24
Al día siguiente, a primera hora del día, el cartero llego a la dirección indicada. No entendía como alguien podía vivir en medio de la nada, al pobre cartero le parecía como un escenario de película de terror... Al llegar a la puerta de la cabaña, la golpeo a puño cerrado con suma timidez, y para ese momento Tobías no había podido conciliar el sueño, sus ojeras le hacían parecer un oso panda.
—¿Si?— exclamó Tobías cuando abrió la puerta mientras bostezaba. Se mostraba mas despreocupado que nunca, ni siquiera se molesto en ocultar sus ojos color escarlata.
—B-Buenos días señor, vengo a entregarle esta carta— respondió el muchacho mientras extendía su temblorosa mano con el sobre en ella.
—¿Una carta? No recibía una desde la coronación de la reina Isabel— confesó Tobías, tomando la carta entre sus manos.
—Ammm, claro. Nos vemos...
—Espera, ¿Quién la envió?
—La señorita Helena B...
—¿Helena?
Tobías abrió sus ojos como platos y cerró la puerta con fuerza, espantando al mensajero.
Se sentó en el primer mueble que se le cruzó y abrió la carta tan rápido como le permitieron sus manos temblorosas.
Buen día Tobías, espero que te encuentres muy bien... Esta carta tiene el objetivo de comunicarte mi agradecimiento por todo lo que has hecho por mi estás últimas semanas, de no ser por ti quien sabe dónde me encontraría, tal vez en una tumba o en una cama de hospital... También decidí que no voy a escribir nada sobre tu caso, me parece demasiado especial como para darlo a conocer. No estamos preparados para tanto, pero gracias por confiar en mi, Tobías, y espero que te haya gustado ese nombre.
Tampoco pierdas la esperanza, es lo último que nos queda... Se que jamás podré entender todo lo que has vivido, pero de algo estoy segura y es que podrás salir de ese agujero del cual eres preso, lo ví en tu mirada escarlata, ese dolor que no cesa por más que intentes remediarlo. Hay una frase que dice que hay que vivir cada día como si fuera el último, tal vez eso no aplica del todo contigo, pero, ¿Qué pasaría si el día de mañana ya no pudieras regenerar todas tus heridas?
Esa línea destruyó a Tobías por completo.
Solo quiero que sepas que tienes todo un mundo por delante que quiere ser desvelado, atrévete a descubrirlo.
Muchas gracias por todo, Tobías.
Atentamente, Helena.
Y sin saberlo, aquel hombre ya estaba llorando. Ni siquiera sabía que aún existían esas lágrimas, también dio gracias a Helena por no escribir algo mas largo, de ser así, no podría controlarse.
Dejo la carta sobre la mesa del centro y puso sus manos sobre su cabeza sin que las lágrimas dejaran de salir a borbotones...
—Ay pero que bonito, mira, incluso te dio dinero— dijo una voz a sus espaldas, cuando se volteo, era otra vez ese maldito niño. Decidió no prestarle atención, al menos de momento. No tenía cabeza para pensar en algo que no fuera Helena, y de repente, agarro el dinero y se puso de pie para ir caminando hasta la puerta y salir de la cabaña —¿A donde vamos?
Tobías seguía en silencio y con la mirada perdida, estaba desconcertado a pesar de que Helena no escribió nada que Tobías no supiera, el problema radica en la forma en que lo dijo... Era como un consejo disfrazado de verdad, un consejo que sabes que debes escuchar, pero a veces la terquedad es mas fuerte que cualquier otra cosa.
—Le diste tu auto a Helena, ¿Lo olvidas?— dijo la voz del niño atrás suyo, avanzaba por el camino de tierra con pequeños saltitos y con su paleta en mano. El corpulento hombre seguía llorando el silencio. Las lágrimas caían sobre su camisa de lino y a veces sobre la tierra seca, ¿Cuál era la diferencia?
Tobías siguió ignorándolo, no estaba seguro de cuánto tiempo podría seguir así, tenia que mantenerse lo mas firme posible y no doblegarse ante esa infantil voz.
—Este será un viaje muy laaaaaaaargo.
—Ya lo creo— respondió Tobías con tono neutro mientras seguía caminando por el camino de tierra que atraviesa los maizales.
Mientras tanto en la comisaria...
—¿Dices que aquí encontraron a la señorita Helena?— preguntó el detective mientras le daba vueltas al auto. Su gabardina negra se mecía en el aire y sus botas causaban eco en el espacio.
—Si señor— respondió un policía que se mantenía parado en la entrada del parqueadero.
—Es demasiado viejo...— el detective se adentro en el auto. Escrutaba todo el interior con detenimiento, prestando atención al mas mínimo detalle.
El auto era viejo y sucio, un modelo pasado de moda. Los sillones tenían un color rojizo antinatural, eso sin tener en cuenta el olor a gasolina y caucho... Por un momento el oficial tuvo ganas de vomitar pero al final se cubrió la nariz con el costado del brazo para continuar con su inspección hasta que encontró una fotografía en el asiento trasero del coche.
—Encontré algo— salió del auto con la foto y el otro policía se acerco a el para observar lo que traía entre manos —¿Qué es esto?
—Parece demasiado antigua.
En la foto había un hombre alto, corpulento y semidesnudo, estaba rodeado por varios hombres con cascos y armas de otra era. El policía, gracias a sus clases de historia en la universidad, podía jurar que la foto había sido tomado en el campo de batalla de la Primera Guerra Mundial...
—No me explico que hace esta foto en este auto, algo no me cuadra— dijo el detective con el ceño fruncido —Manda esta foto a investigación, también el auto. Quiero tener un informe que me describa hasta el mas mínimo detalle de estas evidencias.
—Enseguida— el policía asintió y salió del parqueadero.
El detective se quedo parado al lado del coche, miraba fijamente una pared. Parecía estar en su propio mundo, pensando en los posibles resultados de su nueva investigación.
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