CAP 2
Las risas se escuchaban fuertes en la plaza central, las ofertas en el mercado y las charlas en los bares, ya hacía mucho que el soldado no veía tantas personas, todo lo que solía encontrarse eran tierras y árboles, a veces un animal o dos que se convertía en su cena, pero las cotidianidades de un pueblo pacifico le alegraba el alma. Aún tenía hambre, ya se había comido otra manzana pero esta vez quería algo de carne y una buena bebida, la mala noticia era que ya no tenía dinero y nada de lo que llevaba serviría para vender fácilmente , aunque su apariencia también era un problema su ropa estaba completamente desgastada significado claro de todas las batallas en las que estuvo, los colores que llevaba no habían sido vistos por nadie en el pueblo y su aspecto daba mala impresión por lo que llamaba más la atención de lo que quisiera , esto fastidiaba al soldado quien solo quería pasar desapercibido y aunque no le gustaba la idea, robar ropa era cada vez más tentador.
El mercado era probablemente el peor lugar en donde estar, comerciantes tacaños, guardias que no lo dejaban de ver y la gran posibilidad de robo, pero el soldado estaba decidido en conseguir algo de dinero. Se dirigió a un puesto de frutas, como era de esperarse el comerciante lo miro de mala manera, se podía saber claramente no quería que se le acerque.
-Que tal Señor!!, es un buen día verdad¡¡ (intentando parecer lo más amigable posible)
- (lo ignora completamente)
-Vamos viejo deja de ignorarme o tendré que quedarme más tiempo y no creo que eso ayude a tu negocio.
- Que quieres?, se ve que no tienes nada de dinero y no te daré nada gratis, lárgate de aquí
-NO vengo a que me regales cosas quiero hacer negocios, en esta bolsa tengo algo que te interesara (señalando la bolsa con las manzanas que lucía muy llena)
-Que podría tener un vago como tú que quisiera comprar?
-Nada más que una bolsa de manzanas
-Solo tienes eso!! (mostrándose enojado) tengo decenas de manzanas aquí además porque crees que le compraría a un vago como tu
-Porque estas manzanas son especiales, son mejores que cualquier otra que hayas visto, mira bien mi ropa, alguna vez viste este tipo de vestimenta en otro lugar, he viajado por mucho y conozco lugares que no creerías y en esta bolsa hay manzanas muy especiales
-Como sé que no me estas engañando? (mostrándose un poco curioso), en esa bolsa puede haber solo manzanas normales y no quieres que vea tu engaño, déjame verlas primero
- Si, tienes un punto, en esta bolsa puede que solo haya manzanas normales, pero también puede que no sea asi, hagamos algo, te daré la bolsa llena con las manzanas ahora mismo por 5 monedas de plata, pero si decides verlas entonces cambiara el precio, tú decides, pero te garantizo que son las mejores manzanas que veras.
El comerciante estaba extrañado y con gran curiosidad, aquel hombre podría ser solo otro estafador, pero no se veía como tal, su ropa además extraña estaba totalmente gastada y rota, mientras su apariencia en general no brindaba nada más que desconfianza y aun asi estaba completamente seguro de lo que decía, pero el mercader no era tonto, aunque su curiosidad sea muy alta y las palabras del soldado brindaban seguridad, no pagaría tanto dinero por lo que probablemente era una estafa.
-Déjame ver las manzanas (con gran seriedad y firmeza)
-Claro, pero esto le sube el precio a la bolsa (sacando una de las hermosas manzanas del árbol)
-¡¡DIOS MIO!!
El mercader quedo maravillado con tal fruto, la manzana era tan grande que no podía cubrirla toda con su mano y tan roja que bien podría estar bañada en sangre pero aun podía ver su reflejo en ella, su forma , su olor y su apariencia que opacaba por completo a todas las manzanas que tenía dejo impactado al comerciante quien pensaba que tal fruto solo sería para el paladar de un rey
-Donde diablos conseguiste tal maravilla (sin dejar de ver a la manzana)
-Te dije que había viajado mucho y si te interesa tengo dos más en esta bolsa (mostrándoselas al mercader)
-Las compro, te daré 7 monedas por las tres
-Te ofrecí las tres con la bolsa por solo 5 monedas de plata, pero no confiaste en mí, 7 monedas no creo que sean suficientes, dame 10 y son tuyas
-Claro que no, 8 monedas es mi última oferta tómalo o déjalo (mientras no podía dejar de ver las manzanas)
-Viejo, estoy seguro este mercado hay más vendedores interesados o incluso alguien rico que este paseando, cuánto dinero crees que ellos puedan ofrecerme si les muestro las manzanas, te las estoy dejando por buen precio, en serio quieres que alguien más las compre cuando tú tienes la oportunidad justo ahora?.
-....
-....
-....
-Quiero un plato de comida y una cerveza,
- claro, serian 5 monedas de cobre,
-Solo tengo de plata
-El viejo mercader no pudo soportar la tentación y compro todas las manzanas por 10 monedas de plata, lo más probable es que las guarde como tesoros y se las venda a alguien adinerado por mucho dinero, pero al soldado solo le interesaba comer por fin una comida caliente y tener una buena bebida a la mano.
Se encontraba en una taberna común y era tan alegre como podría ser, personas comiendo y bebiendo por doquier, disfrutando de lo que ofrecía el pueblo, viviendo el momento sin importarles nada y al soldado le encantaba eso, junto a el se sentaron dos personas, quienes no tardaron el iniciar una plática, Un hombre llamado Michael crow, era uno de los artesanos del pueblo, creaba objetos con arcilla para quien lo quisiera aunque también hacia herrería pero no fabricaba armas, Era alto y delgado, no pareciera que comiera mucho pero devoraba rápidamente las comidas, era algo torpe y no se fijaba a su alrededor pero cuando lo notaba se ponía muy nervioso, no parecía tener más de 25 años y le gustaba más caminar por la plaza que hacer su trabajo. Zaria por el oro lado era muy diferente, alegre y segura, aunque muy soñadora a pesar del trabajo que hacía, Su nombre completo era Zaria Crimson y ella era la Sepulturera y encargada del cementerio, parecía que apenas terminaba de cumplir los 20 pero decía que se encargaba del cementerio desde hace mucho, Se tomaba muy en serio su trabajo y respetaba mucho a la muerte, decía que entre todas las cosas en que creyéramos la muerte era lo más real que conocíamos asi como lo más fantasioso, un estado que nadie puede controlar que sin importar quien seas o cuanto poder tengas y te transporta a donde no eres más que otra existencia insignificante en un mar de almas. Ese era realmente un pensamiento profundo y se hubiera quedado asi si la cerveza no les hubiera hecho efecto a los tres, para que comenzaran a reírse de cualquier cosa que estuviera enfrente suyo. Se llevaron bien bastante rápido y celebraron todo el tiempo que pudieron, Los dos jóvenes no dejaban pasar ninguna oportunidad para preguntar sobre la ropa y el pasado del soldado quien solo respondía de la forma más superficial y cambiando la conversación lo más rápido que podía incluso ocultando su nombre de ellos. Realmente no le gustaba hablar sobre ese tema, pero seguía disfrutando de la bebida con sus nuevos amigos.
Muy tarde, cuando las lámparas de aceites comenzaban a brillar en la noche, todos se despidieron y el soldado se quedó en una posada, la comodidad de una cama era algo que había querido sentir desde hace mucho, pero se detuvo un poco a observar el pueblo y la vista que podía ofrecer, pero no había más de lo que te podías imaginar, un pueblo normal no muy grande como para sorprenderte con sus construcciones pero tampoco era tan pequeño como para que terminaras ignorándolo, era acogedor, toda la gente se conocía entre si y a veces venían visitantes pero no siempre se quedaban, y esa duda se quedaba en el soldado , ¿debería continuar su viaje hasta encontrar algo mejor o simplemente quedarse aquí y ser alguien más del pueblo? El tiempo ciertamente no era problema pero que haría aquí más que engañarse a sí mismo, no había nada que le importara lo suficiente como para quedarse y crear algo, básicamente lo sabía todo y podía tener todo lo que quisiera en cualquier lugar, ya no tenía un propósito que cumplir.
La mirada del soldado se perdía cada vez más en su pensamiento hasta que algo llamo su atención. A lo lejos, mas allá de las murallas que cubrían el pueblo la luz de una linterna atravesaba los árboles del bosque, sin embargo, esta se desviaba del pueblo, solo pasaba de frente sin detenerse. La dirección del pueblo estaba bien señalada en los carteles asi que a menos que sea alguien verdaderamente despistado no habría razón por la que pasar de frente, a menos de que si hubiera algo. Pero eso no era asunto del soldado, por lo que solo salto y se acomodó en la cama donde se quedó profundamente dormido con una sonrisa de completa comodidad.
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