándola fijamente. –Le quieres
-Y tu le odias –frunció el ceño unos segundos –O no. ¿Le odias Freya? –espero y al ver que ella se mantenía en silencio sonrió –Hasta ahora estas manejando todo esto muy bien. –suspiro, caminando por el patio pensativa –Cada vez que estas con el discutes, lo sacas de sus casillas y así logras que no se acerque a ti en varios días. Lo mantienes alejado, de ti. –se par ante ella, cerca –Pero no funcionara siempre.
-Por eso te necesito a ti –Freya la miro a los ojos, con seguridad –tu me ayudaras.
-¿Y por qué estas tan segura? –frunció el ceño
-Porque tienes un buen corazón. Porque sabes que no es justo que me tenga aquí retenida, porque sabes que mi ira hacia vosotros está justificada, porque puedes llegar a comprender mi dolor –sonrió con cierta ironía –Y si no es por todo eso, es porque le quieres. Le quieres y las mujeres hacemos cualquier cosa, por lograr nuestro objetivo. –Dio un paso hacia ella –Ayúdame a escapar, ayúdame a alejarme de él y lucha por tenerle.
-No es tan sencillo –Gaya le mantuvo la mirada.
-¡¡¡Otra vez!!! –El invencible se paseo por el patio, rodeando a las parejas de guerreros que luchaban cuerpo a cuerpo -¡¡¡Vamos!!!
-¿Podemos hablar? –Dareck camino tras él, suspirando
-No –Aclair respondió sin mirarle, después fijo la vista en uno de sus guerreros -¡¡Alza más los puños!!
-Tiene pesadillas –Dareck hablo y observo como su Laird se giraba hacia el –No sé qué paso la otra noche, ni que te dijo para que estés... así. Pero pensé que te gustaría saberlo.
-¿La escuchaste? –Aclair apretó los puños
-Escuche sus gritos y pensé que pasaba algo, entre –lo miro a los ojos –Estaba tirada en el suelo, temblaba, vi sus lagrimas.- su expresión se lleno de admiración –Y aun así, me dijo que estaba bien y que me marchara. –apretó la mandíbula –No sé que le hicieron, pero....-y de repente su Laird se giro y camino totalmente furioso por el patio -¡¡Espera!!
Aclair sintió la ira, esa que estaba intentando contralar, esa que recorría su sangre. Uno de sus guerreros choco con él, al esquivar el golpe de su contrincante y lo aparto de un empujón, para seguir su camino. Se adentro en el castillo y subió las escaleras. Al caminar por el pasillo, vio a Quinsi que al ver su rostro crispado, se tenso.
Abrió la puerta tan bruscamente, que esta choco contra la pared y los gritos de varias mujeres inundaron la habitación. Observo a las criadas, que estaban llenando la bañera de agua, después fijo la vista en ella, al otro lado de la habitación, junto a la ventana.
-Fuera –hablo con la mandíbula apretada, al ver que nadie se movía, giro el rostro hacia las criadas -¡¡Fuera!! –y asustadas, estas salieron corriendo.
Freya lo miro, tratando de parecer calmada, pero no lo estaba. Veía la ira en sus ojos, veía sus puños tan apretados, que sus nudillos estaban blancos.
-¿Sucedió? –el la miraba fijamente
-¿Qué? –su voz sonó apenas en un susurro y dio un paso atrás, chocando con la pared, al ver que Aclair avanzaba con rapidez hacia ella. Contuvo el aliento al sentir sus dedos en su brazo, agarrándola con fuerza.
-Quiero saberlo –su aliento le rozo los labios, estaban tan cerca -¿Alguno....? ¿Te violaron?
Lo miro, a los ojos, incapaz de apartar la vista de ellos.
-Lo intentaron –vio la mandíbula de el tensarse, sus dientes apretados –Los mate –y el agarre se hizo aun más fuerte. Entonces la pego a su pecho, el brazo de él se enrollo en su cintura y sus labios se posaron sobre los de ella.
No fue un beso suave.
Fue brusco, ansioso, posesivo.
Y le gusto.
A Freya le gusto sentir la posesión, la ira, la furia de él, en sus labios.
La apretó aun mas contra su cuerpo y libero su brazo para subir la mano por él, hasta llegar a su cuello y después posarse en su nuca. Sus lenguas se entrelazaron, de una forma intima, intensa, salvaje.
Sintió las piedras de la pared en su espalda y peso que le faltaría el aire, con el cuerpo de él, aprisionándola contra esta. Su boca se deslizo por su barbilla y su respiración acelerada se extendió por la habitación. Alzo la manos, y las poso en su pecho, empujándole, pero cuanto más trataba ella de apartarle, mas pegado estaba el a su cuerpo. No supo en qué momento habia dejado de empujarle. Los labios de el estaban en su cuello, una de sus manos en la cintura y la otra en su trasero y ella, ella simplemente tenia los puños cerrados, sobre su pecho, sujetándose a su camisa. Gimió al sentir un mordisco en su hombro y el tiro de su trasero, haciéndola notar su excitación. Entonces el invencible subió con sus labios, acariciándola, hasta parar junto a su oreja.
-¿Eres virgen Freya? –mordisqueo el lóbulo de su oreja –Respóndeme –acaricio su trasero y un leve gruñido salió de su pecho -¿eres virgen?
-si –respondió en un susurro.
Y antes de comprender que el habia ganado, sintió sus labios presionándose de nuevo con los suyos y su lengua adentrándose en la boca.
Cuando se aparto, la mirada de Aclair está cargada de deseo, de ansia. Dio varios pasos atrás alejándose de ella, sin dejar de observar, sus labios hinchados, su rostro sonrojado.
Por su lado, Freya se sintió totalmente desconcertada, allí, pegada a la pared, sujetándose a esta, temiendo caerse si se apartaba.
Lo miro a los ojos.
-Que disfrutes tu baño –Aclair hablo mirándola fijamente y después se giro y salió de la habitación cerrando la puerta suavemente.
Despacio, se deslizo por la pared, hasta terminar sentada en el suelo, con la vista aun fija en la puerta.
Tenía que irse, tenía que alejarse de él, cuanto antes.
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