Capítulo 22: Acorralado
En la oscuridad de su habitación, Chlorine gemía nuevamente ante el toque de su adorado Seok-jin, aunque... de repente su estocada fue tosca, violenta incluso, sacudiendo todo su cuerpo de manera considerable. No sintió dolor, pero sí se extrañó de que accionara de esa forma. Respiro hondo. Lo había hecho otra vez.
―Jin... ―Posó sus manos sobre su cabeza, que la tenía hundida en su cuello, devorándolo a besos.
Y en cuanto el muchacho se irguió y le dedicó la mirada, se alteró al ver que los ojos que le hacían la devolución resplandecían en la penumbra con ese particular tono ámbar.
―¿J-Jin...? ―Emitió atónita.
El chico la tomó de las caderas, arrastrándola sobre el colchón y postrándola mejor debajo suyo y abriendo más sus piernas.
―¿Qué pasa, cariño? ¿No querías que fuera salvaje? ―Penetró su cavidad con furia ―. ¿Qué fuera violento? ―Otra fuerte estocada ―. ¿Quieres que te desgarre? ¿Qué te haga sangrar a chorro limpio? Solo pídelo, te daré lo que quieras. ―Continuó impactando contra ella sin la menor delicadeza.
―Sí, Suni. Te daremos todo lo que quieras. ―Le habló Mix, asomado sobre su cabeza y acariciando sus hombros. Ese resplandor amarillo también colmaba en sus ojos.
―Sí... ―La mano de un tercero fue reposada sobre su vientre ―. Tú haces tanto por complacernos... Es justo que te devolvamos el favor.
―¿Nam... joon?
Los ojos de este último resplandecieron de igual manera.
Las tres apariciones tomaron control. Jin permaneció debajo de ella, metido hasta el fondo en su interior; Mix ocupó el orificio restante atrás, y Nam-joon se quedó con su boca, metiendo y sacando con desquicio ese pene erecto, mientras que sostenía firmemente su cabeza, hasta el punto de ahogarla, haciendo que sus ojos se aguaran y el líquido se asomara por los extremos de los párpados.
Mentiría si dijera que no lo disfrutaba, pero claramente algo no andaba bien, además de que el estímulo era no sofocante, sino un suplicio. Y dolía terriblemente, su recto, su vagina, era más dolor que placer. ¿Desde cuándo pasaba esto?, ella ya había abandonado el dolor en su cuerpo hace mucho, mucho tiempo. Sin embargo ahora se sentía como antes... Cuando todavía era humana. Cuando era utilizada hasta el cansancio e incluso más. Eso era el verdadero suplicio.
Desplazó con lentitud sus pupilas hacia un extremo y se encontró con nadie más ni nadie menos que Astarot, sentado en una silla de piernas cruzadas, observando todo el panorama en silencio. Su presencia la alteró por varios y evidentes motivos.
―¿Qué te pasa, perra?, ¿aun no es suficiente para ti? ¿Quieres que me una yo también? ―Escupió con desdén, separando las piernas ―. Pero regálame un grito primero.
Chlorine apretó con fuerza los párpados, separándolos al instante siguiente. Se quedó con sus ojos tiesos por unos segundos, muy agitada, hasta que consiguió percatarse de que todo había sido una maldita, extraña y sicalíptica pesadilla.
Bajó la mirada y encontró un brazo rodeando sus pechos. Lo acarició y giró su cuerpo para encontrarse con el rostro de Jin, quien dormía con una paz envidiable.
«Creo que te amo, Chlorine... No quiero irme». Le había susurrado aquello en pleno desfallecimiento, en tanto su acto sexual se consumaba, apegado a sus labios que repetidas veces chocaban. «Te amo», era algo tan trivial, tan mundano para ella, y sin embargo nunca nadie se lo había dedicado, mucho menos con esa desazón.
―Jin-jin ―susurró, poniendo su dedo sobre su labio bajo, molestándolo un poco. Sabía que estaría enervado, pero necesitaba ver esos bonitos ojos para así calmar su ansia, por lo que insistió hasta que éste comenzó a removerse con suma pereza.
―¿Qué ocurre? ―respondió por fin, aunque sin abrir sus ojos.
―Tengamos sexo salvaje con abundante BDSM, ¿qué dices? ―Expuso divertida, consiguiendo con ello que él abriera al menos uno de sus ojos.
―¿Estás loca? ―Incorporó el otro ojo y levantó las cejas ―. ¿Quieres que me muera deshidratado o por un accidente sexual?
Y con esa respuesta ella carcajeó. Ese sí era su dulce pastelito, con esos ojos oscuros bien abiertos y la voz un poco ronca. Estuvo a punto de besar sus labios cuando un fuerte estruendo los sobresaltó, y es que el lugar entero se había estremecido como un potente sismo.
Tras un breve intercambio de golpes, Nam-joon había sido arrojado por Astarot contra una de las paredes. Con posterioridad siguió Taehyung; colisionó en el fondo del lugar. El malnacido estaba mucho más que solo enfadado: el chico de la basura no solo había absorbido la toxina que emanaba de su máscara perdida entre los cascajos y lo había atacado con ella, sino que consiguió entorpecer momentáneamente sus sentidos. Pero sin lugar a dudas el movimiento realizado por Yoon-gi fue el verdadero dolor de cabeza:
Después de dar lo que fue su última calada al cigarro, apagó la colilla entre sus dedos.
―Te mostraré por qué suelen apodarme AgustD, hijo de la gran puta ―espetó en un rugoso murmurar.
El humo contenido fue despedido por su boca y los orificios de su nariz, se concentró sobre él, y en esa translúcida capa de vaho se pudieron apreciar los radiantes ojos amarillos del demonio de pelo negro. Tomó la forma de una pantera de gran tamaño a la cual Yoon-gi comandó, haciendo un ínfimo gesto de su dedo, entonces la fiera apoyó sus patas delanteras frente a él y con una fuerza y velocidad abismal embistió al enemigo, rompiendo todo lo que componía la parte frontal del burdel.
Una gran ráfaga de viento se elevó y la llovizna comenzó a colarse en la ahora destruida entrada. Asimismo, el encantamiento culminó y Astarot se levantó de la calle, donde había ido a parar; primero la espalda y luego se paró sobre sus pies, pese a tener más de un hueso triturado. Las suelas mojadas de las zapatillas del rapero llamaron su atención, aunque solo alcanzó a voltear el rostro para recibir un impacto que medio lo derribó, ya que alcanzó a apoyarse con una de sus manos. Pero el muchacho no le dio tregua. Se aproximó con rapidez a impactar otro golpe, aunque para su sorpresa el infeliz lo retuvo, sosteniendo firmemente su brazo e irguiéndose frente a él, no obstante, Yoon-gi ya había peleado más de una vez con tipos que doblaban su tamaño. Conocía la ley de la calle y sabía jugar sucio, por lo que levantó su pie y golpeó la unión de su rodilla, empujando los huesos en la dirección contraria, obteniendo un aullido de dolencia de su parte, y posteriormente elevó su propia rodilla a la altura de su estómago e impactó con fuerza.
El demonio retrocedió unos pasos tratando de recobrar el aliento, cuando de pronto oyó un silbido a su espalda. Jung-kook estaba allí, y no demoró en propinarle una patada que barrió su cuerpo varios metros bajo la lluvia. Y ahí, agachado ahora notó unos zapatos de fino y oscuro cuero, frente a las manos con las que se estaba sosteniendo ahora. Al levantar la vista se encontró con Ho-seok, quien le regaló una sonrisa.
―Hola de nuevo, maldito bastardo ―dijo con voz opaca.
Y en cuanto estrechó sus manos delante de su pecho, justo sobre el adverso, unas chispas se desprendieron y las llamas comenzaron a rodearlo cuan torbellino, sin que la lluvia lo afectara en lo más mínimo.
El vil demonio gruñía y bramaba con ímpetu; no podía creer que reiteradamente había caído preso del fuego. No obstante, permitió esta vez que esas flamas lo abrazaran; no se detendría por nada, y en efecto lo demostró, blandiendo sus brazos, acometiendo. Ho-seok, al ser tan flexible, no tuvo dificultades para evadir cada uno de sus golpes, incluso se dio el lujo de hacer su cuerpo hacia atrás y hasta el suelo. Allí, justo sobre él, de un ágil y vasto salto, intervino Jimin. Consiguió encestar un golpe certero que obligó al maligno a retroceder, pero pronto se adosó a agredirlo. Al curvar su anatomía hacia atrás Jimin lo esquivó, aunque quedó expuesto, empero, el jefe estaba detrás del enemigo ahora. Lo capturó por los hombros, arrugando su ropa, lo arrastró en lo que tomaba su cabeza con firmeza. Uno, dos, y en el tercer giro que dio para adquirir más impulso, lo arrojó hacia el interior otra vez, que destrozó por completo la escalera que conectaba el primer piso con la planta baja.
Las llamas lo habían abandonado. Se dispuso a apartar los escombros para ponerse de pie, pero Nam-joon se adelantó, lo tomó ahora por el cuello de sus prendas y le dio un golpe directo al rostro con su derecha, logrando quebrar la ya desmejorada máscara que llevaba, sin embargo, con ello, el malviviente liberó su toxina cerca de su rostro, la cual contaminó e irritó su visión, obligándolo a retroceder, entonces aprovechó aquello para propinarle un golpe en el pecho de tal magnitud, que acabó con más de una de sus costillas, a la vez que le colapsó un pulmón, y no satisfecho con ello, lo mandó a volar de otro fuerte impacto contra el muro a un extremo. Rio ante ello, mientras parte de su cuerpo sanaba y su ropa se regeneraba.
―¡Vamos, chicos! ¡Continúen entreteniéndome! ―exclamó con descaro.
Y como si de una respuesta se tratase, una fina varilla voló hasta incrustarse en su pecho.
―¿Es una broma? ―Miró el objeto que tenía clavado.
Jimin fue el primero en ser divisado por él, corriendo en su dirección. Parecía que iba a dar un golpe de frente, pero a mitad de su camino, arrojando su segunda gargantilla solidificada directo a su ojo, con la que consiguió desequilibrarlo mejor, le dio paso a Jung-kook, quien tomó altura y pateó su cabeza. Logró hacer que su silueta se torciera, mas no que cayera. Al aterrizar, el chico se vio obligado no a esquivar, porque no le dio el tiempo, sino a retener su extremidad contra él. Pronto sus compañeros, incluido Taehyung, lo rodearon, dando comienzo a un vertiginoso intercambio de golpes y esquivas. Los jóvenes demonios eludían con gran agilidad. Eran fuertes, rápidos y vivarachos. Eso estaba bien para Astarot, pues los desafíos eran su recreación, y jamás menospreciaría un buen encuentro, prácticamente vivía por ello, así como por la lujuria y por la degustación de las almas humanas, como la de ese escurridizo muchachito que se esmeraban tanto por proteger de su mano, pero nadie consumía. El mismo que humedecía su boca en plena saliva con solo pensar en ponerle las manos, o no solo eso, encima.
Finalmente, en uno de sus esfuerzos por esquivar un duro golpe por parte de Jung-kook y, decidido a detener los juegos, logró atrapar a Jimin, sujetó con fuerza y estrelló su cabeza contra la de Yoon-gi, quien fue el primero en avecinarse para auxiliarlo. A continuación, retuvo a Taehyung y Ho-seok, que intentaron arremeter sin demora. Hirió al primero de gravedad, atravesando su abdomen con su mano y dejando un verdadero vertedero de sangre; con el segundo fue algo más difícil a causa de su agilidad y elasticidad, pero de un inminente arrebato consiguió agarrarlo del cuello, apretó su tráquea y oprimió con dos de sus dedos su nuez de adán. Le desgarró la garganta después, y lo arrojó sobre Taehyung.
Jimin, quien apenas se recobraba de ese fuerte aturdimiento, con una mano en su cabeza sobre lo que en ese momento era solo un enrojecimiento, que luego cambiaría por un morado y azulado, vio que el villano se le acercaba, por lo que luchó por enderezarse. Jung-kook actuó entonces para ayudarlo: lo jaloneó por detrás, aunque solo consiguió un golpe frontal por parte de su codo, que lo derribó con la nariz ensangrentada y le impidió abrir los ojos ante la contusión.
―Jung-kook... Eres un mocoso de la peor calaña. ¿Cómo te atreves a atacar a quien te volvió a la vida? Necesitas ser corregido, muchacho. ―Se remojó sus labios.
En ese momento, un confundido Yoon-gi lo interceptó, rodeó su cintura con sus brazos, pretendiendo embestirlo, pero sin éxito. A diferencia de Jimin, el golpe en su cabeza lo había dejado más que solo aturdido, lo desorientó. Olvidó su nombre, olvidó donde estaba o qué estaba haciendo ahí. Pero lo único que entendió fue que debía actuar de algún modo. Astarot lo pescó por la espalda de la ropa, le dio la vuelta y rodeó su cuello con su brazo mientras mantenía su cuerpo curvado, sostenido solo por sus piernas y el brazo que lo sujetaba.
―M-Mierd...
Y justo antes de que concretara su blasfemia un estridente tronido fue escuchado y el cuerpo del muchacho se aflojó por completo. Le había roto el cuello ante la mirada atónita de todos los demás, y ahora Min Yoon-gi estaba fuera de juego. Fue entonces que un estruendo se oyó a su espalda, a unos pocos metros de su ubicación.
Ahora, el cayado del jefe se hallaba en el piso, quebrado en tres partes, y sus lentes no eran más que pequeños pedazos negros esparcidos por los alrededores. Empero, se había puesto de pie de nuevo, impregnado por polvo y suciedad. A un lado de su frente, deteniéndose sobre su ceja escurría un firme y grueso chorro de sangre, del mismo modo que había bajado por una de las comisuras de sus labios. Dio un pequeño salto para bajar de los escombros y con una mueca de desprecio escupió sangre a un lado, mientras que el malhechor reía. Tiró y aflojó su corbata, en tono uva, de su traje negro. Enfrentarse con un buen rival siempre era como una alta dosis de adrenalina en su vena cava. Aunque si se pasaba de entusiasmo las cosas no resultarían del todo bien para su joven contrincante, pero aquello no podía valerle más mierda en ese momento, y con un gruñido se movilizó veloz hacia Nam-joon, quien del mismo modo se avecinó a él. Estrellaron sus puños, rompiéndose todos y cada uno de los nudillos en el acto. Sin escatimar nada, el jefe lo tomó por los hombros y estrelló su cabeza contra la contraria, no solo haciéndolo retroceder unos cuantos metros de su posición, sino regalándole asimismo un manchón rojo en el centro de la frente.
La densidad de todos aquellos choques, sacudiendo por completo la estructura, de ninguna manera podría significar algo bueno, por lo que Chlorine tomó a Seok de la mano y juntos se trasladaron al piso más alto, directo a su dormitorio.
―¿Q-Qué mierda está pasando? ―Manifestó él, mientras que la chica corrió a la puerta.
―Nada bueno ―le respondió, asomada para ver al otro lado.
Astarot dejó escapar una risa siniestra, y sin pensarlo una céntima de segundo volvió a acometer; Nam-joon gruñó. Pero en esta ocasión, a medio camino, fue interceptado por un golpe por parte de Jimin, quien se había elevado haciendo una pirueta e impactado su pierna contra su cráneo. No obstante, en pleno descenso, lo atrapó por el tobillo, dejándolo suspendido, aunque no contó con que el pícaro demonio balancearía su cuerpo, pondría sus manos sobre su cara y enterraría a fondo los pulgares dentro de la cuenca de sus ojos. Provocó que lo soltara con un estridente alarido, con tal impulso que todo el edificio vibró con su terrorífica voz. En cuanto Jimin se arrodilló sobre el suelo, el jefe se aproximó y posó su pie sobre su espalda para impulsarse e impactó su rodilla contra el rostro de su adverso, curvándole el cuerpo hacia un lado. Pisando firme el suelo ahora, cazó su rostro para propinarle un duro puñetazo sobre la piel con el que lo envió al suelo.
Seok-jin se encontraba amarrando los cordones de sus converse negras. Chlorine prácticamente le había robado su playera del mismo color tendida sobre la silla, poniéndosela encima, sin molestarle en absoluto que le cubriera la mitad de los brazos y las piernas, aunque Jin estaba verdaderamente encantado. Quería ser rápido, por lo que había optado por ponerse su camiseta blanca de mangas cortas y los jeans apenas desgastados que estaban a su mano.
Los estruendos en la estructura persistieron y generaron temblores constantes. La diablesa se aproximaría a investigar, por lo que le dejó dicho a Jin que aguardara en su habitación hasta que volviera a lo que él, para nada convencido, acabó accediendo, después de todo, no habría mucho que él pudiera hacer al acompañarla más que ser un estorbo.
―Si no vuelves rápido saldré a buscarte ―dijo, apuntándola con el dedo.
Ella lo miró, con deseo de que le hiciera de todo con ese dedito, menos señalarla como lo hacía. Se conformó con darle un beso en los labios y marcharse utilizando un vórtice, que la dejó en el primer piso, y tuvo que avanzar con sumo cuidado, debido a que todo estaba hecho un verdadero desastre. Se asomó por el barandal y lo que sus ojos contemplaron fue una escena desesperante: Nam-joon encorvado en el suelo, malherido, ensangrentado y al inmundo de Astarot teniendo entre sus garras el cuello de Jimin, atravesándolo de lado a lado. Si las cuchillas llegaban a moverse tan solo un poco, su cabeza se desprendería y sería el fin. Pero en ese momento, un rabioso Ho-seok se abalanzó contra el demonio. Con sus puños envueltos en fuego sujetó el brazo contrario, partió el hueso como si de una madera se tratase y separó su mano de su extremidad. Al caer, Jimin fue atrapado por Taehyung y Jung-kook, retiraron aquella grotesca mano de su piel e hicieron presión contra la herida, aunque estaba más desmayado que lúcido para entonces.
Astarot recibió un golpe por parte de un desfallecido Nam-joon, y rayos, su impacto no era inferior pese a su desgaste físico. No esperaba menos, y le encantaba. Pero ya no quería desperdiciar más tiempo jugando. El jefe atacó en conjunto con Ho-seok a continuación, el demonio de fuego estaba verdaderamente enfadado, cosa que no era buena señal, por lo que debía actuar pronto. Recibió así como evadió y también repartió unos cuantos golpes más, mientras su mano pasaba de ser huesos a cubrirse con la carne. Con esa misma mano empuñó los cabellos del muchacho, arrimándolo hacia su persona.
―Ah... J-Hope. ―Le dio unas toscas palmadas en su cabeza mientras que el joven gruñía y forcejeaba contra él ―. Nos divertiremos decentemente en otro momento ―murmuró y reposó sus fríos labios sobre su suave cabello sin abandonar el agarre. Sujetó su quijada con su otra mano e hizo una brusca torción, rompiendo su cuello, y lo dejó caer a sus pies.
El primero en emitir un alarido rabioso fue Taehyung, corriendo iracundo hacia el enemigo, quien abría sus brazos para recibirlo.
―¡No, V! ―Advirtió el jefe, haciendo un esfuerzo supremo para levantarse.
En el primer movimiento alzó su puño, que no solo fue detenido en el acto por la mano adversa, la cual ya había sanado en su totalidad, sino que con ese agarre el brazo del chico fue torcido y llevado detrás de su espalda, que chocó contra el pecho del contrario en un segundo, causándole un dolor casi agónico. El vil demonio pasó su mano por sus cabellos rubios, acarició parte de su frente y fijó sus oscuros fanales en el jefe.
―Han caído tres, Nam-joon... ¿Quieres que sean cuatr...?
―¡YA BASTA! ¡Esta mierda es conmigo, no con ellos!
―Ahí es donde te equivocas, mi estimado chico... Esto es con todos. ―Ejerció más firmeza en su agarre contra Taehyung. Éste frunció cada músculo en su rostro, inspirando profundo, pero no gritó, cosa que le sacó una sonrisa al villano.
»Ciertamente eres alguien admirable, Kim Nam-joon. El imperio que has creado de la nada... me interesa robártelo... después de aplastar tu cabeza, por supuesto. Quiero llevármelo todo, mudarlo a mi dimensión... Junto con tus trabajadores, tus mil putas y tus... vigorosos y talentosos muchachitos.
Deslizó su mano por el rostro de su apresado, dejándolo asqueado.
―Y lo más divertido será... dejarte con vida en la nada... y ver cómo carajos te repondrías a ello... cómo mierda recuperarías lo que te arrebaté. Ah... de solo pensarlo me invade la adrenalina de nuevo. ―Explayó, levantando la cabeza y dando un profundo respiro ―. Y este ejemplar de cabellos rubios que ves aquí... ―Enterró sus dedos en el cabello del susodicho y tiró de él con rudeza ―. Lo mantendré más cerca de mí que nunca. ―Adosó sus rostros ―. Será mejor que en los viejos tiempos. ―Susurró a su oído.
El chico de la basura mantenía su mano libre sobre su hombro, tratando de que no se dislocara su extremidad retenida detrás de su espalda, pero ya no toleraría más sus intimidaciones, por lo que abandonó su hombro; podía romperlo en tres partes si eso quería. Llevó su mano como una garra directo a sus testículos y apretó con una fuerza fulminante. Con un fuerte quejido del contrario, claramente consiguió zafarse. Sin soltar su ingle, llevó su otra mano a su garganta, lo levantó en el aire sobre su cabeza y azotó su cuerpo hacia el otro lado, que dejó un gran hueco en el piso. Dio una pirueta sobre él, estrelló las gruesas suelas de sus zapatos de combate sobre su estómago, haciendo que despidiese sangre por su boca, para consiguientemente hacer otro giro en el aire y dar paso a Jung-kook, quien levantó su pierna a una gran altura, justo sobre su cara, pero el muy desgraciado se movilizó ágilmente, evadiendo ese golpe con su talón, que causó otro hundimiento en el suelo.
Risas y aplausos profirieron por parte de Astarot. Todo el maldito embrollo que era aquella contienda le resultaba de lo más divertido.
Maldito bastardo hijo de puta.
―¿Qué tan en la mierda estás? ―Preguntó Taehyung, tendiéndole una mano al jefe para que se enderezara.
―Mi columna está comprometida. Pero con el tiempo que me brindaron puedo levantarme ―dijo mientras se erguía.
―Lo siento, no pude darte más tiempo.
―Lo hiciste bien, V. ―Le dio una palmada en el hombro.
Fue en ese momento, después de su último aplauso, que Astarot subió la mirada, fijando sus ojos en una pasmada Chlorine, que observaba desde el primer piso. Le sonrió y posó dos de sus dedos sobre sus labios, arrojándole un beso al aire, imitando a propósito el gesto de Seok-jin. Ella lo entendió al instante; todos lo hicieron al girar sus ojos hacia ella.
Al mismo tiempo, Jin se encontraba en su habitación, caminaba en círculos y ya se había comido las uñas de su derecha, pero antes de seguir con su izquierda decidió que había sido suficiente. No había pasado demasiado tiempo, pero saldría a buscar a Chlorine de todas formas. Fue en el momento en que posó su mano sobre el picaporte que notó un resplandor púrpura a su espalda. Se giró y se encontró con un vórtice del cual comenzó a emerger algo semejante a las patas delanteras de un canino de gran diámetro.
Un grito ensordecedor fue escuchado. El demonio rio entre dientes para luego desprender una maliciosa y estrepitosa carcajada, a la vez que sus ojos se bañaban y refulgían en ese tono violeta. Extendió los brazos a los lados así como su cruda risa, desplegando una bruma renegrida que rápidamente se fue apoderando del lugar. La diablesa ni siquiera se detuvo a pensarlo e inmediatamente abrió un portal y se marchó de ahí.
Jin había abierto la puerta y salido justo a tiempo. El perro negro que lo seguía había abierto un hueco en la pared, a la vez que mandó a volar la puerta contra la paralela. El muchacho entendió que sería inútil correr, pues lo alcanzaría, por eso mismo echó su cuerpo al suelo, cubriendo su cabeza, y el can pasó casi volando de un salto sobre él.
―¡SEOK-JIN! ―Chlorine le gritó a su espalda, llamándolo con su brazo para que se aproximara a su posición, cosa que no dudó en hacer.
Otro fuerte estallido sacudió el lugar. Nam-joon, en conjunto con Taehyung y Jung-kook se enfrentaban en una sacudida constante contra Astarot. Sus ojos brillaban en un intenso ámbar producto de la ira, la impotencia y la adrenalina que los convergía en ese indecoroso intercambio de agresiones y lesiones.
El más joven fue el primero en caer, con una pierna rota y la otra herida de gravedad, desprendiendo sangre sin parar. El otro se avecinó a él por la espalda, abrazó su pecho con sus piernas y su cuello con sus brazos, pero el malvado lo tomó de los hombros con ambas manos y lo lanzó al suelo con fuerza. Lo sujetó después, viendo que éste aun persistía, lo arrastró y ensartó su cuerpo en uno de los fierros levantados de la escalera.
Nam-joon se abalanzó sobre él. Ambos se revolcaron por el suelo, girando y repartiendo puñetazos. Y es que la visión y los reflejos del jefe estaban muy desgastados, por lo que después de recibir un último ataque físico, Astarot golpeó con firmeza en su abdomen, no solo atravesándolo con sus garras, sino que desprendió las vértebras de su columna al hacer un giro con éstas. Se quitó al muchacho de encima, se puso de pie y se sacudió el polvo.
A los pocos metros, un portal se abría, dando paso a su fiel perro, quien arrastraba a un inconsciente Seok-jin del brazo y a una malherida Chlorine, aferrada a las piernas del chico. Astarot chasqueó la lengua y meneó con disgusto la cabeza al ver que había sangre corriendo por el rostro del muchacho. Su perro no había sido muy amable. Luego llevó sus ojos a la diablesa.
―Lo siento, primor. Pero incluso si me haces la felación de mi vida aquí y ahora... No te llevaré conmigo esta vez ―dijo, dándole no uno sino tres golpes con su pie directo al rostro, hasta que perdió su agarre, y con una patada más la apartó, dejándola tendida boca arriba, sin importarle en lo más mínimo si se ahogaba con su propia sangre.
El macabro juego había terminado, y el malhechor reclamaba ahora su recompensa. Tomó a Jin por el tobillo, solo para darse el lujo de arrastrarlo detrás de sí, y caminó con su fiel canino hacia el vórtice que conectaba con su dimensión.
Jung-kook se arrastró como pudo sobre el polvo y escombros del piso, sintiendo solo dolor con cada movimiento. Pero solo logró alcanzar los dedos de Seok por unos segundos, ya que su cuerpo continuó siendo arrastrado hasta perderse en ese umbral oscuro, de resplandores morados y de donde provenía un frío intenso.
Dejó al chico con nada más que mugre y sangre en su mano, sumado a una ferviente ira, que expresó apretando el puño con fuerza, dando un tosco golpe después que quebró el piso.
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